Aprovechando el Evangelio de hoy y el excelente comentario de San Vicente de Paul, quiero aquí hacer un breve comentario acerca de un hecho ocurrido a cierta persona que fue a pedir consejo a cierto presbítero, doctor en teología y que además era doctor de universidad, esta persona le había confesado que un hijo suyo, que estaba aún residiendo en su casa, se había negado tajantemente a realizar un pequeño servicio de oficina que le había pedido, este se negó tajantemente diciéndole que no estaba obligado a hacerlo.
A su gran sorpresa, el sacerdote le dijo que era completamente normal, y que no era falta alguna. El padre le dijo que estaba en su casa, no trabajaba para ganarse la vida y que le había pedido solo un trabajo manual, y que no entendía la razón que existía para negárselo. Este le contestó que "¡Para entenderlo, había que ser doctor en teología!(sic)".
Evangelio según San Mateo 11, 25-27.
Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el se lo quiere revelar.
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el se lo quiere revelar.
San Vicente de Paúl (1581-1660)
Presbítero, fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad.
Presbítero, fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad.
Si supierais, mis hijas, lo que le place a Dios el ver que una pobre hija de aldea, una pobre [religiosa] Hija de la Caridad, se dirige con amor a Él, ¡Oh! Iríais con más confianza de la que yo os puedo aconsejar. ¡Si supierais cuánta ciencia podéis adquirir, cuánto amor y dulzura podéis encontrar! Lo encontrareis todo, queridas hijas, ya que es la fuente y el manantial de todas las ciencias, [de cualquier conocimiento].
¿Dónde habéis visto que personas sin letras hablen bien de Dios y expliquen los misterios con más de inteligencia con que lo haría un doctor? Un doctor no tiene más doctrina para hablar de Dios que la ciencia que ha aprendido; pero una persona de oración habla de otra manera. Y la diferencia entre los dos, hijas mías, consiste en que uno habla por simple ciencia adquirida, y otro por una ciencia infusa, plena de amor, de modo que el doctor, en este punto, no es el más sabio. Y es necesario que se calle dónde hay una persona de oración, ya que esta habla de Dios de una manera que él no puede hacer.
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