MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 1 de julio de 2022

PROFUNDAS ENSEÑANZAS DEL ÁNGEL DE LA GUARDIA DE Mª VALTORTA, PARA LOGRAR LA PAZ Y LA ALEGRÍA



En esta época de Adviento, la Iglesia nos viene a recordar que el verdadero creyente tiene que disfrutar de alegría, como se explica en el "Gaudio", que nos anuncia el nacimiento de Jesús, que ha venido para procurarnos las virtudes necesarias para alcanzar la alegría eterna.
Todas las preocupaciones de este mundo son las que nos quitan la Paz, y esta nos aleja de Dios, ya que la mente está siempre con miedo y temor por acontecimientos que casi nunca van a ocurrir, cuantas veces a este respecto, uno ha dicho: "Que tonto he sido por preocuparme tanto por este asunto, que se solucionó tan fácilmente".
El ángel explica que, Jesús dijo que no tenemos que preocuparnos por el mañana, ya que cada día trae su pena, y que pongamos la confianza en Jesucristo, ya que ha dicho que busquemos el Reino de Dios, y que todo lo demás se nos dará por añadidura.  También explica que todas las preocupaciones del mundo las manda Satanás para alejarnos de Dios   




DEL ÁNGEL AZARÍAS COMENTARIOS SOBRE
EL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO


Dice Azarías:

“Nuestro Señor santísimo te ha anticipado el cuadro que hoy canta la liturgia. He venido a consolarte y a reafirmarte, pobre alma, que te sacuden sin piedad para forzarte a decir lo que no es verdad.

Jamás lo digas. Te recuerdo las palabras del Maestro: “Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Allí se refería a un impuesto y aquí a una obra, más como en un caso y en otro se ha de dar a Dios lo que es de Dios. Por más que, a fuerza de insistir en que se reconozca el origen sobrenatural de la obra, llegases a conseguir que ya nadie se ocupase de ella –me refiero a los sacerdotes – déjales hacer. De tres cosas habrán de responder ante Dios; de no haber reconocido la Palabra, de haber escandalizado a muchas almas y de haber faltado contigo a la caridad y faltando igualmente con los que tienen hambre de la Palabra para quienes, usando con ellos de misericordia, dictó la obra Jesús Santísimo. Tú, por lo que a ti respecta, al querer hacer lo que Dios quiere, ya has cumplido por más que no se te haya dejado hacer. Has cumplido a los ojos de Dios, tanto como portavoz, como ejecutora de las órdenes de Dios. ¡Oh, cuantas palabras hay en el Evangelio aplicadas a este caso!

Más dichosos siempre los pequeños que sirven al Señor con simplicidad y amor; ¡Y ay siempre de aquellos que con su manera de obrar, opuesta a la bondad del Señor, acumulan sobre sus cabezas los rigores de la Justicia. Y roguemos ahora y siempre para que, con la gracia de la venida de Cristo, se disipen las tinieblas de la mente de muchos.

Y vosotras, almas fieles que, con simplicidad y amor servís y seguís a Dios y su voluntad, estad siempre alegres en el Señor. Que el gozo de este amor reciproco y la paz que comunica el decir: “Yo hago lo que Dios quiere”, os acompañen siempre en medio de las cruces y de las pruebas. Cualquiera que sea el grado de Justicia que alcancéis, sea cualquiera el reflejo que trasluzcan vuestros actos dando a conocer a los hombres las operaciones reciprocas de Dios en vosotros y de vosotros por amor de Dios, sean cualesquiera que la Bondad eterna os conceda, sed modestos, de suerte que los hombres, al veros, puedan decir: “Este es un verdadero hijo de Dios porque a sus méritos añade la modestia de todos sus actos, palabras, y miradas”.

Estad siempre sobre aviso porque hay miradas que dilatan una virtud imperfecta mejor que las palabras manifiestas. Verdaderamente, algunos que en todo lo demás son virtuosos, faltan en esta virtud de la verdadera humildad. La perfecta humildad, ni aún en secreto del corazón favorece la complacencia de ser buenos y beneficiados por Dios. La perfecta humildad no se turba por las alabanzas ajenas ni adopta aptitudes hipócritas de humildad, que son refinada soberbia para conseguir más alabanzas, Hay miradas, sonrisas y actos que, sin palabras, dicen bien a las claras que os gozáis de las alabanzas. Y esto no es verdadera humildad.

Vosotros, almas que tendéis a la perfección por amor de Dios, sed verdaderamente modestos en todo. El ojo de Dios está siempre sobre vosotras y ve la realidad de vuestros corazones. Recordad de continuo que el señor puede estar muy cerca con su juicio, pues nadie sabe cuándo vendrá la muerte a liberar vuestras almas condicionándolas al Juicio de Dios. Vivid siempre como si el señor se os hubiese de hacer presente en cualquier momento para llamaros a la otra vida.

No os afanéis por nada acordándoos de la Palabra de Cristo: “Vuestro Padre sabe lo que necesitáis. Bástale a cada día su afán”. ¿A qué llenaros de tedio y de tristeza por cosas futuras que tal vez no hayáis de ver sino por sugestión u obra demoníaca tendente a llenaros de pavor y haceros dudar de la Providencia? El afán por el día de mañana es como el agua lanzada al fuego dulce de la esperanza en la Bondad divina y como la arena echada para destruir las tiernas plantitas de vuestra diaria confianza en Dios.

Jesús Santísimo, al enseñaros la oración dominical, os indicó que digáis: “Danos hoy”, no “Danos para todo el año o para toda la vida” Porque el “Pater”, es, debe ser, un acto diario de caridad, de fe, de esperanza y de dolor que pide perdón. ¿Nunca habéis pensado que en el "Pater" se contienen los cuatro actos de fe, de esperanza, de caridad y de dolor que la Iglesia pone entre las partes de la oración, que un buen cristiano debe hacer diariamente para ayudarse a conseguir esas virtudes, para hacerlas crecer en la propia alma, profesarlas heroicamente frente al respeto humano y al desprecio del mundo, mientras que el acto de dolor es útil reparación y medio de acceder a mayor virtud en lo sucesivo, ya que se presupone que quien reza presta atención a lo que dice, pues, de otra suerte, no sería rezo sino balbuceo de sonidos sin valor alguno, y por eso, el acto de dolor debe ser el final de un diario y utilísimo exámen de conciencia durante el cual, el hombre reconoce humildemente los pecados y omisiones ocurridos durante el día, acusándose de ellos con sincero dolor de haber ofendido a Dios?

Meditad, y ved como en el “Páter” aparecen insertos estos cuatro actos que son debidos a Dios y necesarios para vuestro crecimiento en sabiduría y en gracia. Por tanto, no os afanéis del día de mañana para no caer en miedo y tristeza. Las vanas preocupaciones alejan de Dios. Son como pantallas opacas y tétricas interpuestas entre vosotros y vuestro eterno sol. Son como cadenas que os mantienen prisioneros aquí abajo, mientras que, sin ellas y con la hermosa confianza en Dios, volaríais con el espíritu a Él. Son saetas abiertas a Lucifer, por la que puede entrar a heriros y a emponzoñaros.

No os afanéis, antes, en cualquier contingencia volveos a Dios con plegarias y súplicas unidas a vuestra acción de gracias. Y permaneced en la Paz. La caridad, la fe, la esperanza, la humildad, la confianza en Dios y para Dios y la obediencia a sus quereres otorgan esa Paz que sobrepuja toda inteligencia. Esté ella en vosotros. Y, con ella en el corazón, gustaréis del Paraíso por anticipado, ya que tener Paz es tener a Jesucristo y hallarse establecido en Él.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.





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