Libro del Apocalipsis (Ap. 6, 9-11)
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados por la palabra de Dios y por el testimonio que guardaban. Clamaban a grandes voces diciendo: ¿hasta cuándo, Señor, Santo, verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre en los que moran sobre la Tierra? Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y le fue dicho que estuvieran callados un poco de tiempo aún, hasta que se cumpliera el número de sus consiervos y hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
Estas palabras son absolutamente incomprensibles para muchos: en un diálogo en un Blog religioso, cuando las cité, se me contestó diciendo que todos los mártires murieron perdonando y que esas palabras eran erróneas. Este razonamiento se parece a lo que hoy día muchos creyentes, eclesiásticos, grandes teólogos y hasta obispos están predicando (no atreviéndose algunos a negar la existencia del Infierno, ya que es un dogma), afirman que el infierno está vacío, como me lo dijo cierto arzobispo, afirmando que un Padre no puede mandar a un hijo suyo a ese lugar de suplicios eterno, ignorando lo que dijo Jesús a Nicodemo, explicándole que para ser Hijo de Dios, hay que volver a renacer a la vida de la Gracia.
Y ahora comprendo por qué cierto Obispo de la Confederación Episcopal alemana dijo que "¡Jesús no había muerto en la Cruz para redimirnos, sino para aprendernos a morir!" (sic) En efecto, como al ser todos hijos de Dios y el Infierno es una falacia, el hombre no necesitaba redención. Y la muerte de Jesús que no se puede negar, no tendría entonces el sublime valor de la Redención de la humanidad. No comprenderé nunca por qué la Santa Sede no excomulga esta nueva herejía y no destituye esos prelados, que pueden llevar a la perdición a tantos fieles, condenandolos al inmovilismo y a la muerte del alma.
Y ahora comprendo por qué cierto Obispo de la Confederación Episcopal alemana dijo que "¡Jesús no había muerto en la Cruz para redimirnos, sino para aprendernos a morir!" (sic) En efecto, como al ser todos hijos de Dios y el Infierno es una falacia, el hombre no necesitaba redención. Y la muerte de Jesús que no se puede negar, no tendría entonces el sublime valor de la Redención de la humanidad. No comprenderé nunca por qué la Santa Sede no excomulga esta nueva herejía y no destituye esos prelados, que pueden llevar a la perdición a tantos fieles, condenandolos al inmovilismo y a la muerte del alma.
Los mártires perdonaron porque también ellos eran pecadores, y sabían que estando en este mundo, sus verdugos aún pueden salvarse y que su muerte es un sacrificio para perdonar sus propios pecados y los pecados de sus agresores, hacen lo que hizo Jesús en la Cruz cuando murió y padeció para la salvación de la Humanidad, por eso dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". A pesar de esta petición de Jesús, Dios Padre permitió la destrucción del Templo, la deportación, el masacre y la esclavitud de los Judíos, como Jesús, camino del Calvario así se lo profetizó a las mujeres que encontró llorando, a las que les adelantó lo que iba a ocurrir en Israel.
Y también se produjo la persecución en el transcurso de la historia, ya que los Judíos le dijeron a Pilatos, que la culpa recaiga sobre ellos y sobre sus hijos, cuyo culmen se produjo en la masacre de los los campos de exterminio nazis.
Y también se produjo la persecución en el transcurso de la historia, ya que los Judíos le dijeron a Pilatos, que la culpa recaiga sobre ellos y sobre sus hijos, cuyo culmen se produjo en la masacre de los los campos de exterminio nazis.
Siendo las palabras de Jesús inamovibles e imborrables, ¿Cómo es posible que se pueda dudar de lo que está escrito en el Evangelio, refrendado por todos los Santos y la tradición cristiana de todos los siglos?, son las palabras de Jesús dirigidas a los condenados en el Juicio final:
Y dirá a los de la Izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat 25, 41).
Hoy día muchos predicadores olvidan esas palabras, y afirman que Dios no condena a nadie, que es el pecador que se aleja de Dios. Hace algún tiempo, en el sermón de la misa oí al sacerdote decir: Ya he comprendido porque hay gente que se condena: "Ven el Reino de los Cielos, y dicen: "¡Eso no es para mí!".
Hace muchos años entré en una Iglesia, en la misa concelebrada de Navidad, repleta de gente, el celebrante dijo en el sermón unas palabras que recordaré toda mi vida, en especial a la hora de la muerte: "Os tenemos que pedir perdón nosotros los curas, ¡porque el Infierno lo hemos inventado nosotros!". Entré otra vez hace poco en esta Iglesia, esta vez, un sacerdote predicaba las Bienaventuranzas, y decía: "En el Antiguo testamento, Dios impuso las tablas de la Ley con sus obligaciones y sus prohibiciones, pero ahora, sin olvidar esas leyes, ha venido Jesús y ha predicado bienaventuranzas", mi mujer que estaba conmigo en la misa, viendo mi disgusto me dijo: ve a hablar con él. Entré en la Sacristía y estaba hablando con algunas personas, le dije:
-"Padre, se ha olvidado Ud. de algo".
-"¡Ah, sí!, ¿De qué?"
-"De las imprecaciones de Jesús, cuando pronunció las palabras ¡Ay de vosotros", lo que en lengua española es muy ambiguo, pero en Francia el Evangelio dice: "Malheur a vous", que traducido literalmente quiere decir: "Que la desgracia caiga sobre vosotros", lo que es una maldición", me contestó diciendo:
-Si pero yo dije que tampoco hay que olvidarse de los mandamientos"
A continuación se marchó porque tenía mucha prisa. Esto es lo que se predica hoy día, creyendo que pintando a un Dios "merengue" van a atraer a la gente, cuando en realidad ocurre todo lo contrario, la mayoría de las almas tienen sed de la palabra de Dios, y no quieren oír una doctrina adulterada, que quieren adaptar a la mentalidad hedonista de hoy, cuando en realidad, tiene que ser el mundo el que tiene que adaptarse a Jesús que dijo: "El que quiere venir en pos de Mí, que se niegue a si mismo, que coja su cruz y me siga".
Hoy día muchos predicadores olvidan esas palabras, y afirman que Dios no condena a nadie, que es el pecador que se aleja de Dios. Hace algún tiempo, en el sermón de la misa oí al sacerdote decir: Ya he comprendido porque hay gente que se condena: "Ven el Reino de los Cielos, y dicen: "¡Eso no es para mí!".
Hace muchos años entré en una Iglesia, en la misa concelebrada de Navidad, repleta de gente, el celebrante dijo en el sermón unas palabras que recordaré toda mi vida, en especial a la hora de la muerte: "Os tenemos que pedir perdón nosotros los curas, ¡porque el Infierno lo hemos inventado nosotros!". Entré otra vez hace poco en esta Iglesia, esta vez, un sacerdote predicaba las Bienaventuranzas, y decía: "En el Antiguo testamento, Dios impuso las tablas de la Ley con sus obligaciones y sus prohibiciones, pero ahora, sin olvidar esas leyes, ha venido Jesús y ha predicado bienaventuranzas", mi mujer que estaba conmigo en la misa, viendo mi disgusto me dijo: ve a hablar con él. Entré en la Sacristía y estaba hablando con algunas personas, le dije:
-"Padre, se ha olvidado Ud. de algo".
-"¡Ah, sí!, ¿De qué?"
-"De las imprecaciones de Jesús, cuando pronunció las palabras ¡Ay de vosotros", lo que en lengua española es muy ambiguo, pero en Francia el Evangelio dice: "Malheur a vous", que traducido literalmente quiere decir: "Que la desgracia caiga sobre vosotros", lo que es una maldición", me contestó diciendo:
-Si pero yo dije que tampoco hay que olvidarse de los mandamientos"
A continuación se marchó porque tenía mucha prisa. Esto es lo que se predica hoy día, creyendo que pintando a un Dios "merengue" van a atraer a la gente, cuando en realidad ocurre todo lo contrario, la mayoría de las almas tienen sed de la palabra de Dios, y no quieren oír una doctrina adulterada, que quieren adaptar a la mentalidad hedonista de hoy, cuando en realidad, tiene que ser el mundo el que tiene que adaptarse a Jesús que dijo: "El que quiere venir en pos de Mí, que se niegue a si mismo, que coja su cruz y me siga".
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