MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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lunes, 9 de febrero de 2015

SUFRIMIENTOS DE JESÚS POR MARÍA, LA CORREDENTORA, MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS DE DIOS; ALABANZAS DE JESÚS A SU MADRE, A LA CUAL NO LE NIEGA NADA DE LO QUE LE PIDE

EL DOLOR DE MARÍA PARA DAR A LUZ A LAS ALMAS



Del Poema del hombre-Dios de María Valtorta 
(14 de Febrero de 1.944)

             
Dice Jesús:

       “No he olvidado tampoco este dolor de María, mi Madre. Haber tenido que lacerarla con la expectativa de mi sufrimiento, haber debido verla llorar. Por eso no le niego nada. Ella me lo dio todo. Por eso yo le doy todo. Sufrió todo el dolor, le doy toda la alegría. Quisiera que, cuando penséis en María, meditarais en esta agonía suya, que duró treinta y tres años y culminó al pié de la Cruz. 

          La sufrió por vosotros; por vosotros las burlas de la gente, que la consideraba madre de un loco; por vosotros las críticas de los parientes y de las personas de importancia; por vosotros mi aparente desaprobación: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que hacen la voluntad de Dios”. Y, ¿quién más que ella lo hacía? Y una voluntad tremenda, que le imponía la tortura de ver martirizar al Hijo, Por vosotros la fatiga de ir de acá para allá, a donde Yo estaba; por vosotros, los sacrificios: desde dejar su casita y mezclarse con las muchedumbres, al de dejar su pequeña patria por el tumulto de Jerusalén; por vosotros el deber estar en contacto con aquel que guardaba dentro de su corazón la traición; por vosotros el dolor de oír que me acusaban de posesión diabólica, de herejía. Todo, todo por vosotros.

      No sabéis cuanto he amado a mi Madre. No reflexionáis en cuán sensible a los afectos era el corazón del Hijo de María. Y creéis que mi tortura fue puramente física, al máximo añadís la tortura espiritual del abandono final del Padre.


         No, hijos. También experimenté los afectos del hombre sufrí por ver sufrir a mi Madre, por tener que llevarla como mansa cordera al suplicio, por tener que lacerarla con una cadena de despedidas en Nazaret, antes de la Evangelización; esta que os he mostrado y que precede a mi Pasión, ya inminente; aquella, antes de la Cena, cuando ya la Pasión está desarrollándose con la traición de Judas Iscariote, aquella, atroz en el Calvario.


       Sufrí por verme escarnecido, odiado, calumniado, rodeado de malsanas curiosidades que no evolucionaban hacia el Bien, sino hacia el mal. Sufrí por todas las falsedades que tuve que oír o ver activas a mi lado: las de los fariseos hipócritas, que me llamaban Maestro y me hacían preguntas, no por fe en mi inteligencia sino para tenderme trampas; las de aquellos a quienes había favorecido y se volvieron acusadores míos en el Sanedrín y en el Pretorio; aquella, premeditada, larga, sutil de Judas, que me había vendido y continuaba fingiéndose discípulo; que me señaló a los verdugos con el signo del amor. Sufrí por la falsedad de Pedro, atrapado por el miedo humano.


        ¡Cuanta falsedad, y cuan repelente para mí, que soy Verdad! ¡Cuanta, también ahora, respeto a mí! Decís que me amáis pero no me amáis. Tenéis mi Nombre en los labios, y en el corazón adoráis a Satanás y seguís una ley contraria a la mía. Sufrí al pensar que en relación al valor infinito de mi Sacrificio – el Sacrificio de un Dios – demasiado pocos se salvarían.


        A TODOS – DIGO: A TODOS – LOS QUE A LO LARGO DE LOS SIGLOS SOBRE LA TIERRA PREFERIRÁN LA MUERTE A LA VIDA ETERNA, HACIENDO VANO MI SACRIFICIO, LOS TUVE PRESENTES. Y CON ESTA COGNICIÓN FUI A AFRONTAR LA MUERTE.

        Ya ves pequeño Juan *, que tu Jesús y la Madre suya sufrieron agudamente en su yo moral. Y largamente. Paciencia, pues si es que debes sufrir: “Ningún discípulo es más que el Maestro”, lo dije.

Mañana hablaré de los dolores del Espíritu. Ahora descansa. La paz sea contigo”.
     *: Pequeño Juan: es el apodo de Jesús a María Valtorta.