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miércoles, 19 de junio de 2024

ATRAED MI MISERICORDIA CON VUESTRO AMOR, ¡SI SUPIERAIS. QUE ACTIVA Y GRANDE ES MI MISERICORDIA HACIA QUIEN ME AMA!

NO HAY MAYOR AMOR QUE DAR SU VIDA POR LOS DEMÁS


Dice Jesús a María Valtorta:

Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitamente veces mayor que miles y miles de oraciones y de ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío.



AMOR CON AMOR SE PAGA

Jesús nos amó con la mayor intensidad que se puede imaginar, una intensidad que no es humana, que solo puede realizar una persona con una naturaleza sobrenatural, es decir que solo es capaz de llevar a cabo el Hombre-Dios, Jesús el sublime Redentor, que estaba asistido en todo momento por el Espíritu Santo, que es la mayor fuerza espiritual que se puede concebir, ya que es el motor que sostiene y mueve el Universo visible e invisible.

Esa era la única posibilidad que existía para salvar a una Humanidad caída bajo el poder de Satanás, y lograr rescatarla del pecado de Adán y Eva, que habían transmitido sus genes espirituales de pecado a todos sus descendientes, como así ocurre con una enfermedad hereditaria. Y si fue Satanás el Príncipe negro, movido por la envidia, cuyo fruto es el odio, lo que había logrado la caída y la corrupción de la Creación de Dios, tenía que ser el Amor de Jesús, el Hijo de Dios, movido por la Misericordia, que es fruto de ese Amor, lo que ha logrado el renacer y la sanación de esa Creación.

Para que esa recreación de Dios, llevada a cabo por el tremendo Sacrificio de Cristo pueda realizarse,  necesita la colaboración de las almas, las cuales son libres de aceptarla o rechazarla. Para lograrlo, Jesús nos asiste de una manera visible a través de su Embajada plenipotenciaria en la Tierra, la Santa Iglesia Católica y Apostólica, y de una manera mística a través de la Gracia Santificante, que se tiene que pedir insistentemente a Dios.

Y es que de la misma manera que el alma participó en su perdición, oyendo y aceptando la voz del tentador, obrando con soberbia, queriendo ser como Dios, de la misma manera, la Justicia exige que, para ser redimida, esa alma escuche la voz del Salvador, obrando con humildad, para así heredar y no robar la Divinidad.

Esta posibilidad de ser dioses por participación, que es la herencia de Dios, necesita su ayuda, ya que como lo dijo Jesús, contestando a sus discípulos, asustados por la dificultad de alcanzar el Reino de los Cielos, lo que es imposible al hombre es posible a Dios. Tenemos pues que solicitar esa ayuda si queremos lograr la felicidad eterna.

Muchísima gente se cree que recitando oraciones largas y repetidas, que "aburren hasta su ángel de la Guardia", participando a misas diarias, largas peregrinaciones y confesiones generales, van a alcanzar la Vida eterna, pero si no tienen  amor, que es la Fuerza de Dios, seguirán con sus defectos e imperfecciones, faltando a la caridad con su prójimo, y al verdadero Amor hacia Dios, incumpliendo el primer mandamiento que está antes del mandamiento que dice: no matarás.



A cambio de su Amor incondicionado, Dios solo nos pide correspondencia con ese Amor, lo que es incompresible es que todo lo que ha obrado Jesús primero con la creación, y luego después del pecado de Adán con la Redención, que son dones gratuitos, dones que el hombre no solo no ha sabido agradecer, pero además tampoco ha sabido arrepentirse, y para colmo quiso ponerse a la altura del mismo Dios cuando escuchó la voz de Satanás que le dijo: "si coméis del fruto prohibido seréis como dioses" (Gen 3, 5 ).


¿Como es posible que haya gente que no ame a Jesús, que solo vino para borrar nuestros pecados y para ofrecernos el Paraíso perdido por nuestra culpa, como es posible que después de haber venido y vivido pobre, curando leprosos, paralíticos, ciegos, y predicando la doctrina del Amor, lo hayan detenido como un asesino, azotado, burlado y clavado en una cruz con una terrible agonía en presencia de su santa Madre, que soportó esa terrible pasión con dolor y angustia tremendos?


En el relato de la Pasión de Jesús de la gran mística María Valtorta, se describe como Jesús se desmayó en cierto momento en la Cruz, y como lo despertaron con una lluvia de pedradas y de insultos a Él y a su Madre. ¿Como puede haber gente así? y me pregunto ¿Como Dios no los fulminó en ese momento como hizo Moisés al bajar del Sinaí con las tablas de la Ley, al enterarse de que estaban adorando el becerro de oro?


COMO HA DE SER LA VERDADERA ORACIÓN
Dice Santa Teresa de Jesús:
(Libro de la Vida)

"No es otra cosa la oración, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". 

Dice San Juan de la Cruz
(Llama de amor viva)


Y esta es la operación del Espíritu Santo en el alma transformada en amor, que los actos que hacen interiores es llamear, que son inflamaciones de amor, en qué, unida la voluntad del alma, ama subidísimamente, hecha un amor con aquella llama.

Y así, estos actos de amor del alma, son preciosísimos, y merece más en uno y vale más que cuanto había hecho en toda su vida sin esta transformación, por más que esto fuese, etc.


De los cuadernos de María Valtorta
(21-10-1.943)

Dice Jesús:
Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitamente veces mayor que miles y miles de oraciones y de ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío.

Atraed mi Misericordia con vuestro amor. ¡Si supierais que activa y grande es mi Misericordia hacia quien me ama! Es una ola que pasa y lava cuanto constituye mancha en vosotros. Os da una estola cándida para entrar en la Ciudad Santa del Cielo, en la que la Caridad del Cordero que se ha dejado inmolar por vosotros resplandece como el sol.

El Evangelio recuerda y confirma esas afirmaciones tan sublimes: en el episodio de la pecadora arrepentida: la conversación de Jesús con Simón el Fariseo, cuando este se quejaba de que Jesús se dejaba lavar los píes con sus lágrimas, y secarlos con su cabello, pecadora que amaba de tal manera a Jesús que no le importó lo más mínimo la presencia de tanta gente en el convite, le dijo al Fariseo: 

"Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho". (Luc 7, 47) 

  

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