MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 28 de septiembre de 2017

LA HUMILDAD, CONDICIÓN NECESARIA Y SUFICIENTE PARA ALCANZAR LA SALVACIÓN ETERNA.








Solo el alma humilde es capaz de amar a Dios y al prójimo, porque ve la diferencia abismal que existe entre el pecado y la Virtud que es la diferencia que existe entre Dios y Satanás. Es entonces cuando puede verse pecadora y pedir perdón a Dios, como está representado en esta antigua imagen de Santa Teresa de Jesús al contemplar a Cristo atado en la columna.




COMENTARIOS SOBRE LOS ESCRITOS DE SANTA TERESA DE JESÚS



“Pues tornando a lo que decía, de pensar a Cristo a la columna, es bueno discurrir un rato, y pensar las penas que allí tuvo, y por qué las tuvo, y quién es el que las tuvo, y el amor con que las pasó […]. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe, y pida; humíllese, y regálase con él, y acuérdese que no merecía estar allí” (Vida 13,22). 
La verdadera humildad es la madre de todas las virtudes, porque solo el que posee esta virtud, es capaz de amar a los demás, ya que solo siendo de esa condición se puede amar a Dios y al prójimo, que son las condiciones necesarias y suficientes para pasar del hombre viejo, nacido de la carne al hombre vuelto a nacer del Espíritu, para así lograr obtener la naturaleza de hijos de Dios.
El que es soberbio, no puede amar a los demás ya que los que tienen ese siniestro vicio, heredado de su Padre Lucifer, están ciegos y por eso no ven diferencia alguna entre el pecado y la virtud, son los relativistas actuales.

Sin una gracia o mejor dicho, un milagro de Dios les es imposible poder ver ya que son ciegos espirituales, por muy inteligentes que sean, no pueden entonces comprender a que ha venido Jesucristo a padecer en este mundo, porque les es imposible amar a la Virtud, que es una cualidad que desconocen por la sencilla razón de que al no tenerla, no pueden creer en ella, es como si a un ciego de nacimiento se le quisiera explicar los que son los colores, por mucho que se le hablara nunca llegarían ni a sospechar. 

Es lo que les ocurrió a los Fariseos antiguos, y a los relativistas modernos, que nunca podrán comprender para que ha venido Jesús, ya que no comprenden lo que es la Redención, como les ocurrió a los Fariseos.

“Fuime, estando así, a una ermita bien apartada, que las hay en este monasterio, y estando en una, adonde está Cristo a la columna, suplicándole me hiciese esta merced, oí que me hablaba una voz muy suave, como metida en un silbo. Yo me espelucé toda, que me hizo temor, y quisiera entender lo que me decía, mas no pude, que pasó muy en breve (Vida 39,3).
En ese hablar de Jesús al alma, que no se produce ni en el terremoto, ni en el fragor del trueno, ni en el huracán del viento, Dios se comunica como lo dice el Profeta, y como lo explica tan bien San Juan de la Cruz en el "silbo del aire amoroso", que infunden el alma un conocimiento espiritual que es ininteligible para el hombre ya que es una comunicación entre dos espíritus: el Espíritu de Dios y el alma, son lenguajes místicos que no se pueden explicar con palabras. 

 “¿Qué poseísteis, Señor mío, sino trabajos y dolores y deshonras, y aun no tuvisteis sino un madero en que pasar el trabajoso trago de la muerte? En fin, Dios mío, que los que quisiéremos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar la herencia, no nos conviene huir del padecer” (Fundaciones 10,11).
Esa transformación de hombre viejo a hombre espiritual causa en el alma un trastorno que es como lo que ocurre en la obra de un escultor, que tiene que entallar la imagen, pulirla, lijarla y pintarla, es el padecer del alma que como lo dice el santo Doctor S. Juan de la Cruz, es proporcional al grado de imperfección de la misma y al grado de gloria a la cual Dios la quiere levantar

“Pues tornando a lo que decía, gran fundamento es el comenzar con determinación de llevar camino de cruz desde el principio y no los desear, pues el mismo Señor mostró este camino de perfección diciendo: Toma tu cruz y sígueme (…) Los contemplativos han de llevar levantada la bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les dieren sin dar ninguno; porque su oficio es padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no la dejar de las manos por peligros en que se vean, ni que vean en él la flaqueza en padecer” (Vida 15, 13).
Solo la humildad, como explica Santa Teresa de Jesús puede hacer que el alma soporte con resignación,  todas las pruebas y sufrimientos que es la Cruz que manda Jesús a las almas. Los Soberbios como el mal ladrón en la crucifixión, se rebelarán contra ella, muy al contrario el humilde como san Dimas, alabará a Jesús y orará para que se acuerde de él, que se ve pecador, en su Reino celestial.




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