Icono Copto representando a San Pedro |
En este icono se representa a San Pedro, con las llaves del Reino de los Cielos y sus credenciales otorgadas por Jesús-Dios cuando lo nombró a él y a sus sucesores Jefes de su Iglesia, y le dijo, que les entregaba las llaves del Reino de los Cielos, y que todo lo que atare en la Tierra será atado en el Cielo, y que todo lo que desatara en la Tierra, será desatado en los Cielos, y cuando le dijo que las puertas del Infierno no prevalecerán contra su Iglesia.
He querido subrayar las palabras de Caifás que a pesar de su deícido, estaba profetizando, lo que tiene cierta similitud con el Dogma de la infalibidad Pontifical: El representante de Dios en la Tierra, siempre emitirá Doctrina verdadera, aunque sus acciones sean contrarias a la Virtud. Esto va en contra de todas las retahílas de variopintas sectas protestantes, y agrupaciones que se llaman cristianas, cuando la creencia en Jesús no es una prueba de pertenecer a sus hijos, ya que Satanás también cree en Él y lo teme.
En los célebres y extensos libros (14 tomos) "Histoire de l´Église" de Daniel-Rops, se puede leer que el Papa Borgia, pecador empedernido, seguía predicando doctrina verdadera, porque era heredero de la Promesa de Jesús. Esa promesa, "blindando" a su Iglesia, que no se dio a Lutero ni a ninguno de los reformadores pasados y actuales llamados progresistas, que renegaron de ella, desembocó en toda una serie de sectas fundadas por los iluminados de turno, iluminados y engañados por el mismo Satanás.
Iluminados, que al ser soberbios, es decir al carecer de la Gracia y de la protección de Dios, se han quedado cegados y han predicado doctrina adulterada, lo que denota la presencia irrefutable de Satanás, ya que donde está la mentira, está el padre de esa mentira que es el Demonio, como así lo afirmó el mismo Jesús a sus discípulos.
Lectura del Evangelio
San Juan: 11, 45-56
Jesús debía morir para congregar a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en Él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en Él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación".
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?"
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