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jueves, 15 de junio de 2023

LOS DOS TESTIGOS DEL APOCALIPSIS








Dios nos dice: Si te sacrificas en esta Tierra, te daré la Gloria eterna en el Cielo. Satanás y sus secuaces nos dicen: Después de la muerte no hay nada, esta vida es muy corta, aprovéchala para disfrutar, y pisotear al más débil e indefenso. 

En este mundo tenemos libertad para escoger entre el bien y el mal, al haber puesto Dios en las almas de todos los seres creados la razón y la conciencia, que son los dos Profetas de Dios, todos los que se apartan de lo que les dice su razón al ver las maravillas y la infinitud de todo lo creado, que le demuestran que hay un Dios y que ahogan su conciencia que le hace ver el horror del pecado y la sublime belleza de la virtud. 

Son los dos testigos del Apocalipsis, que han matado y que siguen en la plaza pública, lo que hace que todos los ateos se feliciten, pero que al final resucitarán ante el profundo terror que tendrán los que los mataron.



       Apocalipsis 11-6, 14
      Los dos testigos del Apocalipsis


Tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante el tiempo de su ministerio profético; tienen poder para convertir en sangre las aguas y para herir la tierra cuantas veces quieran con toda clase de calamidades. Cuando hayan terminado de dar su testimonio, la Bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán sobre la plaza de la gran Ciudad, que es llamada alegóricamente Sodoma y Egipto, y en la que fue también crucificado su Señor. Durante tres días y medio contemplan sus cadáveres gentes de todo pueblo, raza, lengua y Nación, sin que a nadie se les permita darle sepultura. Los habitantes de la Tierra se alegran y se felicitan por su muerte y se hacen regalos unos a otros, porque estos dos Profetas constituían un tormento para ellos. Pero después de tres días y medio, un Espíritu Divino entró en ellos, se pusieron en pie y un gran temor se apoderó de quienes los contemplaban. Oyeron entonces una voz potente que les decía desde el Cielo; "Subid aquí".
Y subieron al Cielo en una nube, a la vista de sus enemigo. Y en aquel momento se produjo un formidable terremoto; se derrumbó la décima parte de la Ciudad y siete mil personas perecieron en el Terremoto. Los supervivientes quedaron aterrorizados y glorificaron al Dios del Cielo.
Ha pasado el segundo ¡Ay! Pero he aquí que el tercero está a las puertas.










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