MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 3 de enero de 2014

LLAMADA AL ESPÍRITU SANTO ¿ADONDE ANDARÁS PALOMA, POR QUÉ NO VIENES?








          Canción de Roberto Carlos, que es una llamada vehemente y apremiante a Dios Espíritu Santo, la finalidad última del alma, la meta para la cual Dios todo Poderoso, Trinidad Santa, alcanzada primero gracias a la Santa Fe, donada gratuitamente por el Padre a todos la que la quieren recibir, la Esperanza obtenida por Cristo Jesús, el Divino Maestro, enseñándonos con su ejemplo, como se deben comportar las almas para alcanzar la meta que es el Espíritu Santo, el séptimo día de la Creación, el Descanso de Dios, la Vida Eterna.

        Y es que el mundo en que vivimos, en la Creación material, que está hecha a  imagen y semejanza  de Dios, se encuentra el medio necesario para que, con la Gracia de Dios, podamos renacer y adecuar nuestra  alma para que se transforme en hijos de Dios y herederos del Reino. Para alcanzar esa meta, todas las almas tienen que estar sometidas a una serie de pruebas, que sean capaces de borrar la huella dejada por el Pecado Original, cuyas raíces se extienden por el alma que por eso está necesitada de purificación, para así poder alcanzar el árbol de la Vida que se encuentra en el Jardín del Edén, cuya puerta está guardada por Querubines y con la  espada de fuego.

        Así que el Señor Dios los expulsó del jardín del Edén, para que trabajase la tierra de la que había sido sacado. Expulsó al hombre y, en la parte oriental del huerto del Edén, puso a los querubines y la espada de fuego para guardar el camino del árbol de la Vida. (Gn. 3-23,24)

El que tenga oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la Vida, que está en el Paraíso de Dios. (Ap. 2- 7)

        El jardín del Edén simboliza la Vida Eterna, y la espada llameante la purificación del alma, el que no consiga esta purificación,  tendrá que completarla en la otra vida en el Purgatorio, verdadera espada de fuego. Muchos no habrán querido obedecer a la llamada de Dios, serán los réprobos que merecerán la segunda muerte, y ese ha sido uno de los mayores sufrimientos de Jesús, saber que  su Encarnación, su ejemplo, su terrible Pasión y muerte, y su Resurrección, habrán sido inútiles para muchos.

          El que tenga oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias. El vencedor no será alcanzado por la segunda muerte. (Ap. 2-11)


         De la Resurrección de Lázaro en el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta:

          “Jesús mira a su alrededor: Ve humo y el fuego rojo en el fondo del jardín, en la parte del sepulcro (donde queman las vendas que envolvían el cuerpo del resucitado). Jesús, erguido solo en medio de un sendero dice: “La podredumbre que es aniquilada por el fuego… La podredumbre de la muerte… Pero, la de los corazones … la de esos corazones, ningún fuego las aniquilará… Ni siquiera el fuego del Infierno. Será eterna… ¡Qué horror!... Más que la muerte… Más que la corrupción… Y …Pero ¿Quién te salvará, oh Humanidad, si tanto estimas de estar corrompida? Quieres estar corrompida. Y Yo… Yo he arrebatado al sepulcro a un hombre con una palabra… Y con un mar de palabras… y uno de dolores… no podré arrebatar al pecado al hombre, a los hombres, a millones de hombres”. Se sienta y se tapa la cara con las manos, abatido…”





CANCIÓN DE ROBERTO CARLOS

Si supiera donde estás, si algún día te encontrara
Si te viera regresar con el Sol de la mañana

          San Juan de la Cruz explica cómo se ha de comportar el alma para, a través de las purificación, que él llama noches de los sentidos y las terrible noches oscuras del alma, se eliminan los apetitos de los sentidos, y las raíces del pecado original, que son un obstáculo para alcanzar la unión mística con Dios, con la llama de Amor Viva del Espíritu Santo, que es la paloma de la canción.

         Este primer párrafo de la canción es pues el alma enamorada, es el primer peldaño de la escala mística para alcanzar a Dios: El alma ha descubierto el tesoro oculto en el campo, y vende todo lo que tiene para poder comprar el campo, que es el jardín del Edén. El sol de la mañana simboliza a la mujer del Apocalipsis que está coronada con una diadema de doce estrellas que son las doce tribus de la antigua alianza y los doce Apóstoles de la nueva Alianza, aparece con el Sol, que es la Luz de Cristo y teniendo la luna a sus pies, que simboliza  las tinieblas, que es la morada de la serpiente infernal, que está aplastada por sus pies. Es la Virgen María, la cual, como medianera de todas las Gracias de Dios, y Madre de la Humanidad, es la que ayuda a transformar el alma, para poder ser digna de entrar en la Vida Eterna.

Una gran señal apareció en el Cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. (Ap. 12-1)

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Cuanto tiempo sin tu Amor, soñando con tu llegada.
Cuantas noches sin dormir, esperando la llamada.

        
           El alma, enamorada, cuando está en los primeros peldaños de la Escala mística, empieza a sentir la sed de Dios, es como el ciervo de las Escrituras, que corre ligero a por la fuente de agua viva. Es como los perros hambrientos que rodean la Jerusalén Celestial, el alma en cualquier momento del día y de la noche, en todo lo que hace, en todo lo que piensa, y en lo que dice, solo suspira por su Amado.

Así como el ciervo desea las aguas, mi alma te desea a Ti, Dios (Sal. 41,2)

Padecen aquí hambre como canes y cercan y rodean la Ciudad de Dios (Ps. 58-7)

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Si supiera donde estás, si mi amor adivinara,
Si el camino de tu amor, mi cariño no acortara.



          Este incendio de amor, empuja el alma a buscar sin cesar a Dios, tratando de acortar el camino empujada por el deseo cada vez más vehemente de encontrarse cara a cara con su amante. A este respecto, San Juan de la Cruz explica cuál es la impaciencia y la amargura del alma en este estado:

         El quinto grado de esta escala de amor hace al alma apetecer y codiciar a Dios impacientemente. En este grado, el amante tanta es la vehemencia que tiene por comprender al Amado y unirse con Él, que toda dilación, por mínima que sea, se le hace muy larga, molesta y pesada, y siempre piensa que halla el Amado. Y cuando se ve frustrado su deseo (lo cual es casi a cada paso), desfallece en su codicia, según hablando en este grado, lo dice el Salmista diciendo: “Codicia y desfallece mi alma a las moradas del Señor” (Ps. 83-2)

         Y aquí el alma tiene que atreverse a acortar el camino del encuentro con Dios, porque sino, desfallecería.



Cuanto extraño tu querer, sin ti mi vida no es nada
Como puedo ser feliz si no vuelves junto a mí.



         Esa falta de presencia de Dios, es el hecho que más causa pena y dolor en el alma enamorada, porque habiendo desechado todos los atractivos del mundo, el alma se siente completamente vacía, ya que conoce la grandeza y la maravilla de Dios, pero sobre todo porque, de una manera infusa, se le ha hecho comprender al alma, esa naturaleza, y el alma que lo siente, pero que aún no puede verlo, vive en un estado de ansiedad tal, que se cree que Dios no se comunica porque no lo merece por su imperfección.

         Esto mismo es lo que sentían todos los Santos, es la humildad que está siempre presente, y que hace que el alma enamorada nunca se cree aún digna de poseer un bien tan grande como es la unión mística con Dios. Y el alma gime y se lamenta diciendo:



¿A donde andarás paloma, lejos del nido?
¿A donde andarás paloma, que no te olvido?

¿A donde andarás paloma, porque no vienes?
¿A donde andarás paloma, que te entretienes?


         Y estos lamentos reflejan perfectamente lo que padece el alma, y su gran impaciencia, porque presiente claramente la presencia de Dios, pero no puede acceder aún a su posesión, es el Purgatorio en la Tierra, es la acción de la espada de fuego que la purifica, para que pueda acceder al jardín del Edén, y poder comer del fruto del Árbol de la Vida, que es Cristo su divino Esposo.

         A este respecto, se puede decir que el alma es el nido del Espíritu Santo, cuando permanece complacido en ese ser, que ha logrado purificarse cuando ha renacido a la Vida Eterna, según explicó Jesús a Nicodemo.

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Si supiera a donde estás, si supiera convencerte
Que mi amor nada cambió, y que sufro al no tenerte

Es tan triste no saber si todavía aún me quieres
Si no te importa mi amor, y es por eso que no vienes.



         
          Y aquí está el sufrimiento del alma enamorada, que se cree que es indigna del Amor de Cristo, y por eso suplica limosna de amor, diciendo que le quiere y que sufre por no tenerle, es lo que ocurre siempre con Dios, un agri-dulce en el cual Dios se comunica dándole toques de amor, y luego ausencias más o menos prolongadas, que le causan una pena cada vez más insoportable, esto es lo que dijo el Santo Job cuando afirmó:
        "Mirando hacia Tí, Señor, cuán maravillosamente me atormentas"
        Y es también el sufrimiento de San Juan de la Cruz, cuando, en el lecho de muerte, cuando le recordaban todas las fundaciones:

            "Recibida la extremaunción que él mismo ha pedido, toma en su mano un crucifijo y le besa repetidamente los pies, diciendo jaculatorias y versículos de la Escritura. El Padre Agustín de San José le dice: "Ya es tiempo que le pague Nuestro Señor a vuestra reverencia sus grandes trabajos". "No me diga eso, padre, que le certifico que no he hecho obra que no me esté ahora reprendiendo"

              Y el sufrimiento del Santo Pío de Pietrelcina, cuando dijo:
            
                   "Preferiría llevar mil cruces y hasta me sería dulce y llevadera toda cruz, si no tuviera esa prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no el Señor en mis obras". 



    








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