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jueves, 7 de julio de 2016

COMENTARIOS DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA, COMO EL RECHAZO DE DIOS VUELVE CIEGOS A LOS CIENTÍFICOS QUE CARECEN DE SU DIVINA GRACIA

TODA LA CREACIÓN, HECHA A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS ES UN CERTIFICADO 
DE SU EXISTENCIA, SABIDURÍA, OMNIPRESENCIA, BELLEZA E INFINITUD .



Todos los seres tienen, para los que saben ver, la huella de su Creador, y relatan que solo un Ser supremo, dotado de una inteligencia subliminal puede haberlos creado, es increíble ver, cuando se relata con detalle la vida de los seres animados en los documentales, como todos esos seres animales y vegetales, de una increíble variedad que habitan la tierra, los ríos, los mares y los cielos, se adaptan al medio en que viven de una manera perfecta, acoplando todos sus sentidos para desenvolverse en el medio cambiante que los rodea, para cumplir su misión que el Creador les ha encomendado, que es proclamar su grandeza, sabiduría, infinitud y belleza.

Toda la Creación indica también que en cada variedad de seres, existe siempre una jerarquía, en donde predominan siempre unas criaturas que sobresalen sobre otras de categoría inferior. Es lo que ocurre en el Reino de Dios, en donde existe una escala de valores, en donde en lo alto de la "Pirámide" está Dios, seguido por todos los seres creados por Él, desde la Stma. Virgen María, Reina del Cielo y de la Tierra hasta el ángel más pequeño, que como lo dijo Jesús en el Evangelio es más alto que el ser más grande de esta Tierra, ya que está iluminado por la Divinidad, y refleja con su capacidad la grandeza de Dios.

Existe, como así lo dijo Jesús a sus Apóstoles que querían copar el protagonismo al estar a la derecha de Jesús, un antagonismo absoluto entre la Jerarquía de este mundo, y la Jerarquía de Dios: aquí los más destacados son los que imponen sus leyes e esclavizan a sus súbditos, en el más allá, los más altos serán los que han sido servidores de los demás, cuyo ejemplo nos ha querido dar Jesús siendo El mismo, el que se ha encarnado y ha vivido para servir, a los más desgraciados y abandonados.

El ejemplo más increíble, ha sido cuando Jesús, el Sublime Rey del Universo, dotado de una manera infinita de todas las cualidades conocidas, y desconocidas, ha lavado los pies a sus discípulos, y ha entregado voluntariamente su vida como rescate para toda la Humanidad que estaba esclavizado por Satanás. 

    

DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA (13, 1-9)


Totalmente insensatos son todos los hombres que no han conocido a Dios, los que por los bienes visibles no han descubierto al que es, ni por la consideración de sus obras han descubierto al artífice.

Admiran la insensatez de muchos científicos actuales, que no quieren ni oír hablar de Dios. Miran la naturaleza, que canta la Gloria de Dios, y no lo admiten, dicen que se basan en el razonamiento científico, 
pero anulan una premisa filosófica, sin la cual es inútil seguir dialogando, y es la que afirma que cada efecto obedece a una causa.

En cambio, tomaron por dioses, rectores del mundo, al fuego, al viento, al aire sutil; a la bóveda estrellada, al agua impetuosa y a los luceros del cielo.

Admiran y veneran a los políticos, a los artistas, a los deportistas de éxito, a los científicos, que estudian las ciencias naturales, a los astrónomos, que escudriñan el cielo, a los fenómenos terrenales y astrales. Y llegan a razonamientos tan absurdos como la afirmación de que la materia se auto-crea ella misma, y que nunca se destruye, basándose en la afirmación científica de que la energía no desaparece, pero que se transforma. Ley que es verídica, pero que implica la degradación y el no retorno de la materia a su estado original. 

Y, si embelesados con su hermosura, los tuvieron por dioses, comprendan cuánto más hermoso es el Señor de todo eso, pues fue el mismo autor de la belleza el que los creó. 

Se dedican a mirar y a preservar a la naturaleza, pero no lo relacionan con el Creador, ni lo llegan a admirar por su grandeza, y su increíble belleza, siendo como las bestias, que son indiferentes ante la hermosura de todo lo creado, y son incapaces de alabar a la Sabiduría de Dios.

Y si tal poder y energía los llenó de admiración, entiendan cuánto más poderoso es, el que los formó; pues, en la grandeza y la hermosura de las criaturas se deja ver, por analogía, su Creador.

Se llenan de admiración hacia todo lo creado, pero en su ciencia no lo quieren relacionar con su Creador, creyendo que van a desvelar todos los misterios, queriéndose poner a la altura de Dios.

Estos, con todo, merecen más ligero reproche, porque quizás se extravían, buscando a Dios y queriendo hallarlo.

Algunos, son de buena fe y buscan sinceramente a Dios, pero por la presión ambiental y mediática, no encuentran respuesta a sus dudas y nadie les da ninguna aclaración a sus preguntas.

Se mueven entre sus obras y las investigan y quedan seducidos al contemplarlas, ¡Tan hermosas son las cosas que contemplamos!

E investigando, se quedan maravillados por la grandeza y la hermosura de la Creación, y a pesar de ver las leyes que las rigen, no van más allá; y se creen que lograrán encontrar una explicación finita a lo infinito, lo que es una aberración.

De todas formas, ni siquiera estos son excusables, porque, si fueron capaces de escudriñar el Universo ¿Cómo no hallaron primero al que es su Señor?

Pero de todas formas son unos insensatos, porque la razón natural, les clama que tiene que haber un sumo Hacedor, y una suma inteligencia que nos sobrepasa. Y todos los paleontólogos evolucionistas, que nunca quieren hablar de Dios, siempre tropiezan con dos muros infranqueables:

-¿Quien hizo el primer elemento de la creación, que luego fue evolucionando para adaptarse al medio?

-¿A donde va el hombre, y cual es el final de todo lo creado?

Respuesta: Dios lo creó todo en siete días, que simbolizan siete fases; moldeó el hombre en un largo periodo de tiempo, que para el hombre es una eternidad, pero que para Dios, es solo un instante. 

Ese ser se llamó hombre, cuando Dios le insufló el alma eterna e inmortal, dotada de una conciencia que es capaz de compadecerse de sus semejantes, la cual le repite sin cesar: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". 

Conciencia que no tienen los animales, que solo son autómatas, programados por Dios y que son incapaces de compadecerse de los que sufren, y menos aún de prestarles ayuda. Fue el Santo Espíritu de Dios que insufló en los animales su afán para alimentar a sus crías y para defenderlas de sus enemigos, no lo hacen por compasión o amor, sino por instinto.





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