JESUCRISTO ES EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA, ES NUESTRO MODELO A SEGUIR PARA ALCANZAR LA REDENCIÓN NUESTRA Y LA DE LOS HERMANOS |
Estremecedoras palabras de Jesús que explica el por qué y el valor del sufrimiento de la Humanidad, que tiene que expiar por los graves pecados de la Sociedad como víctimas reparadoras, es lo que está pasando ahora mismo con la atroz persecución de los Cristianos en los Países musulmanes, sin lo cual el mundo no existiría, eliminado por Dios por ser una creación abyecta, donde impera el relativismo y en donde se da más valor al pecado que a la Virtud.
Profunda explicación de Jesús de como al tener una Naturaleza divina, tiene además una Naturaleza humana, cuyo corazón sufre por tener que ver el sufrimiento de la Humanidad doliente, que por razones de Justicia no puede remediar, ya que al ser la Tierra un campo de batalla neutral, en el cual combaten libremente el bien y el mal, tiene que dejar libertad a las fuerzas del mal, que traen consigo las funestas consecuencias del dolor y del sufrimiento, siendo Él el primero que sufrió esas consecuencias, con la Stma. Virgen María, y a ejemplo suyo, todos los Santos y los Mártires.
Dijo San Juan de la Cruz a un hermano que le recriminaba
su vida de Penitencia:
"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno, fuese Prelado o no, le persuadiere de doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni lo abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino penitencia, y más penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere llegar a la posesión de Cristo, lo busque sin la Cruz". Jesús le preguntó un día: "Juan, ¿que quieres por tus servicios?", a lo cual el Santo, que conocía perfectamente los beneficios tan grandes del sufrimiento, le contestó: "¡Señor, ser despreciado por todos por tu Amor!", deseo que se cumplió perfectamente hasta su cruenta muerte en Úbeda.
Y Santa Teresa de Jesús, cuyo lema era: Sufrir o morir, y que después de muerta, se pudo observar en su corazón, la huella del dardo que le traspasó el Serafín en el milagro de la Transverberación, lo que se recuerda en la estatua de Berníni que se encuentra en Roma, se apareció después de muerta a una carmelita y le dijo: "Vosotras estáis en la Tierra para sufrir por los pecadores, y nosotras estamos en el Cielo para gozar por haber sufrido en la Tierra".
En cuanto a Sta Teresita del Niño Jesús, se ofreció como víctima al Amor Misericordioso de Dios, y murió de tuberculosis con grandes sufrimientos, solo Dios sabe la cantidad de almas que salvó!
En cuanto a Santa Bernadette, la vidente de Lourdes, la Stma Virgen le dijo: "No te prometo hacerte feliz en esta vida, pero si te haré dichosa en la otra por toda la Eternidad"
Y el gran asceta San Pedro de Alcántara, cuya Penitencia dejaba impresionada a la misma Santa Teresa, también se apareció después de muerto, y dijo: "Bendita Penitencia, que me ha dado esta gloria tan grande que tengo en el Cielo".
En cuanto al Cura de Ars, Patrón de todos los sacerdotes católicos del mundo, que solo se alimentaba de patatas que hervía una vez a la semana, hacía una penitencia tan profunda, que la Congregación de los HH Trapistas, decían que les era imposible poder igualarlas, le gustaba repetir: "Si supierais los provechos que traen el sufrimiento, correríais tras ellos".
Naturalmente, no se trata de penitencias corporales, ya que como lo decía S. Juan de la Cruz eso son penitencias de bestias, basta aceptar con resignación y sin acritud, las pruebas que Dios nos quiera mandar a cada uno, como lo decía también ese Santo, Dios manda a cada cual, unos sufrimientos proporcionales al grado de imperfección de cada uno, y también al grado de Gloria a la cual los quiere levantar.
Por fin, terminaré con la visión de los elegidos del Apocalipsis, en donde la multitud innombrable de elegidos, con palmas en las manos, que simbolizan el triunfo sobre las fuerzas del mal, eran, según lo anunció el Ángel al Apóstol Juan , los que habían venido de la gran tribulación.
De los cuadernos de Mª Valtorta
(Dictado del 11 de Junio de 1.944)
(Dictado del 11 de Junio de 1.944)
Dirigido a los Espíritus que viven en el plano espiritual
Dice Jesús:
[...] No te turbes si te sientes turbada. Deja que la turbación venga de los otros – sean hombres o sea Satanás – pero no añadas nunca la tuya. Sería siempre la turbación más hiriente porque sería la más íntima.
Nunca te digas: “No soy capaz de hacer bien lo que hago”, “No se servir a Dios con perfección”, “En lugar de santificarme, peco”. Claro que no sabes hacer bien lo que haces, que no eres perfecta en el servir, que aún tienes innumerables imperfecciones. Más, ¿Quién, mientras sea hombre, será capaz de hacer las cosas bien, a la perfección, sin pecar nunca? ¿Quién es perfecto si se compara con la Perfección ?
[...] Más el único camino para salvar al mundo es el dolor. Hasta Yo que soy Dios, no encontré otro camino para llegar a ser el Salvador. El júbilo será júbilo para vosotros, pero lo será en la otra Vida. Para vosotras, ¡oh, víctimas amadas!, el júbilo no está aquí. Aquí está mi Paz, está la unión conmigo, está mi amor. Es decir, aquí están los gozos del espíritu, pero nada hay para la carne. Para la carne solo hay dolor, Un dolor que no acaba nunca porque el error aumenta cada vez más. Vosotras sois las reparadoras del error y no podéis tener pausas en vuestro cometido, porque el Enemigo sigue destruyendo y hay que seguir edificando para que el mundo mantenga aún un aspecto humano, un aspecto no completamente satánico.
En el cielo, Cristo ya no llora, pero sufre aún porque, aunque es Dios, también es hombre y tiene un corazón. Y, ¿por qué sufre ese corazón Mío, perfecto en sus pasiones? Sufre porque ve que no le aman y porque ve sufrir; sufre porque debe dejar que sufran los que le aman, esos a quienes ama.
¡Oh, como sufro viéndoos sufrir para cumplir en vosotros la redención del hombre! ¡Como sufro! Pero en cada latido de dolor que responde en Mí a vuestro dolor, Yo uno un don para el Cielo, para vuestro Cielo. Es vuestro, por cierto, pero lo conquistáis hora a hora y él os espera.
¡Oh, cuáles resplandores brillan aquí para vosotros ¡Oh, cuál amor os espera! ¡Cuánta ansiedad por dároslo! Alza los ojos y mira. Entre los mil fulgores de lo que has merecido, el Rostro de tu Dios resplandece para ti, te sonríe y te bendice.
Sí, te bendigo. Ve en paz”.
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