Recuerdo haber tenido una discusión con cierto familiar, vinculado a una Asociación religiosa, cuando, al exponer esas ideas se me rebatió con bastante acritud, lo que me obligó a incrementar el tono de mis argumentos. Terminamos tan amigos, pero nadie convenció al otro, ni dio su brazo a torcer.
REFLEXIONES DEL
LIBRO DEL AZARÍAS, EL ÁNGEL
DE LA GUARDIA DE MARÍA VALTORTA
[…] ¡Oh!, no es frecuentando los lugares de oración
cómo el hombre se santifica sino con toda la vida. Vosotros llamáis
impropiamente “practicar” a lo que tan solo es “frecuentar”. Frecuenta quien
marcha corrientemente a un lugar, y practica el que pone por obra lo que en
aquel lugar se le enseñó o aprendió. Más, ¡cuántos escribas o fariseos ven los
ángeles desde el altar entre los que van una o más veces al día en los lugares
de oración! ¡Cuántos!
Es preciso poner en práctica las enseñanzas, y hacer que
estas y los Sacramentos fructifiquen, no por ser alabados en la Tierra y ocupar
un buen puesto en el Cielo, sino por el súper espiritual deseo de honrar de este
modo al Señor y de no gozar imperfectamente del alimento que Él suministra a
vuestro espíritu. Es entonces cuando, verdaderamente, con la humildad y caridad
de vuestras intenciones, la leche espiritual que es sinceridad, puede obrar en
vosotros haciéndoos crecer en robustez.
Cualquiera meneará la cabeza diciendo: “El que es asiduo a
las prácticas de piedad no puede pecar”.
¡Oh
Las fornicaciones de la falsa piedad son más numerosas de lo que se cree! Muchas almas, parecidas a muchos conyugues
libidinosos, hacen una doble vida, cesando una de ellas en el dintel de la
Iglesia. Una vez fuera de ella, marchan a los amores adúlteros con la carne, el
egoísmo y las concupiscencias. Después de alimentarse con el Bondadoso, son
crueles con sus hermanos: tras purificarse con la Sangre caritativa derramada por
todos, son anti caritativos mostrando sus egoísmos feroces; y habiéndose
instruido con la palabra, realizan actos contrarios a las enseñanzas de la
misma.
Y, ¿no cabe llamarlos adúlteros a estos tales? ¿No se les puede llamar embusteros? Cuando menos: mariposas disfructuosas o bien ociosos y zumbadores moscones, que pierden el tiempo en curiosidades vanas y en vagabundeos de sensualidad espiritual; mientras que el verdadero enamorado de la leche espiritual permanece unido a este alimento, no queriendo cosa que le distraiga de él, antes va en su busca y, cual abeja laboriosa, produce después dulces licores con el mismo.
Y, ¿no cabe llamarlos adúlteros a estos tales? ¿No se les puede llamar embusteros? Cuando menos: mariposas disfructuosas o bien ociosos y zumbadores moscones, que pierden el tiempo en curiosidades vanas y en vagabundeos de sensualidad espiritual; mientras que el verdadero enamorado de la leche espiritual permanece unido a este alimento, no queriendo cosa que le distraiga de él, antes va en su busca y, cual abeja laboriosa, produce después dulces licores con el mismo.
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