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viernes, 30 de septiembre de 2016

2. SUBLIME DISCURSO SOBRE LAS CAUSAS Y LAS SOLUCIONES PARA REMEDIAR LA CRISIS ACTUAL DE LA IGLESIA CATÓLICA






Extraordinaria reflexión sobre el Imperio Romano: su esplendor y las causas de su decadencia, que son tres: El abandono de su Religión, el hedonismo que hacía que las mujeres no querían tener hijos, y las orgías, consecuencia de los vicios. 

En la época de Esplendor del Imperio Romano, dice San Juan de la Cruz, que Dios le dio su inmenso poder porque tenían leyes más justas que las de los otros pueblos.
Lo mismo ocurrió desde siempre con todos los grandes Imperios en la historia de la humanidad, que decayeron al abandonar las leyes mejores que las de los Pueblos vecinos, y entregarse a todos los vicios.

El orador explica que eso es lo que le dijo Yahvé al Pueblo Judío cuando entregó las tablas de la Ley a Moisés, cuando le dijo. Si cumples esas leyes te bendeciré, y tendrás prosperidad, dominarás a tus enemigos, pero si no las cumples, caerá mi maldición sobre ti, y los otros pueblos te dominarán y te esclavizarán.

Extraordinaria explicación de la Sabiduría de Dios en las cartas Apostólicas de San Pablo a los Romanos y a los Efesios, que el gran teólogo y profesor de teología Ricardo Franco (q.e.p.d.), tachó de "veteró-testamentarias", es decir redactadas por una persona con una mentalidad obsoleta y pasada de moda, dando a entender que ¡en el mundo relativista de hoy, no tenían validez!

Europa que no quiso seguir el consejo de San Juan Pablo II, para que reconociera sus raíces cristianas en su Constitución, está siguiendo el camino de los Romanos, está en plena decadencia, se han aparcado los mandamientos de la Ley de Dios, y las mujeres ya no quieren tener hijos, se está dando culto al placer y a la sexualidad, ignorando los mandamientos.

En la última parte del discurso, hay una profunda oración mística sobre el Sacramento de la Reconciliación, que es una extraordinaria reflexión sobre el arrepentimiento que nos volverá a limpiar y a curar el alma y que nos reconciliará con Dios y con todos nuestros hermanos, ya que todos pertenecemos al Cuerpo místico de Cristo.



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