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martes, 15 de julio de 2014

EL ESPÍRITU SANTO ES EL MOTOR OMNIPRESENTE QUE ILUMINA Y VIVIFICA LAS ALMAS

 
EL ESPÍRITU SANTO ES EL QUE ILUMINA LOS SANTOS,
EL PUEBLO Y TODA LA NATURALEZA





Recuerdo que cuando era joven, tenía verdadero pánico al Espíritu Santo, y a las estatuas de la Santísima Virgen y de los Santos, para mí, que no había profundizado en la fe y en todos los asuntos religiosos, todo era un misterio impenetrable que me causaba pavor, por no decir terror.

Leyendo las obras de María Valtorta, me he quedado sorprendido como ella también, sentía pavor ante el fenómeno religioso, y cuenta que una vez se quedó encerrada en una Iglesia, y llena de espanto, tuvo que clamar con griteríos estridentes para que le abrieran. 

El Espíritu Santo simboliza la fuerza infinita de Dios que está producida por el Amor que es la fuente que produce esta fabulosa potencia, ya que es la que da vida y rige toda la Creación. Y en estas explicaciones del Espíritu Santo a María Valtorta, he hallado respuesta a una pregunta que siempre me ha preocupado: ¿Cómo ha podido sufrir Jesús el Sublime Redentor, sin desfallecer y morir en cuanto verdadero hombre, cargado con la inmensa cantidad de los horribles pecados de toda la Humanidad pasada, presente y futura? 

Cuando Jesús dijo en la Cruz: "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?", solo en ese momento, fue posible la Redención de la Humanidad, ya que fue entonces cuando Jesús abandonó momentáneamente su condición de verdadero Dios, y entonces apareciendo solo con su naturaleza humana.

Solo entonces se pudo entonces realizar la Redención, ya que Jesús en ese momento, al ser abandonado por su Padre, era solo verdadero hombre, ayudado solo por el Espíritu Santo, que es el amor, lo que le ocurrió a Eva y como le sigue ocurriendo a todos los seres humanos, y es que el pecado original, cometido por un ser humano, solo podía ser redimido por otro ser humano, y no por Dios, es por eso que Dios Padre abandonó a Jesús para que esa Redención fuera posible. 

Creo que esto fue, como he leído en El Poema del Hombre Dios, lo que hizo perder toda esperanza de Salvación a los condenados, y que produzco en el Reino de Satanás un grito de desesperación, ya que Satanás esperaba que en ese momento, sin el apoyo del Padre, Jesús sería incapaz de asumir el terrible sufrimiento de expiar por todos los pecados de la Humanidad pasada, presente y futura, y que la redención no podía realizarse sin el apoyo del Padre, además si un hombre como Adán pecó, la Redención tenía que hacerse por otro hombre. 

El fin del mundo ocurrirá cuando el Espíritu Santo - por la desidia de la Humanidad pecadora, liderada por el Anticristo, al estar apartada de Dios - retirará su Acción Vivificadora, lo que acarreará la muerte del Universo y de toda la Humanidad. 



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(3-5-1.946)


Dice la muy beatificadora voz del Espíritu Santo:


"Porque estoy sobre ti, estás en el haz de mis rayos. Soy Yo toda la luz que recibes. Soy Yo toda la Paz de que gozas. Soy Yo todo el júbilo que experimentas. Estoy sobre ti, no visible pero presente. Aunque creas que estás sola, estás protegida. Porque el Amor no falta nunca junto a las agonías y los sacrificios de los que trabajan por la Gloria de Dios y la redención de las almas. 

Aunque nada parece demostrarlo, Yo estaba junto al Verbo inmolado. Él clamaba por el Padre y lo consideró ausente. Pero no fue así en cuanto a Mí. Yo estaba en Él cuando sublimaba el Amor elevándolo a la potencia del Sacrificio. Yo estaba en Él y le daba la fuerza de sufrir el infinito dolor del mundo, de todo el mundo y por el mundo. Yo había formado el Santísimo Cuerpo. Era justo que Yo estuviera en el Corazón de la Víctima para recoger sus infinitos medios y entregarlos al Padre. Yo fui el Sacerdote del Calvario. El que alza la Víctima y la ofrece. Yo fui el Sacerdote porque el Amor siempre es Sacerdote en el Sacrificio, es su indispensable Sacerdote. 

Estoy sobre ti, en ti, contigo. Te doy fuerzas para sufrir ofrezco al Padre tu sufrimiento. Déjate inmolar por el Amor que te ama. Quédate en Mí como Yo estoy en ti. Que la paz del Amor esté contigo".

Este dictado del Espíritu Santo, breve pero portador de tanta leticia, responde en estas horas del primer viernes de mayo, fiesta de la invención de la Santa Cruz, a una pregunta íntima que me he hecho mientras rezaba y sufría muchísimo por una violenta crisis cardíaca.

Me decía: "¿Cómo puede ser que una criatura sufra contemporáneamente tanto dolor material y moral hasta alcanzar la agonía, y junto a ello experimente un gozo tan intenso que parece consumir aún más la enfermedad pero que, al mismo tiempo, resulta más eficaz que las medicinas? ¿ Por qué me siento tan feliz yo, que estoy tan enferma y que, hecho aún más importante, estoy tan afligida por el Padre Migliorini por lo que se refiere a los escritos venidos del Cielo que, a pesar de la diversa opinión del Padre, advierto que están sometidos a juicio, y sobre todo a un juicio severo y mal dispuesto?" 

El Espíritu Santo, con su voz inmaterial que con solo acercarse eleva al éxtasis, me dice lo que acabo de escribir...

Mientras el Espíritu Santo me saluda antes de callar, viene el Padre Mariano con el Santísimo Sacramento. El Padre Mariano me encuentra abatida... Creo que mis sensaciones - lo creo sin temor a equivocarme - son semejantes a los de los mártires agonizantes, o sea, debilidad física y sufrimiento físico total, pero en cambio, júbilo y paz espiritual llevadas al máximo límite de lo que pueda gozar una criatura aún en la Tierra...




San Juan de la Cruz da la explicación a María Valtorta sobre el agridulce del dolor y del gozo, en su famoso escrito



LA LLAMA DE AMOR VIVA


[...] Porque Dios ordinariamente ninguna merced hace al cuerpo que primero y principalmente no la haga en el alma; y entonces, cuando mayor es el deleite y fuerza de amor que causa la llaga dentro del alma, tanto mayor es la fuerza en la llaga del cuerpo, y creciendo lo uno, crece lo otro. Lo cual acaece así porque estando estas almas purificadas y puestas en Dios, lo que a su corruptible carne es causa de dolor y tormento, en el espíritu fuerte y sano, le es dulce y sabroso; y así, es cosa maravillosa sentir crecer el dolor en el amor.

La cual maravilla echó bien de ver Job en sus llagas cuando dijo a Dios: "Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas" (10, 16), porque maravilla grande es y cosa digna de la abundancia de la suavidad y dulzura que tiene Dios escondida para los que le temen (Ps 30, 20) hacer gozar tanto más sabor y deleite cuánto más dolor y tormento se siente. Pero cuando el llagar es solamente en el alma sin que se comunique fuera, puede ser el deleite mas intenso y más subido porque, como la carne tenga enfrenado el espíritu, cuando los bienes espirituales de él se comunican también a ella, tira él la rienda y enfrena la boca a ese ligero caballo del espíritu y apágale su gran brío, porque si él usa de su fuerza la rienda se ha de romper; pero hasta que ella se rompa, no deja de tenerle oprimido de su libertad porque como el Sabio dice: 

El cuerpo corruptible agrava el alma, y la terrena habitación oprime el sentido espiritual que de suyo comprende muchas cosas (Sap 9, 15)


      

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