MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 9 de agosto de 2020

MARÍA MAGDALENA UNGE A JESÚS LOS CABELLOS CON PERFUME DE NARDO, Y SUS PIES Y MANOS CON BÁLSAMO


María Magdalena unge a Jesús en casa de Lázaro


En este relato se demuestra como el profundo Amor a Jesús es un verdadero reconocimiento de alabanza y de agradecimiento a la Majestad divina, es el agradecimiento por habernos creado y todo el Amor que podamos ofrecerle por habernos redimido con su preciosísima Sangre, sudor y lágrimas. Es el primer mandamiento de la Ley de Dios, ya que solo el Amor verdadero es una entrega total al Amado, y borra los pecados del enamorado, y los de muchos vividores e indiferentes a los terribles sacrificios de Jesús, para así poder salvar a muchos pecadores. 
La humanidad en esta Tierra es libre para escoger entre el Bien y el Mal, pero a la hora de su muerte ya no existirá la libertad  y solo pertenecerá a Dios como hijo suyo en un Reino fabuloso del Soberano del Universo, o al Reino horroroso de  Satanás como esclavo suyo por toda la eternidad.


María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos.

EL BANQUETE DE JESÚS EN CASA DE LÁZARO
 (De los cuadernos de María Valtorta 30-3-1.944)


[…] Mientras Jesús hablaba, yo veía la escena descrita: la casa de Betania, toda florecida y de fiesta; la sala del banquete, preparada fastuosamente, veía a Marta empeñada en los quehaceres, y a María que se ocupaba de las flores.
Y luego veía la mirada de Jesús con los doce y el encuentro de María, que le conduce a la casa; prontamente Lázaro va al encuentro del Maestro y entra con Él en la casa, en una sala que precede la del banquete. María va con una jofaina con agua y quiere lavar ella misma los pies de Jesús. Luego cambia el agua y sostiene la Jofaina hasta que Jesús termina de lavarse las manos, y cuando Él le devuelve la toalla, le coge las manos y las besa. Luego se sienta en el suelo, a los pies de Jesús encima de un tapiz que cubre el suelo, y le escucha hablar con su hermano; este muestra a Jesús unos rollos: son obras que ha comprado recientemente en Jerusalén.. Jesús discute con Lázaro acerca del contenido de dichas obras y, según me parece, le explica los errores doctrinales  contenidos en ellas o las diferencias entre esas doctrinas pertenecientes a la gentilidad y las doctrinas verdaderas. Debe tratarse de obras doctrinales que Lázaro que es rico y culto, ha querido conocer. María no habla nunca. Escucha y ama.

Luego van a cenar. Las dos hermanas sirven a la mesa. No comen, comen solamente los hombres. También los criados van y vienen transportando los platos, que son costosos y hermosos y que apoyan sobre el aparador. De allí los cogen las dos hermanas para llevarlos personalmente a la mesa, así como las ánforas, que llenan con vino. Jesús bebe agua y solo al final acepta un poco de vino.

Pero cuando el banquete está por terminar y el ritmo de la cena disminuye para mudarse más bien en conversación, mientras pasan los frutos y los dulces, vuelve María – que había desaparecido por unos minutos – con una ánfora de alabastro, cuyo cuello rompe contra la esquina de un mueble para poder extraer su contenido más fácilmente, lo coge a manos llenas y, de pie detrás de Jesús, le unge los cabellos y ordena los rizos  de las puntas enroscándolos en sus dedos mechón por mechón. Parece una mamá que está peinando a su niño. Cuando termina, besa levemente la cabeza de Jesús u luego le coge las manos. Las perfuma con bálsamos, las besa y luego hace lo mismo con los pies.

Los discípulos miran, Juan le sonríe a María, como para darle ánimo. Pedro mueve la cabeza pero … al fin, también él esboza una sonrisa disimulada por la barba y los demás hacen más o menos lo mismo. Tomás y otro medio viejo refunfuñan en voz baja. Con una mirada indefinible pero que, por cierto no anuncia nada bueno, Judas estalla con mal humor: “¡Que necedad! Basta ser mujer para ser necia. ¿Para qué sirve este derroche? El Maestro no es ni un publicano ni una meretriz y, por tanto no tiene necesidad de semejantes afeminaciones. Hasta es un deshonor para Él. ¿Qué dirán los Judíos sintiéndolo perfumado como un efebo? Maestro, me sorprende que permitas a una mujer semejantes necedades. Si tiene riquezas por derrochar, que me las dé a mí para los pobres. Y así será más juiciosa. Mujer, te estoy hablando a ti: acaba, que me das asco”. María le mira estupefacta, se sonroja, y está dispuesta a obedecer. Pero Jesús posa su mano sobre la cabeza que la joven ha bajado, y luego la desliza hasta el hombro, acercándola ligeramente a Sí, como para defenderla. 

Y dice: “Déjala tranquila. ¿Por qué le haces estos reproches? Nadie tiene que reprochar una obra buena y ver en ella significados que solo la malicia puede sugerir. Ella ha hecho una buena acción hacia Mí. Los pobres existirán siempre. Yo ya no estaré entre vosotros y los pobres seguirán estando. Podréis seguir prodigándoles el bien. A Mí, ya no podréis, porque ya está cerca el momento que ya no estaré. Ella ha anticipado el homenaje a Mi Cuerpo sacrificado por todos vosotros y ya me ha ungido para la sepultura, porque entonces ya no podrá hacerlo. Y por cierto, mucho le dolería no haber podido perfumarme con sus bálsamos. En verdad os digo que hasta el fin del mundo y en el lugar donde se predique mi Evangelio, se recordará lo que acaba de hacer. Y su acto servirá de lección para que las almas me den su amor, que es bálsamo que Cristo ama, y cobren coraje en el sacrificio, pensando que cada sacrificio es un bálsamo que perfuma al Rey entre los reyes, al Ungido de Dios, a aquel del que desciende la Gracia –como este perfume de nardos se expande entre mis cabellos – para fecundar los corazones hacia el Amor, y a quien el Amor asciende en un continuo flujo y reflujo de Amor, de Mí hasta las almas mías y de las almas mías hasta Mí. 
Judas, imítala si puedes, si aún puedes hacerlo. Y respeta a María y con ella a Mí. También respétate a ti mismo, puesto que el hombre no se deshonra aceptando un puro Amor con Amor puro, sino albergando hastío y haciendo insinuaciones bajo el influjo de los sentidos. Hace ya tres años, Judas, que te prodigo mis enseñanzas, pero aún no has podido mudarte. Y ya está cerca la hora, ¡oh, Judas, Judas!... Gracias María. Persevera en tu Amor”.




1 comentario:

María Marin dijo...

Todos los que puedan, busquen y lean los escritos de esta mujer privilegiada: Maria Valtorta!!!