Solo entrarán en el Reino de Dios los que han cumplido la ley del Amor, serán excluidos los que han escogido el Odio |
De la misma manera que para ser hijos de Dios hay que poner en práctica los mandamientos evangélicos del Amor, lo que demuestra su fe en Él, para ser hijos de Satanás hay que poner en práctica los mandamientos de Odio, lo que demuestra también su fe en el espíritu del mal.
San Pablo a los Romanos 3, 21-30.
Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús.
La Ley de Moisés era de obligado cumplimiento para el Pueblo escogido que era Israel. Pero esa Ley era en cierta manera incompleta, por dos razones principales: El pueblo elegido no había sido aún redimido por el pecado de Adán, y además, se habían proclamado los mandamientos, pero nadie por muy Santo que haya sido, había mostrado con su ejemplo, como había que comportarse ante todos los problemas a los cuales tendrían que enfrentarse los fieles en este mundo.
Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificado a los que creen en Jesús.
Todo el antiguo testamento es una profecía oculta sobre la venida del Mesías, que es el que justificaría a todos los hombres por la fe en su divinidad como Hijo único de Dios. Siendo el sacrificio de Jesús eficaz para todas las almas pasadas, presentes y futuras, y para todos los habitantes de la Tierra sean judíos o paganos, ya que han sido creados por el mismo Dios, y si siguen a Jesús en sus acciones, tendrán todos la misma paga que es la salvación eterna.
¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos circuncidados como a los paganos incircuncisos.
Desgraciadamente hoy la mayoría de las sectas protestantes se creen que la fe en Jesús, sin las obras los justifican, no se quieren enterar de que San Pablo llama fe no solo al que cree en Él, pero además al que practica sus mandamientos con santo temor de ofenderle, teniendo en cuenta que también los demonios creen en Él, y sin embargo viven de odio y para el odio hacia Dios y los seres humanos creados por Él.
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