Pero, desgraciado ¿No ves que estas margaritas buscan, adoran e imitan al sol, que para ellas es la imagen de Dios? |
¿Por qué te jactas de hacer el mal?
El amor de Dios dura para siempre.
Todo el día estás planeando crímenes,
tu lengua es una navaja afilada, artífice de engaños.
Prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez;
te gustan las palabras dañinas, lengua embustera.
Por eso Dios te destruirá para siempre,
te aventará, te arrancará de su tienda,
te extirpará de la tierra de los vivos.
Aquí está descrita tu perversidad, enemigo de Dios, tú que has recibido de
Él todo lo que tienes: La vida, la comida, la familia, y hasta el aire que
respiras, a pesar de que Dios te manda a ti, ingrato pecador los mismos
problemas y pruebas que al más justo de los creyentes, "haciendo Dios caer su lluvia
sobre los buenos y los malos".
Pero si sigues en tu malvada condición, que tiene un límite que Dios no
te permitirá traspasar, sabrás lo que es el inmenso poder de Dios, y “te
extirpará de la tierra de los vivos”
Al verlo, los justos temerán y se reirán de él, diciendo:
“Este hombre no buscó su fortaleza en Dios.
Sino que confió en sus grandes riquezas,
y se jactó de sus crímenes”
Al ver a Jesús en su inmensa Gloria, que ha cambiado su cayado de
Pastor, por su cetro de Rey inexorable, los justos, se regocijarán, al
comprobar la recompensa que les ha merecido su santo temor de Dios.
Y se alegrarán al ver que no han seguido el camino del insensato, que
no ha querido guardar los mandamientos de Dios, a pesar de todos los dones que
Él le ha dado, siendo el más grande de ellos su gran paciencia y cariño para
que, como lo dice San Juan de la Cruz, con su Amor, lo atraiga a la Luz, y con
su terrible sacrificio de la Cruz, se apiade, se arrepienta y cambie de vida.
Pero yo, como un olivo verde en la casa de Dios,
confío en el amor de Dios por siempre jamás.
Te daré gracias siempre, porque has actuado,
y proclamaré ante tus fieles que tu nombre es magnífico.
Pero yo, el verdadero hijo de Dios seré como un árbol fecundo en el
Reino de Dios, porque confié siempre con santo temor, y siempre me guardé de
ofenderle con mis pecados.
Por eso siempre te agradeceré tanto las alegrías que me has prodigado,
como las pruebas y las preocupaciones, que me han servido para no apartarme del
camino recto, y siempre proclamaré ante los fieles tu gran misericordia, cuando
me cogiste de la mano para levantarme, cuando había caído herido, y cuando me
volviste a encaminar por el camino recto, cuando me desviaba hacia el
precipicio, atraído por las falsas promesas del Ángel tenebroso y de sus siniestros ministros: El espejismo del mundo, y de la carne.
Por eso siempre, como el buen ladrón, reconoceré que todos mis
sufrimientos son debidos a mis errores y a mis pecados, y proclamaré que mi
castigo en mi cruz es merecido, pero el Tuyo no, porqué nunca has cometido
pecado alguno, bien al contrario has pasado por este mundo haciendo el Bien.
Por eso te diré: “Señor,
acuérdate de Mí, ahora que estás en tu Santo Reino”.
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1 comentario:
Hermosísimas palabras. Gracias!!!
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