Extraordinario relato de las causas de la Primera guerra Mundial, cuyo centenario se ha celebrado recientemente, aquí están descritas de una manera magistral, las causas provocadas por los Nacionalismos exacerbados, la soberbia de los gobernantes y su incapacidad para resolver con dignidad los problemas de los pueblos, que son siempre los que pagan las consecuencias de todos los pecados de sus gobernantes.
La Santísima Virgen, ya había explicado a los pastorcillos de Fátima que esa guerra era fruto de los pecados de los hombres: La triple concupiscencia generada por el misterio de iniquidad, es siempre la causa de todos los males, También les dijo la Stma.Virgen, que si el mundo no se arrepentía, vendría otra guerra aún peor, que fue la segunda guerra mundial, la mayor masacre de la Humanidad.
LAS CAUSAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
(Relatada por el historiador francés André Castelot)
El 28 de Junio de 1.914, todo el elegante Paris se
reúne en el hipódromo de Longchamp. ¡Es el Grand Prix! Las damas emplumadas, el
pecho rebosante y florido, lucen con orgullo sus últimos modelos. En chaquet y
sombreros de copa, los señores transpiran bajo el sol. Al día siguiente, se
acabará la vida parisina, y cundirá la deshonra
para los que no podrán abandonar la capital… y algunos preferirán
esconderse tras sus contras cerradas antes de que adviertan su presencia. Se habla
mucho del gran Modista Poiret, que con
sus modelos, acaba de terminar su gira triunfal por toda Europa; se habla de
l´Otage de Claudel, que acaba de presentar Lugné-Poe, se habla también de Madame
Caillaux que mató el director del diario Le Figaró, y cuyo Juicio ha sido fijado para el 20 de Julio. Se habla sobre todo de Sardanapale, el caballo del
barón de Rothschild, que es el favorito para ganar el Grand Prix…
En la
tribuna oficial, los presidentes de la Cámaras y el cuerpo diplomático acogen a
Poincaré y a su mujer, el Presidente de la República solo la ha desposado el año
anterior, casada dos veces, la italiana Henriette Benucci, antes de ser Madame
Poincaré, había tenido una existencia bastante agitada y el futuro Presidente
solo había obtenido el consentimiento de su madre, prometiéndole de casarse en
un ayuntamiento de Paris.
-Tendrá
lugar en Paris, le prometió y no se enterarán ni vuestros criados.
La
tercera carrera se termina… “La pureza del cielo, relatará Raymond Poincaré, la
muchedumbre de los espectadores, la elegancia de los vestidos, la belleza del
trazado de las carreras en su inmenso campo de verdor, todo hacía presagiar una
tarde encantadora, seguía algo distraído el galopar de los caballos…”
La
cuarta carrera va a dar comienzo.
En
ese momento, un telegrama de la agencia Havas se entrega al Presidente,
relatando la noticia que va a barrer todo un mundo: ese mismo día a las once de
la mañana, el Archiduque heredero de Austria-Hungría, Francisco - Fernando y su
esposa morganática, la duquesa de Hohenberg, han sido asesinados a tiros de
revólver en las calles de Sarajevo, en Bosnia, por un estudiante nacionalista
serbio Gavrielo Prinzip.
Inmediatamente, Poincaré comunica el telegrama al conde Seczen,
embajador de Austria-Hungría, que empalidece, y pide permiso al Presidente para
retirarse. Los otros embajadores al no seguir el ejemplo de su colega, obligan
a Poincaré a permanecer en Longchamp. Como es de suponer, nadie se interesa ya
por las hazañas del caballo Sardanapale.
“Solo se hablaba de ese asesinato, dirá Poincaré, y de las consecuencias
políticas que podían acarrear. Unos se preguntan cuál será el porvenir de la
monarquía de los Habsburgos, los hijos del archiduque y de su esposa morganática habían sido
excluidos anteriormente de la sucesión al trono por voluntad del archiduque;
los demás temen por ver de nuevo agudizarse los problemas balcánicos. El Señor
Lavhovary ministro rumano, se muestra muy preocupado, teme que ese crimen sea
un pretexto de Austria para iniciar un conflicto”.
¿No
ha anexionado Austria-Hungría, hace solo 6 años a Bosnia-Herzegovina, poblada de
eslavos, que no llevan en su alma a sus nuevos amos? ¿Acaso no sueñan esos
Austriacos a su pesar, de volverse Serbios? ¿Y Francisco-José no aprovecharía
la ocasión para darle por fin su merecido a la turbulenta Serbia”, la cual –
los Austriacos van a jurarlo - ha armado los brazos del asesino? Habría que
decir de los asesinos, ya que un primer atentado – a las 10 y 25 - se había producido contra el Archiduque:
una bomba escondida en un ramo de flores, había sido arrojada dentro del coche
oficial, pero Francisco-Fernando había tenido la precaución de arrojar a la
acera el artefacto que empezaba a echar humo - Una terrible explosión había
herido gravemente a oficiales de su séquito y transeúntes, el asesino
Chabinovitch – otro Serbio más – había sido él también detenido. Otros
cómplices – todos pertenecían a la asociación revolucionaria, La Mano Negra –
habían sido igualmente encarcelados.
Mientras
que Poincaré vuelve al Elysée, el Kaiser se enteraba de la noticia en Kiel, en
donde estaba con las regatas, la nota con la noticia se tiró sobre el puente
del yate en la pitillera del almirante
Muller que se arrimó lo más cerca posible del barco imperial.
-¡Tenemos que barrer a los Serbios! Exclamó un poco más tarde.
[…]
–Estamos recibiendo de Viena y de Budapest noticias muy alarmantes. La Bolsa es
ahí detestable- Todos venden a brazo partido a cualquier precio. Parece que la
nota que se va a entregar en Belgrado, será al contrario de lo que se cree en
Francia, tan rígida y tan flagrante, que es posible que por sí sola sea capaz
de provocar un conflicto.
Poincaré, a pesar de ello se embarcaba con Viviani en el acorazado
France hacia Cronstad y San Petersburgo… con el fin de asegurase del buen
funcionamiento de la alianza franco-rusa, la cual según el embajador Paleólogo, tenía que ser reforzada. El agregado militar de Austria en Rusia
tenía toda la razón cuando le decía a un alto funcionario Zarista:
_
Estamos seguros de su actitud pacifista.
_ ¿Y
eso por qué? le preguntó el Ruso.
_Pues porque su País no está actualmente capacitado para entrar en
guerra. En primer lugar vuestro armamento no está a la altura, y por otra
parte, si estallara la guerra en su País, eso provocaría a corto plazo, la
revolución. ¡Palabras verdaderamente proféticas! el ministro de la Guerra Soukhomlokov, un hombrecillo regordete, con su barbichuela, su largo bigote blanco, su forma en anchura, sus modales felinos y su falsedad "se parecía a un gato", creía indefectiblemente a la superioridad de la bayoneta sobre la bala de escopeta. Bárbara W. Tuchman en su apasionante Agosto 14, nos da unas cifras elocuentes sobre el Ejército ruso en 1.914. Es así como Rusia empieza sus hostilidades con 850 balas por cañón, cuando los ejércitos occidentales disponían de 2000 a 3.000. La división de infantería disponía de siete baterías de campo, cuando los alemanes tenían catorce. Todo el ejército ruso disponía de 60 baterías de artillería pesada frente a las 381 de los alemanes".
El
Ministro - entre dos tripoteras – alzaba los hombros cuando se atrevían a
decirle que las tácticas habían evolucionado desde 1.887 cuando, sable en mano,
había hecho sus primeras armas contra los Turcos.
Francia conocía mal esos datos, cegada por el número
aplastante de soldados los cuales – sobre el papel – podían presentar contra
los imperios centrales: en total seis millones y medio. Este considerable
“potencial humano" tranquilizaba, este “rodillo compresor” hacía olvidarse de consultar un mapa, una simple ojeada hubiera demostrado que, cada soldado ruso
tenía que recorrer una media de 1.100 kilómetros para poder alcanzar la frontera,
y que la red de los ferrocarriles - cuyo ancho era superior al de los alemanes
– tenía una densidad diez veces menor
que la de los futuros enemigos de Rusia.
Mientras que Poincaré y los soberanos rusos brindaban y proyectaban
reuniones futuras para 1.915, los acontecimientos iban progresando.
- Pero ahora se iban a precipitar.
[…]
Pero el 26, Austria que desea el conflicto, rechaza la nota de disculpas de
Serbia. ¿Seguirá Alemania a su aliado? Guillermo quería limitar sus instintos
guerreros a dedicarse a rizar los ganchos de su bigote, a cambiarse de uniforme
varias veces al día, y a montarse para trabajar en una silla de montar completa, con sus estribos,
sujeta en un madero con forma de caballo… Pero no está solo.
El
Estado mayor, en su mente, ve rodar hacia la frontera sus 6.010 vagones de
ferrocarril por cada cuerpo de ejército, y nada puede ya aminorar el optimismo
de los políticos - ¿No se prometió acaso a Austria de luchar con ella, si una
acción de castigo contra Belgrado uniría Serbia con Rusia? Julio Cambon, el
embajador de Francia en Berlín, trata en vano de demostrar al secretario de
Estado de los Asuntos exteriores, que Francia e Inglaterra se verán obligados a
declarar la guerra. Lo que el Kaiser iba a realizar era con toda seguridad
descabellado:
No
conseguiréis nada y correréis el riesgo de fracasar. Francia se defenderá mucho
mejor de lo que pensáis. Inglaterra que cometió en 1.870, con Napoleón III, en
la batalla de Sedan, el error de dejarnos aplastar, no lo volverá a hacer,
podéis estar seguros de ello […] os vais a encontraros solos contra toda
Europa, tendréis como aliado solo un Imperio carcomido.
El
interlocutor de Julio Cambon, había contestado con una risíta:
-Ud
dispone de sus propios informes, nosotros tenemos los nuestros, que son
completamente distintos.
El
28 de Julio, Austria declara la guerra a Serbia, el absurdo juego de las
alianzas va a disparar la locura de los hombres.
-Lo
he previsto todo, declaró el octogenario Francisco – José.
Todo,
menos el descalabro del puzle Austriaco....
[...] La mañana del 4 de Agosto; en Berlín - Un Berlín bajo la lluvia - el emperador, vestido de gala, su casco en la cabeza, sentado en su trono, recibía a sus diputados y declaraba:
- Desenvainamos la espada con la conciencia limpia y las manos limpias-
A las tres de la tarde, en el Reichstag, se reúnen los diputados. Aún desconocen la entrada de las tropas alemanas en Belgica.
Nuestras tropas, anuncia Bethmann - Hollweg, han ocupado el Luxemburgo y están quizás ya en Bélgica (profunda emoción). A decir verdad, Francia había prometido de respetar la neutralidad bel ga, pero sabíamos que se preparaba para invadir a Bélgica... y no podíamos esperar; la necesidad hace ley.
A continuación, el canciller añadirá lo que el almirante Tirpitz llamó "la más grande idiotez pronunciada por un Estadista alemán" :
Nuestra invasión de Bélgica es contraria al derecho internacional, pero repararemos el daño causado - lo digo francamente - cuando alcancemos nuestros objetivos.
"Nunca olvidaré el momento en que leí ese discurso, escribirá el príncipe de Bülow, predecesor de Bethmann - Hollweg, porque he sentido muy raramente una angustia semejante.Entendí lo que la gente y los niños quieren expresar cuando dicen: "Mi corazón se detuvo". Entendí entonces que con esta declaración solemne habíamos quedado desacreditados para todos los asuntos imponderables, que por ese discurso de una estupidez incalificable, poníamos en contra nuestra a la opinión pública del mundo entero.
Por la tarde, Bethmann - Hollweg proseguirá con sus "estupideces" al hablar con el embajador de Inglaterra - sir Edward Goschen - y llamará "trapo de papel" la garantía de la neutralidad belga firmada por los principales Estados europeos, incluido Alemania.
-Estaréis de vuelta antes de que empiecen a caerse las hojas de los árboles, anunciará el Kaiser a sus oficiales.
Todos se imaginaban desayunando en el café de la Paz el 2 de Septiembre, aniversario del desastre francés de Sedan-
Será una tormenta violenta, pero muy corta, predecía Bethmann - Hollweg; cuento con una guerra de tres o todo lo más cuatro meses, y he organizado toda la política en ese sentido.
En Paris los convoyes partían de la estación del Este, llevando estas palabras trazadas con tiza: "Tren de placer para Berlín". Y los movilizados gritaban: "Volveremos dentro de dos meses... "
El que tuvo una visión más clara en estos primeros días, fue sin duda alguna el mariscal lord Kitchener, secretario de Estado británico de la guerra, y que declaró a sus colegas:
-Tenemos que estar preparados para enviar al frente ejércitos compuestos por millones de hombres y a mantenerlos durante varios años.
"Nadie supo jamás, escribirá Grey, como, con que razonamiento, llegó a hacer esta predicción sobre la duración de la guerra."
La vigilia de armas toca a su fin, Los embajadores van a encontrarse en paro. La palabra la tienen ahora los cañones- Pero el primer muerto cayó 32 horas antes de la declaración de la guerra.
La mañana del domingo 2 de Agosto, el teniente alemán Meyer, recibía esta orden: "Pasad la frontera, y mandad observadores en la dirección de Belfort, pasando por Delle, para ver donde se encuentran agrupadas las fuerzas. "La patrulla - como así lo contará un testigo alemán - se llenó de alegría y de deseo de combatir, orgullosa de ser la primera en enseñar al enemigo, la fuerza del jinete alemán".
En Jonchery, a doce kilómetros de la frontra, delante de la casa del Señor M. Docourt, se encontraba el pequeño destacamento del 44 regimiento de infantería: cuatro soldados a la orden de un cabo: el cabo Peugeot. Pero demos la palabra a la hija del Señor Docourt, la cual, medio siglo más tarde, me contó ella misma la escena:
- Eran las diez de la mañana, salí de la casa para ir a buscar agua a la fuente que estaba a unos treinta metros de la casa. Repentinamente, vi a una patrulla alemana que atravesaba el campo de trigo y que se encontraba del otro lado de la carretera. Volví enseguida a mi casa gritando: "¡Socorro! ¡ Están aquí los Prusianos! los cinco soldados que estaban en nuestra casa salieron enseguida y oí al cabo Peugeot hacer la llamada reglamentaria de alto...
Pero la patrulla alemana disparó. Peugeot cayó. Estaba gravemente herido pero aún tuvo fuerzas para coger el fusil y disparar; el teniente alemán fue derribado. Vi al cabo Peugeot levantarse; anduvo unos pasos titubeando hacia la casa y cayó ahí, en la entrada de la puerta, en este mismo sitio, señor, en donde nos encontramos ahora mismo.
La sangre se derramó - la primera sangre de una de las más espantosas matanzas de la Historia.
[...] La mañana del 4 de Agosto; en Berlín - Un Berlín bajo la lluvia - el emperador, vestido de gala, su casco en la cabeza, sentado en su trono, recibía a sus diputados y declaraba:
- Desenvainamos la espada con la conciencia limpia y las manos limpias-
A las tres de la tarde, en el Reichstag, se reúnen los diputados. Aún desconocen la entrada de las tropas alemanas en Belgica.
Nuestras tropas, anuncia Bethmann - Hollweg, han ocupado el Luxemburgo y están quizás ya en Bélgica (profunda emoción). A decir verdad, Francia había prometido de respetar la neutralidad bel ga, pero sabíamos que se preparaba para invadir a Bélgica... y no podíamos esperar; la necesidad hace ley.
A continuación, el canciller añadirá lo que el almirante Tirpitz llamó "la más grande idiotez pronunciada por un Estadista alemán" :
Nuestra invasión de Bélgica es contraria al derecho internacional, pero repararemos el daño causado - lo digo francamente - cuando alcancemos nuestros objetivos.
"Nunca olvidaré el momento en que leí ese discurso, escribirá el príncipe de Bülow, predecesor de Bethmann - Hollweg, porque he sentido muy raramente una angustia semejante.Entendí lo que la gente y los niños quieren expresar cuando dicen: "Mi corazón se detuvo". Entendí entonces que con esta declaración solemne habíamos quedado desacreditados para todos los asuntos imponderables, que por ese discurso de una estupidez incalificable, poníamos en contra nuestra a la opinión pública del mundo entero.
Por la tarde, Bethmann - Hollweg proseguirá con sus "estupideces" al hablar con el embajador de Inglaterra - sir Edward Goschen - y llamará "trapo de papel" la garantía de la neutralidad belga firmada por los principales Estados europeos, incluido Alemania.
-Estaréis de vuelta antes de que empiecen a caerse las hojas de los árboles, anunciará el Kaiser a sus oficiales.
Todos se imaginaban desayunando en el café de la Paz el 2 de Septiembre, aniversario del desastre francés de Sedan-
Será una tormenta violenta, pero muy corta, predecía Bethmann - Hollweg; cuento con una guerra de tres o todo lo más cuatro meses, y he organizado toda la política en ese sentido.
En Paris los convoyes partían de la estación del Este, llevando estas palabras trazadas con tiza: "Tren de placer para Berlín". Y los movilizados gritaban: "Volveremos dentro de dos meses... "
El que tuvo una visión más clara en estos primeros días, fue sin duda alguna el mariscal lord Kitchener, secretario de Estado británico de la guerra, y que declaró a sus colegas:
-Tenemos que estar preparados para enviar al frente ejércitos compuestos por millones de hombres y a mantenerlos durante varios años.
"Nadie supo jamás, escribirá Grey, como, con que razonamiento, llegó a hacer esta predicción sobre la duración de la guerra."
La vigilia de armas toca a su fin, Los embajadores van a encontrarse en paro. La palabra la tienen ahora los cañones- Pero el primer muerto cayó 32 horas antes de la declaración de la guerra.
La mañana del domingo 2 de Agosto, el teniente alemán Meyer, recibía esta orden: "Pasad la frontera, y mandad observadores en la dirección de Belfort, pasando por Delle, para ver donde se encuentran agrupadas las fuerzas. "La patrulla - como así lo contará un testigo alemán - se llenó de alegría y de deseo de combatir, orgullosa de ser la primera en enseñar al enemigo, la fuerza del jinete alemán".
En Jonchery, a doce kilómetros de la frontra, delante de la casa del Señor M. Docourt, se encontraba el pequeño destacamento del 44 regimiento de infantería: cuatro soldados a la orden de un cabo: el cabo Peugeot. Pero demos la palabra a la hija del Señor Docourt, la cual, medio siglo más tarde, me contó ella misma la escena:
- Eran las diez de la mañana, salí de la casa para ir a buscar agua a la fuente que estaba a unos treinta metros de la casa. Repentinamente, vi a una patrulla alemana que atravesaba el campo de trigo y que se encontraba del otro lado de la carretera. Volví enseguida a mi casa gritando: "¡Socorro! ¡ Están aquí los Prusianos! los cinco soldados que estaban en nuestra casa salieron enseguida y oí al cabo Peugeot hacer la llamada reglamentaria de alto...
Pero la patrulla alemana disparó. Peugeot cayó. Estaba gravemente herido pero aún tuvo fuerzas para coger el fusil y disparar; el teniente alemán fue derribado. Vi al cabo Peugeot levantarse; anduvo unos pasos titubeando hacia la casa y cayó ahí, en la entrada de la puerta, en este mismo sitio, señor, en donde nos encontramos ahora mismo.
La sangre se derramó - la primera sangre de una de las más espantosas matanzas de la Historia.
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