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domingo, 2 de septiembre de 2012

JESÚS EXPLICA COMO ES EL MECANISMO DEL DESCENSO DEL ALMA A LOS ABISMOS


La traición de Judas




Como dijo el padre Gabriele Amorth, el exorcista del Vaticano, (R.I.P.) hoy día, el mayor triunfo de Satán es haber hecho creer que no existe, y que todo es una confabulación para tener sujetos a los ignorantes incautos, las posesiones son simples enfermedades mentales, y en los exorcismos se produce el “efecto placebo”, cuando el poseso se retuerce por el suelo.

Con este razonamiento, el tentador ha conseguido una serie de victorias y ganancias, ya que los que siguen esta doctrina, creen que:

-El Nacimiento, enseñanzas sangre, sudor y lágrimas de Jesús; su Pasión, muerte y gloriosa Resurrección carecen de sentido y de significado, ya que Cristo ha venido para redimirnos de la esclavitud de Satán, que es un personaje de fábula.

-Y si el pecado cuyo padre es Satán no existe, tampoco existe la Virtud, y ya que no se puede negar la existencia de Dios, este aparece como un ser completamente insensible y neutral, que quiere por igual al sádico pecador que no se arrepiente, como al más grande de todos los Santos, y se llega a toda una serie de aberraciones y una nueva interpretación de las Escrituras, mutilando los pasajes molestos para estos progresistas.

-Todos los Patriarcas, Profetas, y pueblo de Israel que antes de la venida de Cristo, estaban esperando inútilmente al Mesías, ya que era una falacia, entonces  los Judíos que condenaron a Jesús, y Judas que lo traicionó, tenían luego toda la razón, ya que el Mesías vendría solo para liberar al Pueblo de Israel de la ocupación romana, y ya que Jesús no cumplía esa esperanza, era un impostor.

-Todos los creyentes después de Cristo, incluyendo los Apóstoles, los  Mártires, y todo el Pueblo cristiano, incluyendo los Santos, los ascetas, los consagrados, fueron unos ilusos, habiendo vivido toda una vida de sacrificios y de privaciones para nada.

-Judas era pues, según ellos  un Apóstol de la misma, o de mayor valía que los demás, contribuyó de un modo admirable a completar la misión de Jesús, que no venía a redimir a nadie, sino a enseñarnos como hay que comportarse ante el sufrimiento, como dijo el Presidente de la Conferencia Episcopal alemana.
Además escribió el “famoso” Evangelio de Judas, donde relata sus “heroicas y maravillosas hazañas”.



Del Evangelio como me ha sido revelado 
de María Valtorta


Dice Jesús:

“La figura de Judas ha sido demasiado alterada durante siglos; y últimamente, del todo desfigurada. Ciertas escuelas han hecho de él casi una apoteosis; la del segundo e indispensable artífice de la Redención.

Y otros muchos piensan que cedió ante un imprevisto, feroz asalto del Tentador. No. Toda caída tiene premisas en el tiempo. Cuanto más grave es la caída, más preparación tiene. Los preliminares explican el hecho. Uno no se hunde, ni asciende, al improviso. Ni en el bien ni en el mal. Largos e insidiosos son los factores que cooperan a los descensos; pacientes y santos, los que cooperan a subir. Y el desventurado drama de Judas os puede proporcionar muchas enseñanzas para salvaros y conocer el método de Dios y sus misericordias, para salvar y perdonar a aquellos que bajan al Abismo.

No se llega al delirio satánico, en que has visto que se debatía Judas después del Delito, si uno no está enteramente corrompido por hálitos infernales, interiorizados voluptuosamente durante años. Cuando uno lleva a cabo incluso un delito, pero ha sido arrastrado a él por un imprevisto acontecimiento que obnubila la razón, sufre, pero sabe expiar; porque aún algunas partes del corazón están inmunes al veneno infernal.

El mundo que niega a Satanás porque lo tiene tan dentro de sí que ya no se da cuenta de su presencia, que le ha interiorizado de forma que ha venido a ser parte del yo, a ese mundo le muestro que Satanás existe. Eterno e inmutable en el método usado para hacer de vosotros sus víctimas.

Basta ahora. Tú permanece con mi Paz”.


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Dice el Papa Benedicto XVI en el Ángelus del 26 de agosto
(Osservatore Romano 2-9-2012)

La marca del diablo

"Los domingos pasados meditamos el discurso sobre el “Pan de vida” que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm después de alimentar a miles de personas con cinco panes y dos peces. Hoy, el Evangelio nos presenta la reacción de los discípulos a ese discurso, una reacción que Cristo mismo, de manera consciente, provocó. Ante todo, el evangelista Juan – que se hallaba presente junto a los demás Apóstoles – refiere que “muchos de sus discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él” (Jn 6, 66) ¿por qué? porque no creyeron en las palabras de Jesús que decía: “Yo soy el Pan vivo bajado del Cielo, el que coma mi Carne y beba mi Sangre vivirá para siempre (Jn 6, 51-54); ciertamente, palabras en ese momento difícilmente aceptables, difícilmente compresibles. Esta revelación – como he dicho – les resultaba incomprensible, porque la entendían en sentido material, mientras que en esas palabras se anunciaba el misterio pascual de Jesús, en la que Él se entregaría para la salvación del mundo. La nueva presencia en la sagrada Eucaristía.

Al ver que muchos de sus discípulos se iban, Jesús se dirigió a los Apóstoles diciendo: “”¿También vosotros queréis marcharos?”. Como en otros casos, es Pedro quien responde en  nombre de los otros: "Señor, ¿a quien iremos?" – también nosotros podemos reflexionar. ¿A quien iremos? – Tú tienes palabras de vida eterna: nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 68- 69) (…)

Por último, Jesús sabía que incluso entre los doce Apóstoles, había uno que no creía: Judas. También Judas pudo haberse ido, como lo hicieron muchos discípulos; es más también tenía que haberse ido si hubiera sido honrado. En cambio, se quedó con Jesús. Se quedó, no por fe, no por amor, sino con la secreta intención de vengarse del Maestro.

¿Por qué? Porque Judas se sentía traicionado por Jesús, y decidió que a su vez lo iba a traicionar. Judas era un Zelote, y quería un Mesías triunfante, que guiase una revuelta contra los romanos. Jesús había defraudado esas expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su culpa más grande fue la falsedad, que es la marca del diablo. Por eso Jesús dijo a los Doce: “Uno de vosotros es un diablo” (Jn 6, 70).

Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a creer en Jesús, como San Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos".








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