MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 18 de abril de 2014

LOS TREMENDOS SUFRIMIENTOS DE JESÚS Y DE LOS SANTOS: DESCRIPCIÓN DE LOS SUFRIMIENTOS DE SANTA TERESITA








     

               En estas palabras del ángel de la Guardia de María Valtorta, queda perfectamente explicado la gravedad del pecado, "el abismo perpetrado por Lucifer", que fue el que causó a Jesús un sufrimiento tan atroz, y que es la causa de todos los sufrimientos pasados, presentes y futuros de toda la Humanidad; que hizo retumbar a la Creación, con los terremotos y las terribles tormentas que asolaron y aterrorizaron la Tierra, con el desgarro del velo del Templo, la salida de los justos de los sepulcros, recriminando al pueblo Judío el deicidio.

          En el relato de la crucifixión de Jesús, se ve de una manera contundente la maldad de toda la turba de los Fariseos, Escribas, Saduceos, herodianos, y la gran mayoría del Pueblo Judío. En cierta medida, pero a una escala mucho menor, es semejante al rechazo que sufrieron todos los Santos, que como Jesús, se ofrecieron como víctimas expiatorias.

          Así lo hizo San Juan de la Cruz, que fue encerrado en Toledo durante nueve meses en una estrecha cárcel oscura, de la cual se sacaba todos los Viernes, y en medio de la Comunidad de los Calzados se le azotaba públicamente. Es también el horror de sus sufrimientos a la hora de la muerte, cuando en su dura agonía, el superior ordenó al hermano enfermero, que no le atendiera, a pesar de sus tremendos dolores producidos por unos terribles edemas que el cirujano venía a cortar sin ninguna anestesia.

           Es también esa impiedad que observamos en la vida de Santa Teresita. Y yo me pregunto, ¿Cómo es posible que unos hermanos de Comunidad - que tenían que conocer perfectamente los mandamientos de la Ley de Dios, siendo el primero de ellos Amar a Dios sobre todas las cosas y al Prójimo como a uno mismo, mandamientos puestos antes de no matarás y no robarás – traten de esa manera a sus compañeros? Dirán que fue bueno para santificar aún más a esas almas, contestaré que es verdad, y que también Judas entregando a Jesús, contribuyó de alguna manera a la Redención del Género Humano. Pero eso no libra de la culpa ni a Judas ni aún menos a los hermanos de San Juan de la Cruz, o a las hermanas de Santa Teresita.

          Afortunadamente, en la otra vida veremos cuál fue el Juicio de Dios sobre estos verdugos de Cristo: Fariseos, Escribas, Saduceos y Pueblo Judío, y de todos los Religiosos que torturaron a sus hermanos Santos. Es un Juicio que me llena de alegría, porqué si la Gloria de los Santos será admirable, también la Justicia de Dios será implacable e inexorable para los verdugos.

        Verdugos que no tuvieron piedad para sus semejantes, y sabiendo que Dios pagará con la misma moneda que han usado, a ellos y a todos nosotros, comprendo lo que es el Santo Temor de Dios, y por eso, le pido de antemano Piedad y Misericordia, porque Yo también he pecado. Y me doy perfectamente cuenta del abismo tan grande que hay entre el Pecado y la Virtud, que es el que hay entre Las Tinieblas y la Luz, y dicho de otra manera, entre Satán y Dios.

         Y compadezco a todas las hordas de relativistas, que al no ver diferencia alguna entre el Vicio y a la Virtud, creen que Dios tampoco lo ve, ya que como lo dice el refrán: “Se cree el ladrón que todos son de su condición”. Y así el lujurioso se cree que todo el mundo lo es; el glotón también cree que los demás son glotones.

        Y aquí se produce un efecto pernicioso: el que no tiene temor de Dios, se cree que el que lo tiene es un impío, porqué tendría que ser como él, y para justificar sus actos, Satanás ha inducido a esos individuos que los que no piensan como ellos, son todos unos herejes, porque al no tener amor a Dios, no lo tienen al Prójimo ya que ambos van siempre ligados.

        Y así los relativistas, que predican al Dios "caramelo", insensible al pecado y al vicio, es un dios hecho a la medida de esos individuos, cuya imagen les ha infundido Satanás, para quitarles el Santo temor de Dios, y así acallar su conciencia que les reprocha continuamente sus malas acciones. Y por eso, los que no piensan como ellos, son llamados retrógrados, individuos oscurantistas y fanáticos.

          Este tipo de personas, tampoco creen ni en la existencia del Demonio, ni del Infierno, y llegan a reinterpretar las Sagradas Escrituras a su manera, o escogiendo las cosas de ellas que les gustan, y desechando las que les son molestas, es decir "mutilando" esas Escrituras divinas, olvidándose lo que está escrito en el Apocalipsis: 

         "Solemnemente advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro, que si añade algo, Dios hará caer sobre él las plagas descritas en este libro. Si suprime algunas de las palabras proféticas de este libro, Dios le quitará la parte que le corresponde en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa descritos en este libro". (Ap22, 18)

            Hace poco, un Religioso de cierta congregación, relatando en una revista la vida de un gran Santo de su Comunidad, con una vida llena de privaciones y de penitencias, que le están llevado a los altares, no tiene reparo en afirmar: "Menos mal que el Concilio ha traído aires frescos"(sic), le escribí preguntándole si es que él creía que el Concilio había abierto la "Barra libre" para todos los creyentes, estoy aún esperando una contestación.





Del libro de Maxence Van der Meersch
SANTA TERESITA  (Con licencia eclesiástica)


              […] “Los días de colada, le dejaban el sitio peor iluminado y aireado. Y, además le salpicaban a cosa hecha espuma sucia de jabón. ¡Bien está! Buena ocasión para doblegarse, para subir ´al cabo de media hora – dice Teresa – le había tomado de verdad gusto a esta modalidad de aspersión·.

              Para ella la peor lámpara del Carmelo, la que tiene la llave estropeada y cuya mecha hay que extraer con un alfiler. Para ella el viejo cántaro que nadie quiere. Con estas cosas se siente verdaderamente feliz: ´Experimenté verdadera alegría cuando me quitaron el pequeño y bonito cántaro, y lo sustituyeron por un viejo cántaro desportillado´.

       ¿Alegría? Bien. ¿Pero cómo juzgar a quienes osan proporcionar a una desgraciada pequeña adolescente alegrías de este género?

            Se ha roto un jarrón. ¿Quién tiene la culpa?
           “La hermana Teresa, naturalmente”.
            Le echan un sermón a Teresa:
          “¡Carece usted. Totalmente de orden! ¡Ponga usted. Cuidado! ¡Es insoportable!”.
              Teresa, inocente, no se defiende.
          “Sin decir nada, besaba el suelo. A continuación prometía tener más orden en lo sucesivo”.

             Para Teresa todas las sobras. Puesto que nunca se queja. Es muy cómodo. Imposible saber cuáles eran sus platos preferidos. Conclusión: “Al ver que era tan poco difícil, las hermanas de la cocina le servían invariablemente los restos”.

           Ese “invariablemente”, ¿no es una confesión terrible? Cuando un guiso se estropeaba, más allá de lo imaginable, cuando incluso los cerdos lo rechazaban, la cocinera tiene una inspiración luminosa:

              “Nadie va a querer esto. Habrá que servirselo a la hermana Teresa”. Pues, precisamente la cocinera no le tiene afecto a la hermana Teresa.

              En las Actas se relata la historia épica de cierto arenque que fue recalentado seis veces y, por último, como nos podemos figurar, fue adjudicado a Teresa.

         “La conocieron pronto en la cocina. Más si fue para admirarla, con mayor frecuencia fue sobre todo para aprovechar las sobras. Así es que sus comidas se componían muchas veces, durante dos día seguidos, de trozos de pescado frito tan resecos como una suela, de tanto haberlos recalentado.

         Y como estiman que todo eso no basta, se le pringa el cubierto con una pasta maloliente, para darle una amable sorpresa, o bien, ya que la hermana Teresa no se queja nunca, se lleva la caritativa solicitud para santificarla “hasta ponerle una vez gusanos en su ración”.

          La Superiora le ha concedido, como favor especial a su juventud y a su salud ya quebrantada por tal régimen, que tome un poco de sidra en las comidas. Pero Teresa comparte este favor con una anciana religiosa. Y cuando decimos “comparte” es una manera de hablar. Pues las carmelitas nos informan que esa ¡¡¡”buena anciana”!!! , afligida por una enfermedad que la altera mucho, se adjudicaba la botella entera, “y no se daba cuenta que no le dejaba casi nada a su vecina”. 

            Y Teresa tiene que contentarse con mirarla. Pero en la mesa hay agua, diréis. Sí. Pero Teresa, más caritativa que su distraída y sobre todo egoísta y glotona compañera de mesa, no quiere hacer el feo de beber agua delante de ella, por miedo a humillarla y hacerle ver su glotonería y su crueldad de vieja desagradable… Y así pues, en resumidas cuentas, Teresa se pasa casi todas sus comidas sin beber.




Palabras del Ángel Azarías a María Valtorta


        [...] ¡Qué gozo poder tener prendida la mirada en la Divinidad! Esta es, María la bienaventuranza del Cielo. Como tú ya lo ves, al completarse el último detalle de la desgarradora y completa pasión del Redentor, fue permitido que se ocultase a su Espíritu la Divinidad. Y entonces, el Voluntarioso, el Heroico y Silencioso en el dolor lanzó el grito de su completo dolor:"¡Padre!" ¿Por qué me has abandonado?".

            ¡Oh, si se profundizase en la inmensidad, en lo acabado del dolor que aquel grito encierra! El Cielo se estremeció por El y la Divinidad hubo de violentarse a Si misma para resistir y no tener compasión a fin de que todo quedase reparado y cumplido para la expiación de la Humanidad que había abandonado a Dios para seguir al Tentador.

        Los ángeles temblaron ante el desconocido aspecto de la Divinidad, por primera vez inmisericorde, y lloraron al meditar y comprender plenamente el abismo del pecado perpetrado por Lucifer y los otros rebeldes, instaurando el Mal y provocando los sufrimientos consiguientes que culminaron en los sufrimientos de la Gran Víctima. Superaron al obedientísimo y dulcísimo Verbo poniéndole en parangón con lo que era, es y será la creación. Y hasta en el reino de las Tinieblas, aquel grito provocó un bramido, apagando hasta el último y tenaz pensamiento de poder ser un día perdonados. 


Esta profunda reflexión del Ángel Azarías, me hace pensar que probablemente los demonios creían que la Redención no se podía operar por Dios. Al haber pecado unos seres humanos, era justo que redimiera otro ser humano, por eso cuando Cristo pronunció esas palabras, velando su naturaleza divina al decir "Dios mío, ¿porque me has abandonado?", Jesús se encontró entonces como un hombre, solo con la ayuda del Espíritu Santo y de su ángel de la consolación que le atendió en el Jardín de los olivos y en el desierto donde fue tentado por Satanás.

Cuando Cristo pronunció esas palabras se operó la Redención, y se confirmó la Victoria de Dios, lo que provocó el grito de terror y de rabia de Lucifer y de todos sus demonios.

           No. La Tierra se estremeció, se rasgó el velo del Templo y se abrieron los sepulcros con el grito imponente con que el Mártir entregó su Espíritu. Más lo que hizo estremecer a la Tierra, rasgarse el velo y salir de los sepulcros a los justos fue el deicidio consumado, la señal dada a los incrédulos y odiadores, y la alegría de los justos expectantes. ¡Oh! y esto aconteció al tiempo que el grito de abandono completo sacudió a los espíritus, a todos los espíritus, triturándolos con una angustia como jamás fuera ni será, porque el abandono de Dios, al no poder ya verle, es la prueba más atroz para los vivientes y el castigo mayor para los que pasan a la otra vida.


           Y aquí no se trataba de una prueba impuesta a una criatura, ni únicamente del Hombre que se encontraba separado de Dios, sino que era que el Verbo ya no estaba en contacto con el Pensamiento, que el Hijo se hallaba separado del Padre y que el Hijo de Dios pasaba del amor perfecto a no sentir ya el amor perfecto del Padre-Dios, quedando amando desoladamente en solitario.