MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 11 de diciembre de 2012

DISCURSO DE APERTURA DE LA EVANGELIZACIÓN DE JESÚS. EL ALFA Y EL OMEGA DE LA "NUEVA EVANGELIZACIÓN"






el Alfa y el Omega de la "Nueva Evangelización"





Maravillosa introducción en la vida pública de Jesús, en donde se pone de manifiesto que el ser humano está de paso en este mundo, y que su verdadero destino está en la Vida Eterna. Se pone de relieve el destino final del Hombre que es la Salvación eterna, o la segunda muerte, que es la condena y el tormento eternos.

Y aquí está reflejada como tiene que ser la predicación, en este tiempo que tanto se habla de la nueva Evangelización: Lo que nos estamos jugando: La Vida Eterna, que es la suprema felicidad, para lo cual tenemos que escoger el camino estrecho “pisoteando el sentido y las pasiones, para gozar la libertad de los Hijos de Dios”, o dar rienda suerte a nuestros apetitos, cogiendo el camino ancho de la perdición, que conduce a la muerte eterna, que es el horrible reino de Satanás.

La teología moderna actual que llaman “teología de la secularización o de la desacralización”, no quiere hacer alusión a esos dos tipos de Camino, y muchos se creen que todos somos hijos de Dios, y que por el Sacrificio de Cristo estamos todos salvados, cuando la filiación espiritual de Hijos de Dios se obtiene por la fidelidad a los mandamientos de la Ley, el amor incondicional a Jesús el Supremo Redentor y  el reconocimiento de nuestros pecados que nos hacen pedir a Dios “Piedad y misericordia”.

Solo la Santidad, o por lo menos el deseo profundo de poseerla, y la lucha continua y perseverante para alcanzarla, con la oración de súplica y el espíritu contrito por haber desagradado a Dios por el pecado, y la ayuda de Dios a través de los Sacramentos, nos puede conseguir la filiación divina.




DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO DE 
MARÍA VALTORTA
Comienzo de la Vida en común. Discurso de apertura de Jesús

        Dice Jesús:

[...] “Paz a vosotros que buscáis la Palabra”, comienza Jesús. Y va hasta el fondo del porche, dejando a sus espaldas la tapia de la casa. Habla lentamente al grupo de unas veinte personas que están, con el calorcillo de un solecillo de Noviembre, sentadas en el suelo o apoyadas en los soportes.

“El hombre cae en un error al considerar la vida y la muerte, y al aplicar estos dos nombres: Llama “vida” al tiempo en que, dado a luz por la madre, comienza a respirar, a nutrirse, a moverse, a pensar, a obrar; y llama “muerte” al momento en que cesa de respirar, comer, moverse, pensar, obrar, viniendo a ser un despojo frío e insensible, preparado para entrar en un seno: el de un sepulcro. Pero no es así. Yo quiero haceros entender la “vida”, indicaros las obras aptas para la vida.

Vida no es existencia. Existencia no es vida. Existe esta parra que se entrelaza con estos soportes, pero no tiene la vida de que Yo hablo. Existe también aquella oveja que bala, atada a aquel árbol lejano, pero no tiene la vida de que Yo hablo. La vida de que Yo hablo no empieza con la existencia ni termina cuando la carne llega a su fin.

¡La vida de la cual Yo hablo tiene su principio no en un seno materno; tiene su principio cuando el pensamiento de Dios crea un alma para habitar en una carne; termina cuando el pecado la mata!

Sin ella, el hombre no sería sino una semilla que crece, semilla de carne en vez de ser de gluten o de pulpa como la de los cereales o de la fruta. Sin ella no sería sino un animal en estado de formación, un embrión de animal no distinto del que ahora está creciendo en el seno de aquella oveja. Pero, dado que en esta concepción humana se infunde esta parte incorpórea (y que no obstante es la más potente con su incorporeidad sublimadora), entonces el embrión animal no solo existe como corazón que palpita, sino que “vive” según el Pensamiento creador, y es el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, el hijo de Dios, el ciudadano futuro del Cielo.

Pero esto se produce si la vida dura. El hombre puede existir teniendo imagen de hombre, pero habiendo dejado de ser hombre, siendo un sepulcro en que se pudre la vida. Se comprende entonces que Yo diga: “La vida no comienza con la existencia y no termina cuando la carne llega a su fin”. La vida comienza antes del nacimiento. La vida luego no tiene fin, porque el alma no muere, o sea, no se anula.

 Muere a su destino beato cuando muere a la Gracia. Esta vida, alcanzada por una gangrena cual es la muerte a su destino, dura por los siglos de los siglos en la condena y en el tormento. Si, por el contrario, esta vida se conserva como tal, llega a la perfección del vivir y se hace eterna, perfecta, beata como su Creador.

¿Tenemos deberes respecto a la vida? Si. La vida es un don de Dios. Todo don de Dios ha de usarse y conservarse con cuidado, porque es algo tan santo como el Dador. ¿Maltrataríais vosotros el don de un Rey? No. Pasa a los herederos, y a los herederos de los herederos, como gloria de la familia. Y entonces, ¿Por qué hacerlo con el don de Dios? Pero ¿Cómo se usa y conserva este don divino? ¿Cómo mantener en vida la paradisíaca flor del alma, conservándola así para los Cielos? ¿Cómo obtener el “vivir” por encima y más allá de la existencia?

Israel dispone de leyes claras al respecto y no se tiene más que observarlas. Israel dispone de profetas y justos, los cuales dan el ejemplo y la palabra para practicar las leyes. Y ahora Israel dispone de santos. No puede, no debería errar por tanto Israel. Pero Yo veo manchas en los corazones y espíritus muertos pulular por todas partes. Entonces os digo: “Haced penitencia; Abrid el corazón a la Palabra; poned en práctica la Ley inmutable, infundid nueva savia a la exhausta “vida” que está languideciendo en vosotros; si ya está muerta, acercaos a la Vida verdadera, A Dios. Llorad vuestras culpas, Gritad: “¡Piedad!”…Y, en cualquier caso, renaced. No seáis muertos en vida para no ser más tarde eternos penantes. Yo no os voy a hablar más que del modo de alcanzar la Vida o de conservarla.

Otro os ha dicho: “Haced Penitencia. Purificaros del fuego impuro de las lujurias, del fango de las culpas”. Yo os digo: Pobres amigos, examinemos juntos la Ley. Oigamos en ella de nuevo la Voz paterna del Dios verdadero. Y luego, juntos oremos al Eterno diciendo: “Descienda tu Misericordia sobre nuestros corazones”.

Es el tiempo del sombrío invierno. Pero dentro de poco vendrá la primavera. Un espíritu muerto es más triste que un bosque pelado por el hielo. Pero si la humildad, la voluntad, la penitencia y la fe penetran en vosotros, la vida volverá en vosotros como un bosque en primavera, y le floreceréis a Dios para, mañana (el mañana de los siglos y siglos) dar perenne fruta de vida eterna.

¡Acercaos a la Vida! Dejad de existir solamente y empezad a “vivir”. La muerte no será entonces “fin”, sino que será principio. El principio de un día sin ocaso, de una alegría sin cansancio y sin medida. La muerte será el triunfo de aquello que vivió antes de la carne y triunfo de la misma carne, que será llamada a la resurrección eterna, a coparticipar de esta Vida que Yo prometo en el nombre del Dios Verdadero a todos aquellos que hayan “querido” la “vida” para su alma, pisando el sentido y las pasiones para gozar de la libertad de los Hijos de Dios.

Idos, pues. Todos los días a esta hora os hablaré de la eterna Verdad. El Señor esté con vosotros”.

La gente despeja el lugar, lentamente, haciendo muchos comentarios. Jesús vuelve a la solitaria casita y todo termina.