MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

**
****************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

rep

sábado, 24 de octubre de 2020

LA LUCHA ENTRE LA LUZ Y LAS TINIEBLAS; ENFRENTAMIENTO DIRECTO DE JESÚS CON SATANÁS

CURACIÓN DE UN ENDEMONIADO COMPLETO
VOCACIÓN DE LA MUJER AL AMOR



EL PODERÍO DE JESÚS APLASTA EL ODIO DE BELCEÚ




Relato impresionante y detallado del exorcismo de Jesús a un endemoniado poseído como consecuencia de una entrega a todos los vicios capitales, y poseído por el Príncipe de las Tinieblas, el mismísimo Satanás, poseso que había sido llevado a Jerusalén para ser curado, pero que no había sido liberado, por la poca virtud de los Sacerdotes Judíos.

Seguía en libertad atentando contra todo ser viviente que se cruzaba en su camino, a los cuales acechaba como una serpiente oculta entre las hierbas del campo, y particularmente contra las mujeres, porque sabía que la Santísima Virgen María era la que iba a propiciar su derrota, trayendo a la Tierra el Salvador, ya que de la misma manera que Eva había salido de la costilla de Adán Jesús, hijo de Dios, tenía que salir de una Mujer, porqué el proceso de la Redención tenía que ser inversamente proporcional al de la caída en el Jardín del Edén, en donde Eva había ofrecido el fruto prohibido a Adán, y aquí María ofrece el fruto suyo: Jesús-Dios a toda la humanidad para ser redimida.

Diálogo con Jesús, en donde se demuestra como actúa Satanás, engendrando demonios de la misma manera como Jesús engendra a hijos de Dios, predicción de cómo Judas será el mismo demonio que se vengará propiciando la terrible pasión y muerte de Jesús.

De este intercambio de pareceres se ve como la actuación diabólica está permitida por Dios ya que es necesaria en un mundo donde se da licencia al bien y al mal, para que el hombre pueda escoger libremente su destino, aquí está teológicamente explicado por Jesús, como la acción demoníaca trae siempre consigo perturbación, odio y sufrimiento, al contrario de la acción de Dios que siempre trae serenidad, amor y alegría.

Sublime descripción de la vocación de la mujer para el amor hacia sus hijos y para ser la ayuda del ser humano, imagen perfecta de la Virgen María.

Nota del que transcribe: En estas palabras de Satán están resumidas todas las preguntas que se pueden presentarse acerca de la acción de Satán en el mundo. Como leemos, Satán ha sido encerrado en el reino del infierno, y sin embargo por razones de Justicia, para la nueva creación del hombre, que tiene que realizarse en el tiempo, es necesario que se de licencia al Bien y al Mal por partes iguales, en caso contrario, la salvación o la condenación del ser humano no se podría realizar porque al suprimir la acción del mal, simbolizada por Satán, y al no poder escoger entre las dos opciones, la salvación no se podría realizar y viceversa.

Teológicamente hablando, y situándonos desde un observatorio eterno, en donde no existe el tiempo tal como lo conocemos, se puede decir que el mundo material, en donde el tiempo pasa, es un mundo cuya naturaleza es un espejismo, es decir que nos encontramos en una “realidad virtual”, que es una mentira, porqué nada es inmutable y todo es ilusión: ilusión lo que vemos, porqué mañana todo será distinto, y el reloj que indica a cada instante una hora distinta, está mintiendo constantemente.

Por eso dice San Juan en su Epístola. “No améis al mundo ni lo que hay en él porque el mundo pasa, y el que lo ama desaparecerá con él, pero el que permanece en Jesús, durará para siempre”.

Satán que está en el infierno desde el punto de vista de la Eternidad, está virtualmente presente en este mundo que es mentira, porque donde está la mentira, está Satán que es el Príncipe de la mentira.

Como está condenado “In aeternam”, el odio que tiene a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, como así lo confiesa en este relato, es un odio también eterno, él quiere matar a Jesús, cegado por ese odio, creyendo que con esa muerte va a acabar con Él, pero al mismo tiempo tiene que confesar que no puede, y que siempre saldrá vencido del enfrentamiento abierto contra Dios. Como Padre del Mal, recogerá sus hijos que son toda la escoria de la humanidad, para llevarlos a su maldito Reino del horror, mientras que Jesús como Padre del Bien, recogerá toda la nata y la flor de la humanidad que son sus Hijos, para llevarlos a su Bendito Reino de la  felicidad.

La presencia de Satán en el mundo es pues necesaria, porqué sin ella no se podría producir la separación entre el Bien y del Mal, por eso Dios en su eterna Sabiduría lo permite, hasta el fin del mundo.

Pero cuando este espejismo de mundo en que vivimos desaparezca -  y en eso todos los científicos del mundo están de acuerdo, porqué a cada instante el sol para producir su fabulosa  energía, consume millones de toneladas de helio - entonces, Satán y sus hordas infernales, serán eternamente encerrados en las “oubliettes1” eternas, y la muerte y el mal habrán desaparecido ya para siempre.

1-“Oubliette”. Palabra francesa que es intraducible que viene de la palabra “oublier” (olvidar), significa “cárcel del olvido”, en los castillos feudales es donde se encerraban de por vida a los enemigos.





Del Evangelio como me ha sido revelado de Mª Valtorta (29 de septiembre de 1944)

Jesús y los suyos siguen andando por los campos. Aquí la siega de los cereales está ya terminada y los campos muestras los rastrojos resecos. Jesús camina por el margen de un sendero umbroso. Va hacia unos hombres que se han unido al grupo de los apóstoles.

 “Sí” dice uno. “Nada le cura. Está más que desquiciado. Mira es el terror de todos, especialmente de las mujeres, porqué las sigue con gestos o palabras obscenos. ¡Y ay si las echara mano!”.

“Nunca se sabe donde está” dice otro. “En los montes, en los bosques, en los surcos de los prados… aparece al improvisto como una serpiente… las mujeres tienen mucho miedo de él. Una, jovencita, murió a causa de él en pocos días por una fuerte fiebre”.

(…) “¿Y aquella vez que se recordó de que Tobías y Daniel le habían cogido por la fuerza, le habían atado y le habían llevado de nuevo a su casa? Los esperó medio sepultado entre las cañas y el barro del río y, cuando montaron en barca para la pesca o para atravesar el río, no sé bien, con su fuerza de demonio alzó la barca y la volcó. Salvaron la vida de milagro, pero todo lo que había en la barca se perdió y la misma barca salió de aquello con la quilla rota y los remos destrozados”.

“¿Pero no lo mostrasteis a los sacerdotes?”.

“Si, atado como una carga de mercancía le llevaron hasta Jerusalén…¡Qué viaje!... te digo – yo estaba – que no necesito bajar al infierno para saber lo que sucede y se dice allí. Pero no sirvió de nada…”.
¿Cómo antes?”.
“¡Peor!”.
“¡Y, sin embargo… el sacerdote!...”.

(…) “Si fuese santo, quieres decir, y no te atreves a decirlo. Yo te digo: evita de juzgar: Pero es verdad cuanto dices. ¡Es dolorosamente verdadero!...” dice Pedro.
Jesús calla y suspira. Un breve silencio embarazoso.

Luego uno se atreve a hablar de nuevo. “Si lo encontramos, ¿le curas? ¿Liberarás estas comarcas?”.
“¿Esperas que pueda hacerlo? ¿ Por qué?”.
“Porque eres Santo”.
“Santo es Dios”.
“Y Tú, que eres Hijo suyo”.
“¿Cómo puedes saberlo?”.

“¡Hombre, corre la voz! Y además somos del río y sabemos lo que hiciste hace tres lunas. ¿Quién para una crecida, si no es el Hijo de Dios?”.
“¿Y Moisés? ¿Y Josué?”.
“Obraban en nombre de Dios y su Gloria. Y podían porque eran santos. Tú los superas”.
“¿Lo vas a hacer, Maestro?”.
“Lo haré si lo encontramos”.

(…)
“¡Vete! ¡Vete! ¡Retrocede o te mato!”.
“¡Ahí está el poseso, nos ha visto! Yo me marcho”
“Yo también”.
“Y yo os sigo”.
“No temáis. Quedaos y ved”.
Jesús se muestra tan seguro que los…valientes obedecen, aunque, eso sí, se ponen detrás de Jesús. También se quedan atrás los discípulos. Jesús va delante solo y solemne, como si nada viera y oyera.

“¡Vete!”. El grito de la voz es desgarrador, tiene componentes de gruñido y aullido. Parece imposible que pueda salir de garganta humana. “¡Vete!” ¡Atrás! ¡Te mato! ¿Por qué me persigues? ¡No quiero verte!”. El poseso pega saltos, completamente desnudo, moreno, barba y pelo largos y enredados. Los mechones negros e hirsutos, llenos de hojas secas y polvo, le caen por encima de los ojos torvos, inyectados de sangre, móviles alrededor de sus órbitas; y llegan hasta la boca, abierta mientras grita y mientras emite demenciales carcajadas que parecen una pesadilla, hasta la boca que emite espuma y que sangra (porque el desquiciado se golpea la boca con una piedra puntiaguda) y dice:” Por qué no te puedo matar? ¿Quién me ata la fuerza? ¿Tú? ¿Tú?”.

Jesús le mira y sigue adelante.
El loco se revuelca por el suelo, se muerde, echa más espuma todavía, se golpea con su piedra, se pone de nuevo en pié bruscamente, apunta el índice hacia Jesús, mirándole fuera de sí, y dice: “¡Oíd! Este que viene es…”

“¡Calla, demonio de hombre! Te lo ordeno”.

“¡No! ¡No! ¡No!, no me callo, no, no me callo. ¿Qué hay entre nosotros y Tú? ¿Por qué no nos dejas tranquilos? ¿No te ha bastado habernos encerrado en el reino del infierno? ¿No te basta venir, haber venido para arrebatarnos al hombre? ¿Por qué nos impeles hasta allá abajo? ¡Déjanos vivir en nuestras presas! Tú, grande y poderoso, pasa y conquista, si puedes.

Pero déjanos a nosotros gozar y hacer daño. Para eso estamos. ¡Oh! ¡Mal…! ¡No! ¡No puedo decirlo ¡No te lo dejes decir! ¡No te lo dejes decir! ¡No puedo maldecirte! ¡Te odio! ¡Te persigo! ¡Te espero para torturarte! Te odio a Ti y a aquel de quien procedes, y odio a aquel que es vuestro Espíritu. ¡Odio el Amor, yo que soy Odio! ¡Quiero maldecirte! ¡Quiero matarte! Pero no puedo ¡No puedo! ¡No puedo todavía!

Pero te espero, Cristo, te espero. ¡Muerto te veré! ¡Oh, hora de felicidad! ¡No! ¡No felicidad! ¿Muerto Tú?  No. No muerto. ¡Y yo vencido! ¡Vencido! ¡Siempre vencido!... ¡¡¡Ah!!!”. El paroxismo toca su culmen.

(…) Jesús, después de la orden de callar, no ha vuelto a hablar. Solamente mira fijamente al poseso. Pero ahora, Jesús se detiene y alza los brazos, los extiende hacia el endemoniado, está para hablar. Los gritos se hacen verdaderamente infernales. El poseso se retuerce, da saltos a la derecha, a la izquierda, hacia arriba. Parece como si quisiera huir o arremeter, pero no puede. Está clavado allí y aparte de sus contorsiones no se le permite ningún otro movimiento. Cuando Jesús tiende sus brazos, con las manos extendidas como quien jura, el demente grita más fuerte y, después de haber mucho imprecado, reído y blasfemado, se pone a llorar y a suplicar.

“¡En el infierno, no! ¡No en el infierno! ¡No me mandes allí! Horrenda es mi vida ya aquí, en esta cárcel de hombre, porque quiero recorrer el mundo y despedazar a tus criaturas. ¡Pero allí, allí, allí! ¡No, no, no! ¡Déjame fuera!...”.

“Sal de este. Te lo mando”.
“¡No!”
“Sal”
“¡No!”
“Sal”
“¡No!”
“¡En el nombre del Dios verdadero, sal!”

“¡Oh! ¿Por qué me vences? Pero no salgo, no. Tú eres el Cristo, Hijo de Dios, pero yo soy…”.
“¿Quién eres?”.

“Yo soy Belcebú, Belcebú soy, el Amo del mundo, y no me doblego. ¡Te desafío, Cristo!”.

El poseso se inmoviliza de golpe, rígido, casi hierático, y mira fijo a Jesús con ojos fosforescentes, apenas moviendo los labios con palabras no inteligibles y haciendo, con las manos llevadas hacia los hombros, los codos flexionados, leves movimientos.

Jesús también se ha detenido. Ahora tiene los brazos recogidos sobre el pecho. Le mira. También Jesús mueve lentamente los labios. Pero no oigo ninguna palabra.

Los presentes esperan con opiniones contrarias: “¡No lo consigue!”, “¡Sí, ahora el Cristo lo consigue!”, “No". Vence el otro”, “Es bien fuerte”, “Sï”, “No”.
Jesús abre los brazos. Su rostro es un resplandor de imperio, su voz un trueno. “Sal. Por última vez. ¡Sal, Satanás! ¡Lo mando Yo!”.

“¡Aaaaah!” (Es un grito larguísimo de aflicción infinita. No lo emite así uno que sea traspasado lentamente por una espada). Y luego el grito se concreta en palabras: “Salgo, si. Me has vencido. Pero me vengaré. Tú me echas a mí, pero tienes un demonio a tu lado y en ese entraré para poseerle, invistiéndole con todos mis poderes. Y no habrá orden tuya que me lo arrebate.

En todo tiempo, en todo lugar, me engendro hijos. Yo, el autor del mal. Y como Dios se ha generado por si mismo, yo por mí mismo me genero. Me concibo en el corazón del hombre, y este me da a luz, da a luz un nuevo Satanás que es él mismo, y yo exulto, ¡exulto de tener tanta prole! Tú y los hombres, siempre encontraréis estas criaturas mías que son otros idénticos a mí. 

Voy, Cristo a tomar posesión de mi nuevo reino, como Tú quieres, y te dejo este trapo de hombre maltratado por mí. Por este que te dejo, limosna de Satanás a Ti, Dios, me tomo ahora mil, diez mil y los encontrarás cuando seas un sucio harapo de carne, arrojado como escarnio a los perros; y tomaré otros en el transcurso de los siglos, millares y millares, para hacer de ellos mi instrumento y tu tormento. ¿Crees vencer alzando tú Signo? Los míos lo echarán abajo y yo venceré… ¡Ah! ¡No, no te venzo! ¡Pero te torturo en ti y en los tuyos!...”.

Se oye un fragor como de rayo. Pero no hay ni culebrina de luz ni rumor de trueno. Solo un estallido seco y desgarrador y, mientras el poseso cae como muerto al suelo, y se queda allí, un grueso tronco que está cerca de los discípulos cae al suelo, como si a un metro de la base hubiera sido segado por una sierra de acción fulmínea. El grupo apostólico apenas si tiene tiempo de apartarse. ¿Y los lugareños?...Huyen del todo.

(…) Los Apóstoles se pegan a Jesús.
Pedro pregunta: “¿Por qué, Maestro, el espíritu inmundo ha opuesto tanta resistencia?”.
“Porque era un espíritu completo”.
“¿Qué quiere decir esta palabra?”

“Escuchadme. Hay quien se da a Satanás abriendo una puerta a un vicio capital. Hay quien se da dos veces, quién tres, quién siete. Cuando uno ha abierto el espíritu a los siete vicios, entonces entra en él un espíritu completo. Entra Satanás el príncipe negro”.

“Este hombre, joven todavía, ¿Cómo podía estar poseído por Satanás?”

“¡Oh! ¡Amigos! ¿Sabéis por que sendero viene Satanás? Tres son las vías generalmente holladas, y una no falta nunca. Tres: la carnalidad, el dinero, la soberbia de la mente. La carnalidad es la que no falta nunca. Emisaria de las otras concupiscencias, pasa sembrando veneno y todo florece con floración satánica. 

Por eso os digo: “Sed dueños de vuestra carne”. Que sea este dominio el comienzo de cualquier otro dominio, de la misma forma que esta esclavitud es el comienzo de cualquier otra. El esclavo de la lujuria se hace ladrón y tramposo, cruel, homicida, con tal de servir a su ama.

La misma sed del poder está emparentada con la carne ¿No os parece así? Así es. Meditad y veréis si me equivoco. Por la carne Satanás entró en el hombre y, feliz si puede hacerlo, por la carne entra de nuevo; el, uno y septipartito, con la proliferación de sus legiones de demonios menores”.

María de Magdalá, Tú dijiste que tenía siete demonios, Tú lo dijiste, y ciertamente eran demonios de lujuria. Y, sin embargo la liberaste con mucha facilidad”.

“Sí, Judas, es verdad”
“¿Y entonces?”.

“Y entonces – dices – mi teoría se viene abajo. No, amigo. La mujer quería ya ser liberada de su posesión. Quería. La voluntad es todo”.

“¿Por qué, Maestro, vemos que muchas mujeres están atrapadas por el demonio y – se puede decir – por ese demonio?”.

“Mira, Mateo. La mujer no es igual que el hombre ni en su formación ni en las reacciones a la culpa original. El hombre tiene otras metas para su deseo, mejor o peor.

La mujer tiene otra meta: el amor. El hombre tiene otra formación. La mujer tiene esta, sensible, aún más perfecta porqué está destinada a la generación. Tú sabes que toda perfección genera un aumento de sensibilidad. Un oído perfecto oye aquello que pasa desapercibido a otro oído menos perfecto, y goza en ello. Y así el ojo, el paladar y el olfato. La mujer debía haber sido la dulzura de Dios en la Tierra; debía haber sido el amor, la encarnación de este fuego que mueve Aquel que es, la manifestación, el testimonio de este amor. 

Dios por eso, la había dotado de un espíritu supraeminentemente sensible, para que, madre un día, supiera y pudiera, abrirle a sus hijos, los ojos del corazón a Dios y a sus semejantes, de la misma forma que el hombre habría abierto los ojos de la mente a sus hijos para la inteligencia y la acción. Reflexiona sobre el imperativo de Dios a si mismo: “Hagámosle a Adán una compañera”.

Dios-bondad no podía sino querer hacer una buena compañera a Adán. Quien es bueno ama. La compañera de Adán debía por tanto, ser capaz de amar para acabar de hacer dichoso el día de Adán en el Jardín feliz. Debía ser tan capaz de amar, que fuera segunda, colaboradora y sustituta de Dios en amar al hombre, su criatura de forma que, incluso en las horas en que la Divinidad no se revelaba a su criatura con su voz de amor, el hombre no se sintiera infeliz por falta de amor. 

Satanás sabía que existía esta perfección. Muchas cosas sabe Satanás. Es él que habla en los labios de los pitones, diciendo mentiras entremezcladas con verdades. Y dice estas verdades que él odia porqué es Mentira, solo – tenedlo presente vosotros y los futuros – para seducirlos con la quimera de que no es la tiniebla que habla sino la Luz.

Satanás astuto tortuoso y cruel, se introdujo en esta perfección y ahí mordió, y ahí dejó su veneno. La perfección de la mujer en el amar se hizo así instrumento de Satanás para dominar a la mujer y al hombre y propagar el mal…”.

“¿Pero y nuestras madres, entonces?”

“Juan, ¿Temes por ellas? No todas las mujeres sirven de instrumento a Satanás. Perfectas en el sentimiento, son siempre extremas en la acción: ángeles si quieren ser de Dios, demonios, si quieren ser de Satanás. Las mujeres santas, y tu madre entre ellas, quieren ser de Dios, y son ángeles”.

“¿No te parece injusto el castigo de la mujer, Maestro? También el hombre pecó”.

“¿Y el premio, entonces? Está escrito que por la mujer volverá al mundo el Bien y será vencido Satanás”.

“No juzguéis nunca las obras de Dios. Esto lo primero. Pensad más bien que, como por la mujer entró el mal, por la Mujer es justo que entre el bien en el Mundo. Debe de ser anulada una página escrita por Satanás. Y lo hará el llanto de una Mujer. Y, puesto que Satanás gritará eternamente sus voces, he aquí que una voz de Mujer cantará para cubrir esas voces”.

“¿Cuándo?”.

“En verdad, os digo que su voz ya ha descendido de los Cielos donde eternamente cantaba su Aleluya”.

“¿Será más grande que Judit?”.
“¡Más grande que cualquier otra mujer!”.
“¿Qué hará? ¿Qué será lo que hará?”.

“Invertirá a Eva y su ternario pecado. Obediencia absoluta. Pureza absoluta. Humildad absoluta. Sobre esta base se erguirá, regia y victoriosa…”.

“¿Pero es tu Madre, Jesús, la más grande por haberte engendrado?”.

“Grande es quien hace la voluntad de Dios. Y María por esto es grande. Todo otro mérito viene de Dios. Y María por esto es grande. Pero éste es todo suyo, y bendita sea por ello”.

Y todo termina.

Dice Jesús:

“Has visto a un “poseso” de Satanás. Muchas respuestas hay en mis palabras. No tanto para ti; más bien para otros. ¿Les servirán? No. A aquellos a quienes más necesidad tienen de ellas no les servirán. Descansa en mi Paz”.









No hay comentarios: