MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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lunes, 9 de diciembre de 2024

JESÚS NOS HA PROMETIDO QUE ESTARÁ CON NOSOTROS HASTA EL FIN DEL MUNDO


El Espíritu Santo sigue derramándose sobre todos los que
aman a Jesús y cumplen con sus mandamientos.


La acción de Dios en el alma de los que le buscan, se asemeja a la educación que hay que darles a los niños para transformarlos en seres adultos, responsables y buenos ciudadanos. Igual que un niño necesita a su padre y a su madre y a un profesor preparado para poder ejercer la enseñanza adecuada, que le permita desarrollarse e incorporarse en el mundo cuando alcance la edad adulta, de la misma manera, el alma necesita la acción de Dios, y de la Virgen María, su Padre y Madre espirituales, y la de una institución espiritual: la Santa Iglesia Católica, verdadero Instituto de Enseñanza y formación divinas, fundada por el mismo Jesús.

Cuando el Sublime Redentor volvió a su Santo Reino, no nos abandonó, sino que dejó a su Santa Iglesia Católica y a su representante: El Santo Padre, y sus acólitos, que son los encargados de velar no solo por la educación, pero también por el sustento espiritual del alma a través de los Sacramentos, para que se encarguen de la enseñanza y de la salvaguardia de sus hijos, y consigan la vocación carismática, que les permitirá alcanzar la Vida y la felicidad eternas.

La mentalidad absurda es la que oímos de ciertos individuos que dicen que creen en Jesús, pero que no creen en la Iglesia. Esta actitud, es de una mentalidad tan insensata, que se transforma en un desprecio hacia la figura de Jesús-Dios. En efecto: el Salvador, Creador del universo, es infinito en cuanto a su poder, sabiduría e inteligencia, y con su terrible Pasión y muerte, redimió a gran parte de la humanidad, entregándose como Rehén en poder de Satanás y de sus secuaces, para lograr el rescate de la Humanidad, es pues completamente absurdo, afirmar que se desentendió completamente de lo que le costó sangre, sudor y lágrimas, dejando a su Iglesia y sus embajadores, sin poderes e incapaces de asegurar la continuidad y la eficacia de su Sacrificio.

Dijo Jesús-Dios: "Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos", y de una manera mística y oculta siempre está escondido en las almas de sus elegidos, animándolas con sus maravillosos premios, que son las visitas que encienden y reconfortan el alma, y con sus ausencias que son los tormentos necesarios para acrecentar el deseo del alma enamorada. 

Por eso dijo San Juan de la Cruz en la Llama de Amor Viva (Canción 2, 13)

    (...) "Lo cual acaece así, porque estando estas almas purificadas y puestas en Dios, lo que a su corruptible carne es causa de dolor y tormento, en el espíritu fuerte y sano le es dulce y sabroso; y así es cosa maravillosa sentir el dolor en el sabor. La cual maravilla dejó bien de ver Job en sus llagas cuando dijo a Dios: "¡Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas!" (10,16); porque maravilla grande es y cosa digna de la abundancia de la suavidad y "Dulzura que tiene Dios escondida para los que le temen” (Ps 30, 20), hacer gozar tanto más sabor y deleite cuanto más dolor y tormento se siente"

Estos sentimientos son los que embargaron a los santos y a los mártires, y que dejaron atónitos a los romanos, cuando presenciaron en el Coliseo el martirio de los primeros cristianos, exterminados por las fieras salvajes, entre cantos de alabanza. Esta actitud sobrehumana, fue también la que propició la rápida conversión de los paganos, y la extensión de la Religión por el mundo entero.
Esta actitud de los primeros cristianos solo se puede entender por la fe tan profunda que los dominaba, porque tenían el conocimiento verdadero de la diferencia que hay entre el Bien y el mal, es decir entre Dios y Satanás o también entre el pecado y la virtud,

Hoy día este comportamiento de los creyentes es inconcebible porque ya no se ve diferencia entre el pecado y la virtud, predicando como un "mantra", que Dios te quiere como eres, que hay que estar a gusto con sus pecados, y que hagas lo que hagas Dios te querrá siempre.
Estos predicadores no saben explicar de una manera clara la diferencia que hay entre el Amor unitivo que es el amor que tenía Jesús con el Apóstol y que tiene con sus enamorados, y el amor que tenía con Judas que es el amor de compasión, y el que tiene con los pecadores actuales, para que con ese amor cambien de conducta y eviten así la peor desgracia del ser humano que es la condenación eterna. Este razonamiento solo lo vi explicado en el Padre Pío de Pietrelcina, que dijo que hay dos tipos de amores: el de unión y el de compasión.

Los demás predicadores se creen desgraciadamente que esos dos amores son iguales, y que cuando Jesús dijo "Amad a vuestros enemigos", se imaginan que ¡hay que amar de la misma manera a un criminal que a un Santo!, lo que es imposible ya que esto conduce a igualar el pecado con la virtud, es decir a Satanás con Dios. Ese es el gran triunfo de Satanás, que ha conseguido contagiar al Género humano y a muchos predicadores de que tenía razón cuando dijo que era igual a Dios, y cuando dijo por eso: "Non serviam".

Lo más grave es que esa mentalidad relativista conduce al inmovilismo y a la anestesia de las almas, es como un veneno inoculado por la serpiente del árbol que paraliza el sistema nervioso del alma, es comer otra vez el fruto del conocimiento del Bien y del mal. Pero ya no habrá otra Redención ya que Jesús ha muerto y resucitado una sola vez.
Este hecho está relatado en el Apocalipsis con la muerte de los dos testigos que son la conciencia y la razón, que yacen en la Plaza Pública y de lo cual se alegran todos los habitantes, mandándose regalos y se  llenarán de terror cuando resuciten a la venida de Cristo.

Apocalipsis 11, 3-13

La Iglesia antes de la terrible crisis de Fe.
3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.
6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

La Iglesia con la crisis actual
7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.
8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.
10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.


La Intervención de Dios al fin de los tiempos.
11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.


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