MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 3 de agosto de 2018

EL MUNDO TIENE LA HUELLA DEL CREADOR, PERO NO SE PUEDE COMPARAR CON EL, PORQUE LO FINITO NUNCA LOGRARA ALCANZAR EL INFINITO


Toda la belleza del mundo, comparada con
 la belleza de Dios es suma fealdad, toda
 la riqueza del mundo, suma pobreza,
toda la gracia, suma desgracia y
 toda ciencia, suma ignorancia
(San Juan de la Cruz).





Nunca podremos contemplar en este mundo la belleza de Dios, ni muchísimo menos sus innumerables atributos, que nunca podremos abarcar totalmente con nuestros ojos mortales, ya que lo finito nunca podrá, no solo admirar, pero tampoco llegar a comprender su sublime  grandeza. En sus escritos, eso afirma San Juan de la Cruz, que fue uno de los Santos que mejor enseñó como se llega a alcanzar la divinidad, y fue el que mejor logró explicar lo que siente el alma en su presencia.

Afirma que solo dos personas mortales, que son Moisés y San Pablo pudieron ver a Dios, pero para impedir que su cuerpo pereciera, como está escrito en la Biblia: "Nadie puede ver a Dios sin morir", Dios amparó a Moisés con su "brazo izquierdo", y también a San Pablo, que cuando llegó el tercer cielo, vio y sintió cosas que no se pueden describir con lenguaje humano. 

Además, esa huella de Dios que quedó impresa en todo lo creado, canta su grandeza y belleza, y causa en las almas enamoradas de Él, lo que dice el Santo místico en el Cántico espiritual, que es un conocimiento infuso de la grandeza y de la Gloria de Dios, tan alto y tan sublime, que hace que el alma vea a Dios en cada cosa creada por ínfima que sea, y así el mundo transcurre para esas dichosas almas, en un ver a Dios en todo y en consecuencia tiene un maravillosamiento y un agradecimiento continuo durante todo lo que le resta de vida.

El alma también en vista del fabuloso premio que es Dios, tiene un constante sufrimiento, ya que al conocer cada vez mejor a Dios, y sobre todo sabiendo que aún no ha conseguido el premio, y que puede perderlo y caer en el abismo, cuyo conocimiento es también proporcional al conocimiento de Dios, ya que mejor se conoce a Dios, mejor se conoce también el horror de perderlo, y también cuando mejor se conoce la bondad de Dios, más se conoce la maldad de Satanás.

Otro sufrimiento añadido que han tenido todos los santos, es que al conocer tanta sublime grandeza frente a su pequeñez, se produce una gran humildad, que trae consigo el santo temor de perder u ofender a Dios, que es un gran pesar, por no estar nunca seguros de tener siempre contentos a su Dios.



DEL CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ

Y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo

Como si dijera: pero allende de lo que me dejan esas criaturas, en las mil gracias que me dan a entender de Ti, es tal un no sé qué que se siente quedar por decir, y una cosa que se conoce quedar por descubrir, y un subido rastro que se descubre al alma de Dios quedándose por rastrear, y un altísimo entender de Dios que no se sabe decir (que por eso se dice "no sé qué"), que, si lo otro que entiendo me llaga y hiere de amor, esto que no acabo de entender de que altamente siento me mata. Esto acaece algunas veces a las almas que están ya aprovechadas, a las cuales hace Dios merced de dar en lo que oyen o ven o entienden - y a veces sin lo uno y lo otro - una altísima noticia en la que se le da a entender o sentir alteza de Dios y grandeza; y en aquel sentir siente tanta grandeza de Dios, que ve claro que le queda el todo por entender, y en aquel entender y sentir ser tan inmensa la Divinidad, que no se puede acabar de entender.

Es un muy subido entender; y así, una de las grandes mercedes que en esta vida hace Dios a un alma por vía de paso es darle claramente a entender y sentir tan altamente de Dios, que entienda claro que no se puede entender ni sentir todo de Él, porque en cierta manera es así como lo ven en el Cielo, donde quien más lo conocen entienden más distintamente lo infinito que les queda por entender, porque aquellos que menos le ven son, a los cuales no les parece tan distintamente lo que les queda por ver, como así ocurre a los que más le ven.

Esto creo, no lo acabará bien de entender el que no lo hubiere experimentado; pero el alma que lo experimenta, como ve que le queda por entender aquello de que altamente siente, llámalo un "no sé qué"; porque así como no se entiende, así tampoco se sabe decir, aunque (como lo he dicho), se sabe sentir. Por eso dice que se "quedan" las criaturas "balbuciendo", porque no lo acaban de dar a entender, que eso quiere decir "balbucir", que es el hablar de los niños, que es no acertar a decir y dar a entender qué hay que decir.

También en las demás criaturas acaecen al alma algunas noticias como lo hemos dicho, aunque no siempre tan subidas. Cuando Dios hace la merced al alma de abrirle la noticia y el sentido del espíritu en ellas; las cuales parece estar dando a entender grandezas de Dios que no acaban de dar a entender, y así es "un no sé qué que quedan balbuciendo". Y así, el alma va adelante con su querella, y habla con la vida de su alma en la siguiente canción... 

A este respeto, dice San Agustín: "¡Oh, belleza antigua y siempre nueva, me habéis dado a probar vuestra inefable dulzura!"









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