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domingo, 5 de noviembre de 2017

LECTURAS DE LA SAGRADA EUCARISTÍA DEL 4-11.2.017. PROFECÍAS DE SAN PABLO SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS; EL VALOR DE LA HUMILDAD.

El alma del soberbio es incapaz de
recibir a Dios





San Pablo a los Romanos 11, 1-2


Entonces me pregunto: ¿Dios habrá rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. ¿Ustedes no saben acaso lo que dice la Escritura en la historia de Elías? El se quejó de Israel delante de Dios, diciendo: Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel.
Esta opinión de San Pablo de que por la caída de Israel, al no reconocer a Jesús como el Mesías, creo que indica que los actuales Judíos, al seguir esperando otro Mesías, aseguran a los actuales cristianos que Jesús no es, como los fundadores de las innumerables sectas religiosas una persona surgida de entre la multitud, pero sí un Ser predicho y esperado por los Profetas desde Adán.

Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total? Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos.
Estas Palabras de San Pablo, son sin duda alguna una profecía para los últimos tiempos antes del fin del mundo: El Pueblo Judío se convertirá, reconociendo a Cristo Jesús como el auténtico Mesías, es entonces cuando Satanás, enviará al Anticristo para tratar de vengarse, lo que propiciará la intervención del Arcángel San Miguel, para derrotarlo definitivamente.  

Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: De Sión vendrá el Libertador. El apartará la impiedad de Jacob. Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados. Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres. Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.



Salmo 94(93),12-13a.14-15.17-18.


Feliz el que es educado por ti, Señor,
aquel a quien instruyes con tu ley,
para darle un descanso
después de la adversidad,

mientras se cava una fosa para el malvado.
Porque el Señor no abandona a su pueblo
ni deja desamparada a su herencia:
la justicia volverá a los tribunales

y los rectos de corazón la seguirán.
Si el Señor no me hubiera ayudado,
ya estaría habitando en la región del silencio.
Cuando pienso que voy a resbalar,

tu misericordia, Señor, me sostiene;





Lucas 14,1.7-11.


Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: 
"Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. 

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Aquí aparece una vez más lo que Jesús, manso y humilde de corazón, siempre atacó con más fuerza llamando sepulcros blanqueados, muy limpios por fuera y llenos de podredumbre por dentro a los Fariseos. Son los típicos individuos que quieren aparecer a los ojos de su prójimo como seres perfectos para ser alabados, pero por dentro están llenos de pecados, que es una falta absoluta de amor a Dios y a sus semejantes.
Estos individuos quieren todas las alabanzas y la veneración para ellos, y nunca se la darán a Dios, ya que su soberbia les hace hijos de Satanás que quiso ser igual a Dios, cuando dijo: No serviré", lo que propició la intervención del Arcángel Miguel, la fuerza de Dios que dijo: "¿Quien como Dios?".








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