MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 16 de junio de 2019

DICE MOISÉS EN EL DEUTERONOMIO: NUESTRO SEÑOR ES FUEGO CONSUMIDOR (4, 24)


La acción de Dios en las almas es un fuego, que para los Santos es un dulce refrigerio, para los condenados un terrible castigo y para las almas purgantes, una dolorosa sanación. 



San Juan de la Cruz Doctor de la Iglesia Católica es venerado por la Iglesia Anglicana y Luterana, es el patrono de los poetas españoles. 
Nadie como él ha sabido relatar con  tanta claridad la sensación de las almas en contacto con la Infinitud de Dios, En este breve escrito se relata la acción de la Santísima Trinidad en las almas ya purificadas por las noches oscuras pasivas y activas del sentido y del alma, necesarias para recibir a Dios. Parece increíble que ese Santo fiel a la Iglesia Católica, y sometido a su disciplina como él mismo lo relata al principio de sus escritos, esté venerado por luteranos, y anglicanos, cuyos fundadores, contemporáneos suyos  tenían un odio satánico a la Iglesia Católica Romana.







DE LA LLAMA DE AMOR VIVA DE 
SAN JUAN DE LA CRUZ



Oh cauterío suave
Oh regalada llaga
Oh mano blanda Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.




DECLARACIÓN


En esta canción da a entender el alma cómo las tres personas de la santísima Trinidad. Padre y Hijo y Espíritu Santo, son los que hacen en ella esta divina unión; así la mano y el cauterío y el toque, en sustancia son una misma cosa. Y les pone esos nombres porque cada uno hace su efecto que le conviene: el cauterío es el Espíritu Santo, la mano es el Padre, y el toque el Hijo, y así engrandece aquí el alma al Padre, Hijo y Espíritu Santo, encareciendo tres grandes mercedes y bienes que en ella hacen, por haberle cambiado su muerte en vida, transformándola en sí. La primera es llaga regalada, y ésta atribuye al Espíritu Santo, y por eso la llama cauterío; la segunda es gusto de vida eterna, y esta atribuye al Hijo, y por eso la llama toque delicado, la tercera es haberla transformado en sí, que es la deuda con que queda bien pagada el alma, y esta atribuye al Padre, y por eso la llama mano blanda. Y, aunque aquí nombra a las tres por causa de las propiedades de los efectos, solo con una habla diciendo: en vida la has cambiado, porque todos ellos obran en uno, y así todo lo atribuye a uno, y todo a todos. Sigue el verso:

¡Oh, cauterío suave!

Este cauterío como hemos dicho, es aquí el Espíritu Santo, porque como dice Moisés en el Deuteronomio, nuestro Señor Dios es fuego consumidor (4, 24), es decir fuego de amor; el cual, al ser de fuerza infinita, inestimablemente puede consumir y transformar en sí el alma que toca. Pero a cada una abrasa y absorbe como la halla dispuesta: a una más y a otra menos; y esto cuando él quiere y como y cuando quiere. Y, como él es infinito fuego de amor, cuando él quiere tocar el alma algo fuertemente, es el amor del alma en tan sumo grado de amor que le parece a ella que está ardiendo sobre todos los ardores del mundo, que por eso en esta unión llama ella al Espíritu Santo cauterío, porque así como en el cauterío está el fuego más intenso y vehemente y hace mayor efecto que en los demás fuegos, así el acto de esta unión por ser de más inflamado fuego de amor que todos los otros, por eso los llama cauterío comparado con los otros; y, por cuanto este divino fuego en este caso tiene transformada el alma en sí, no solo siente cauterío, más toda ella está hecha un cauterío de divino fuego.

Y, es cosa admirable y digna de relatar que, con ser este fuego de Dios tan vehemente consumidor que con mayor facilidad consumiría mil mundos, que el fuego de acá una raspa de lino, no consuma y acabe con el alma en que arde de esa manera, ni le cause alguna pesadumbre, sino que al contrario de una manera proporcional a la fuerza de ese amor, la endiose y deleite, abrasando y ardiendo suavemente en ella. Y eso es así por la pureza y perfección del espíritu en que arde (en el Espíritu Santo) como acaeció en los Actos de los Apóstoles (2, 3) donde, viniendo este fuego con gran vehemencia, abrasó a los discípulos, los cuales, como dice san Gregorio, interiormente ardieron en amor suavemente. Y esto es lo que da a entender la Iglesia cuando habla de ello: Vino fuego del cielo, no quemando, sino resplandeciendo; no consumiendo sino alumbrando. Porque en estas comunicaciones, como el fin de Dios es engrandecer el alma, no la fatiga y aprieta, sino la ensancha y la deleita, no la oscurece y enceniza como el fuego hace al carbón, sino la clarifica y la enriquece, y por eso la llama ella cauterizo suave.

Y así la dichosa alma que por gran ventura a este cauterío llega, todo lo sabe, todo le gusta, todo lo que quiere hacer hace y prospera, y nadie prevalece ante ella, nada le toca; porque esta alma es de quien dice el Apóstol: El espiritual todo lo juzga, y él de ninguno es juzgado, etc (1 Cor 2, 15); et iterum: El espíritu todo lo rastrea, hasta los profundos de Dios (ibid., 2, 10). Porque esta es la propiedad del Amor: escudriñar todos los bienes del Amado.

¡Oh, gran gloria de almas que merecéis llegar a este sumo fuego!; en el cual hay pues una infinita fuerza para consumiros y anihilaros, está claro que aunque no os consumís, inmensamente os consuma en gloria. No os maravilléis que Dios lleve a algunas almas altamente hasta aquí - pues el sol se singulariza en hacer algunos efectos maravillosos -  el cual, como dice el espíritu Santo, de tres maneras abrasa los montes (Eccli 43, 4), esto es, de los santos, siendo pues este cauterío tan suave como aquí se ha dado a entender, ¿Cuán regalada creeremos que estará el alma que de él fuere tocada?: que queriéndolo ella decir, no lo dice, sino se queda con la sensación en el corazón y con el encarecimiento en la boca por este término ¡Oh! , diciendo: ¡Oh, cauterío suave!".











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