MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 7 de septiembre de 2013

REFLEXIONES DE S. JUAN DE LA CRUZ SOBRE EL COMPORTAMIENTO DEL ALMA PARA LA UNIÓN MÍSTICA CON LA DIVINIDAD

DICHOS DE LUZ Y AMOR DE SAN JUAN DE LA CRUZ


San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia

    Las palabras "místico" y "estático", que se aplican a San Juan de la Cruz, y a los eremitas en general, son palabras que significan "enamorado de Dios" y "contemplativo", es decir que son almas que tienen un impaciente deseo de ver la esencia de Dios, y que ven y admiran a Dios en todas las obras de la Creación, obras que a los que no tienen presencia de Dios, les pasan inadvertidas y uno de los ejemplos más sublimes que ha tenido la Santa Iglesia de Dios, se puede aplicar a ese Santo, Doctor de la Iglesia y Patrón de los Poetas españoles.
    Traeremos aquí algunos de los dichos de Luz y Amor de sus escritos, que reflejan este criterio.


Introducción 

    ¡También, oh Dios y deleite mío! en estos dichos de Luz y Amor de Tí se quiso mi alma emplear por amor de Tí, porque yo teniendo la lengua de ellos no tengo la obra y virtud de ellos, que es con lo que, Señor mío te agradas más que con el lenguaje y sabiduría de ellos, otras personas provocados por ellos, por ventura aprovechen en tu servicio y amor lo que yo falto, y tenga mi alma en que se consolar de que haya sido ocasión que lo que falta en ella se halle en otras.

     Amas tú, Señor la discreción, amas la luz, amas el amor sobre las demás operaciones del alma. Por eso estos dichos serán de discreción para el caminar, de luz para el camino y de amor para el caminar, quédese pues la retórica del mundo, quédense las parlerías y elocuencia seca de la humana sabiduría, flaca e ingeniosa, de que nunca tú gustas, y hablemos palabras al corazón bañadas en dulzor y amor de que tú bien gustas, quitando por ventura delante ofendículos y tropiezos a muchas almas que tropiezan no sabiendo, y no sabiendo van errando, pensando que aciertan en lo que es seguir a tu dulcísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y hacerse semejantes a él en vida, condiciones y virtudes, y en la forma de la desnudez y pureza de su Espíritu. Más, dala Tú, Padre de las misericordias, porque sin ti, no se hará nada, Señor.

    Maravillosas, humildes y profundísimas palabras del Santo, que vivió en el Tiempo de Lutero, y toda la retahíla de contestatarios, que querían imponer su punto de vista en los asuntos religiosos, apartándose con odio de la Santa Iglesia.

Individuos que volvemos a encontrar en nuestros días, son todos los que se creen los elegidos, los teólogos de la Liberación y de la desacralización, los que pintan un dios hecho a su gusto y medida, completamente alejado de las enseñanzas del Evangelio y de la Tradición de los Santos Padres. 

Son verdaderos discípulos de Satanás, son los que se corrompen ellos, y a todos sus seguidores, que no quieren saber nada del sacrificio, de la renuncia y de la Cruz, doctrina predicada por Jesús con su Vida, sus palabras y su ejemplo.

    El alma sola, sin Maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo; antes se irá enfriando que encendiendo.

     Estas palabras se aplican perfectamente a estos siniestros teólogos que han abandonado la Doctrina tradicional y las enseñanzas del Evangelio.

    Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de conciencia, que cuantas obras quieres hacer.

    ¡Cuanto se podría aquí escribir y meditar sobre esta frase del Santo Doctor!, cuantos individuos que, como dice el refrán castellano:"Son como el Maestro Ciruela que no sabía escribir y montó una escuela".

Y esto se comprende perfectamente, porque ya que la Conversión es un don de Dios, los ministros tienen que ser parecidos al Maestro, para que el Espíritu Santo pueda intervenir, en caso contrario, nunca ocurrirá la conversión, o si ocurre, serán discípulos del mismo talante que el Maestro, que es un ciego que guía a otro ciego, como lo dice Jesús en el Evangelio, caerán ambos en la fosa. 

    Más quiere Dios en ti el menor grado de obediencia y sujeción, que todos esos servicios que le piensas hacer.

    Otro pensamiento que se aplica a tantos consagrados y consagradas que se rebelan contra la Jerarquía, contra las constituciones de su Orden, contra la fidelidad que han prometido en sus votos, para prevalecer soberbiamente con una nueva doctrina hecha a su forma y medida.

    Más estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor, que todas las consolaciones y visiones espirituales y meditaciones que puedes tener.

    Y para las personas que cumplen con estas recomendaciones, que son los pobres de Espíritu de las Bienaventuranzas del Sermón de la montaña de Jesús, son las bendiciones de Dios que le aseguran su filiación espiritual y la confirmación de su herencia Eterna. 

    Niega tus deseos, y hallarás lo que desea tu corazón. ¿Qué sabes tú si tu apetito es según Dios?
   Pues si te ha de seguir doblada amargura de cumplir tu voluntad, no la quieras cumplir, aunque quedes en amargura.
   
 Y aquí están retratados todos los herejes, que han cumplido con sus apetitos y voluntades, y que por su soberbia o su ignorancia, se han apartado poco a poco de Dios, azuzados por Satanás, que les ha hecho creer que son los elegidos, y con su soberbia, se han juzgado dignos de predicar una nueva doctrina.

    Más agrada a Dios una obra, por pequeña que sea, hecha en escondido, no teniendo voluntad de que se sepa, que mil hechas con ganas de que las sepan los hombres; porque el que con purísimo amor obra por Dios, no solamente no se le da nada que lo sepan los hombres, pero ni lo hace para que lo sepa el mismo Dios; el cual aunque nunca lo hubiere de saber, no cesaría de hacerle los mismos servicios con la misma alegría y pureza de amor.

     Palabras increíbles que explican como tiene que ser el alma para Dios: ausencia total de soberbia, transformación total de una persona, cuya huella dejada por el pecado Original, que en el fondo era un pecado de orgullo, que sigue haciendo aún en el género humano, un deseo irrefrenable de admiración hacia la propia persona, es el renacer del alma como lo explicó tan bien Jesús a Nicodemo.

    Es la herencia de Lucifer, que se apartó de Dios por ese motivo: Ser reverenciado y admirado por encima del mismo Dios. Muy pocas personas han llegado a ese total estado de humildad. Solo la Santísima Virgen María, y los grandes Santos han llegado a este grado tan elevado de perfección: Hacer el bien por lo que es y no por lo que uno es, la condición necesaria y suficiente para ello, es una pobreza espiritual y un desapego total hacia su persona, que solo se obtiene por una presencia muy grande de Dios, cuya Luz ilumina la razón y permite ver la gran diferencia que existe entre Dios y la Criatura.

    Las personas que no tienen presencia alguna de Dios son incapaces de ver esta situación, y de ese estado de cosas, nace la herejía, y todos los pecados que son consecuencia de la soberbia, como pueden ser el odio, la venganza, la avaricia, la glotonería, la lujuria, ya que como lo dice la Biblia, un abismo llama a otro abismo, es la muerte del alma.

Oración del alma enamorada: ¡Señor Dios, amado mío!, si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Y si esperas a mis obras para  por ese medio concederme mi ruego, dámelas tú y óbramelas y las penas que tu quisieras aceptar, y hágase. Y si a las obras mías no esperas, ¿Qué esperas, clementísimo Señor mío?; ¿Por qué te tardas?Porque, si en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido, toma mi calderilla, pues, le quieres y dame ese bien, pues que tú también le quieres.

     ¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío? ¿Como se levantará a tí el hombre engendrado y criado en bajezas si no lo levantas tú, Señor, con la mano que le hiciste? No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me distes en tu único Hijo Jesucristo, en que me distes todo lo que yo quiero. Por eso me holgaré que no tardarás si yo espero. ¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?

    Míos son los cielos y mía es la tierra. Mías son las gentes. Los justos son míos, y míos los pecadores. Los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo esto es para ti.

    No te pongas en menos y repares en migajas que se caen de la mesa de tu padre. Sal fuera y gloríate en tu Gloria. Escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón. 

    Aquí se demuestra como el único camino para alcanzar el Reino de Dios, es la humildad y la pobreza espiritual, y la renuncia a todas las cosas por amor a Cristo Jesús: Esta pobreza que está bendecida en el sublime sermón de la Montaña en las Bienaventuranzas, más que a una pobreza material, se refiere sin lugar a dudas a la pobreza espiritual.

    Es pobre espiritual el humilde, el que se da cuenta de que los bienes perecederos son un estorbo para alcanzar la Vida Eterna, si el corazón se apega en ellos, porque nos hacen olvidar a Dios, que dijo que no se pueden servir a la vez a Dios y al dinero, porque al amar a uno despreciarás al otro.

    Y se comprende como la pobreza espiritual, que vacía y limpia el corazón de todos los impedimentos para dar cabida a Dios, es la que nos da la suma e infinita riqueza, que es la posesión del mismo Dios, que no puede vivir en un corazón en donde se idolatra a los otros dioses: Soberbia, poder, hedonismo y afán de riquezas.

    En efecto, el alma en donde habita Dios es dueña del Universo, porque al tener la presencia de Dios, el cual como amante perfecto, da en herencia todos sus bienes, es dueña de todo lo creado visible e invisible, por eso dice el santo Doctor:

"Míos son los cielos y mía es la tierra. Mías son las gentes. Los justos son míos, y míos los pecadores. Los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo esto es para ti".


Tú, Señor, vuelves con alegría y amor a levantar al que te ofende, y yo no vuelvo a levantar y a honrar al que me enoja a mí.

Y aquí está la increíble diferencia entre la bondad de Dios y la imperfección del alma: El Señor Dios, mientras esté en este mundo, da la posibilidad al alma de arrepentirse y volver al camino recto, y hace caer la lluvia sobre los malos y los buenos, todos los hombres pecadores y arrepentidos, que han ofendido a Dios, en algún momento de su vida, han sentido su mano que le apartaba del camino que lleva al abismo, y con firmeza llevarte, casi siempre con sufrimiento y pena por el camino recto.

Muy al contrario, el hombre perdona difícilmente al que le ofende, y en vez de tratar de llevarlo al camino recto con el amor y la amistad, le da odio y desprecio, y desea un castigo por su falta, porque el hombre se siente herido por su falta de humildad.


    No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos, que si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que pena la imperfecta.

    Profundas palabras del Santo que toda la gente ha experimentado a lo largo de su vida: cuantos sufrimientos y preocupaciones por olvidarse que todas las cosas, tanto las buenas como las malas, están enviadas por Dios para nuestro bien.
     ¡Cuantas veces hemos tenido hondas preocupaciones por cosas que nos parecieron adversas, y luego se solucionaron solas!, todo por falta de confianza en Dios. El alma perfecta es inmune a esas adversidades porque confía siempre en Dios, y solo le preocupa en saber si está obrando de manera adecuada a la voluntad de Dios, con el santo temor de haberle ofendido: por eso dice el Santo: 


    No sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien, porque no sabe la distancia que hay entre el bien y el mal. 

    Frase importantísima, que muy poca gente comprendo hoy día, ya que es profundamente espiritual, y certifica la gran diferencia que hay entre el pecado y la virtud, sobre todo en este mundo en donde Satanás ha logrado implantar la teología del relativismo, que tanta gente ha abrazado, tanto laicos como consagrados.

Esa distancia es la que existe entre Satán y Cristo; entre las tinieblas y la luz, entre el amor y el odio, el alma que no comprende esto, está ciega y muerta, porque nunca salvo un milagro de Dios, podrá acceder al amor verdadero de Dios, y alcanzar la Vida Eterna.