MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 6 de diciembre de 2012

TERRIBLES PALABRAS DE DIOS PADRE A LA HUMANIDAD IDÓLATRA ACTUAL, QUE SE HA OLVIDADO DE DIOS




LA ADORACIÓN DEL BECERRO DE ORO




          María Valtorta, recibe una amiga que ha leído unos escritos suyos, pero esa amiga no sabe que fue ella quien las escribió, comenta que son muy sublimes, pero que atemorizan porque no dejan ver la Misericordia de Dios, ya que hacen ver solo su Justicia, mientras que otra vidente de la época, una tal Marina estaba como en trance, es decir iluminada.  




De los cuadernos de María Valtorta 19-3-1.945

          [...] Hoy he visto a una persona que me conoce desde niña y que me ha dado su amistad materna desde hace muchos años; luego por una voluntad ajena a la mía, tuve que abandonarla y ahora, por fin he podido volver a acercarme a ella. La señora me ha hablado de una tal Marina...y de mis dictados, de los que ha leído algunos fascículos. Como si yo no supiera nada, le he preguntado que diferencia nota entre las dos personas, de la cual una es conocida y la otra casi anónima, porque se la cree una de la congregación Servita o una señorita enferma, etc...

           Me ha respondido que, según ella los de la tal Marina están escritos en trance, mientras que los otros son sublimes, pero atemorizan porque en lugar de hacer sentir la Misericordia de Dios hacen sentir su Justicia. Pero reconoce que encierran palabras de luminosa claridad y de una elevación espiritual que impresiona. Hay una maravillosa oración a la Virgen". Y ha terminado diciendo: "Haz que te los den para leerlos. No pude obtener otros pero, te digo la verdad, deseo obtenerlos".

          No puedo decirle si cree que se trata de mí o si cree que no conozco los dictados: Pero para mí ha sido como una gota de miel porque es una mujer religiosa y culta, que siempre me ha parecido muy equilibrada. Por eso, su juicio y su deseo me han confirmado que en los dictados las almas sienten a Dios.

-¡Dios!..¡Dios!...Éste es mi dolor: Tener como único fin servirle y hacerle amar y temer que Él me aborrezca. Pero es tiempo de Pasión…¡Oh! Ayúdeme porque bajo la calma aparente, soy una doliente herida”.



Reflexiones del que transcribe:


     -Y esta es la expresión de María Valtorta que es la exclamación de todos los Santos:

-Decía S. Juan de la Cruz: “Nadie puede saber si es digno de Amor o de desprecio a los ojos de Dios”.
 -Decía San Pío de Pietrelcina. “Preferiría llevar mil cruces y hasta me sería dulce y llevadera toda cruz, si no tuviese esta prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no al Señor en mis obras”.
 -Le preguntaba Santa Teresita de Lisieux a la Reverenda. Madre Ana de Jesús, compañera de Santa Teresa de Jesús, fundadora del Carmelo en Francia y en Bélgica, que se le había aparecido en Lisieux: "¡Dígame por lo menos si Dios está contenta conmigo!"

 Y Para los de la “moderna” teología, que predican insistentemente al dios “merengue”, el que te quiere “tal como eres”, para los que han modificado la doctrina tradicional de la Santa Iglesia a su gusto y para justificar su mediocridad, por no decir su desidia espiritual.

        Esos son los abanderados de la Doctrina “descafeínada”, los que han borrado de su discurso la palabra "Infierno"; Satanás"; perdición; muerte del Alma, porque les molesta a su vida de molicie, he aquí las terribles palabras de Dios Padre del 20 de Marzo de 1.945, cuando aún no estaba tan extendido como en nuestros días, y cada vez más, el relajamiento, el retivismo y la traición espiritual de tantos fieles y pastores de la Iglesia. 

  ¡Y encima quieren iniciar con esa mentalidad la "Nueva Evangelización" promovida por el Sínodo!.





De los Cuadernos de María Valtorta 
(20 de Marzo de 1.945)


 Habla el Padre Santísimo:

“Os parece dura la palabra que expresa la verdad. Querríais solamente palabras misericordiosas. ¿Podéis reconocer que merecéis misericordia? ¿Acaso no es misericordia también la Voz severa que os habla de castigo y os invita a arrepentiros? ¿Acaso os arrepentís?

Este deseo de oír solamente promesas de bondad, esta manía de recibir de Dios solo caricias, es la desviación de la Religión. Habéis convertido en epicureísmo también este principio sublime que es la Religión referida al Dios verdadero. Pretendéis deleite de ella pero no queréis dedicarle esfuerzo. Queréis descansar en la cómoda transición entre lo que os ordena la Religión y lo que os place. Y pretendéis que Dios se avenga a esta adaptación.

En otras épocas, este vicio espiritual se llamaba “quietismo” y aún así lo llaman los Doctores del espíritu. Yo soy más severo y lo llamo epicureísmo del espíritu.

Querríais recibir de la Religión, de Dios, de su Palabra, solo lo que acaricia los sentidos, porque os habéis rebajado tanto que habéis convertido en sensual hasta el espíritu. Por eso queréis ofrecerle sensaciones y estremecimientos puramente humanos. Parecéis los enajenados de otras religiones que, con oportunas ceremonias provocan un estado psíquico anormal para gozar de los falsos éxtasis de sus paraísos.

Ya no comprendéis la grande, la mayor misericordia de Dios. Y llamáis dureza, espanto, amenaza lo que es amor, consejo, invitación al arrepentimiento para obtener gracias. Queréis palabras misericordiosas. ¿Decís que las queréis para que os den las fuerzas para resurgir? No mintáis. Os gustarían porque son dulces. Pero igualmente, para los labios de Dios, vuestro sabor sería amargo como el veneno.

¿De que sirven las palabras misericordiosas, las visiones plenas de Amor que se os brindan desde hace un año como última prueba de elevación hacia Dios de vuestras almas paganizantes? A muchos les sirve para deleite, a algunos para su ruina y a un pequeño número tremendamente exiguo para la santificación. De este modo continua el destino de Cristo: el de ser un signo de contradicción para muchos.

Hoy hablo Yo ¡Oh culpables, más culpables que los sodomitas! (Gen 19, 24-25), hablo para demostrar que mi misericordia aún es infinita, visto que no os sepulto bajo una granizada de fuego.

Se ha dicho “Castigas a los descarriados pocos por vez, les reprendes por sus faltas y les amonestas para que se aparten de la perfidia y crean en Ti” (Sab 12, 1-2) ¿No han ido aumentando poco a poco estos periodos tremendos ? ¿Os he dejado azotar de un modo infernal una sola vez? No es así. Hace decenas y decenas de años que el castigo va aumentando en cuanto al modo y la duración, dándoos de tanto en tanto una milagrosa ayuda que os liberaba de él y que usabais para preparar, por vuestra misma voluntad, un flagelo aún más cruel.

No mejorasteis nunca. ¡Oh, vosotros que escarnecéis a Dios!, siempre ha aumentado vuestra maldad y vuestra falta de fe. ¿Y ahora, que he de hacer? Si no supiera como os he creado, ahora me preguntaría si tenéis un alma, porque vuestras obras son peores que las de seres bestiales. ¿Os disgusta oíroslo decir? ¡Pues no obréis de modo tal de merecer estas palabras!

En el libro de la Sabiduría se leen estas palabras dirigidas a los Cananeos: “Aborrecías a los antiguos habitantes de tu Tierra Santa, porque sus obras cumplidas con prácticas mágicas y ritos sacrílegos eran abominables ante Ti. Mataban sin piedad a sus pequeños, comían las entrañas de los hombres y bebían la sangre en tu sacra tierra. Quisiste destruir a esos padres, verdugos de almas indefensas…”(Sab 12, 3-7)

¡Oh, generaciones de hombres de esta época!, ¿no os reconocéis en estos antepasados vuestros? Yo sí que os reconozco. Respecto a ellos vuestra perfidia ha aumentado, se ha hecha más satánica. Pero seguís perteneciendo a esta ralea que detesto. El satanismo se ha difundido tanto hasta convertirse casi en la religión de los estados. Ya sea entre los grandes y entre los modestos, entre los cultos y entre los ignorantes, y hasta en la casa de los ministros de Dios, se quiere conocer y se cree conocer a través de magias que tienen un sello inconfundible: el sello de Satanás.

¿No realizáis los sacrificios de los Cananeos? ¡Los hacéis aún peores! No inmoláis las carnes sino vuestras almas y la de vuestros semejantes, conculcando el derecho de Dios y de la libertad del hombre. En efecto, habéis llagado hasta tal punto que, con la burla o con la fuerza, quebrantáis las conciencias de los que aún saben mantenerse fieles, las arrojáis del trono de su fe, que las eleva a Mí, y las corrompéis con doctrinas malditas o las matáis, porque haciéndolo creéis despojarlas de la fe. No; por el contrario, de este modo las ataviáis con una fe incorruptible. Más, que la maldición recaiga sobre vosotros porque sembráis la corrupción para arrebatar fieles a Dios.

 ¿Y no os reconocéis en esos antepasados, vosotras, generaciones de padres que sin piedad matáis moralmente a vuestros hijos al comunicar a esos inocentes vuestra incredulidad, vuestra sensualidad, toda la cohorte de racionalismo y de bestialidad de que estáis saturados y que ahora, ahora, ahora que estos hijos ya no están sostenidos por ninguna columna espiritual, termináis de matarlos en lo que les queda, es decir en la carne, pues permitís que de esa carne hagan mercancía como bestias lujuriosas, y es más, aprobáis satisfechos porque ese mercado os permite satisfaceros y gozar con el sacrificio de vuestros hijos?

  ¡No, no exagera el Libro de la Sabiduría cuando os llama verdugos de almas indefensas! Cuidáis más a la bestia que criáis para venderla y a la planta que cultiváis para obtener los frutos, que a vuestros hijos. Ellos son débiles más no los fortificáis, pues no les dais la Religión de Dios ni, al menos, la de la honestidad cívica y la del amor familiar.

 Padres, ya no sois tutores de los menores. Madres, para vuestras criaturas, no sois ángeles, sois ídolos. No cumplís el fin para el que os he destinado. Abdicáis de vuestros derechos y de vuestras obligaciones. Me causáis horror: sois ídolos idólatras: sois ídolos porque carecéis de espíritu. 

         Sois idólatras, porque adoráis lo que es todo menos el espíritu. Habéis adorado al hombre, habéis permitido que se llegara al culto del cuerpo, que se volviera al culto del cuerpo, tal como lo practicaban los paganos cuando Cristo los encontró, o los neo paganos que son doblemente culpables del paganismo, porque lo eran y siguieron siéndolo aún después de haber recibido la verdadera Religión.

 Y además en los lutos y las alegrías, ¿que hacéis? Practicáis la idolatría. Veneráis, adoráis lo que es perecedero. No pensáis en el Espíritu y en el que lo creó. Y eso “es un engaño para la vida humana, pues los hombres, segundando la afición o la tiranía, dan a la piedra o al leño o a la tela pintada el Nombre incomunicable”(Sab 14, 21) Yo, solo Yo soy Dios.

¿Os parece que os fustigo? Pues entonces oíd: “Ni les bastó haber errado en el conocimiento de Dios sino que, viviendo en la dura guerra de la ignorancia, llaman paz a tan grandes males. Ya inmolan a los hijos, ya hacen misteriosos sacrificios, ya transcurren las noches en infames orgías. No conservan puros ni la vida ni los matrimonios. Por el contrario, uno mata al otro por envidia o le humilla con adulterios. 

        Todo es un cáos de sangre, homicidios, robos, fraudes corrupción, deslealtad, desorden, perjurio, vejación de los buenos, olvido de Dios, contaminación de las almas, inversión de los sexos, inconstancia en los matrimonios, adulterios, libertinaje, porque el abominable culto a los ídolos es causa, principio y fin de todos los males. O se dan a frenéticas juergas o vaticinan falsedades o viven en la injusticia y perjuran sin vacilar pues, dado que confían en ídolos inanimados, no temen que el jurar en falso pueda perjudicarles” (Sab. 14, 22-29).

Mas ¿se trata de la Sabiduría dictada un siglo antes de Cristo o de algo dictado en los momentos actuales? ¿Y aún pretendéis palabras de misericordia?

¿No habéis visto nunca a un pueblo que huye bajo una colosal granizada? Huye veloz pero el granizo le sigue azotando porque los gruesos granos los persiguen por doquier. Si tuviera que hablar según lo merecéis, y os hablara como quien soy, como Dios Padre, seríais como esas gentes azotadas por una colosal granizada.

          Habla la Bondad y no entendéis, habla la Justicia y la consideráis injusta. Tenéis miedo y no os corregís. ¿Sois tontos o criminales? ¿Sois locos o endemoniados? Que cada uno se examine ¿Y por gentes como estas se mandó a la muerte el Hijo del Padre?

           En verdad, si fuera posible encontrar un error en Dios, se diría que ese Sacrificio fue un error, porque su infinito valor es nulo para demasiada gente. Sí, digo que fue un error. Un error que es testimonio de mi naturaleza. Sí, ¡oh, hombres que, a pesar de ser tan culpables, juzgáis que Yo no os trato con misericordia! 


          Porque si Yo no fuera Amor, no os habría concedido la Redención. Sí, porque si en verdad hubiera tenido que obrar como vosotros, que pretendéis el 100 por 100 y hasta el 1000 por cien cuando hacéis aún el mínimo bien, Yo no tendría que haberos concedido la Gracia jamás. Porque desatendéis, burláis, convertís en desgracias todas las formas de gracia, empezando por la de la Sangre derramada para vosotros.


            Hoy Jesús no habla y el pequeño Juan no ve. Hoy hablo Yo para deciros que si callo es porque sé que hablar es inútil; para deciros que la palabra es amor, que el silencio es amor, que la severidad es amor. Solo vosotros sois desamor, en medio del amor soberano que conforma todo lo que proviene de Dios. Y esta es vuestra condena".

Me faltaba solo este severo dictado para terminar de abrumarme..

 Nota: mi pequeño Juan: nombre dado a María Valtorta por Dios.












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