EL CAYADO QUE ABRE LAS AGUAS, SIMBOLIZA LA CRUZ DE CRISTO QUE ABRE LA VÍA ESPIRITUAL AL ALMA, APARTANDOLA DE LAS MENTIRAS DEL MUNDO, QUE ES EL MAR ROJO |
Entonces dijo Yahveh a Moisés: “Mira, te he constituido como un Dios respeto a Faraón, y Aarón, tu hermano será tu profeta. Tú le expresarás cuanto te ordene, y Aarón, tu hermano, hablará a Faraón para que deje salir de su País a los hijos de Israel". (Ex. 7-1,2)
Toda la Historia del Éxodo es una imagen profética que anuncia la futura Salvación del Género Humano por el Mesías Jesús-Dios. Y así como Moisés, el símbolo de la naturaleza Divina de Cristo, no podía expresarse al Faraón, por su dificultad para hablar (Mira, te he constituido como un Dios respeto a Faráon), tuvo que asociarse con su hermano Aarón (tu hermano será tu profeta), símbolo de su naturaleza Humana.
Ambos tuvieron que enfrentarse al Faraón para liberar al Pueblo Judío de la esclavitud, Jesús-Dios tuvo que enfrentarse a Satán y a sus secuaces, para liberar a la Humanidad, esclava del pecado, con sus dos naturalezas: La Humana y la Divina.
Y de la misma manera que Yahveh dotó a Moisés de su cayado, el arma adecuada para derrotar al Faraón, Dios Padre dotó a Jesús de una arma aún más poderosa: La Cruz, en donde rescató a la humanidad entera, y digo más poderosa porqué el cayado solo rescató al Pueblo Judío, mientras que el rescate de Jesús es un rescate a nivel Universal.
PRIMERA PROFECÍA
el cayado transformado en serpiente
Luego habló Yahveh a Moisés y Aarón, diciendo: “Cuando Faraón os hable de este modo: “¡Presentad en vuestro favor un portento!” diréis a Aarón: “Toma tu cayado y arrójalo ante Faraón”, y se convertirá en serpiente.”
Llegaron, pues, Moisés y Aarón a Faraón y obraron conforme había ordenado Yahveh. Aarón arrojó su cayado ante Faraón y sus servidores y se trocó en serpiente. Entonces, Faraón convocó también a los sabios y magos, y también ellos, los adivinos de Egipto, hicieron lo mismo mediante sus sortilegios. Cada uno arrojó su cayado, los cuales se convirtieron en serpientes; pero el cayado de Aarón se tragó los cayados de ellos. (Ex. 7-8,12)
El cayado de Moisés-Aarón se transforma en serpiente, y los magos del Faraón hacen lo mismo con sus bastones, pero la serpiente de Moisés-Aarón devora a las serpientes de los magos.
El significado profético dice que la Cruz y Cristo es, al igual que el árbol del jardín del Edén, el reclamo para atraer a los hombres a la salvación, pero los enemigos del alma, a su vez, con el permiso de Dios, por razones de equidad, son capaces ellos también de presentar a los ojos de los hombres, otros atractivos para apartarlos de Dios.
Pero el Hijo de Dios vencerá todas las seducciones del mundo que se ofrecen a sus elegidos, eso es lo que está simbolizado por la serpiente de Moisés-Aarón, que se enfrenta a las de los magos y acaba tragándoselas.
SEGUNDA PROFECÍA: la travesía del mar rojo
El Ángel de Elohim que marchaba delante del ejército de Israel movióse y pasó detrás de ellos. También la columna de nube se retiró de delante y se colocó detrás de aquellos. Metiose, pues, entre el real de Egipto y el real de Israel. Ahora bien, resultó que la nube vino a oscurecer y a iluminar la noche, de suerte que no se acercó el uno del otro de los ejércitos durante la noche. (Ex. 14-19, 20)
Esto es precisamente lo que ocurre al alma que ha sido rescatada y que toma el camino de la Salvación: El enemigo trata por todos los medios a su alcance de que no se le escape, atravesando el mayor obstáculo que encuentra hacia la tierra prometida que es la Vida Eterna: la frontera entre el hombre-animal y el hombre-ángel: el infranqueable mar Rojo.
El Ángel del Señor que guiaba el alma, es el que se interpone entre ella y Satán; y la columna de humo que es la Santa fe que la guía, se interpone para oscurecer es decir, apagar el atractivo del mundo, y al mismo tiempo iluminar, enseñándole al alma todas las mentiras y los peligros del mundo, impidiendo que el enemigo muy superior al alma, pueda volver a esclavizarla.
Dijo entonces Yahveh a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? ¡Dí a los hijos de Israel que emprendan la marcha! Tú alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar e hiéndelo para que los hijos de Israel penetren en medio del mar a pie enjuto. (Ex. 14-15,16)
Entonces, Cristo ruega al Padre Eterno, que indica que, al estar alzado el cayado, que es la Cruz con su sacrificio, y con su mano, es decir con su ejemplo y su doctrina, hendirán el mar, lo que significa apartar todas las mentiras y las seducciones que obstaculizan al alma, para permitirle tomar el camino de la tierra prometida, aniquilando por completo el poderoso ejército enemigo.
El alma, victoriosa de sus enemigos, puede entonces emprender su camino hacia la tierra prometida, dándose cuenta del poder de su Dios, y recobrando fuerzas para el largo camino que aún le espera, e ignorando las dificultades y las trabas que aún tendrá que vencer para alcanzar la tierra prometida.
Aquí hay que anotar el canto de la profetisa María, que la Escritura identifica como hermana de Aarón, es la viva imágen de la Stma. Virgen María, hermana de Aaron, que era la naturaleza humana de Jesús, la que le comunicó al Redentor esa naturaleza humana, curiosamente es también hermana de Moisés, pero no lo menciona la Escritura para querer afirmar que La Virgen María es la que comunicó a Jesús su naturaleza humana:
Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó el adufe en su mano y todas las mujeres salieron tras ella con adufes y en coros. María les entonaba:
“¡Cantad a Yahveh, pues se ha henchido de gloria,
Al caballo y su jinete ha sumido en la mar!” (Ex.15-20,21)
TERCERA PROFECÍA: El agua amarga de Mará.
Llegaron a Mará, mas no pudieron beber las aguas de Mará porque eran amargas. Por eso se le llamó con el nombre de Mará (=amargura). El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: “¿Qué vamos a beber?” Moisés clamó a Yahveh, y Yahveh le señaló un madero para que lo lanzara al agua, y las aguas se tornaron dulces. Allí Yahveh le impuso al pueblo ley y derecho, y allí le puso a prueba.
Dijo: “Si escuchas atentamente la voz de Yahveh, tu Dios, obras lo recto a sus ojos, das oído a sus mandatos y observas todas sus leyes, no te impondré ninguna de las dolencias que impuse a los egipcios, porque yo soy Yahveh que te curo.”
Luego llegaron a Elim, donde había doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto al agua. (Ex. 15-23, 27)
Todas las pruebas y dificultades de la vida, con sus sufrimientos correspondientes, simbolizadas por las aguas amargas de Mará, quedan aliviados por el madero que simboliza la Cruz de Jesús-Dios, la cual quita el amargor de todas las cruces de este mundo, y las vuelve dulces, al compararlas por la Santa Cruz y los sufrimientos tan atroces del Sublime Redentor.
Y aquí, Yahveh advierte que todas las pruebas son consecuencia de no escuchar su voz, no cometer lo recto a sus ojos, no oír sus mandatos y no observar sus leyes, en caso contrario, nos castigará con las plagas de Egipto, que nos mandará para curarnos.
CUARTA PROFECÍA: La institución de la Eucaristía
Entonces dijo Yahveh a Moisés: “He aquí que os voy a hacer llover pan desde el cielo y saldrá el pueblo y recogerá la ración diaria cada día, afín de que yo lo ponga a prueba, examinando si camina según mi Ley o no. (Ex.16-4)
Y sucedió que mientras hablaba Aarón a la comunidad de los israelitas, volvieron la cara hacia el desierto y he aquí que la Gloria de Yahveh se apareció en la nube. Entonces habló Yahveh a Moisés diciendo: “He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales de este modo: “Al atardecer comeréis carne y a la mañana os saciaréis de pan. “¡Conoceréis pues que soy Yahveh, vuestro Dios!”. (Ex.16-10, 12)
Extraordinaria profecía sobre el alimento espiritual del alma que es el cuerpo de Jesús, el pan del cielo. La gloria de Yahveh en la nube es Jesús oculto en la Eucaristía, en donde aparece oculto su cuerpo (verdadera carne) y su sangre, verdadera bebida, como así dice Jesús por el apóstol S. Juan:
(…) Replicóles entonces Jesús: “En verdad, en verdad os digo: No os ha dado Moisés el pan del cielo, antes bien, mi Padre os da el verdadero pan celestial; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”. Dijéronle entonces: “Señor, danos perpetuamente ese pan.” Díjoles entonces Jesús: “Yo soy el pan de vida; y el que viniere a mí, no tendrá de cierto hambre, y el que creyere en mí, no sentirá de cierto sed. (Juan 6-32)
QUINTA PROFECÍA: El agua viva de la roca de Horeb
Así, pues, el pueblo sintió allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: “¿A que fin nos has sacado de Egipto, para matar de sed a mí, a mis hijos y mis ganados?” Entonces, clamó Moisés a Yahveh, diciendo: “¿Qué haré a ese pueblo? ¡Por poco me apedrean!” Dijo Yahveh a Moisés: “Pasa al frente del pueblo y toma contigo a alguno de los ancianos de Israel. Coge con tu mano al cayado, con que golpeaste al Nilo, y marcha. He aquí que yo me mantendré contra ti, allá sobre la roca en Horeb: golpearás en la roca y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.” Hízolo así Moisés ante los ancianos de Israel. (Ex. 17-4,6)
El significado de esta profecía de la roca, golpeada por el cayado de Moisés, de la cual salió el agua, es decir hablando espiritualmente: Jesús la roca rechazada, atravesado con la lanza, vierte su Divina Sangre, precio del rescate, y también el agua que apaga la sed de su Pueblo, se cumple con las palabras de Jesús a los Fariseos:
“¿Ni habéis leído aquella escritura: la piedra que rechazaron los constructores vino a ponerse en el vértice del ángulo de parte del Señor, se hizo esto y es admirable a nuestros ojos” (Marc.12-10,11)
Y en las palabras de Jesús a la Samaritana:
“(…) Contestóle Jesús diciendo: “Si supieras el don de Dios y quien es que te dice: “dame de beber”, tú le implorarías a él, y te daría agua viva.” (Juan 3-10)
Y la visión del Paraíso por S. Juan en el Apocalipsis:
“Y me mostró un río de agua de vida brillante como cristal, que venía del trono de Dios y del Cordero. En mitad de la plaza y de un lado al otro del río se da el árbol de la vida, que produce doce frutos, rindiendo cada mes el suyo; y las hojas del árbol sirven para curación de las gentes.
Y no habrá ya nada maldito, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y los siervos de aquel le adorarán, y verán su Faz, y el nombre de él estará en la frente de ellos. Y no habrá más noche y no tendrán necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, porque el señor Dios dará luz sobre ellos y ellos reinarán por los siglos de los siglos". (Ap. 22-1,5)
SEXTA PROFECÍA: La serpiente de bronce
"Desde Hor, la montaña, partieron camino del Mar Rojo, contorneando el País de Edom, pero en el camino se desalentó el pueblo. Habló, pues, el pueblo contra Elohim y contra Moisés: "¿Por qué nos habéis hecho subir de Egipto, para morir en el desierto, pues no hay ni pan ni agua, y nuestra alma está hastiada de este alimento miserable?
Yahveh mandó entonces contra el pueblo a las serpientes abrasadoras, que mordieron al pueblo muriendo mucha gente de Israel. El pueblo acudió a Moisés y dijeron: "¡Hemos pecado, pues hemos hablado contra Yahveh y contra ti; ruega pues a Yahveh, para que aparte de sobre nosotros a las serpientes!" Moisés rogó, en efecto, por el pueblo, y Yahveh dijo a Moisés: "hazte una serpiente abrasadora y colócala sobre una pértiga y acaecerá que todo el que hubiere sido mordido y la mire, vivirá"
Moisés, fabricó efectivamente, una serpiente de bronce y la colocó sobre la pértiga; ahora bien, si mordía una serpiente a un individuo, y este miraba a la serpiente de bronce, conservaba la vida. (Num. 21-4,9)
Aquí está sin duda alguna, una de las mayores profecías sobre Jesús-Redentor: El que mira a la Serpiente de bronce, elevada sobre la pértiga, es decir el que mira (mirar en el sentido espiritual, significa hacer suyo a Jesús), verdadero Dios y verdadero Hombre (El bronce es la aleación de dos metales: el cobre y el aluminio), elevado en la cruz, se queda liberado de la muerte ocasionada por el veneno inoculado por Satán, que representa el que se entrega al pecado mortal, y se arrepiente al "mirar" a la Cruz.