MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

**
****************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

rep

miércoles, 25 de noviembre de 2020

LAS LEYES MATEMÁTICAS NO CONTRADICEN LAS LEYES DE DIOS, PERO ES IMPOSIBLE PARA EL HOMBRE LIMITADO PODER LLEGAR A ENTENDER LA INFINITUD DE DIOS. MARAVILLOSA EXPLICACIÓN DE JESÚS SOBRE LA SANTÍSIMA TRINIDAD




Aquí, en este dictado de Jesús a María Valtorta, que transcribimos a continuación, queda perfectamente retratado lo que predica la Iglesia Católica, desde el principio de su fundación hasta la hora actual, esta sublima disertación solo puede ser definida y explicada por el mismo Dios, el cual, ve con meridiana claridad todos los acontecimientos, porque para Dios no existe nada oculto, ni pasado, ni presente ni futuro, todo es conocido, y para Él, ya ya ha ocurrido todo.


CURIOSIDADES MATEMÁTICAS SOBRE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Dios está en todas partes, y su poder es infinito, si se puede explicar matemáticamente, habría que aplicar la teoría de la relatividad de Dios que sería una fórmula muy sencilla, que explica que Dios está en toda la Creación infinita intergaláctica:
                                 
                                                                   
                                                 V= e/T

Siendo V, la velocidad
eel espacio
Tel tiempo.

Es una regla  elemental, que dice que  la velocidad es la distancia recorrida dividida por el tiempo, pero si para Dios, el tiempo es nulo ya que dijo textualmente: "Yo soy el que soy", lo que quiere decir, que para Él no existe el tiempo, entonces T=0, y por consiguiente la velocidad V es infinita, ya que sabemos que en matemáticas un número dividido por cero, da un resultado infinito. Eso es lo que explica que Dios está en todas partes del Universo.

Se argumentará que la distancia también es nula ya que en el Cielo, no hay distancias y Dios no tiene tamaño alguno, y las leyes matemáticas dicen que el número 0, dividido 0, da un número indeterminado, por eso se puede decir igualmente que no se puede afirmar que Dios tenga una velocidad infinita, sino que está en todos los sitios del Universo visible e invisible, en la cual las reglas matemáticas, aún que de cierta manera pueden aclararlo, son impropias para el mundo espiritual, que sin embargo también está regido por Leyes puestas por ese Ser Fabuloso que es infinito, y que por eso está en todas partes.

Lo que sí se puede saber, para demostrar esa teoría, es que muchos Santos, han tenido el don de la bilocación, que es estar en varios sitios a la vez, es decir que se han sustraído a las leyes de la naturaleza, y Dios les ha permitido aplicar unas leyes espirituales que nada tienen que ver con las leyes naturales. Por esa razón aludida, Dios puede estar en todas partes, y Satanás que también es un Espíritu puede encontrarse en todas partes, si Dios se lo permite.

Otra ley matemática que explica de cierta manera el poder infinito de Dios es la fórmula de la energía:

                                               E = 1/2. m. v2

Siendo E la energía cinética; m la masa  y v la velocidad.

Pero como (2.g.h) 0,5

siendo g la aceleración de la gravedad, y h la altura,

Tenemos pues:                       E = m. g. h

    Y por eso, a Dios a quien se le denomina en la Biblia el Altísimo, por ser más alto en todos sus atributos y que todo lo creado, por esa razón el término h, que es la altura en la fórmula matemática, tiene un valor infinito; la masa espiritual m que representa la suma de todas sus virtudes y perfecciones; y la fuerza de la gravedad g, que espiritualmente hablando es el Amor o sea el Espíritu Santo,  la energía E, o sea la Fuerza de Dios, también es infinita por tres razones que simbolizan las tres personas de la Santísima Trinidad: El Padre: la altura h; el Hijo la masa m, que es su infinita perfección, y la gravedad g que simboliza la fuerza infinita de atracción del Amor, que es el que mueve todas las cosas creadas por Dios.

   Este relato da igualmente una explicación precisa y contundente sobre la recreación del alma, que es el volver a nacer por la Gracia de Dios, para poder entrar en su Reino, según así lo explicó Jesús a Nicodemo.





De los cuadernos de María Valtorta
(De Septiembre a Octubre de 1.950)

Dice Jesús:
Apocalipsis. (Ap 1, 4)

"Aquel que es" es el antiguo Nombre de Dios, el nombre con el que Dios se presentó a Moisés en el monte, el nombre que Moisés le enseñó a su pueblo para que de ese modo pudiera invocar a Dios. En ese nombre se refleja toda la eternidad, la potencia, la sabiduría de Dios.

Aquel que es: la eternidad. 
Dios no tuvo un pasado. No tendrá un futuro. El es: el presente eterno. [...] Y entonces, nace la humildad, nace la adoración adecuada al Ser Divino que debe de ser adorado, nace la confianza, porque el hombre, la nada, el granito de polvo respeto al Todo y a todo lo creado por el Todo, se siente bajo el rayo de la protección del que, perteneciendo a la eternidad, quiso que los hombres existieran para darles su infinito amor.

Aquel que es: la Potencia infinita.
¿Cuál es la persona o cosa que podría existir por sí misma? Ninguna: sin combustiones o fusión de partículas esparcidas por el firmamento no se forma un nuevo astro. [...]
Él existe por Sí mismo. No debe su existencia a cosa o persona alguna. Él existe. No tuvo necesidad de otro ser para existir [...] y si todo lo que existe - en el Cielo espiritual, en la Creación sensible, en los Infiernos - ya es testimonio de su inmenso poder, su ser que no tuvo principio de otro ser o cosa, es el inmenso testimonio de su inmenso poder.

Aquel que es: la Sabiduría perfectísima.
No creada, es decir, no tuvo necesidad de autoformacion ni de la formación de los maestros. Es esa Sabiduría que, cuando creó el todo, que no existía, no cometió ni siquiera un error, creando y queriendo hacerlo perfectamente. (...)
Más El que es, y que es la Sabiduría perfectísima, no cometió errores ni los comete y no debe decirse nunca que el mal y el dolor que han vuelto imperfecto lo que fue creado de modo perfecto proviene del Omnisciente, sino de los que quisieron y quieren salir de esa Ley de orden que Dios les dio a todas las cosas y a los seres vivientes. Es un orden perfecto espiritual, moral y físico, y que, si hubiera sido respetado, habría mantenido en la Tierra el estado de Paraíso terrestre y habría mantenido a los hombres que la habitan en la feliz condición de Adán y Eva antes de la culpa.

Aquel que es:
[...] Y para aquel que sabe leer y comprender, hay un eco de ese nombre en el nombre del Hijo de Dios hecho Hombre, en el nombre que Dios mismo impuso a su Hijo encarnado, y que el Ángel del anuncio feliz había comunicado a la Virgen Inmaculada. Y la Palabra que llevó ese Nombre a los suyos, enseñó de nuevo la Palabra verdadera: Jehová, para nombrar a Dios, para nombrar a su Santísimo Padre del cual es generado el Hijo y de los cuales procede el Espíritu Santo, que procede para generar, en el momento debido, al Cristo Salvador en el seno de la Virgen.

Es Jesús el hijo de Dios y de la Mujer; El que, además de ser el Mesías prometido, el Redentor, es el testimonio más verdadero del Padre y de su voluntad, el testimonio de la Verdad, de la Caridad, del Reino de Dios. (...)

El Hijo por su parte, revela al Padre; se lo revela al mundo que lo ignora y también al pequeño mundo de Israel que, aunque no le ignoraba, no conocía la verdad de amor, de misericordia, de Justicia mitigada por la caridad, que constituía su Naturaleza. Quien me ve a Mí, ve al Padre, mi Doctrina no es Mía sino del que me ha enviado, no conocéis su Palabra, más la conozco Yo, porque me ha generado. El Padre que me ha enviado no ha dejado solo a su Hijo; Él está Conmigo. Yo y el Padre somos una sola cosa".

El Hijo revela también al Espíritu Santo, mutuo Amor, beso y abrazo eterno del Padre y del Hijo, Espíritu del Espíritu de Dios. Espíritu de Verdad, Espíritu de Consuelo, Espíritu de Sabiduría, que confirmará en la fe a los creyentes y les enseñará la Sabiduría porque Él es el Teólogo de los teólogos, la Luz de los místicos, el Ojo de los contempladores, el Fuego de los que aman a Dios.

Todas las enseñanzas y todas las obras de Cristo son testimonios del Padre y revelación del incomprensible Misterio de la Santísima Trinidad, de esa Santísima Trinidad, que hizo posible la Creación, la Redención, la Santificación del hombre, de esa Santísima Trinidad por la cual fue posible - sin destruir la primera creación, que se había corrompido - lograr recreación o nueva creación de una pareja sin mancha, de una nueva Eva, de un nuevo Adán, como medio para recrear para la Gracia y para restablecer por lo tanto, el orden violado y el fin último entre los hombres y para los hombres provenientes de Adán.

Por voluntad del Padre, en consideración de los méritos del Hijo, y por obra del Espíritu Santo, el Hijo pudo asumir una carne humana en la Mujer Inmaculada, nueva y fiel Eva, pues el Espíritu de Dios cubrió con su sombra el Arca no realizada por manos humanas, y así se tuvo el nuevo Adán, el Vencedor, el Redentor, el Rey del Reino de los Cielos, el Reino al que son llamados los que merecen convertirse en Hijos de Dios y Co-herederos del Cielo, por haberle acogido con amor y haberle seguido en la Doctrina.

"El Reino al que son llamados los que merecen convertirse en Hijos de Dios y Co-herederos del Cielo, por haberle acogido con amor y haberle seguido en la Doctrina" .

Y aquí quiero subrayar una falsa doctrina, inspirada por Satanás, que se está predicando insistentemente: "todos somos hijos de Dios". Error grave que anula toda la tradición Cristiana, le quita el significado al Nacimiento, Vida, Doctrina, Pasión y Muerte de Jesús, favorece la muerte por inanición del alma, que se está desarrollando y deificando en su vida mortal, y que es necesario que se regenere de las secuelas del pecado Original, renaciendo a la Vida Nueva, el Reino, como lo explica Jesús más arriba: 






LA VIRGEN MARÍA HA RESTABLECIDO LA DIGNIDAD DEL GENERO HUMANO DEGRADADO POR EVA, POR ESO ES LA CORREDENTORA.





La Santísima Virgen María explica a la gran mística italiana María Valtorta, como y por qué ha vencido a Satanás, y como ha anulado su poder sobre toda la humanidad que ha heredado de la soberbia de Eva el terrible pecado original, que es el botín de su victoria, María, con su humildad recuperó ese botín, para Dios ya que ha hecho posible la Encarnación de Jesús, que es el árbol de la Vida, por eso se dice que ha aplastado la cabeza del dragón Infernal, ya que ha contribuido a la derrota definitiva del enemigo de Dios y de la Humanidad. Por eso la Iglesia Católica la debe venerar como Corredentora.

De la misma manera que el Pueblo Judío venció al Faraón por medio de Moisés, que lo liberó de la esclavitud, y se pudo llevar el botín de Egipto, a pesar del Faraón que fue definitivamente derrotado por las aguas del Mar Rojo, de la misma manera, la Humanidad fue redimida por la Sangre y el Agua que salió del costado de Jesús, que nos liberó de la esclavitud del pecado. Sublime Redentor que nos proporcionó la Inmaculada Virgen María, que derrotó a Satanás aplastándole la cabeza. 

De la misma manera que por el pecado de nuestra madre carnal Eva, la Humanidad quedó bajo el poder de Satanás, la Virtud de María, nuestra Madre espiritual, propició, gracias a la concepción de Jesús,  que esa humanidad vuelva al poder de Dios. 


Dice María:

“Te había prometido que Él vendrá a traerte su paz. ¿Te acuerdas de la paz que tenías durante los días de Navidad, cuando me veías con mi Niño? Entonces era tu tiempo de paz, ahora es tu tiempo de sufrimiento. Pera ya sabes que es en el sufrimiento donde se conquista la paz y toda la gracia para nosotros y para el prójimo. Jesús-Hombre tornó a ser Jesús-Dios después del tremendo sufrimiento de la Pasión; tornó a ser Paz, Paz en el Cielo del que había venido y desde el cual, ahora, derrama su Paz sobre aquellos que en el mundo le aman. Más durante las horas de la Pasión, Él, Paz del mundo, fue privado de esta paz. No habría sufrido si la hubiera tenido, y debía sufrir plenamente.

Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, más se trataba solo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de Virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porqué el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerle estéril en sus raíces.

Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo.

Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respeto a Dios; ésta  deben tributársela al Altísimo todas las Criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme de manera alguna? Incluso José que era justo, me había acusado en su corazón. Los demás, que no eran justos, habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras, había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad.

Y estas fueron sólo las primeras de las infinitas humillaciones que mi vida de Madre de Jesús  y del género humano me procuraron. Humillaciones de Pobreza; la humillación de quien debe abandonar su tierra; humillaciones a causa de las reprensiones de los familiares y de las amistades que, desconociendo la verdad, juzgaban débil mi forma de ser Madre respeto a mi Jesús, cuando empezaba a ser ya un Hombre; humillaciones durante los tres años de su Ministerio; crueles humillaciones en el momento del Calvario; humillaciones hasta en el tener que reconocer que no tenía con qué comprar ni sitio ni perfumes para enterrar a mi Hijo.

Vencí la avaricia de los Progenitores renunciando con antelación a mi hijo.

Una madre no renuncia nunca a su hijo, si no se ve obligada a ello. Ya sea la Patria, o el amor de una esposa, o el mismo Dios quienes piden al hijo a su corazón, ella se resiste a la separación. Es natural que sea así. El hijo crece dentro de nosotros, y el vínculo de su persona con la nuestra jamás queda completamente roto. A pesar de que el conducto del vital ombligo haya sido cortado, siempre permanece un nervio que nace en el corazón de la madre (un nervio espiritual, más vivo y sensible que un nervio físico) y arraiga en el corazón del hijo, y que siente como si le estiraran hasta el límite de lo soportable, si el amor de Dios o de una criatura, o las exigencias de la Patria alejan al hijo de la madre; y que se rompe, lacerando el corazón, si la muerte arranca el hijo a su madre.

Yo renuncié desde el momento que lo tuve, a mi Hijo. A Dios se lo dí, a vosotros os lo dí. Me despojé del Fruto de mi vientre, para dar reparación al hurto de Eva del fruto de Dios.

Vencí la glotonería, tanto del saber como del gozar, aceptando saber únicamente lo que Dios quería que supiera, sin preguntarme a mí misma, sin preguntarle a Él, más de cuanto se me dijera.

Creí sin indagar. Vencí la gula del gustar porqué me negué todo deleite del sentido. Mi carne la puse debajo de las plantas de mis pies. Puse la carne, instrumento de Satanás, y con ella el mismísimo Satanás, bajo mi calcañar para hacerme así un escalón para acercarme al Cielo. ¡El Cielo!... Mi meta. Donde estaba Dios. Mi única hambre. Hambre que no es gula sino necesidad bendecida por Dios, por este Dios que quiere que sintamos apetito de Él.

Vencí la lujuria, que es la gula llevada a la exacerbación.

En efecto, todo vicio no refrenado conduce a un vicio mayor. Y la gula de Eva, ya de por sí, digna de condena, la condujo a la lujuria; efectivamente, no le bastó ya el satisfacerse sola sino que quiso portar su delito a una refinada intensidad; así conoció la lujuria y se hizo maestra de ella para su compañero. Yo invertí los términos y, en vez de descender, siempre subí; en vez de hacer bajar, atraí siempre hacia arriba; y de mi compañero, que era un hombre honesto, hice un ángel.

Es ese momento en que poseía a Dios, y con Él sus riquezas infinitas, me apresuré a despojarme de todo ello, diciendo: “Que por Él se haga tu voluntad y que Él la haga”. Casto es aquel que controla no sólo su carne, sino también los afectos y los pensamientos. Yo tenía que ser la Casta para anular a la impudicia de la carne, del corazón y de la mente. Me mantuve comedida sin decir ni siquiera de mi Hijo, que en la Tierra era sólo Mío, como en el Cielo era solo de Dios: “Es Mío y para Mí lo quiero”.

Y a pesar de todo no era suficiente  para que la mujer pudiera poseer la Paz  que Eva había perdido. Esa Paz os la procuré al pié de la Cruz, viendo morir a Aquel que tú has visto nacer. Y, cuando me sentí arrancar las entrañas ante el grito de mi hijo, quedé vacía de toda feminidad de connotación humana: ya no carne, sino Ángel. María la virgen desposada con el Espíritu, murió en ese momento; quedó la Madre de la Gracia, la que os generó la Gracia desde su tormento y os la dio. La hembra, a la que había vuelto a consagrar mujer la noche de Navidad, a los pies de la Cruz conquistó los medios para venir a ser Criatura del Cielo.

Esto hice Yo por vosotras, negándome toda satisfacción, incluso las satisfacciones santas. De vosotras, reducidas por Eva a hembras no superioras a las compañeras de los animales, he hecho – basta con que lo queráis – las santas de Dios. Por vosotras subí y, como a José os elevé. La roca del Calvario es mi Monte de los Olivos. Ese fue mi impulso para llevar al Cielo, santificada de nuevo, el alma de la mujer, junto con mi carne, glorificada por haber llevado al Verbo de Dios y anulado en Mí hasta el último vestigio de Eva, la última raíz de aquel árbol de las cuatro ramas venenosas, aquel árbol que tenía hincada su raíz en el sentido y que había arrastrado a la humanidad a la caída, y que hasta el final de los siglos y hasta la última mujer os morderá las entrañas. 

Desde allí, donde ahora resplandezco, envuelta en el rayo del Amor, os llamo y os indico cual es la Medicina para venceros a vosotras mismas: La Gracia de mi Señor y la sangre de mi Hijo. 

Y tú, voz Mía, haz descansar a tu alma con la Luz de esta alborada de Jesús para tener fuerza en las futuras crucifixiones que no te van a ser evitadas, y aquí se viene a través del dolor; porque te queremos aquí, y más alto se viene cuanto mayor ha sido la pena sobrellevada para obtener Gracia para el mundo.

Ve en Paz, Yo estoy contigo”.





sábado, 21 de noviembre de 2020

DIOS HA MARCADO EN CADA ALMA AL CREARLA, DOS TESTIGOS QUE SON SU CONCIENCIA Y SU RAZÓN, AMBAS ESTÁN UNIDAS A DIOS HASTA EL JUICIO FINAL.


MAPA DE LA RADIACIÓN DE FONDO DEL UNIVERSO
OCASIONADA POR EL BIG BANG



La razón que dice que la Creación es obra de un ser Supremo, y la Conciencia que nos dice que no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros, son los dos testigos vistos como dos olivos al lado del Candelabro de los siete brazos de la Visión de Ezequiel y que en la actualidad, preludio del fin de los tiempos, están representados en el Apocalipsis, como muertos al final de los tiempos, causando alegría a la gente para que pueda engolfarse en sus apetitos, pero que resucitarán cuando Dios vuelva, causando el terror de esos pobres desgraciados.
  

 COMENTARIOS DEL EVANGELIO DE SAN JUAN

Juan 10, 31-42.

Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?". Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios". Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?   


     En este Evangelio, Jesús llama dioses a los que siguen los mandamientos de Dios, es también lo que dice San Juan, que seremos como dioses porque veremos a Jesús tal cual es. En estos escritos de los Cuadernos de María Valtorta, Jesús explica como y por qué, las almas serán dioses, si cumplen la orden de Dios: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial".
         
     Está escrito que Dios creó el Universo y el hombre a imagen y semejanza Suya. En este momento, se ha visto en el telescopio de microondas del Polo Sur, el eco del "Big Bang" que es el nacimiento del Universo, que provenía de un flujo que suministraba todos los elementos necesarios para la futura creación de todas las galaxias; su equilibro en el Universo infinito, gracias a los agujeros negros, que son la tremenda fuerza, que los mantiene y dirige, como ocurre con el motor de cualquier elemento en movimiento.
          Se sabe sin lugar a dudas, que todo proviene de una fuente extraordinaria, inexplicable del punto de vista científico, situada en un punto concentrado, que, a una velocidad muy superior a la Luz, suministró en una pequeñísima cantidad de tiempo una cantidad prácticamente ilimitada de partículas atómicas, para que se unieran entre sí, en miles de millones de año, y formaran todo el Universo conocido y desconocido.
          Sabemos que el alma humana, es inmortal, lo que la diferencia de los animales, y de toda la Creación material que tuvo su origen en el “Big Bang”; también está dotada con todos los elementos necesarios para su desarrollo material, son la Gracia de Dios necesaria y suficiente para recrearla, ya que si el alma en sus inicios, tiene grabado el sello del Creador en su conciencia, que es como se explica tan bien en este relato, el alma tiene que formarse y prepararse para su destino, ello es lo que le permite alcanzar la Vida eterna, y ser coheredera del Reino de Dios, es su libre albedrío, que es quien admite o rechaza la Gracia para poder ser Hijo de Dios, o hijo de las Tinieblas.
         El alma espiritual, se diferencia de la creación animal y material, que solo obedece por instinto y sin ningún mérito propio a las leyes impuestas por Dios, ya que no tiene ese libre albedrío, por eso esa Creación material está abocada a su desaparición dentro de miles de millones de año.
         *Acabo de ver por la Televisión un programa científico en el cual se explica que el "Big Bang", se produjo en millonésimas de segundos con velocidades muy superiores a las de la luz, es decir con medios que escapan completamente a todas las leyes físicas y matemáticas, eso se llama "Milagro"; ¡Pero ningún científico quiere hablar de Dios!


De los cuadernos de María Valtorta 28-1-1.947


            Dice Jesús:

           Volver al Origen, presentarse ante el Juez Jesús, no significa ir a un lugar determinado ni tampoco ir al pie del trono eterno. En realidad, estas son formas para ayudar vuestro pensamientoEl alma que abandona la carne que ha animado, se encuentra inmediatamente frente a la Divinidad que la juzga, sin necesidad de ascender y presentarse en los umbrales del Reino bienaventurado. Es verdad fundamental que Dios está en el Cielo, en la Tierra y en todo lugar. Y, por lo tanto, el encuentro se produce en cualquier lugar. La Divinidad colma de Sí todo lo Creado. Por lo tanto está presente en todo lugar de la Creación. Quien juzga soy Yo, más siendo inseparable del Padre y del Espíritu Santo, omnipresentes en todo lugar.

          El juicio es rápido, así como fue rápida toda la Creación, que ocupó solo un milésimo de la más pequeña de vuestras unidades de tiempo. Más en el átomo del instante creativo, el alma tiene tiempo de entrever el Santísimo origen que la crea y de llevarse el recuerdo de Él para que sea instintiva religión y guía en la busca de la fe, de la esperanza, de la caridad que, si observáis bien, son confusamente como germenes informes también en las religiones menos perfectas (la fe en una divinidad, la esperanza de un premio otorgado por dicha divinidad, el amor hacia ella). 

          Y esta última observación de Jesús, da a entender el por qué todos los pueblos de todas las civilizaciones, y de los salvajes, tienen en sí la noción de que existe una o varias divinidades, al ser un germen informe, que es como un gen implantado por Dios en el alma en ese instante de su creación.

     Por eso también la gran mayoría de los científicos y paleontólogos, "ateos como cabras", se permiten decir que nuestra Religión Católica fue copiada de una religión anterior, ya que son incapaces de pensar que el Creador ha puesto ese germen en todas las almas, son pues como lo dice el refrán, como el Maestro Ciruela, "que no sabía leer y fundó una escuela".
       
      Del mismo modo, en el átomo del juicio particular, el espíritu tiene tiempo de comprender lo que no quiso comprender en la vida terrenal, lo que odió como enemigo o burló o negó como vana mentira, o al que sirvió con un desapego que exige reparación, y tiene tiempo de llevar consigo el recuerdo al lugar de expiación o de condena eterna, para suscitar llamas de amor por la eterna Belleza, o torturas punitivas debidas a la desazón por el Bien perdido, un Bien que la conciencia inteligente les reprochará haber querido perder voluntariamente. Y junto con sus pecados, lo recordará, pero será terrible, porque no podrán contemplarlo.


     La creación del alma y el juicio particular son los dos átomos de instantes en la que el alma de los hijos del hombre, conocen intelectualmente a Dios en la medida que es justo y suficiente darles un agente para tender al propio Bien, que han entrevisto apenas, pero que ha quedado impreso en la substancia que, por ser inteligente, libre, simple, espiritual, comprende prontamente, tiene libre voluntad, deseos simples y movimientos o inclinación, o apetito si preferís, para reunirse con medio del Amor con Aquel de donde proviene, y para lograr su fin, cuya Belleza ya intuye, o para separarse de Él, con odio perfecto y alcanzar al que es su infame rey, conservando en el recuerdo de ese odio un tormento, el mayor de los tormentos infernales, una desesperación, una maldición indescriptibles .


      […] He dicho "sed perfectos” para liberar el espíritu de los antiguos de esa sensación de temor que les impedía acariciar la idea de ser dignos de semejar al Padre, a su Padre. Hacía demasiados siglos que el Altísimo era para ellos el Dios terrible y, ante la tremenda Inmensidad de Dios, el amor, la esperanza y la fe quedaban sobrecogidas. Más ya había llegado el tiempo de la Misericordia, del Perdón, de la Paz, de la Amistad, del vínculo filial con Dios. Por lo tanto, he ahí la orden de perfección ilimitada: “Sed perfectos como el Padre”. Y con tal orden, también la implícita seguridad que impulsa a osar “porque, con tal que lo deseéis, podéis llegar a serlo”.


         […] Y el hecho de que la mayor parte de las almas vive de un modo tal que parece desmentir mi afirmación, no niega lo que Yo digo, sino que es la demostración de la enorme perversión del hombre en sus afectos y deseos, debida a sus alianzas con el Mal. En verdad son muchos los que sofocan con el dogal de los vicios y los pecados la propia alma, tras haberla hecho esclava de Satanás, de quien se han vuelto aliados. La ahorcan definitivamente para no seguir oyéndola gritar y llorar al recordar que el Mal no es lícito y que existe el castigo para quien lo practica. 

       Estos son los que, de hijos de Dios, se vuelven criaturas-hombre por la pérdida de la Gracia y que luego de hombre pasan a ser demonios, pues el hombre, apartado del Bien, es como una enredadera que se trepa al Mal para sostenerse. Donde no existe la Ley sobrenatural, difícilmente existe la ley moral y si existe es siempre imperfecta. Y donde la Ley moral es imperfecta o está ausente, vive de modo total o parcial la triple concupiscencia.

          Más si parece que la mayor parte de las almas cambia con su modo de actuar el natural recuerdo y deseo de Dios y la propia voluntad de tender hacia un fin gozoso, hay que recordar que en el hombre existe la criatura carnal y la espiritual y que el hombre posee el libre albedrío que siempre está al servicio de la parte más fuerte. Ahora bien, si uno va debilitando las almas por culpa de los vicios y los pecados, es seguro que el alma se volverá débil y que, al mismo tiempo, se fortificará la parte animal, que avasallará la más débil hasta matarla. Más no por ello podrá negarse que el alma ha sido creada con capacidad para recordar y desear naturalmente su fin.



DIFERENCIA ENTRE LAS CRIATURAS TOCADAS POR
LA GRACIA DE DIOS Y LAS PAGANAS


La índole del alma es la índole espiritual. Por eso el alma tiene deseos espirituales, aunque en los que no están regenerados por el Bautismo y que, por lo tanto están privados de la Gracia, tiene solo deseos conforme al reino espiritual de donde proviene y en donde siente que instintivamente que está el espíritu Supremo. En cambio en las almas vueltas a la Gracia por la regeneración del Bautismo y mantenidas y robustecidas en dicha Gracia por los demás Sacramentos, la atracción del alma a su fin se produce divinamente, pues la Gracia – es decir, nuevamente Dios - atrae hacia sí a los hijos dilectos, se los acerca cada vez más, los coloca cada vez más en la Luz a medida que van ascendiendo gradualmente, en la espiritualidad, de modo que la separación disminuye y la vista es cada vez más intensa, el conocimiento más vasto, la comprensión más amplia, el amor más perfecto, hasta llegar a la contemplación, que es ya unión y fusión de la criatura con su Creador, un acto temporáneo e imborrable y transformador, porque el abrazo del Fuego de la Divinidad que encierra a su criatura extasiada imprime un carácter nuevo a estos seres vivientes, que ya están separados de su condición humana y espiritualizados en Serafines, y que son doctos en la Sabiduría que Dios les otorga al darse a ellos como ellos a Él.

          […] Las almas recuerdan ¿Por qué lo hacen? Porque Dios, así como le dio a Adán la esperanza de una Redención, de esa Redención, a fin de mitigar contemporáneamente el rigor de la condena, del mismo modo le dejó el recuerdo del tiempo feliz para que le confortara en el dolor del exilio y para que fuera para los hijos de Adán el estímulo santo de amar al que para ellos era el Desconocido.

        Y no solo eso, pues, al crear las almas, Dios no privó a los hijos de los hombres de esa natural inclinación hacia la Divinidad que, por si sola puede ayudar a alcanzar el fin por el cual ha sido creado el hombre: amar al Señor, al Dios Omnipotente y Omnipresente, cuyo Todo incorpóreo colma el infinito y a quien el hombre siente, más o menos exactamente, y ve en todo lo que le rodea, le penetra y le asombra. En los salvajes se tratará del fragor del rayo o del duradero esplendor de la aurora boreal; para los idólatras consistirá en la potencia del león o en la vida anfibia del caimán; para los creyentes en las religiones reveladas, aunque no perfectas, en las manifestaciones naturales consideradas como acciones o manifestaciones de cada dios.

         En el ciudadano pensador o científico, en los fenómenos celestes o en el admirable organismo de los cuerpos; en el creyente, además que en la Doctrina, en la vida misma del alma, que se manifiesta con sus luces y con los latidos que corresponden a otros latidos, aún más ardientes, de un Amor eterno que la ama; en la maravilla del nacimiento y en el misterio de la muerte de una parte de lo humano mientras que la otra vive una vida más verdadera.

     Pero en todos los casos y en todas las cosas, el hombre siente una Presencia invisible y potente, tanto si la niega – y al negarla ya admite su existencia, pues se niega sólo lo que existe y que sabe que otros muchos creen – como si la odia y con su odio confiesa que Ella existe, como si la ama y con su amor proclama que la cree real y que un día espera no ya creer (en Ella) sino gozar en Ella.

          Dios hizo lo siguiente: dejó en el hombre la inclinación hacia el Bien supremo. ¿Y no es esto recuerdo? ¿Os parece que no podía hacerlo justamente Él, que es Omnipotente y que desde hace milenios gobierna la Creación sin esfuerzo ni cansancios y que sin un instante de pausa, crea almas, juzga almas, conoce al instante todas las acciones de las mismas, o mejor, las pre-conoce, pues el Pasado, el Presente y Futuro son un existir único ante su Pensamiento, las sigue en su desarrollo, las juzga sin confusiones ni errores y juzga las almas, que tras su orden, abandonan la carne a la que se las había mandado y vuelven al mundo ultraterrenal ya supercreadas, recreadas o, quizás deba decir, destruidas por la libre voluntad del albedrío?

          Pero a vosotros, que cogéis siempre el sentido material de las palabras y no el sentido de las mismas, esta expresión os haría reaccionar como ante un anatema. Entonces diré: almas feas, deformes, mutiladas y desviadas porque han borrado voluntariamente el recuerdo del Divino. Porque, más que cualquier lección que se pueda aprender en todo tipo de escuelas, precisamente es este recuerdo el que le enseña al alma a perseverar en las virtudes, por amor del propio Dios y por la esperanza de llegar a poseerle un día, más allá de la vida, en la Vida sin fin.

    Y aquí me permito recordar una conversación que quedó grabada en mi mente y que recordaré hasta el último instante de mi vida terrena, son las palabras del Arzobispo, que sigue en su cargo, y que niega el Dogma sagrado de la Iglesia Católica: según él, “El Infierno está vacío”, me dijo: ¿Ud., que es padre, condenaría a un hijo suyo al Infierno? ¿Cómo este individuo no sabe que ser hijos de Dios depende únicamente de nuestra voluntad de ser fieles a la Gracia, y que el alma, como lo dijo Jesús a Nicodemo, tiene que volver a nacer es decir a recrearse, para poder entrar en el Reino de Dios, y ser sus hijos? 

¿Cómo no entiende que ser hijo de Dios significa seguir sus mandamientos?, y el que no los sigue, y no se arrepiente, se transforme en hijo del Padre de las tinieblas, ya que como lo dijo Jesús: "Yo soy la Luz del mundo el que me sigue no andará en las tinieblas".

     ¿Cómo puede ser, que al recordarle la Parábola de Jesús del rico Epulón y del pobre Lázaro, de los pederastas que abusan de los niños, los torturan y los matan, e incluso llegan a colgar esas imágenes en la red, este me contestó: “¡Eso son interpretaciones suyas!”?

          […] Amadme a Mí más que a la ciencia. Bendecidme a Mí y no a vuestro saber. Y amad también al “niño” que tomé para colocarlo entre vosotros. Y, junto conmigo, bendecid al Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque una vez más se ha revelado a un ser pequeño en vez de haberse revelado a los sabios.   
                                                   
      […] Yo os lo digo: El Señor no muestra su Reino a los doctos sino a los que están iluminados por la Gracia y viven en el amor; y solo Dios elige, coge y posa en la cumbre del monte, donde el Cielo está tan cerca que el espíritu puede gritar, ardiendo, las palabras que debían ser el grito de todos los hombres: “He aquí a mi Dios. ¡Le veo! ¡Le siento! ¡Le conozco! Estoy devorado y recreado por el Amor.
     
        Pequeño Juan, también puedes recordarles que el hombre tiene un ángel como custodio y que este espíritu no está inerte junto al hombre sobre el cual refleja las luces que él mismo, por ser ángel, reverbera al adorar la infinita Luz. Quédate en paz, alma mí




viernes, 20 de noviembre de 2020

EL ÁNGEL CON UN PIÉ EN EL MAR QUE SIMBOLIZA EL ABISMO, Y OTRO PIE EN LA TIERRA QUE SIMBOLIZA LA SALVACIÓN



                                              





                                    Libro del Apocalipsis (Ap. 10, 1-11)

Vi otro ángel poderoso que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego, y en su mano tenía un librito abierto.

Y poniendo el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, gritó con poderosa voz como león que ruge: Cuando gritó hablaron los siete truenos con sus propias voces. Cuando hablaron los siete truenos iba yo a escribir; pero oí una voz del Cielo que me decía: "Sella las cosas que han hablado los siete truenos y no las escribas"(...)

La voz que yo había oído del cielo de nuevo me habló y me dijo: "Ve, toma el librito abierto de mano del ángel que está sobre el mar y sobre la Tierra. Fuime hasta el ángel diciendo que me diese el librito. Él me respondió y me dijo: "Toma y cómelo, y amargará tu vientre, más en tu boca será dulce como la miel. Tomé el librito de mano del ángel y me puse a comerlo, pero cuando lo hube comido sentí amarga mis entrañas. Me dijeron: Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones y a los reyes numerosos.



REFLEXIÓN PERSONAL

Yahveh, después del grave pecado de desobediencia, de irreverencia y de orgullo, cometido por nuestros primeros padres, Eva y Adán, procreadores materiales del género humano, fueron culpables de una gravísima afrenta a su Creador, ya que obedecieron al eterno enemigo de Dios, que les ofrecía "ser como dioses". A pesar de ello, Yahveh fue compasivo y se apiadó de ellos y de su descendencia, al fallar su plan A, aplicó entonces el único plan que podría rescatar a la humanidad en poder de Satán: el doloroso y costosísimo plan B.

Este consistía en la aparición de un nuevo Adán y una nueva Eva, Creadores espirituales de la nueva Humanidad, un nuevo Padre, que sería Jesús y una nueva Madre, la Virgen María, que anularían la culpa original, pagando el rescate que consistía nada menos que en entregar sus vidas de pobreza, humillaciones y Pasión, para la Redención del ser humano. 

Dios tenía que invertir todo el mecanismo de Lucifer, para poder restablecer el orden de las cosas: Adán y Eva desobedecieron para disfrutar materialmente de la vida, se entregaron pues al egoísmo que dice: "Quiero lo bueno para mí y lo malo para ti", de ahí nacieron todas las envidias, las guerras, los odios y los crímenes como el de Caín hacia su hermano Abel. Al contrario, nuestros divinos Redentores vivieron para libéranos del egoísmo con el Amor que dice: "Quiero lo malo para Mí y lo bueno para ti".

La naturaleza creada por Dios para deleite del hombre, se rebeló, nacieron las malas hierbas, las fieras, las tempestades, las sequías, las inundaciones todas las calamidades y las epidemias que azotan y seguirán azotando la humanidad hasta el fin del mundo. Y el hombre pasó de tener la naturaleza a su servicio, a tener que ganar el pan con el sudor de su frente, y conoció el sufrimiento, las penas y la muerte.

Y esta condición de la Humanidad está simbolizada alegoricamente con una visión simbólica del libro del Apocalipsis, en donde se lee que Juan vio un Ángel que es el símbolo de la Humanidad, que está a caballo con un pie en el mar que simboliza la mentira y el abismo, por eso se dice en el Apocalipsis que en la nueva Creación, el mar no existía ya, y un pie en la tierra que simboliza la Salvación. Ese Ángel tenía también un libro abierto en la mano, que es el conocimiento del bien y del mal, que ofreció Satán a nuestros primeros padres.

Le dijo el Ángel a San Juan: come el libro, y te sabrá dulce en la boca y amargo en las entrañas, Eso es lo que se ha explicado más arriba, lo que inoculó Satanás a través del fruto prohibido: el disfrute inicial del pecado, y las amargas consecuencias del mismo.

Ese veneno inoculado por la ingestión de la fruta prohibida, y que conduce a la muerte del cuerpo y del alma, tiene un antídoto que si bien no evita la muerte del cuerpo, por lo menos evita la segunda muerte que es la muerte eterna del Alma, es el plan B de Dios, que Satán a pesar de su inteligencia de Arcángel más subido, nunca pudo ni imaginar.

Ahora bien, para que ese antídoto, que no es otro que Jesús, el fruto del Árbol de la Cruz, que es la Stma. Virgen María, sea eficaz, hay que tomarlo, y eso quiere decir asimilarlo, y entonces como solo actúa en el alma, la persona que lo asimila de verdad, vuelve a renacer como lo dijo Jesús a Nicodemo, y se transforma otra vez de hombre degradado en el pecado, en un ser nuevo, casi idéntico a Adán y Eva antes de la caída, es decir que pueda recobrar otra vez la inocencia y el Paraíso perdidos. Y digo casi idéntico porqué Adán y Eva no tenían que morir.

Y eso de que el hombre recobra la Inocencia y el Paraíso perdidos, lo explica muy bien San Juan de la Cruz, cuando describe los grados de amor del Alma, que son los peldaños de la escala mística que nos conducen a Dios, y por los que se sube después de terribles pruebas de purificación, que son necesarias para restablecer la salud del alma.

En los últimos grados de esa escala, dice el Santo Doctor que aún en presencia del más horrendo de los crímenes, el alma no es capaz de ver ahí pecado, porque ha recobrado la Inocencia, y además arde suavemente de amor, que es dulzura constante porque en ese estado de desposorio espiritual tiene ya presencia íntima con Dios, es decir ha recobrado el Paraíso perdido, purificado por las espadas llameantes de los Querubines que guardan su entrada.

No somos pues todos Hijos de Dios por el Espíritu hasta que no hayamos asimilado en esas condiciones ese antídoto, y ese es el error de los famosos “quietistas”, que se creen que por la muerte de Jesús todos somos hijos suyos y estamos a salvo porqué un Padre no puede condenar a sus hijos al suplicio eterno, como me dijo cierto Arzobispo.

Y ese es el mayor triunfo de Satán, que quiere hacer creer que ese divino antídoto no es necesario, y no es necesaria tampoco ninguna transformación de nuestra parte, ya que como lo dicen muchos teólogos en nuestros días: “Hay que estar a gusto, Dios te quiere como eres, con tus pecados”, en vez de decir: “A pesar de nuestros pecados, que todos tenemos, Dios nos quiere, y hasta la muerte del pecador, lo sigue amando, porqué con el amor y no con el odio, es como se puede obtener el cambio, esperando ver en él una conversión que lo lleve por el camino recto. 

El Santo temor de Dios, que produce el arrepentimiento cuando hemos caído, provoca el firme deseo de no volver a caer, lo que exige de nosotros una lucha continua contra el mal, es decir contra el mundo, el Demonio y la Carne, los tres enemigos del alma”.










LA INFINITA FUERZA DEL AMOR. ESTREMECEDORA VISIÓN DEL MARTIRIO DE SANTA INÉS EN DIRECTO

Santa Inés Virgen y Mártir


          En este mundo cada vez más hedonista, que busca a toda costa el placer y el dinero, verdadero dios de este mundo, y en donde todo es bueno para alcanzar esa meta: El engaño, la explotación, el robo, el crimen y otros abusos, que se producen siempre hacia los más débiles, por esa razón, nacen tanta soberbia, tanto odio, tanta envidia y tanto sufrimiento.

              Casi todo el mundo vive como si no existiera un más allá, un Juicio final en donde vamos a comparecer todos, ante el ojo escudriñador de Jesús, y en donde se nos va a pedir cuenta hasta de las palabras vanas que hemos pronunciado.

               En contraposición aparece la imagen de los Santos, los cuales viven y mueren con amor hacia el prójimo, incluso hacia sus verdugos, y enemigos y desean ardientemente la muerte para reunirse con su Creador en su Santo Reino de Paz, de Justicia, de Amor, de eterna felicidad.

            Esa noción del Reino de Dios, es  de unas características tales, que aunque no lo hayan visto, Dios le ha infundido un conocimiento tal en sus almas que, sin saber como ni porqué, tienen un deseo tan ardiente que quieren morir cuanto antes, para fundirse con el Abismo de Amor y de Felicidad eternas en el Paraíso de Dios. 
   
            Y esa misma ciencia infusa, locura para el mundo, también les comunica la plena certeza que la sangre derramada les otorgará la Gloria Eterna.


            

DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA

Dictado del 13 de Enero de 1.944


Dice Jesús: 
“Está dicho: Dios porque amó infinitamente el hombre, lo amó hasta la muerte.

Los mas verdaderos entre mis adeptos no son y no han sido diferentes de su Dios y siguiendo su ejemplo y para su gloria, a Él y a los hombres han prodigado un amor inconmensurable que va hasta la muerte.

Ya te he dicho que la muerte de Inés tiene, como la de Teresa, un único nombre: amor. Ya sea la espada o la enfermedad la causa aparente de la muerte de estas criaturas, que supieron amar con esa “inmensidad” perfecta de Dios, el único y verdadero agente es el Amor.

Una sola palabra bastaría como epígrafe para estos “santos” míos. La que se usa para Mí: “Dilexit”. Amó. Amaron la adolescente Inés y la joven Cecilia, amó la fila de los hijos de Sinforosa, amó el tribuno Sebastián, amó el diácono Lorenzo, amó Julia la esclava, amó el maestro Casiano, amó el carpintero Rufo, amó el Pontífice Lino, amó el cándido cuadro de las vírgenes, el tierno prado de los niños, la dulce fila de las madres, la viril de los padres, y la férrea cohorte de los soldados, y la sacerdotal procesión de los Obispos, de los Pontífices, de los Clérigos, de los Diáconos, amó la humilde multitud de los esclavos, doblemente redimida.

Amó esta, mi purpúrea corte, que en medio de los tormentos profesó mi doctrina. Y amaron, en épocas mas serenas, los innumerables consagrados de los claustros y los cenobios, las vírgenes de todos los conventos y los héroes del mundo que, aún viviendo en el mundo, supieron hacer que el amor fuera clausura para el espíritu, de modo que este viviera amando únicamente al Señor, por el Señor y a los hombres, a través del Señor.

Amó, esta pequeña palabra que, sin embargo, es mas grande que el universo porque en su brevedad encierra la fuerza más fuerte de Dios, la característica mas característica de Dios, el poder mas potente de Dios; esta palabra – cuyo sonido ultraterreno define una vida ya vivida, colma de si todo lo creado y estremece de admiración a la humanidad y de júbilo a los Cielos – es la llave que abre, el secreto que explica la resistencia, la generosidad, la fuerza, el heroísmo de tantas y tantas criaturas que, por edad o ambiente familiar o posición social, parecían las menos adecuadas para tal perfección heroica.

Pues si no causa estupor que Sebastián, Alejandro, Mario, Expedito, por Cristo hayan sabido desafiar a la muerte, así como habían sabido desafiar por César, causa estupor que seres apenas adolescentes, como Inés, o madres amorosas, hayan sabido despojarse de la vida entre tormentos y hayan aceptado, como primer tormento, el de desprenderse del abrazo de los parientes y de los hijos, llevados por el amor hacia Mí.

Mas a la generosidad humana y sobrehumana del mártir del amor corresponde la generosidad divina de Dios de amor. Yo soy El que da fuerzas a estos héroes Míos y a todas las víctimas del martirio incruento pero prolongado y no menos heroico. Yo me convierto en fuerza dentro de ellos. Yo soy el que infunde fuerzas a la adolescente Inés como al viejo decrépito; a la joven madre como al soldado; al maestro como al esclavo; y a lo largo de los siglos, a la que vive en el claustro, como al estadista que muere en la fe, a la víctima ignorada como al adalid del espíritu.

No encontraréis en el fondo del corazón de estos mártires y en sus labios mas que esta preciosidad y este sabor: “Jesús”. Yo, Jesús, estoy allí donde irradia la santidad y se difunde la caridad”.


VISIÓN DEL MARTIRIO SE SANTA INÉS EN DIRECTO

Es medianoche, Jesús acaba de dictarme este trozo, que asocio a mi visión de esta noche. Desde esta mañana resonaba en mi corazón la frase: “Dios porque amó infinitamente el hombre, le amó hasta la muerte". Hasta tal punto me la repetía, que he revisado todo el Nuevo Testamento para encontrarla. Pero no la he encontrado. O se me pasó o no está allí.

Casi cegada por el cansancio, me he cansado a suspender la búsqueda, convencida de que Jesús hablaría seguramente de ese tema. Y no me he equivocado. Pero antes de hablarme de ello, mi Señor me ha ofrecido una dulce visión y albergándola en mi corazón, me he abandonado a mi consabido…. descanso; luego cuando he vuelto a estar entre los vivos, le he encontrado de nuevo con la tersura del primer momento.

Me parecía distinguir un especie de pórtico (quizás un peristilo o un foro), un pórtico de la antigua Roma. Lo llamo “pórtico” porque había un hermoso piso de mármol y columnas de mármol blanco que sostenían un techo abovedado, decorado con mosaicos. Puede haber sido el pórtico de un templo pagano o de una casa romana, o la Curia o el Foro. No lo sé.

Contra la pared había un especie de trono, formado por un estrado de mármol sobre el que se erigía un sitial. En este sitial estaba un antiguo romano, que llevaba una toga. Mas tarde comprendí que se trataba del Prefecto imperial. Contra las paredes había estatuas de dioses, grandes y pequeñas, y trípodes para el incienso. En el medio de la sala o pórtico, no había más que una gran losa de mármol blanco. En el muro que estaba frente al sitial de aquel magistrado se abría el verdadero pórtico y a través de él se veían la plaza y la calle.
Mientras observaba estos detalles y la fisonomía grave del Prefecto, tres jovenzuelas entraron en el vestíbulo, pórtico, sala, lo que Usted quiera. Una de ellas era muy joven, casi una niña. Estaba vestida completamente de blanco: una túnica la cubría por entero pues dejaba ver tan sólo el cuello sutil y las manos pequeñas, con muñecas infantiles. Tenía la cabeza descubierta y era rubia. Iba peinada de modo muy simple, con la raya en el medio y dos largas y pesadas trenzas sobre los hombros. Pesaban tanto los cabellos que le obligaban a inclinar ligeramente la cabeza hacia atrás y esto le daba, sin querer, un porte real. Jugueteaba a sus pies un corderillo casi recién nacido, todo blanco y con un hociquillo rosado como los labios de un niño.

Las otras dos jóvenes estaban detrás, a pocos pasos de ella. Una parecía casi de la misma edad que la primera, pero tenía un aspecto más robusto y rústico. La otra era mayor: habrá tenido a lo sumo unos 16 o 18 años. También ellas estaban vestidas de blanco e iban con la cabeza cubierta, pero su atavío era más humilde. Parecían doncellas de la otra joven, pues guardaban hacia ella una actitud respetuosa. Comprendí que esta era Inés, que la que tenía su misma edad era Emerenciana y la otra no se quien era. Sonriente y aplomada, Inés se dirigíó a la tarima del Magistrado. Y oí el siguiente diálogo:

-“¿Me deseabas? Heme aquí.”.

-“No creo que, cuando sepas el porqué de mi llamado, seguirás definiéndolo deseo. ¿Eres cristiana?”.

-“Sí, por gracia de Dios”.

-“¿Comprendes lo que puede significar para ti esa afirmación?”.

-“El Cielo”.

-“¡Cuidado! La muerte es fea y tú eres una niña aún. No sonrías porque no estoy bromeando”.

-“Yo tampoco estoy bromeando. Te sonrío porque eres el padrino de mis nupcias eternas y te quedo agradecida”.

-“Es mejor que pienses en bodas terrenas. Eres rica y hermosa. Ya hay muchos que piensan en ti. No tienes mas que elegir para convertirte en una patricia feliz”.

-“Ya he hecho mi elección. Amo al Único que es digno de ser amado y esta es la hora de mis bodas, este es el templo en que han de celebrarse. Oigo la voz del Esposo que viene y veo a su amorosa mirada. A Él le sacrifico mi virginidad para que la convierta en una flor eterna”.

-“Si te interesa tu virginidad y también tu vida, ofrece sacrificios a los dioses cuanto antes. Así lo establece la ley”.

-“Tengo un único Dios verdadero y a Él le ofrezco sacrificios de buenas ganas”.

En este momento me pareció que algunos ayudantes del Prefecto daban a Inés un vaso con incienso para que lo vertiera en el trípode que habían elegido, delante de un dios.

-“No son estos los dioses que amo. Mi Dios es Jesucristo, nuestro Señor: y a Él, a quien amo me sacrifico yo misma”.

Me pareció entonces que el Prefecto, irritado, ordenaba a sus ayudantes que, visto que desde ese momento se la consideraba rea y prisionera, colocaran las cadenas en los pulsos de Inés, para impedirle la huida o cualquier acto irreverente hacia las imágenes. Mas la virgen se volvió sonriente al verdugo y le dijo: 


-“No me toques. He venido aquí espontáneamente porque aquí me llama la voz del Esposo que, desde el Cielo, me invita a las bodas eternas. No me hacen falta tus grillos ni tus cadenas. Tendrías que ponérmelas solo si quisieras arrastrarme al mal. Y, (quizás) no servirían, porque mi Señor Dios los convertiría en algo más inútil que un hilo de lino en la muñeca de un gigante. No, hermano, tus cadenas no sirven para ir al encuentro de la muerte, del júbilo, de las bodas con Cristo. Te bendigo si me martirizas. No huyo. Te amo y ruego por tu espíritu”.

Tan bella, cándida erguida como un lirio, Inés era una visión celestial en la visión… El Prefecto pronunció la sentencia, que no logré oír bien. Me pareció que se había producido una interrupción durante la cual perdí de vista a Inés y me distraje debido a las muchas personas que se habían aglomerado en el entorno.

Luego, volví a encontrar a la Mártir, aún mas bella y gozosa. Ante ella había un trípode y una pequeña estatua de oro, que representaba a Júpiter: A su lado, el verdugo ya había desenvainado la espada. Probablemente, querían hacer la última tentativa para doblegarla. Más Inés, con una mirada resplandeciente, sacudía la cabeza y con su pequeña mano rechazaba la estatuilla. Ya no estaba a sus pies el corderillo, que ahora se encontraba en brazos de Emerenciana, sacudida por los sollozos. Vi que hacían arrodillar a Inés en el piso, en el medio de la sala, allí donde estaba la gran losa de mármol blanco. La joven se recogió en si misma, con las manos sobre el pecho y la mirada fija en el cielo. Sus ojos, absortos en una dulce contemplación, estaban bañados de lágrimas de gozo sobrenatural. El rostro no había empalecido y en él se reflejaba una sonrisa.

Uno de los ayudantes le cogió las trenzas como si se hubiera tratado de una cuerda, con la intención de tener fija la cabeza. Pero no era necesario.

-“¡Amo a Cristo!” gritó al ver que el verdugo alzaba la espada; vi que la misma penetraba entre la escápula y la clavícula y hendía la carótida derecha; vi que la mártir se desplomaba, sin perder la posición arrodillada, hacia el lado izquierdo, como quien se abandona en el sueño, un sueño feliz, porque la sonrisa no se borró en sus labios: solo quedó oculta tras el borbotón de sangre que manaba impetuosamente de la garganta tronchada.

He aquí mi visión de esta noche. No veía la hora de estar sola para escribirla y tener el gozo de revivirla en paz. Durante la visión, corrían mis lágrimas - espero que la penumbra de mi habitación las haya ocultado a los presentes – y yo permanecía con los ojos cerrados, ya sea porque estaba tan atraída por la contemplación que necesitaba concentrarme, ya sea porqué quería hacer creer que dormía, pues no me gusta que se comprenda…dónde estoy. La visión era tan bella que no logré soportar los trozos de frases comunes y muy terrenas que llegaban a mis oídos y que flotaban como chatarra en medio de la belleza de mi visión. Y por eso dije: “¡Callaos, callaos!”, como si me molestaran los rumores. Pero no era eso. Era que quería quedarme sola para contemplar en paz. Y, en efecto, lo logré.

Después Jesús me habló...