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viernes, 19 de octubre de 2012

LA OBSESIÓN DE ALGUNOS JERARCAS ECLESIÁSTICOS POR QUERER ANULAR LA TRADICIÓN CRISTIANA






SOBRE LA MISA TRIDENTINA



Aunque reconozco que la misa actual merece todos mis respetos, y que no cambia nada a lo más importante que es la Palabra y la presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía, observo que en las ceremonias actuales se ha perdido la Sacralización que había en la misa en Latín.
Los asistentes en general no se comportan de la misma manera, no hay respeto en la manera de comportarse al principio y sobre todo al final de la misa, que parece la salida de un cine o de un teatro. 
Las mujeres desde jóvenes, en su gran mayoría, vienen a la misa en verano con vestidos inmorales, sin que nadie les diga nada, cuya culpa es de ellas y también de los Párrocos de las Iglesias que no se lo impiden.
Este escrito lo he dirigido a un amigo mío que se ha pasado a la Iglesia Bautista, y que ha renegado de la Religión Católica.




            Te quiero explicar como era para mí y para muchas personas que conocí, la misa en latín. Esa misa era como la lengua de la Iglesia Católica, mi Patria espiritual, que me había enseñado de pequeño mi madre, terciaria del Carmen descalzo, era el signo de la continuidad de los cristianos desde el martirio del coliseo  Romano, que fue la semilla de nuestra Santa Fe, la que produjo  la savia necesaria para la implantación y el arraigamiento de la doctrina de Jesús. Era la lengua en la cual se perpetuaba la herencia recibida, me llegué a aprender casi todos sus sentidos, y sus sonidos me eran agradables, me podía comunicar con cualquier cristiano del mundo a través de esa lengua, pues era el lazo de unión que teníamos los Católicos en toda parte donde nos encontrábamos.

La misa actual ha suprimido todo los símbolos más sagrados: por ejemplo, cuando se recitaba el Credo y se decía "Et incarnatus est ex María Virginae", los fieles que estaban de pié se arrodillaban;  y también en la comunión y cuando el Sacerdote daba la bendición al final de la Misa. Esta "desacralización" de los sacramentos, y de la divinidad, llamada "teología de la secularización", es semejante a lo que ha traído la supuesta democracia en la vida política: Los niños en general ya no respetan a nadie, ni a sus padres, ni a los maestros, y lo que es peor, se  rebelan contra cualquier Jerarquía.

Esa Jerarquía está puesta y querida por Dios no solo en el Universo en donde todos los satélites giran alrededor de los planetas; los planetas alrededor del sol, y el sol con toda la galaxia alrededor de los misteriosos y poderosísimos agujeros negros, que como Dios, son invisibles, debido a su inmenso poderío, y se ocultan en la oscuridad de una nube, que simboliza su inacesibilidad, y además también, está puesta por Dios en los animales; en las plantas; y en toda la Creación. Toda la Creación obedece a los mandatos divinos y a las leyes puestas por el Creador, solo el hombre, desobedece y sigue las consignas de Satanás que dice: "No serviré".

Además, el latín tiene una fuerza de expresión de una contundencia tal, que no la tiene ninguna otra lengua: No es igual decir: “Credo in Unum Deum Patrem Omnipotentem” que decir: “Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso”, o en francés: “Je crois en un seul Dieu, le Père Tout Puissant. O bien “Veni Creator Spiritu” en vez de:  “Ven Creador del Espíritu” o en francés. “Viens Créateur de l´Esprit”. Cuando, de pequeño me encontraba en la misa, estaba el sacerdote de espaldas al pueblo, y por consiguiente sin distracciones posibles, como puede ser ahora observando al público y distrayéndose, o "cabreándose" por la mala actitud de algunos fieles, lo que le hace perder la concentración y el fervor necesarios para un acto tan solemne. Entonces cuando aún no conocía el sentido del latín, leía en mi bonito y ameno misal, con dibujos preciosos que te llenaban de devoción, con la traducción, en mi caso del latín al francés, fue así como aprendí el latín necesario para mas adelante entender sin ninguna ayuda su significado. 

Tú dices, que escuchando la misa en latín, la gente no entiende, pero en realidad, creo que entiende aún menos, cuando una persona de habla Castellana va al País Vasco, a Galicia o en Cataluña, y no hablemos si se desplaza al extranjero, verdadero Babel de lenguas.

             Aún hoy, después de tantos años, me alegro de recordar numerosas oraciones en latín, conozco el Pater, el Ave María, las letanías del Sto. Rosario, el Credo (recitado y cantado), conozco también varios cantos litúrgicos como el Pange Lingüa, el Te Deum, las oraciones de la misa, y el olor del incienso aún resuenan en mis oídos, y recuerdo el perfume,  con una grata armonía.

              He sentido añoranza y profundo pesar por el abandono deliberado de esa maravillosa herencia, y me ha escandalizado la actitud tan hostil hacia esa lengua de muchos sacerdotes para colmo ancianos, y ciertos feligreses, recordándome la actitud de algunos hijos que abandonan a sus ancianos padres, o por lo menos que no saben agradecer lo que han hecho por ellos, y que le faltan al respecto.

              Por eso doy gracias a Dios por el Papa Benedicto XVI, que la divina providencia nos ha dado, y ruego siempre por el, para que tenga fuerzas para combatir esa plaga de laicismo y de inmoralidad que nos invade, heredadas de la obsesión por querer anular, en vez de actualizar los ritos y las costumbres que han sido la práctica común de tantos Santos, Confesores, y Doctores de la Iglesia, como así lo ha denunciado el Exorcista del Vaticano el Padre Gabriele Amorth, en su entrevista a la revista italiana 30 Giorni..

              Por fin te diré que cuando voy a Francia, concretamente a Toulouse, Ciudad donde me crié, en la Parroquia de Saint Jean Baptiste que está en pleno centro, se celebran los domingos dos misas una en francés a las 9,30  y otra a las 10,30, en latín, con la autorización del Obispo del lugar. Pues bien, en la misa en latín, hay dos veces más gente que en la misa en francés, y en ella asisten muchos matrimonios jóvenes con niños, todos vestidos con modestia y celebrando la conmemoración de la muerte de Cristo con mucha fe y devoción.




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