Fiesta de la Natividad de la Virgen María. La Obra maestra de la Santísima Trinidad. |
DEDICADO A MIS “HERMANASTROS” PROTESTANTES Y A LOS QUE PONEN EN DUDA LA VIRGINIDAD DE MARÍA, COMO EL "GRAN TEÓLOGO" JESUITA JUAN MASIÁ CLAVEL, QUE SE TOMA POR UN GRAN ILUMINADO.
No comprendo como el Vaticano no ha destituido estos eclesiásticos que se dedican a anular los Dogmas de la Iglesia Católica, y que son un verdadero cáncer que se está "metastasiando" a gran parte de la Iglesia. Se excomulgó a Monseñor Lefebvre por seguir a raja tabla las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia, excomunión que fue afortunadamente levantada por el Santo Papa Emérito Benedicto XVI, y se deja campar a sus anchas a este tipo de individuos que al rechazar los Dogmas de la Iglesia, están fuera de la Gracia de Dios, como así lo explica Jesús a María Valtorta, cuya lectura era una de las favoritas de Santa Teresa de Calcuta, y que era obligación leerla para los discípulos del Santo Padre Pío de Pietrelcina, según lo explica la Asociación francesa "Les amis de Maria Valtorta".
DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA, LA PORTADORA DE LA PALABRA DE DIOS DE ESTOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Dice Jesús:
A mi Santa y Bendita Madre le fue concedido ser la Portadora del Verbo, no tanto por su naturaleza Inmaculada, cuanto por su humildad perfectísima. Todas las humildades humanas no reúnen el tesoro de humildad de la Humildísima que así permaneció; así, ¿entendéis, aún cuando supo su destino de ser la más Alta de todas las criaturas?. María ha consolado a las Tres divinas Personas, heridas por la soberbia de Lucifer y de la primera Pareja, con su humildad solo inferior a la del Verbo.
¡Mi querida Madre, nuestra alegría perenne! ¡Si la pudieras ver hoy en el Cielo mientras que todo el Paraíso la rodea con su Amor y exclama hosanna por Ella y por su nombre de salvación! Verías un abismo de Gloria sumido en un inmenso abismo de humildad, y la Luz inconcebible de María destella doblemente por su castísima y virginal humildad que se recoge en adoración hacia nosotros y abate todos los celestes hosannas diciendo: “Domine non sum digna”.
¡Santa y primera Sacerdotisa! ¡no ser digna Ella, por quien crearíamos un segundo Paraíso para que recibiera redobladas alabanzas!...
Mira María. En este día de María, ten la visión de la Luz en que está la madre tuya y Mía. Has visto la Luz rutilante, que no puede mirarse de nuestro triple Fuego. Mira ahora la Luz suavísima de María. Apaga tu sed, sacíate de Ella. Nunca sentirás descender en tu corazón nada más dulce. Mira, mientras te lo concedo, esta fuente, este Astro de Luz que es María, resplandeciente en el Cielo con su cuerpo de candor que no podía corromperse porque ha sido la santa envoltura de Dios hecho carne, además porque ha alcanzado la perfección humana de toda santidad, y de sumo resplandor por su espíritu unido al espíritu de Dios en nupcias eternas.
Mira: el azul del Cielo circunda el Candor y tiñe de reflejos celestes, y la Luz de María vuelve luminosos los Cielos como una sobrehumana alba de Abril en la que brilla el astro de la mañana sobre un mundo virgen y florido. Mira y recuerda la visión que los ángeles contemplan con perenne sonrisa de alegría. Que sea tu serenidad, como es tu fuerza la nuestra.
Te han sido mostradas cosas que superan la inteligencia del hombre, y esto ha sido por voluntad de Dios, Pero, para mantener este don siempre, aprende de María a tocar los vértices de la humildad que se humilla para llevar el espíritu a lo más alto.
Te he reservado este regalo para el Nombre de María. Para la Natividad: la sonrisa de María, la Mujer santa; para el Nombre: la gloria de María, la Madre de Dios”.
He visto, y no puedo describirla, a nuestra Madre en su morada del Cielo. Como y, casi diría que, aún más que para Dios me sirve el parangón “luz” para hablar de ella.
Una Luz confortable, blanco-azulada como la del rayo de luna más terso, multiplicado por una intensidad sobrenatural. Ni siquiera distingo bien el rostro y el cuerpo de María. Demasiada “luz” para ser distinguida por el ojo humano.
Y explico: no una luz deslumbrante que impida mirar. Sino una luz que vuelve “luz” los contornos y las formas del cuerpo glorificado de María, por lo que no puedo decir los colores del mismo.
Podría decir que si se hubieran vuelto Luz montañas de perlas se tendría una comparación de lo que es la Candidísima, Bienaventurada en el Cielo. Y también podría decir que si una visión tuviera el poder de cambiar el color de los ojos humanos, empapando el iris del color emanado por la visión, mis ojos, de color marrón oscuro, deberían de ser ahora de un azul de pálido zafiro líquido, como el que se libera de algunas estrellas en las noches serenas.
Estoy sumergida en la emoción que hace verter lágrimas de alegría espiritual… y no puedo decir más.
Nota del traductor: Sobre una copia dactilografiada, la escritora añade a lápiz: (lo demás… serían las palabras de Mª Santísima, que temo escribir porque… tengo miedo de los hombres).
1 comentario:
Lástima que muchos por no conocerla y porque llenan de odio su corazón no han tenido la dicha de nosotros los Católicos de amarla. Jesús la dejo para nosotros como Madre de misericordia....
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