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lunes, 19 de diciembre de 2016

. CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ: LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS ALMAS


Las virtudes del alma son como las flores agitadas
por el Espíritu Santo








Cántico espiritual de San Juan de la Cruz

Detente, cierzo muero;
ven, austro que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.





DETENTE CIERZO MUERTO.


El cierzo es un viento frío y seco, y marchita las flores. Y porque la sequedad espiritual hace este mismo efecto en el alma donde mora, la llama "cierzo"; y "muerto", porque apaga y mata la suavidad y jugo espiritual, por el efecto que hace, la llama "cierzo muerto", y deseando la esposa conservarse en la suavidad de su amor, dice a la sequedad que se detenga; lo cual se da a entender que este dicho es cuidado de hacer obras que la detengan, conservando y guardando el alma de las ocasiones.


VEN, AUSTRO QUE RECUERDA LOS AMORES.

El austro es otro viento que vulgarmente se llama ábrego. Este es aire apacible, causa lluvias, y hace germinar las hierbas y plantas y abrir las flores, y derramar su olor; tiene los efectos contrarios al cierzo, y así por este aire entiende aquí el alma al Espíritu Santo, al cual dice que recuerda los amores, porque, cuando este divino aire embiste en el alma, de tal manera la inflama toda y regala y aviva y recuerda la voluntad y levanta los apetitos que antes estaban caídos y dormidos al amor de Dios, que se puede bien decir que recuerda los amores de Él y de ella.

ASPIRA POR MI HUERTO.

[...] Pero algunas veces, hace Dios tales mercedes al alma esposa, que aspirando con su Espíritu divino por este florido huerto de ella, abre todos esos cogollos de virtudes y descubre estas especias aromáticas de dones y perfecciones y riquezas del alma, y abriendo el tesoro y el caudal interior, descubre toda la hermosura de ella; y entonces es cosa admirable de ver y suave de sentir las riquezas de los dones que se descubren al alma y la hermosura de estas flores de virtudes ya todas abiertas, y darle cada una de sí el olor de santidad que pertenece. Y esto llama correr los olores de su huerto cuando en el verso siguiente dice:


Y CORRAN SUS OLORES


Los cuales son en tanta abundancia algunas veces, que el alma le parece estar vestida en deleites y bañada en gloria inestimable; tanto, que no solo ella lo siente de dentro, pero aún suele redundar tanto de fuera, que lo notan los que saben advertir, y les parece estar la tal alma como un delicioso jardín, lleno de deleite y riquezas de Dios. Y no solo cuando estas flores están abiertas se echa de ver esto en estas santas almas, pero ordinariamente traen en sí un no se qué de grandeza y dignidad que causa detenimiento y respeto a los demás por el efecto sobrenatural que se difunde en el sujeto de la próxima y familiar comunicación con Dios, como se escribe en el Éxodo de Moisés, que no podían mirar en su rostro por la gloria y honra que quedaba en su persona por haber tratado cara a cara con Dios.[...]




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