DE LA MISMA MANERA QUE ABRAHÁN ENTREGÓ A SU ÚNICO HIJO DIOS PADRE ENTREGÓ A JESÚS |
Lo que cuenta para Dios, es la intención, es decir que aunque Abrahán no haya sacrificado a su hijo, es como si lo hubiera hecho, ya que fue la voz del Ángel que lo detuvo.
Todos los verdaderos creyentes tienen que ser como el Padre de todos los creyentes, sacrificar todo lo que más quieren para obedecer al primer mandamiento, es decir amar a Dios sobre todas las cosas, con todas sus potencias, que son Memoria, Entendimiento y Voluntad, con las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Por razones de Justicia, los hijos de Abrahán, han recibido de Dios, que paga a los hombres con la misma moneda, lo que Él más quiere: la entrega y sacrificio de su único Hijo Jesús, ofrecido en holocausto en la Cruz, para liberar a los hijos de Abrahán, del poder de la Esclavitud de Satanás, ya que ellos también sacrificaron y están dispuestos a sacrificar lo que más quieren a Dios.
San Juan de la Cruz dice en sus escritos, que Jesús con su muerte en la Cruz, hizo más en ese momento, que en los tres años de su Vida pública, con sus enseñanzas y milagros portentosos, ya que fue solo ahí, reconcilió el Genero humano con Dios.
El Ángel Azarías dice que el momento clave, que operó la Redención, fue cuando Jesús dijo: "¡Padre!, ¿Por qué me has abandonado?"
"Y hasta en el reino de las Tinieblas, aquel grito provocó un bramido, apagando hasta el último y tenaz pensamiento de poder ser un día perdonados".
El abandono del Padre, que produjo el mayor sufrimiento de Jesús, y que provocó este lamento suyo, selló la derrota definitiva de Satán, que había luchado con todas sus huestes desde las tentaciones de Jesús en el desierto, para que no llevara a cabo el tremendo Sacrificio de la Redención, y para que Lucifer pudiera decir a Dios: "Tenía razón cuando decía No serviré, por consiguiente tu maldición queda revocada, estamos perdonados"
Palabras del Ángel Azarías a María Valtorta
[...] ¡Qué gozo poder tener prendida la mirada en la Divinidad! Esta es, María la bienaventuranza del Cielo. Como tú ya lo ves, al completarse el último detalle de la desgarradora y completa pasión del Redentor, fue permitido que se ocultase a su Espíritu la Divinidad. Y entonces, el Voluntarioso, el Heroico y Silencioso en el dolor lanzó el grito de su completo dolor: "¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?".
¡Oh, si se profundizase en la inmensidad, en lo acabado del dolor que aquel grito encierra! El Cielo se estremeció por El y la Divinidad hubo de violentarse a Si misma para resistir y no tener compasión a fin de que todo quedase reparado y cumplido para la expiación de la Humanidad que había abandonado a Dios para seguir al Tentador.
Los ángeles temblaron ante el desconocido aspecto de la Divinidad, por primera vez inmisericorde, y lloraron al meditar y comprender plenamente el abismo del pecado perpetrado por Lucifer y los otros rebeldes, instaurando el Mal y provocando los sufrimientos consiguientes que culminaron en los sufrimientos de la Gran Víctima. Superaron al obedientísimo y dulcísimo Verbo poniéndole en parangón con lo que era, es y será la Creación.
Y hasta en el reino de las Tinieblas, aquel grito provocó un bramido, apagando hasta el último y tenaz pensamiento de poder ser un día perdonados.
No. La Tierra se estremeció, se rasgó el velo del Templo y se abrieron los sepulcros con el grito imponente con que el Mártir entregó su Espíritu. Más lo que hizo estremecer a la Tierra, rasgarse el velo y salir de los sepulcros a los justos fue el deicidio consumado, la señal dada a los incrédulos y odiadores, y la alegría de los justos expectantes. ¡Oh! y esto aconteció al tiempo que el grito de abandono completo sacudió a los espíritus, a todos los espíritus, triturándolos con una angustia como jamás fuera ni será, porque el abandono de Dios, al no poder ya verle, es la prueba más atroz para los vivientes y el castigo mayor para los que pasan a la otra vida.
Y aquí no se trataba de una prueba impuesta a una criatura, ni únicamente del Hombre que se encontraba separado de Dios, sino que era que el Verbo ya no estaba en contacto con el Pensamiento, que el Hijo se hallaba separado del Padre y que el Hijo de Dios pasaba del amor perfecto a no sentir ya el amor perfecto del Padre-Dios, quedando amando desoladamente en solitario.
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