MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 12 de mayo de 2013

DEL LIBRO DEL P. AMORTH: MI BATALLA CONTRA SATANÁS



EXPLICACIÓN DE LA ACCIÓN DE SATÁN 
SOBRE SERES HUMANOS INOCENTES



Estas flores del cactus simbolizan la oración del alma



           El Padre Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano, relata en su libro "El Último exorcista, mi lucha contra Satanás", hechos que parecen increíbles, razón por la cual, dice que son un misterio.

          Se trata de la posesión de niños, incluso antes de nacer, y después de nacer, de ciertos niños (no todos), que han sido ultrajados especialmente por su Padre, a este efecto relata con todo lujo de detalles el caso conocido de "James Bulger", el rapto y el asesinato atroz de un niño pequeño que conmocionó al mundo entero por su crueldad y por la edad de los asesinos, casos que los psiquiatras no han sabido explicar, y que el Padre Amorth atribuye a una posesión demoníaca.



              Dice el Padre Amorth:

         " [...] Es difícil de entender. Sin embargo es una realidad. Entre las víctimas del diablo se encuentran muchos niños. Son inocentes, no tienen culpa. Pero es también de su cuerpo del que el diablo trata de posesionarse. Y a menudo lo logra. A veces las posesiones comienzan cuando se encuentran todavía en el vientre de su madre. Es terrible, pero es así. Sucede que un mago o un hechicero hacen un maleficio a una mujer con la intención de dañar también al niño que lleva en su seno. Y, desgraciadamente, a veces funciona. De manera inexplicable el maleficio prospera. Es evidente que es algo que Dios permite. Pero es un misterio. 

              Pero acontece que Dios deja que el diablo se desencadene y ataque a los más inocentes de los seres humanos, precisamente los niños. Y así pasa que desde su nacimiento un niño esté poseído. Las señales son claras de inmediato. Si se lleva al niño a la Iglesia, comienza a llorar y a agitarse sin motivo. Lo mismo cuando los padres rezan en casa. Cuando crece, estos fenómenos se hacen más fuertes. Pero de inmediato es posible observarlos.

           Por eso aconsejo siempre a los padres que bauticen a sus hijos apenas nazcan. Que no dejen pasar mucho tiempo. El bautismo es un exorcismo poderoso. El bautismo expulsa al diablo. El diablo teme al bautismo. No es una causalidad, en efecto, que entre los poseídos del mundo la mayor parte sea gente no bautizada. Es sobre todo con los no bautizados con quien el diablo le es más fácil actuar.

           Este sorprendente relato, que serviría para que los ateos, nieguen tajantemente este hecho, o aprovechen para criticar la no intervención Divina, afirmando con un razonamiento que a primera vista parece lógico, que Dios es impotente ante la acción de Satanás, el cual para ellos es invencible, y también para argumentar que Dios es injusto por permitir que el demonio ataque y posea a un inocente, como un niño aún no nacido.

            La explicación a estos hechos, que el padre Amorth  dice que son un misterio, tiene a mi juicio una causa que creo es bastante acertada.

             En el mundo en que vivimos, lugar del cual ha dicho Jesús: "Mi Reino no es de este mundo", y en donde subsisten entrelazados el bien y el mal por razones de libertad, necesarias para desarrollarse espiritualmente y así poder al final de la "cosecha", distinguir el trigo de la cizaña, y guardar el trigo en el Granero de Dios, que es el Cielo y quemar la cizaña en el fuego que es el Infierno de Satanás.


         En este mundo, de la misma manera que el Señor, interviene, se comunica, y actúa de una manera invisible materialmente, a través de la oración del alma, o de la intervención de otras personas y de  los Sagrados Sacramentos, comunicando sus gracias santificantes necesarias para la salvación, de igual modo, por razones de Justicia, Dios tiene que permitir a su enemigo actuar de una manera similar, pero opuesta: el alma puede solicitar la ayuda de las fuerzas del mal, y otras personas que son los hechiceros y los magos, pueden con sus imprecaciones, hacer que una criatura inocente sea poseída por el espíritu del mal.

           Y este hecho que parece una injusticia y aberración, ocurre y es posible porque igualmente, la oración puede actuar sobre una criatura antes de nacer, para ser bendecido por sus padres, para que sea un hijo de Dios, y esté poseído de su gracia desde el seno materno, y más allá, en su vida de joven y adulto: Ese es el gran poder de la Oración, por eso la Santísima Virgen María dijo a los pastorcillos de Fátima: ¡Cuanta gente se condena porque nadie reza por ellos!


            Estos acontecimientos, demuestran para los que quieren y los  que saben entenderlo, el poder de la oración, ya que si Satanás, cuyo poder es infinitamente inferior al de Dios, puede poseer a una criatura incluso antes de nacer, por la imprecación de algún mago o hechicero ¿Qué no hará la fuerza del Dios Todopoderoso, por la oración de una alma en estado de Gracia o de un Sacerdote, y de los Sacramentos de la Santa Iglesia?

         Y si la imprecación de un mago o un hechicero, tiene este poder, que no hará la oración y la bendición de un Sacerdote, sobre todo, cuando este es Santo y cree firmemente a través de sus acciones y oraciones en la fuerza que le fue transmitida por el mismísimo Jesucristo, el Redentor Universal, por el intermedio de María Santísima, medianera de todas las Gracias y nuestra Madre, cuyo amor está por encima del amor de cualquier madre de la tierra, por grande que sea, y que además es Reina y Señora del Cielo y de la Tierra.


        Me traen un niño de unos pocos meses. Los padres no se explican ciertas reacciones suyas insólitas. Llanto que parece venir de un mundo lejano. Gritos anormales para su edad. Los médicos no le han encontrado ningún mal y dicen:  - Esperad a que crezca. Con el paso de los meses todo se arreglará.

          Y, en efecto desde su punto de vista tienen razón. El niño no tiene problemas que se curen con la sola medicina. Por el contrario, como sucede siempre, si se le da un calmante, reacciona de forma opuesta. Se excita y parece encolerizado. Las medicinas le provocan el efecto contrario al que se esperaba.

         Pasan los días y el padre, que es católico practicante, observa un hecho extraño. Cuando entra con su hijo a la Iglesia, este comienza instantáneamente a llorar desesperado. Su rostro enrojece. Sus venas se hacen visibles. Es todo un fuego incontrolable. Esto le hace sospechar que hace algo inhumano, que sea necesario expulsar. Y viene a mí.

          Nunca me tocó ver a un niño tan pequeño. Hasta llego a dudar pero sé bien - cuantas veces me lo repitió el padre Cándido - que un exorcismo nunca causa mal alguno. O hace bien o no tiene ningún efecto. De modo que me pongo la estola, tomo el ritual, el óleo santo, el agua bendita y empiezo el exorcismo. Pocas palabras bastan. El niño comienza a gritar y a llorar. El padre se ve obligado a colocarlo en el suelo porque a pesar de los pocos meses de edad, parece que es capaz de menearse hasta soltarse de sus brazos. Termino rápidamente el exorcismo y les explico a los padres que hay que repetirlo varias veces, al menos tres o cuatro veces por semana.

            Continuamos durante algunos meses. El diablo nunca habla. La única señal visible que da son los gritos tremendos del niño durante toda la duración de los exorcismos. Luego, apenas termino, silencio. El llanto durante el rito desgarra los corazones de los progenitores. Parece que no hubiere ningún consuelo para su hijo. Les pido a los padres que oren mucho, ayunen, vayan a misa todos los días. 

           Siguen mis indicaciones y después de pocos meses sucede lo que nunca me hubiere imaginado que podría acaecer tan pronto. Me traen al niño. Empiezo el exorcismo y el niño permanece tranquilo. No llora. Sonríe. Recito todo el ritual. Oro. Le asperjo con agua bendita. Lo persigno con el óleo sagrado. Es increíble. En pocos meses se encuentra ya libre. Aprenderé por cuenta propia cuan terribles son las posesiones de los niños, violentas, desenfrenadas, poderosas, pero al mismo tiempo comprenderé cuán transitorias y frágiles en cuanto a su resistencia.

       Cuando crezcan estos niños, hay un signo evidente que atestigua la posesión: la perfidia. Una perfidia no de acuerdo con la razón y, sobre todo, con la edad que tienen, y el querer hacer el mal, desear destruir, como si todo esto fuera una manifestación de la personalidad, un desahogo para demostrar la propia fuerza contra todo y contra todos.

         Hay muchísimos casos, relatados incluso en las crónicas, de niños o adolescentes en los que esta perfidia ha sido una señal evidente de su posesión. A los canales de televisión han sido invitados criminalistas y psiquiatras con el fin de dar alguna explicación a tanta ferocidad. Pero han omitido llamar a un exorcista. Este, en caso de que hubiera sido convocado, habría resuelto los casos en pocos minutos. Habría dicho:

           - Se trata de una posesión diabólica.

        Recuerdo dos casos terribles conocidos por todo el mundo. Hablo de ellos para que se comprenda. Para que la mayoría de la gente abra los ojos. Para mostrar como el diablo va por el mundo devorando existencias que deberían ser puras, genuinas, alegres. El primero es un caso inglés, el homicidio de James Bulger. El segundo, es un caso italiano, el homicidio de Susana Cassini y de su hijo Gianluca De Nardo.

Omitimos los detalles escabrosos recogidos por los medios de comunicación, y nos centramos en el asunto siguiente.

          [...] ¿Como es posible que hayan llegado a tanta aberración? No existe ninguna explicación lógica. Se puede indagar acerca de su pasado, pero la infancia difícil de ambos no logra, guste o no, explicar tanta violencia, tanta maldad.

           Es la maldad y el sadismo del diablo.

        No se puede explicar un delito semejante sino recurriendo al diablo. Es él quien de alguna manera logró posesionarse de estos dos chicos y los llevó paso a paso a la depravación más irracional y terrible que exista, el homicidio de un pequeño inocente. Es verdad, tanta perfidia es inexplicable. Pero la violencia repentina de los propios padres cuando se es pequeño  - es el caso de Thompson - tiene un significado importante. La violencia de los padres en contra de sus hijos es uno de los canales privilegiados para que Satanás actúe en el mundo.

         Que Thompson haya sido violentado por su padre no es un detalle que se puede descuidar. Con frecuencia los muchachos son poseídos por el demonio si han sido anteriormente violentados por el padre. La violencia del padre contra ellos es un canal de transmisión sumamente eficaz a través del cual pasa el demonio. La culpa de los padres recae sobre ellos por una transmisión del mal que tiene el carácter de lo extraordinario. 

         No todos los que hayan sido violentados por el padre sufren luego problemas de posesión. Pero muchos, por desgracia, sí. Los padres tienen sobre sus hijos una paternidad también espiritual que las madres no tienen. Si un padre bendice a menudo al propio hijo, estas bendiciones tienen un efecto positivo, mucho más positivo si la que bendice es la madre. Así, si un padre violenta al propio hijo, el efecto puede ser devastador.

        Y me permito aquí hacer una observación que desmonta toda la teoría feminista, de que la mujer es igual al hombre, cuando está claro que la mujer fue creada, según lo relata el Génesis para ser una ayuda y una compañera del hombre, y en la vida de Jesús podemos leer que Jesús y María siendo los seres más perfectos, siempre estuvieron sometidos a San José, esto para demostrar lo dicho anteriormente.

         Y cuando Dios Padre se comunicaba a la Sagrada Familia, siempre lo hacía a través de San José, basta recordar lo que se le comunicó en sueños: "Coge el niño y vete a Egipto, porque Herodes quiere matarlo".

         Marinella tiene dieciocho años cuando viene a mí por primera vez.

- ¿Qué te hace pensar que estés poseída? - le pregunto
- Padre, me dice -, desde cuando era pequeña no logro entrar en la Iglesia. Siento repulsión por los lugares sagrados. Trato de entrar, pero una fuerza me lo impide.
- ¿Cuánto tiempo hace que sufres estos problemas?
- Más o menos, desde que tenía siete años.
- ¿Qué pasó cuando tenías siete años?
- Padre, me da un poco de vergüenza...
- No tienes porque avergonzarte delante de mí. Cuéntamelo todo.
- Mi padre me violó.
-¿Cuantas veces te violó?
- Muchas. Ya murió. Pero nada ha cambiado. Mi vida está llena de desgracias. Quisiera pedirle ayuda a Dios, pero no puedo. No puedo rezar. No se quien me podría ayudar.

           Si Marinella tiene dieciocho años, significa que la posesión, si de veras se trata de posesión, está presente desde hace once años. Por lo tanto desde hace mucho tiempo. De modo que decido no exorcizarla de inmediato. Estoy solo en casa. No tengo a mis asistentes conmigo. Temo una eventual reacción suya negativa y violenta. La cito para la siguiente semana.

         Siete días después, Marinella se presenta puntualmente. Hay conmigo diez personas. Nueve laicos, más un joven sacerdote que de vez en cuando me ha pedido poder asistir a los exorcismos.
Le pido que se tumbe en una camilla. La hago amarrar. Me pongo la estola, tomo el agua bendita y el santo óleo, y comienzo las oraciones en latín.

        Marinella reacciona de inmediato. Se agita, pero las correas que la sujetan la mantienen en su puesto. A mi lado el joven sacerdote sigue la escena un poco tenso. Después de un ímpetu de compasión no solicitada, el joven sacerdote hace un movimiento que mejor no hubiera hecho jamás. Se acerca a Marinella, le toca en un hombro y le dice: 

- Tranquila, tranquila, esto terminará pronto.

      Marinella se vuelve. Lo fulmina con dos ojos de víbora y le dice:
- ¿Y tú, quien eres, pequeña virgencita?
- Soy el padre...
- ¿Silencio! - intervengo yo -, Y le pido al joven sacerdote que se aleje. Pero ya el juego se había iniciado. El diablo se dirige al joven sacerdote y le agrede de palabra.
- Pequeña virgencita, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar acostado a esta hora? Ah, si, perdóname. Tú, no duermes por la noche. Te masturbas delante del televisor. Te agrada perder el tiempo solo, ¿no es cierto? Oh, claro que es cierto. ¿Qué haces? ¿No respondes? Pobre virgencita desenmascarada aquí delante de todos.

      Y una estruendosa carcajada sepulta lo que queda de mi compañero de viaje.

       Pero no tengo tiempo para él ahora. Debo seguir con el exorcismo. el diablo castigó al joven sacerdote y por el momento no quiere ir más allá. Porque al lado del joven sacerdote me encuentro yo. Y mi exorcismo es un castigo severo para el demonio. Y debe confrontarse absolutamente con dicho castigo.

           - Cállate, diablo - grito - ,¡Cállate! Respóndeme en el nombre de Cristo. ¿Quién eres para que te atrevas a importunar a esta pobre muchacha? ¿Quien eres?

        Marinella babea y se agita. Y de pronto comienza a temblar sumamente fuerte. Luego emite un largo aullido.

- Sacerdote, cállate tú, No te responderé - grita - ¡No te responderé nunca!
- Respóndeme en el nombre de Cristo! ¿Quien eres? ¡Díme quien eres!
De la garganta de Marinella una voz lúgubre y dolorida emite estas palabras:
- Soy la pesadilla de Marinella. Soy su demonio y su placer. Soy el diablo que gracias a su padre la ha poseído. Y la poseeré para siempre.
- Tú no poseerás a nadie para siempre. Cristo vence. Cristo ha vencido. Cristo te derrotará.

          Continúo con el exorcismo. Las oraciones en latín parecen ser muy eficaces. Marinella por tres largas horas tiene reacciones violentas ante mis palabras.

         Luego termino el exorcismo. Marinella no recuerda nada de lo que acaba de pasar. Le pido que me hable de su padre. Me dice:
- Era violento. Yo era su juguete. Debía acceder a sus peticiones. De lo contrario me golpeaba hasta hacerme salir sangre y también golpeaba a mi madre. Así sufrí durante años, hasta que murió. ¿Pero sabe que le digo?

- Dime
- Le digo que no puedo odiarlo. Era mi Padre. Era mi padre...

       Marinella estalla llorando. La consuelo, y dejo que se vaya, dándole cita para la semana siguiente. Sin embargo le pido que se confiese y que todos los días se acerque a una iglesia. Le digo:
- Aunque no logres entrar en la iglesia, trata de estar fuera en silencio unos cinco minutos. Verás que si lo haces así todos los días, en algunos meses podrás entrar.

         Me despido de ella pero se que me queda todavía una tarea por hacer. La tarea de hablar con el joven sacerdote.
Me espera fuera de la habitación donde habíamos exorcizado. Mira fijamente el suelo. Está deshecho y al mismo tiempo asustado.
Le digo:

         - ¿Ves lo que sucede si nos atrevemos demasiado? Es preciso tener cierta experiencia con los demonios. Y sobre todo se necesita llevar una vida santa. De lo contrario, él te desenmascara y te humilla delante de todos.

-- Padre, lo siento
-- Está bien, te servirá de lección.
-- Padre...
-- Dígame...
-- Tengo que pedirle algo.
-- Dígalo, ánimo.
-- ¿Puede confesarme?









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