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sábado, 3 de julio de 2021

LAS SUBLIMES VIRTUDES Y LA ENTREGA TOTAL HASTA LA MUERTE DE JESUCRISTO SON LOS CAUSANTES DEL AMOR A DIOS.



La sublime belleza y el Amor infinito de Dios hacia los seres humanos, son los atractivos que transforman las almas de humanas a divinas





San Pablo a los Efesios 2, 19-22.


Hermanos: 
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. 
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. 
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu. 
Así como en el matrimonio de esta tierra, los esposos que eran dos personas, se fusionan en una sola, de la misma manera el alma esposa de Cristo, se fusionará con la Divinidad, como así lo había previsto Dios desde toda eternidad, es lo que quiso decir Jesús:

"Por eso el Padre me ama, porque Yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita la vida, soy Yo quien la doy de mí mismo. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Tal es el mandato que del Padre he recibido" (Juan 10, 17-18). 

Fuera del tiempo, es decir en la Eternidad, todos los elegidos serán parte del mismo Dios, y estarán fusionados con Él. Se puede decir que Dios ha dado la fe que es dar la vida a ciertas almas, que ve dignas de recibirla, porque ve los corazones, almas que habían caído víctimas del pecado original, y vuelve a  tomarlas, porque ellas era una parte de Dios, ese es el misterio de la Predestinación.  Esas almas son como meteoritos que caen en el sol por su inmensa atracción y se funden con el.
Eso quiere decir que el Amor a Dios todopoderoso, que nos ha sido dado a conocer por Jesús, entregando todo lo que tenía en esta Tierra, hace que nos fusionemos con Dios, compartiendo en este mundo el alma esposa con el divino Esposo Jesús, todo lo que tiene, que es amarlo con todas sus fuerzas y entregándose totalmente a Él, esto causa que el alma al contemplar a su deseo mayor, que es conocer a Dios, será Dios por participación, por el matrimonio espiritual en la Vida eterna, como así lo dice San Juan en el Evangelio: Seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es.


Salmo 19, 2-3


El cielo proclama la gloria de Dios 
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje 

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, 
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra 
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. 
Allí puso una carpa para el sol


Los siete Espíritus de Dios, en misión por toda la Creación, como lo relata el Apocalipsis, son los que muestran la Gloria, Sabiduría e la infinitud de Dios, de manera que, cuanto más se profundiza y conoce, más se da uno cuenta de lo que queda por conocer, es lo que dice San Juan de la Cruz que los ángeles más subidos que son los serafines y querubines, son los que mejor se dan cuenta de lo que les queda por conocer a Dios.
La carpa que se puso para el sol, quiere decir que No se puede ver a Dios, que permanece oculto, para que la fe en Él sea más valiosa, ya que si se diera a conocer, todos creerían, por eso Jesús no quería que la gente creyera en él por sus milagros. 



Lucas 6, 12-19.


Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. 
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. 
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

Esto quiere decir que no somos nosotros que hemos escogido a Dios, es Él que nos llamó,  de la misma manera que escogió a sus doce discípulos, nos escogió a nosotros. Dios escogió también a Judas sabiendo perfectamente que lo iba a traicionar, para enseñarnos como debemos de comportarnos con los infieles en la Tierra, son los fieles que se encuentran en la misma Iglesia de hoy, que reniegan de la Doctrina auténtica de Dios, para que sus malas obras no sean manifiestas.
En cada asociación de creyentes siempre encontraremos uno o varios Judas, para los cuales los mandamientos de la Ley de Dios son inasumibles por su egoísmo, que proviene de su soberbia que los hace desobedientes a cualquier mandamiento, ya que  creen que son el centro del mundo. 









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