MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 8 de junio de 2021

A LA TARDE SERÁS EXAMINADO EN EL AMOR, APRENDE A AMAR COMO DIOS QUIERE SER AMADO Y DEJA TU CONDICIÓN (San Juan de la Cruz: Dichos de Luz y Amor)

MAPA DE LA RADIACIÓN DE FONDO DEL UNIVERSO
OCASIONADA POR EL BIG BANG

   
Esta frase de San Juan de la Cruz, que ha pasado a la historia, se cita siempre sin enunciar lo que creo que es lo más importante: la parte final que afirma: "Aprende a Amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición"Y es que mucha gente ignora que este mundo que es transitorio,-- ya que todos los científicos están de acuerdo que en algún momento tendrá un final--, se ha hecho para que las almas de los habitantes de esta tierra y los de otros millones de mundos habitados, aprendan a conocer a Dios y a amarlo, para así poder entrar en el Reino de los Cielos que es un mundo eterno que nunca tuvo principio y que nunca tendrá un final.

El mundo actual es pues una escuela para que las almas de los hombres aprendan a amar a Dios, amando a Jesucristo su enviado, lo que se demuestra agradeciéndole por habernos creado y amándole con todo nuestro ser por habernos redimido, y siguiendo sus leyes, que ordenan amar al prójimo como a uno mismo.

Dios da toda una vida para conseguir el verdadero Amor, los pocos que lo logran, entrarán directamente en el Reino de los Cielos, los que no lo han conseguido del todo, irán como un niño prematuro a una incubadora, al Purgatorio para aprender a amar, los réprobos que no han querido obedecer a las Leyes de Dios serán como los abortados por haber querido apartarse de la Ley del Amor para satisfacer sus deseos, abusando del prójimo, y burlándose de Dios. Como no han querido amar, irán al horrible reino del odio cuyo rey es Satanás. 




EVANGELIO (Juan 10, 31-42).

Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?". Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios". Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?   


     En el Evangelio, Jesús llama dioses a los que siguen los mandamientos de Dios, es también lo que dice San Juan, que seremos como dioses porque veremos a Jesús tal cual es. En estos escritos de los Cuadernos de María Valtorta, Jesús explica como y por qué, las almas serán dioses, si cumplen la orden de Dios: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial".         

     Está escrito que Dios creó el Universo y el hombre a imagen y semejanza Suya. En este momento, se ha visto en el telescopio de microondas del Polo Sur, el eco del "Big Bang" que es el nacimiento del Universo, que provenía de un flujo que suministraba todos los elementos necesarios para la futura creación de todas las galaxias; su equilibro en el Universo infinito, gracias a los agujeros negros, que son la tremenda fuerza, que los mantiene y dirige, como ocurre con el motor de cualquier elemento en movimiento.

          Se sabe sin lugar a dudas, que todo proviene de una fuente extraordinaria, inexplicable del punto de vista científico, situada en un punto concentrado, que, a una velocidad muy superior a la Luz, suministró en una pequeñísima cantidad de tiempo una cantidad prácticamente ilimitada de partículas atómicas, para que se unieran entre sí, en miles de millones de año, y formaran todo el Universo conocido y desconocido.

          Sabemos que el alma humana, es inmortal, lo que la diferencia de los animales, y de toda la Creación material que tuvo su origen en el “Big Bang”; también está dotada con todos los elementos necesarios para su desarrollo espiritual, son la Gracia de Dios necesaria y suficiente para recrearla, que se suministra a las almas con los Sacramentos en donde existen, o directamente por Dios en los Países paganos, ya que si el alma en sus inicios, tiene grabado el sello del Creador en su conciencia, que es como se explica tan bien en este relato, tiene que formarse y prepararse para su destino, ello es lo que le permite alcanzar la Vida eterna, y ser coheredera del Reino de Dios, es su libre albedrío, que es quien admite o rechaza la Gracia para poder ser Hijo de Dios, o hijo de las Tinieblas.

         El hombre, dotado de alma espiritual, se diferencia de la creación animal y material, que solo obedecen por instinto y sin ningún mérito propio a las leyes impuestas por Dios, ya que no tienen ese libre albedrío, por eso esa creación material está abocada a su desaparición dentro de miles de millones de año.

         Acabo de ver por la Televisión un programa científico en el cual se explica que el "Big Bang", se produjo en millonésimos de segundos con velocidades muy superiores a las de la luz, es decir con medios que escapan completamente a todas las leyes físicas y matemáticas, eso se llama "Milagro"; ¡Pero ningún científico quiere hablar de Dios!


De los cuadernos de María Valtorta (28-1-1.947)


            Dice Jesús:

           Volver al Origen, presentarse ante el Juez Jesús, no significa ir a un lugar determinado ni tampoco ir al pie del trono eterno. En realidad, estas son formas para ayudar vuestro pensamientoEl alma que abandona la carne que ha animado, se encuentra inmediatamente frente a la Divinidad que la juzga, sin necesidad de ascender y presentarse en los umbrales del Reino bienaventuradoEs verdad fundamental que Dios está en el Cielo, en la Tierra y en todo lugar. Y, por lo tanto, el encuentro se produce en cualquier lugar. La Divinidad colma de Sí todo lo Creado. Por lo tanto está presente en todo lugar de la Creación. Quien juzga soy Yo, más siendo inseparable del Padre y del Espíritu Santo, omnipresentes en todo lugar.

          El juicio es rápido, así como fue rápida toda la Creación, que ocupó solo un milésimo de la más pequeña de vuestras unidades de tiempo. Más en el átomo del instante creativo, el alma tiene tiempo de entrever el Santísimo origen que la crea y de llevarse el recuerdo de Él para que sea instintiva religión y guía en la busca de la fe, de la esperanza, de la caridad que, si observáis bien, son confusamente como germenes informes también en las religiones menos perfectas (la fe en una divinidad, la esperanza de un premio otorgado por dicha divinidad, el amor hacia ella). 

          Y esta última observación de Jesús, da a entender el por qué todos los pueblos de todas las civilizaciones, y de los salvajes, tienen en sí la noción de que existe una o varias divinidades, al ser un germen informe, que es como un gen implantado por Dios en el alma en el instante de su creación.

     Por eso también la gran mayoría de los científicos y paleontólogos, "ateos como cabras", se permiten decir que nuestra Religión Católica fue copiada de una religión anterior, ya que son incapaces de pensar que el Creador ha puesto ese germen en todas las almas, son pues como lo dice el refrán, como el Maestro Ciruela, "que no sabía leer y fundó una escuela".

      Del mismo modo, en el átomo del juicio particular, el espíritu tiene tiempo de comprender lo que no quiso comprender en la vida terrenal, lo que odió como enemigo o burló o negó como vana mentira, o al que sirvió con un desapego que exige reparación, y tiene tiempo de llevar consigo el recuerdo, al lugar de expiación o de condena eterna, para suscitar llamas de amor por la eterna Belleza, o torturas punitivas debidas a la desazón por el Bien perdido, un Bien que la conciencia inteligente les reprochará haber querido perder voluntariamente. Y junto con sus pecados, lo recordará, pero será terrible, porque no podrán contemplarlo.

     La creación del alma y el juicio particular son los dos átomos de instantes en la que el alma de los hijos del hombre, conocen intelectualmente a Dios en la medida que es justo y suficiente darles un agente para tender al propio Bien, que han entrevisto apenas, pero que ha quedado impreso en la substancia que, por ser inteligente, libre, simple, espiritual, comprende prontamente, tiene libre voluntad, deseos simples y movimientos o inclinación, o apetito si preferís, para reunirse con medio del Amor con Aquel de donde proviene, y para lograr su fin, cuya Belleza ya intuye, o para separarse de Él, con odio perfecto y alcanzar al que es su infame rey, conservando en el recuerdo de ese odio un tormento, el mayor de los tormentos infernales, una desesperación, una maldición indescriptibles .

      […] He dicho "sed perfectos” para liberar el espíritu de los antiguos de esa sensación de temor que les impedía acariciar la idea de ser dignos de semejar al Padre, a su Padre. Hacía demasiados siglos que el Altísimo era para ellos el Dios terrible y, ante la tremenda Inmensidad de Dios, el amor, la esperanza y la fe quedaban sobrecogidas. Más ya había llegado el tiempo de la Misericordia, del Perdón, de la Paz, de la Amistad, del vínculo filial con Dios. Por lo tanto, he ahí la orden de perfección ilimitada: “Sed perfectos como el Padre”. Y con tal orden, también la implícita seguridad que impulsa a osar “porque, con tal que lo deseéis, podéis llegar a serlo”.

         […] Y el hecho de que la mayor parte de las almas vive de un modo tal que parece desmentir mi afirmación, no niega lo que Yo digo, sino que es la demostración de la enorme perversión del hombre en sus afectos y deseos, debida a sus alianzas con el Mal. En verdad son muchos los que sofocan con el dogal de los vicios y los pecados la propia alma, tras haberla hecho esclava de Satanás, de quien se han vuelto aliados. La ahorcan definitivamente para no seguir oyéndola gritar y llorar al recordar que el Mal no es lícito y que existe el castigo para quien lo practica. 

       Estos son los que, de hijos de Dios, se vuelven criaturas-hombre por la pérdida de la Gracia y que luego de hombre pasan a ser demonios, pues el hombre, apartado del Bien, es como una enredadera que se trepa al Mal para sostenerse. Donde no existe la Ley sobrenatural, difícilmente existe la ley moral y si existe es siempre imperfecta. Y donde la Ley moral es imperfecta o está ausente, vive de modo total o parcial la triple concupiscencia.


          Más si parece que la mayor parte de las almas cambia con su modo de actuar el natural recuerdo y deseo de Dios y la propia voluntad de tender hacia un fin gozoso, hay que recordar que en el hombre existe la criatura carnal y la espiritual y que el hombre posee el libre albedrío que siempre está al servicio de la parte más fuerte. Ahora bien, si uno va debilitando las almas por culpa de los vicios y los pecados, es seguro que el alma se volverá débil y que, al mismo tiempo, se fortificará la parte animal, que avasallará la más débil hasta matarla. Más no por ello podrá negarse que el alma ha sido creada con capacidad para recordar y desear naturalmente su fin.



DIFERENCIA ENTRE LAS CRIATURAS TOCADAS POR LA GRACIA DE DIOS Y LAS PAGANAS


La índole del alma es la índole espiritual. Por eso el alma tiene deseos espirituales, aunque en los que no están regenerados por el Bautismo y que, por lo tanto están privados de la Gracia, tiene solo deseos conforme al reino espiritual de donde proviene y en donde siente que instintivamente que está el espíritu Supremo. En cambio en las almas vueltas a la Gracia por la regeneración del Bautismo y mantenidas y robustecidas en dicha Gracia por los demás Sacramentos, la atracción del alma a su fin se produce divinamente, pues la Gracia – es decir, nuevamente Dios - atrae hacia sí a los hijos dilectos, se los acerca cada vez más, los coloca cada vez más en la Luz a medida que van ascendiendo gradualmente, en la espiritualidad, de modo que la separación disminuye y la vista es cada vez más intensa, el conocimiento más vasto, la comprensión más amplia, el amor más perfecto, hasta llegar a la contemplación, que es ya unión y fusión de la criatura con su Creador, un acto temporáneo e imborrable y transformador, porque el abrazo del Fuego de la Divinidad que encierra a su criatura extasiada imprime un carácter nuevo a estos seres vivientes, que ya están separados de su condición humana y espiritualizados en Serafines, y que son doctos en la Sabiduría que Dios les otorga al darse a ellos como ellos a Él.
          […] Las almas recuerdan ¿Por qué lo hacen? Porque Dios, así como le dio a Adán la esperanza de una Redención, de esa Redención, a fin de mitigar contemporáneamente el rigor de la condena, del mismo modo le dejó el recuerdo del tiempo feliz para que le confortara en el dolor del exilio y para que fuera para los hijos de Adán el estímulo santo de amar al que para ellos era el Desconocido.

        Y no solo eso, pues, al crear las almas, Dios no privó a los hijos de los hombres de esa natural inclinación hacia la Divinidad que, por si sola puede ayudar a alcanzar el fin por el cual ha sido creado el hombre: amar al Señor, al Dios Omnipotente y Omnipresente, cuyo Todo incorpóreo colma el infinito y a quien el hombre siente, más o menos exactamente, y ve en todo lo que le rodea, le penetra y le asombra. En los salvajes se tratará del fragor del rayo o del duradero esplendor de la aurora boreal; para los idólatras consistirá en la potencia del león o en la vida anfibia del caimán; para los creyentes en las religiones reveladas, aunque no perfectas, en las manifestaciones naturales consideradas como acciones o manifestaciones de cada dios.

         En el ciudadano pensador o científico, en los fenómenos celestes o en el admirable organismo de los cuerpos; en el creyente, además que en la Doctrina, en la vida misma del alma, que se manifiesta con sus luces y con los latidos que corresponden a otros latidos, aún más ardientes, de un Amor eterno que la ama; en la maravilla del nacimiento y en el misterio de la muerte de una parte de lo humano mientras que la otra vive una vida más verdadera.

     Pero en todos los casos y en todas las cosas, el hombre siente una Presencia invisible y potente, tanto si la niega – y al negarla ya admite su existencia, pues se niega sólo lo que existe y que sabe que otros muchos creen – como si la odia y con su odio confiesa que Ella existe, como si la ama y con su amor proclama que la cree real y que un día espera no ya creer (en Ella) sino gozar en Ella.

          Dios hizo lo siguiente: dejó en el hombre la inclinación hacia el Bien supremo. ¿Y no es esto recuerdo? ¿Os parece que no podía hacerlo justamente Él, que es Omnipotente y que desde hace milenios gobierna la Creación sin esfuerzo ni cansancios y que sin un instante de pausa, crea almas, juzga almas, conoce al instante todas las acciones de las mismas, o mejor, las pre-conoce, pues el Pasado, el Presente y Futuro son un existir único ante su Pensamiento, las sigue en su desarrollo, las juzga sin confusiones ni errores y juzga las almas, que tras su orden, abandonan la carne a la que se las había mandado y vuelven al mundo ultraterrenal ya supercreadas, recreadas o, quizás deba decir, destruidas por la libre voluntad del albedrío?

          Pero a vosotros, que cogéis siempre el sentido material de las palabras y no el sentido de las mismas, esta expresión os haría reaccionar como ante un anatema. Entonces diré: almas feas, deformes, mutiladas y desviadas porque han borrado voluntariamente el recuerdo del Divino. Porque, más que cualquier lección que se pueda aprender en todo tipo de escuelas, precisamente es este recuerdo el que le enseña al alma a perseverar en las virtudes, por amor del propio Dios y por la esperanza de llegar a poseerle un día, más allá de la vida, en la Vida sin fin.

    Y aquí me permito recordar una conversación que quedó grabada en mi mente y que recordaré hasta el último instante de mi vida terrena, son las palabras del Obispo, que no niega el Dogma de la Iglesia sobre la existencia del Infierno, pero que según él, "está vacío”, me dijo: ¿Ud., que es padre, condenaría a un hijo suyo al Infierno? ¿Cómo este prelado no sabe que ser hijos de Dios depende únicamente de nuestra voluntad de ser fieles a la Gracia, y que el alma, como lo dijo Jesús a Nicodemo, tiene que volver a nacer es decir recrearse, para poder entrar en el Reino de Dios?. Una persona hundida en el pecado mortal y en el vicio, al oír esta afirmación, será irremediablemente hundido para siempre en el infierno, cuyo responsable es él y también el Obispo, al cual Dios le pedirá cuentas y le dará su merecido. 

¿Cómo no entiende que ser hijo de Dios significa Amarlo y seguir sus mandamientos?, y que el que no los sigue, y no se arrepiente, se transforme en hijo del padre de las tinieblas, que le dijo a Dios: "No serviré" ya que como lo dijo Jesús: "Yo soy la Luz del mundo el que me sigue no andará en las tinieblas".

     ¿Cómo puede ser, que al recordarle la Parábola del Evangelio del rico Epulón y del pobre Lázaro, y al hablarle de los pederastas que abusan de los niños, los torturan y los matan, e incluso llegan a colgar esas imágenes en la red, este me contestó: “¡Eso son interpretaciones suyas!”?

          […] Amadme a Mí más que a la ciencia. Bendecidme a Mí y no a vuestro saber. Y amad también al “niño” que tomé para colocarlo entre vosotros. Y, junto conmigo, bendecid al Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque una vez más se ha revelado a un ser pequeño en vez de haberse revelado a los sabios.   
                                                   
      […] Yo os lo digo: El Señor no muestra su Reino a los doctos sino a los que están iluminados por la Gracia y viven en el amor; y solo Dios elige, coge y posa en la cumbre del monte, donde el Cielo está tan cerca que el espíritu puede gritar, ardiendo, las palabras que debían ser el grito de todos los hombres: “He aquí a mi Dios. ¡Le veo! ¡Le siento! ¡Le conozco! Estoy devorado y recreado por el Amor".
     
        Pequeño Juan (se refiere Jesús a María Valtorta), también puedes recordarles que el hombre tiene un ángel como custodio y que este espíritu no está inerte junto al hombre sobre el cual refleja las luces que él mismo, por ser ángel, reverbera al adorar la infinita Luz. Quédate en paz, alma mía”.







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