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lunes, 2 de junio de 2014

SUBLIMES REVELACIONES DE JESÚS A Mª VALTORTA SOBRE LA NATURALEZA Y LAS PENAS DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO


            


                    El Purgatorio es el lugar en que la gran mayoría de los mortales irán a parar para limpiar su alma, para poder entrar en unión mística con Dios. En la Vida de Santa Teresa de Jesús, podemos leer que gracias al don que Dios le había dado, podía discernir el estado de las almas a la hora de su muerte: dice que todas las que vio subir a los cielos, subían con una edad de unos 30 años, y que prácticamente todas pasaban por el purgatoria, salvo unas cuantas que habían tenido la precaución de obtener indulgencias, tesoro de la Santa Iglesia y de la Comunión de los Santos, que hoy día, muy poca gente y eclesiásticos practican, teniéndolo por anticuado, y propio de la Edad Media.

               En cuanto a San Juan de la Cruz, el Santo místico por excelencia, que quiere decir que es el que está más cerca de Dios en esta Tierra, afirma que se obtiene más purificación en la Tierra en unas horas que en el Purgatorio en muchos años. Y la explicación es muy sencilla para el que es espiritual, aquí en este mundo, rige el arrepentimiento y por lo tanto, la Misericordia de Dios, y se hace penitencia libremente, lo que tiene mucho más mérito que en el más allá, en donde rige la Justicia, y al no existir el arrepentimiento, por eso la Misericordia no puede ahora corresponderle, solo existe aquí el premio o el castigo que, al ser impuesto, es mucho menos activo que cuando es voluntario.

               San Juan de la Cruz, en sus dichos de Luz y Amor, dijo esta frase que se conoce en todo el mundo: 

      "A la tarde te examinarán en el Amor; Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición".

               Y todo lo que explica Jesús a María Valtorta sobre el Purgatorio, confirma plenamente esta frase

               Quiero aquí recordar lo que contestó la Santísima Virgen de Fátima a los pequeños videntes, a la pregunta de donde estaban tres niñas jóvenes que habían muerto recientemente en el pueblo, dijo que dos estaban en el Cielo y la tercera, ¡Que estaría en el Purgatorio hasta el fin del mundo!



De los cuadernos de Mª Valtorta 21-10-1.943


               Dice Jesús:

              [...] Recordad, hombres, que Yo, el Puro, no he rehusado a redimir a las mujeres sin honor. y por el honor que ya no tenían, he hecho surgir de su ánimo, como flor de un suelo profanado, la flor viva del arrepentimiento que redime. He dado mi piadoso amor a esas pobres desgraciadas que un así llamado "amor", había postrado en el fango. Mi verdadero Amor las ha salvado de la lujuria que el así llamado "amor" les había inoculado. 

            Si las hubiera maldecido y huido de ellas, las habría perdido para siempre. Las he amado también por el mundo, que tras haber gozado de ellas, las recubre de burla hipócrita y falso desprecio. En lugar de las caricias de pecado, las he acariciado con la pureza de mi mirada; en lugar de palabras de delirio, he tenido palabras de amor por ellas, en vez de moneda, vergonzoso precio de su beso, les he dado la riqueza de mi Verdad.

               Así se hace, hombres, para sacar del fango a quien se está hundiendo en él, no se agarra uno al cuello, para que sean dos los que perecen, ni se tiran piedras para hundirle aún más. Es el Amor, siempre el Amor el que salva.

               [...] Como veis, si transgredís el decálogo, transgredís el Amor. Así es para los consejos que os he dado, que son las flores de las plantas de la Caridad. Entonces, si transgrediendo la Ley, transgredís el Amor, es evidente que el pecado es falta contra el Amor. Y por eso debe expiarse con Amor.

               El Amor que no habéis sabido profesarme en la Tierra, me lo tenéis que dar en el Purgatorio. Por eso os digo que el Purgatorio es sufrimiento de Amor.

               Durante toda la vida habéis amado poco a Dios en su Ley. Os habéis echado a la espalda la idea de Él, habéis vivido amando a todos y amándole poco a Él. Es justo que, no habiendo merecido el Infierno y no habiendo merecido el Paraíso, os los merezcáis ahora, encendiéndoos de caridad, ardiendo por cuanto habéis sido tibios en la Tierra. 

            Es justo que suspiréis durante miles y miles de horas de expiación de Amor, lo que no habéis suspirado miles y miles de veces en la Tierra: por Dios, finalidad suprema de las inteligencias creadas. A cada vez que habéis vuelto la espalda al Amor, corresponden años y siglos de nostalgia amorosa. años o siglos según la gravedad de vuestra culpa.

               Estando ya seguros de Dios, conocedores de su suprema belleza por el fugaz encuentro del primer juicio, cuyo recuerdo tenéis con vosotros para haceros aun más vivo el ansia de Amor, suspiráis por Él, lloráis su lejanía, os lamentáis y arrepentís de haber sido vosotros la causa de tal lejanía y os hacéis cada vez más permeables a ese fuego encendido de la Caridad hacia vuestro supremo bien.

               Cuando, por las oraciones de los vivientes que os aman, los méritos de Cristo son lanzados como esencia de ardor en el fuego santo del Purgatorio, la incandescencia de amor os penetra más fuerte y más adentro, y entre el resplandor de las llamas, cada vez se hace más lúcido en vosotros el recuerdo de Dios visto en aquel instante.

              Así como en la vida de la Tierra, cuanto más crece el Amor, más sutil se hace el velo que cela al viviente de la Divinidad, del mismo modo, en el segundo Reino, cuanto más crece la purificación, y por ello el Amor, más cercano y visible se hace el Rostro de Dios. Ya transluce y sonríe entre el centelleo  del santo fuego. Es como un Sol que cada vez se acerca más, cuya luz y calor anulan cada vez más la luz y el calor del fuego purificante, hasta que, pasando del merecido y bendito tormento del fuego al conquistado y bienaventurado alivio de la posesión, pasáis de llama a Llama, de luz a Luz, salís para ser luz y llama en Él, Sol eterno, como chispa absorbida por una hoguera y como candelero arrojado en un incendio.

               ¡Oh! Gozo de los gozos cuando os encontréis elevados a mi Gloria, pasados de ese reino de espera al Reino del Triunfo. ¡Oh, conocimiento perfecto del perfecto Amor!

               Este conocimiento, María, es misterio que la mente puede conocer por voluntad de Dios, pero no se puede describir con palabras humanas. Cree que merece la pena sufrir toda una vida para poseerla desde el momento de la muerte. Cree que no hay caridad mayor que procurarla con las oraciones a quienes amaste en la Tierra y que ahora comienzan su purificación en el Amor, a quienes en la vida, tantas y tantas veces cerraron las puertas del corazón.

               Ánimo, bendita a la que son desveladas las verdades escondidas. Actúa, obra y sube. Por ti misma y por quienes amas en el más allá.

               Deja consumar en el Amor el estambre de tu vida. Vierte tu amor sobre el Purgatorio para abrir las puertas del Cielo a quienes amas.

          Serás bienaventurada si sabes amar hasta la incineración de cuanto es débil y pecó. Los Serafines salen al encuentro del espíritu purificado con la inmolación de Amor y le enseñan el "Sanctus" eterno para cantar al pie de mi Trono".





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