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jueves, 4 de octubre de 2012

EL HORROR DEL INFIERNO: LA SEGUNDA MUERTE DE LOS RÉPROBOS:LA EXPLICACIÓN DE LO QUE ESTÁ EN JUEGO PARA LAS ALMAS: EL HORROR DE LA MUERTE DEL ALMA, CONTADO POR JESÚS

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La Virgen María aplasta la cabeza del Dragón Infernal



Ya han dicho todos los Padres de la Iglesia, todos los grandes Santos y Místicos, que la Justicia de Dios en el Juicio de las almas será inexorable, y que una cosa es la visión de Jesús en este mundo, en donde se presenta como un dulce Pastor con su cayado, y otra cosa será su actitud en su Reino, en donde se verá como lo que es: El Rey de reyes; transformado de pobre Pastor en un Rey de esplendor, de fuerza y de sublime belleza: dijo Jesús a la hora de su apresamiento: "Si mi Reino fuera de este mundo, mis tropas lucharían por Mí, pero mi Reino no es de este mundo", y ha venido aquí para cumplir con su Sagrada Misión: Rescatar al Generó Humano que era el botín de Satanás por su victoria en el Jardín del Edén.

Naturalmente, el mundo progresista de hoy, solo quiere ver el humilde Pastor y se imagina que es el que juzgará a las Naciones, y para sostener su teoría, Satanás les ha llevado al convencimiento de que no existe el Infierno, ni el pecado, y que Dios como Padre, no puede condenar a un hijo suyo, a pesar de las palabras tan claras de Jesús cuando predicaba sobre el Juicio final, de todas sus advertencias con el relato del rico Epulón, de sus recomendaciones de arrancarnos un brazo, o un ojo si son un impedimento para alcanzar el Cielo, y de todas las palabras del Apocalipsis.

Es increíble como esos individuos, a pesar de todo lo que dicen las Sagradas Escrituras, los Profetas, los Santos, niegan la evidencia y predican, como un "mantra" la doctrina "descafeinada", el dios "caramelo", y las virtudes "light", es inaudito como unos teólogos modernos, que saben griego, hebreo y latín, siguen erre que erre, queriendo anular la tradición cristiana, y reinterpretar las Escrituras según su manera de pensar, y muchos de ellos opinando de una manera completamente opuesta al santo Fundador de su Orden religiosa, el cual en el día del Juicio será su Juez que se alzará para condenarlos por haber renegado de las constituciones que prometieron acatar y defender.

¡Dios tenga piedad de esas almas!

Santa Teresa de Jesús cuenta que, en el entierro de un individuo, que parecía llevar una vida normal, pero que no era religioso, vio cuando su féretro estaba fuera de la Iglesia, a varios demonios jugar con su cuerpo. pero que se marcharon cuando entró en la Iglesia, y comentó: "¡Si hacen eso con su cuerpo, que no harán con su alma!".

Igualmente, cuenta que en una misa oficiada por un Sacerdote en pecado mortal, vio a dos demonios uno a cada lado del sacerdote, cuando alzaba la Sagrada forma, con los cuernos apuntando a su garganta, mirando con temor a la Sagrada Eucaristia.

Cuando los pastorcillos le preguntaron a la Virgen de Fátima por varios jovenes muertos hacía poco, esta les contestó que los dos primeros estaban en el Cielo, y que la última joven, estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo.

Luego existe otra variedad de creyentes, que interpretando la Biblia a su manera, sin obedecer a la Iglesia fundada por Cristo, infalible en cuanto a Doctrina, dicen que el alma no es eterna porque oyeron hablar de la segunda muerte. Estando claro que la segunda muerte se refiere a la Condenación eterna, así como el volver a nacer, es decir lo que explicó Jesús a Nicodemo, es el segundo nacimiento, y que ambos tanto el segundo nacimiento como  la segunda muerte son para toda la Eternidad.

Y esto está explicado en el Evangelio de San Lucas (20-37):

Pues que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: El Señor, Dios de Abraham, de Isaac y Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.



LA ESPERANZA DE LA SALVACIÓN
(Promesa hecha por Jesús a una mística hace siglos).


ORACIÓN QUE SALVA  MIL ALMAS DEL PURGATORIO:

Señor Dios omnipotente, te ofrecemos la preciosísima Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, junto con todas las misas que se celebran hoy día en todo el mundo, para las benditas Almas del Purgatorio, para los pecadores de todas partes, para los pecadores de la Iglesia Universal, para los pecadores de nuestra familia y para los pecadores de nuestro hogar.

Y aquí hay que recordar las palabras de la Virgen del Rosario de Fátima a los pastorcillos:

"¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que rece por ellos!"
Y la oración que pidió que se diga en cada Rosario:

"Padre Eterno, yo te ofrezco la preciosísima Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación de los sacrilegios, ultrajes e indiferencias con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón, y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, os pedimos la conversión de los pobres pecadores".

Y las palabras de Jesús a María Valtorta:

     "Muchísima gente para los cuales se ha rezado toda la vida por ellos, en el instante antes de comparecer en el Juicio de Dios, tendrán la gracia sobrenatural del arrepentimiento, y por tanto serán merecedoras del perdón de Dios".



EL HORROR DEL INFIERNO
            De los Cuadernos de Mª Valtorta                   


           Dice Jesús:
       “Una vez te hice ver el Monstruo de los abismos (20-7-1.943). Hoy te hablaré de su reino. No puedo tenerte siempre en el Paraíso. Recuerda que tú tienes la misión de evocar en los hermanos las verdades que han olvidado demasiado. Pues en este olvido que, en realidad, es desprecio por las verdades eternas, se originan tantos males para los hombres.
                  Por lo tanto, escribe esta página dolorosa. Luego tendrás consuelo. Es viernes por la noche. Mientras escribes, mira a tu Jesús, que  murió en la cruz, entre tormentos tales que pueden compararse a los del infierno y que quiso esa muerte para salvar a los hombres de la Muerte.

             Los hombres de nuestro tiempo ya no creen en la existencia del Infierno. Se han construido un mas allá según su propio deseo, de tal modo que sea menos aterrador para su conciencia, merecedora de grandes castigos. Como son discípulos relativamente fieles del Espíritu del Mal, saben que su conciencia retrocedería ante ciertas fechorías, si de verdad creyera en el Infierno tal como lo enseña la Fe; saben qué, si cometieran esa fechoría, su conciencia volvería a si misma y por el remordimiento, llegaría a arrepentirse, por el miedo volvería a arrepentirse y arrepintiéndose, encontraría el camino para volver a Mí.

                 Su maldad, que les enseña Satanás – del que son siervos o esclavos, según su adhesión a los deseos e instigaciones del Maligno – no admite esos retrocesos y esos regresos. Por eso anula la creencia en el Infierno tal como es y construye otro – si es que se decide a  hacerlo – que no es mas que una pausa para tomar impulso hacia nuevas elevaciones futuras.

                E insiste en esta opinión hasta creer sacrílegamente que el mayor pecador de la humanidad puede redimirse y llegar a Mí a través de fases sucesivas. Hablo de Judas, el hijo predilecto de Satanás; el ladrón, tal como está escrito en el Evangelio el que era concupiscente de gloria humana, tal como Yo lo defino; el Iscariote que, por la sed insaciable de la triple concupiscencia, se convirtió en mercante del Hijo de Dios y que me entregó a los verdugos por treinta monedas y la señal de un beso: un valor monetario irrisorio y un valor afectivo infinito.

                 No; si él fue el sacrílego por excelencia, Yo no lo soy. Si él fue el injusto por excelencia, Yo no lo soy. Perdonar a Judas sería un sacrilegio hacia mi Divinidad, que traicionó; sería una injusticia hacia todos los demás hombres que, en todo caso, son menos culpables que él y que, aún así, son castigados por sus pecados; sería despreciar mi Sangre y sería en fin, faltar a mis leyes.

               Yo, Dios uno y Trino, he dicho que lo que está destinado al Infierno quedará en él eternamente, porque de esa muerte no se surge a una nueva resurrección. He dicho que ese fuego es eterno y que acogerá a todos los que cometieron escándalos e iniquidades. Y no creáis que esto dure hasta el fin del mundo. 

            No; al contrario, tras la tremenda reseña, esa morada de llanto y de tormento se hará mas despiadada, porque el infernal solaz que aún se concede a sus huéspedes – poder dañar a los vivos y ver precipitar en el abismo a nuevos condenados – ya no será posible y la puerta del abominable reino de Satanás será remachada y clausurada por mis ángeles para siempre, para siempre; será ése un siempre cuyo número de años no tiene número; un siempre tan ilimitado que, si los granillos de arena de todos los océanos de la tierra se convirtieran en años, formarían menos de un día del mismo, de esa inconmensurable eternidad mía, hecha de luz y gloria en las alturas para los benditos; de tinieblas y horror en el abismo para los malditos.

         Te he dicho que el Purgatorio es fuego de amor. Y que el Infierno es fuego de rigor.

         El Purgatorio es un lugar en el cual expiáis la carencia de amor hacia el Señor Dios vuestro mientras pensáis en Dios, cuya Esencia brilló ante vosotros en el instante del juicio particular y despertó en vosotros un incalmable deseo de poseerla. A través del amor, conquistáis el Amor y por niveles de caridad cada vez mas viva, laváis vuestras vestiduras hasta hacerlas cándidas y brillantes para entrar en el Reino de la Luz, cuyos fulgores te hice ver días atrás.

            El infierno es un lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo de Dios entrevisto en el Juicio particular no es, como para los que están en el Purgatorio, deseo santo, nostalgia dolorida mas plena de esperanza, esperanza colmada de serena espera, de segura paz, que será perfecta cuando llega a convertirse en conquista de Dios, pero que ya va dando al espíritu que purga sus faltas una jubilosa actividad purgativa, porque cada pena, cada instante de pena, le acerca a Dios su único amor. En cambio, en el Infierno, el recuerdo de Dios es remordimiento, es resquemor, es tormento, es odio; odio hacia Satanás, odio hacia los hombres, odio hacia sí mismos.

         Tras haber adorado en la vida a Satanás en vez de a Mí, ahora que lo poseen y ven su verdadero aspecto, que ya no oculta bajo la hechicera sonrisa de la carne, bajo el brillante refulgir del oro, bajo el poderoso signo de la supremacía, ahora le odian porque es la causa de su tormento.

        Tras haber adorado a los hombres – olvidando su dignidad de hijos de Dios – hasta llegar a ser asesinos, ladrones, estafadores, mercantes de inmundicias por ellos, ahora que se encuentran con esos patrones por los que mataron, robaron, estafaron, vendieron el propio honor y el honor de tantas criaturas infelices, débiles, indefensas – que convirtieron en instrumento de la lujuria, un vicio que las  bestias no conocen, pues es atributo del hombre envenenado por Satanás – ahora, les odian porque son causa de su tormento        
          Tras haberse adorado a si mismos otorgando todas las satisfacciones a la carne, a la sangre, a los siete apetitos de su carne y de su sangre y haber pisoteado la Ley de Dios y la ley de la moralidad, ahora se odian porque ven que son la causa de su tormento.

          La palabra “Odio”  tapiza ese reino inconmensurable; ruge en esas llamas; brama en las risotadas  de los demonios; solloza y aúlla en los lamentos de los condenados; suena, suena y suena como una eterna campana que toca a rebato; retumba como un eterno cuerno pregonero de muerte; colma todos los recovecos de esa cárcel; es, por si misma tormento porque cada sonido suyo renueva el recuerdo del Amor perdido para siempre, el remordimiento de haber querido perderlo, la desazón de no poder volver a verlo jamás.

           Entre esas llamas, el alma muerta, al igual que los cuerpos arrojados a la hoguera o en un horno crematorio, se retuerce y grita como si la animara de nuevo una energía vital y se despierta para comprender su error, y muere y renace al instante en medio de atroces sufrimientos, porque el remordimiento la mata con una maldición y la muerte la vuelve a la vida para padecer un nuevo tormento. El delito de haber traicionado a Dios en el tiempo terrenal está integralmente frente al alma en la eternidad; el error de haber rechazado a Dios en el tiempo terrenal está presente integralmente para atormentarle en la eternidad.

           En el fuego, las llamas simulan los espectros de lo que adoraron la vida terrena, por medio de candentes pinceladas las pasiones se presentan con las mas apetitosas apariencias y vociferan, vociferan su memento:”Quisiste el fuego de las pasiones. Experimenta ahora el fuego encendido por Dios, cuyo santo Fuego escarneciste”.

          A fuego corresponde fuego. En el Paraíso es fuego de amor perfecto. En el Purgatorio es fuego de amor purificador. En el Infierno es fuego de amor ultrajado. Dado que los que están en el  Purgatorio amaron débilmente, el Amor se hace llama  para llevarles a la Perfección. Dado que los malditos ardieron en todos los fuegos menos que en el Fuego de Dios, el fuego de la ira de Dios les abrasa por la eternidad. Y en ese fuego hay hielo.

       ¡Oh, no podéis imaginar lo que es el Infierno! Tomad fuego, llamas, hielo, aguas desbordantes, hambre, sueño, sed, heridas, enfermedades plagas, muerte, es decir todo lo que atormenta al hombre en la tierra, haced una única suma y multiplicadla millones de veces. Tendréis solo una sombra de esa tremenda verdad.

       Al calor abrasador se mezcla el hielo sideral. Los condenados ardieron en todos los fuegos humanos y tuvieron solo hielo espiritual para con el Señor su Dios. Y el hielo les espera para congelarles una vez que el fuego les haya sazonado como a los pescados puestos a asar en las brasas. Este pasar del fuego que derrite al hielo que condensa es un tormento en el tormento.

       ¡Oh, no es un lenguaje metafórico, pues Dios puede hacer que las almas, ya bajo el peso de las culpas cometidas, tengan una sensibilidad igual a la de la carne, aun antes de que vuelvan a vestir dicha carne! Vosotros no sabéis y no creéis. Mas en verdad os digo que os convendría más soportar todos los tormentos de mis mártires que una hora en esas torturas infernales.

           El tercer tormento será la oscuridad, la oscuridad material y la oscuridad espiritual. ¡Será permanecer para siempre en las tinieblas tras haber visto la luz del paraíso y ser abrazado por la Tiniebla tras haber visto la Luz que es Dios! ¡Será debatirse en ese horror tenebroso en el que solamente se ilumina, por el reflejo del espíritu abrasado, el nombre del pecado que les ha clavado en dicho horror! Será encontrar apoyo en ese revuelo de espíritus que se odian y se dañan recíprocamente, sólo en la desesperación que les enloquece y cada vez más les hace malditos. Será nutrirse de esa desesperación, apoyarse en ella, matarse con ella. Está dicho: La  muerte nutrirá a la muerte. La desesperación es muerte y nutrirá a estos muertos eternamente.

           Y os digo que, a pesar de que Yo creé ese lugar cuando descendí a él para sacar del Limbo a los que esperaban mi venida, sentí horror de ese horror. Lo sentí Yo mismo, Dios; y, si no hubiera sido que lo que ha hecho Dios es inmutable por ser perfecto, habría intentado hacerlo menos atroz, porque Yo soy el Amor y ese lugar horroroso produjo dolor en Mí.

           ¡Y vosotros queréis ir allí¡

          ¡Oh hijos, reflexionad sobre esto que os digo! A los enfermos se les da una amarga medicina; a los cancerosos se les cauteriza y cercena el mal. Ésta es para vosotros, enfermos y cancerosos, medicina y cauterio de cirujano. No la rechacéis. Usadla para sanaros. La vida no dura estos pocos días terrenos. La vida comienza cuando os parece que termina, y ya no acaba más.

          Haced que para vosotros la vida se deslice donde la luz y el júbilo de Dios embellecen la eternidad, y no donde Satanás es el eterno Torturador”.






    

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