ESTAMOS EN ESTE MUNDO PARA SER EXAMINADOS ESCUPULOSAMENTE PARA VER SI SOMOS MERECEDORES DE SER HIJOS Y HEREDEROS DE DIOS |
Dios ha creado al hombre en el jardín del
Edén, y él y su descendencia hubieran permanecido felices como los niños
inocentes, que encuentran su alegría en la contemplación de todo lo creado, no
odiando, ni guardando rencor a nadie, e ignorando la maldad. Pero el hombre ha
desobedecido y quiso probar la droga ofrecida por Satanás para ser igual a
Dios. Y conoció el pecado, que es dulce al paladar, pero amargo al espíritu, ya
que se hace esclavo de él, y se olvida de Dios, perdiendo su filiación divina.
Por eso dijo Jesús que el que siga sus mandamientos será libre, lo que
escandalizó a los Fariseos, que se tomaban por los santos de Yahvé, Jesús les
dijo entonces que los que se entregan a todos los apetitos del mundo, son
esclavos del pecado. San Juan de la Cruz explica que satisfacer sus apetitos,
es echar cada vez más leña al fuego, y aún peor ya que el fuego se apaga cuando
no lo alimentan, mientras que el deseo crece más y más cuando no se le da lo
que desea, es lo que ocurre con todos los vicios, como la Lujuria, la Soberbia,
el alcohol y las drogas.
Al abandonar la Ley, la Gracia de Dios
disminuye en él y el hombre pierde su inocencia primitiva. Poco a poco, se
opera una transformación en el alma del hombre, y el ser creado por Dios
perfecto y hermoso, degenera y se transforma en un ser imperfecto y feo. Es lo
que le ocurrió a Lucifer que se transformó de Arcángel hermoso y admirado, en
un demonio horrendo y despreciable.
De los Cuadernos
de María Valtorta
(11-12-1.943)
Dice Jesús:
“Cuando
el Creador creó la Tierra. La sacó de la nada uniendo el gas del éter ya creado
y convertido en firmamento, en una masa que rotando, se solidificó como una
avalancha meteórica que crecía cada vez más alrededor de un núcleo primitivo.
También
vuestra negación (llamo negación a la
Ciencia que quiere dar explicaciones negando a Dios) admite la fuerza
centrípeta que permite a un cuerpo rotar sin perder parte de sí, sino al
contrario, atrayendo todas las partes hacia su centro. Tenéis las máquinas, que
aunque sean grandiosas, repiten de manera microscópica la potencia centrípeta
creada por Dios para crear los mundos y obligarles a girar alrededor del sol,
eje fijo, sin precipitar fuera de las vías celestes señaladas para ellos,
turbando el orden creador y provocando cataclismos de una destrucción
incalculable.
La
Tierra, creándose así en su carrera de proyectil nebular que se solidifica atravesando
los espacios, por fuerza tuvo que raptar de estos, emanaciones y elementos
procedentes de otras fuentes, los cuales y las cuales han permanecido
encerrados en ella bajo forma de fuegos volcánicos, azufre, aguas y distintos
minerales, que afloran a su superficie testimoniando su existencia y los
misterios, que con toda vuestra ciencia, no lográis explicar con su exacta verdad,
de la Tierra, planeta creado por Dios, mi Padre.
¡Cuántas
fuerzas buenas ignoráis aún vosotros que sois maestros en descubrir y utilizar
las fuerzas malvadas! Estas últimas, las pedís al Mal, y él os las enseña para
convertiros en sus torturadores y torturadores de vuestros semejantes en su
nombre y a su servicio. Pero no pedís al Bien las fuerzas buenas, que os
enseñaría paternalmente como enseñó a los primeros hombres, que también eran
culpables y estaban condenados por Él, los medios de existencia terrena y los
modos para usarlos.
Hay fuentes benéficas y jugos
saludables que ignoráis aún y que os sería muy útil conocer. Y no solo: hay
algunos que conocéis pero que no queréis utilizar, prefiriendo otros,
verdaderas drogas de infierno, que os destrozan el alma y el cuerpo.
¿Cesan
por eso acaso de existir, esas fuentes, cuyas gotas son sales disueltas,
arrebatadas a los minerales encerrados en el seno de vuestro planeta y que
afloran por estratos y venas del suelo hasta
la superficie, glaciales o hirviendo, insípidas, incoloras, inodoras, o
con sabor, color, olor sensible para vuestros sentidos? No. Estas continúan
creándose, como la sangre de vuestro cuerpo, en el interior de la Tierra, por
un proceso de asimilación y de transformación continua, como la del alimento
que se hace sangre en vuestro organismo, nutriendo los tejidos y las médulas,
los órganos y las células, que después son productoras de la sangre. Continúan
rezumando así como el sudor que sigue apareciendo a través de los tejidos.
Ellas obedecen. Cuando eso dejara de producirse, se producirán explosiones
terrestres y la Tierra, como una caldera sin orificios, explotaría causándoos
la muerte.
María,
Yo quiero que tú seas como una de esas fuentes.
Yo
te nutro por un proceso de asimilación conmigo, querido por mi Bondad. Pero tú,
sin preocuparte de si los enfermos de espíritu vienen o no a ti, para beber lo
que brota, que es mi Palabra, debes seguir con tu misión de fuente, que se
colma y se deja sacar agua, y si no sacan agua aquéllos para los que se ofreció
especialmente y que deberían hacerlo, más porque no la consideran saludable y
santa, se desborda, y se benefician solo aquellos que casualmente entran en
contacto con ella.
Yo
alimentaré siempre en ti la fuente de mi Palabra. Me basta con que me des amor,
humildad, voluntad, espíritu de sacrificio, pero si tienes el amor, lo tienes
todo, porque este es el genera a todas las virtudes.
El que ama es humilde con el
Amado en que ve toda la Perfección. Quien ama es solícito para satisfacer el
Amado. Quien ama no siente repugnancia ante el sacrificio, si este sacrificio
puede servir al Amado. Esto vale también para los valores humanos. Se
centuplica cuando el Amor es sobrehumano.
Y
tú que ya conoces el fruto de la humildad y del sacrificio, dos potentes imanes
que me atraen con todos mis dones espirituales, aumenta hasta la anulación y
hasta el delirio la humildad y el sacrificio.
¡Vivan las
víctimas enloquecidas por el divino Amor, arrebatadas en él, los vencedores del mundo que lo ponen
bajo sus pies, y los conquistadores de Dios, de Cristo, Víctima suprema!
ORACIÓN
DE LA VIRGEN AL VERBO
¡Oh santa Palabra! Don entregado a los predilectos
de Dios, vestidura de fuego que ciñes de esplendores, vida que te haces Vida de
aquellos a quienes te das, que Tú seas cada vez más amada con ardor y humildad.
Obra en estos hijos tuyos y de María, a los que ella
tomó por suyos al pie de la Cruz para consuelo de su Corazón de Madre a la que le
mataron su Hijo adorado, y para gloria de tu divino Corazón ¡oh, Palabra
santísima de mi Dios y Señor!
Condúcelos hasta tu Corazón y hasta el Corazón
Inmaculado de tu Madre, en el que Tú dormiste de Niño y te posaste después de
muerto, en el que aún quedan gotitas de tu Sangre y de su llanto materno, para
que, a su contacto, desaparezca cuanto les queda de humano y, resplandecientes
con tu Luz, entren contigo en la Ciudad en la que todo es eterna perfección y
donde Tú reinas y reinarás, Hijo santo de Dios, encarnada Palabra del Padre.
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