SAN PEDRO Y SAN PABLO LOS DOS PILARES DE LA IGLESIA CATÓLICA |
Los pastores y doctores de la Ley
que han predicado incansablemente una doctrina relativista, para adaptarse a las modas de la sociedad actual, que es absolutamente permisiva, son los
responsables de la degradación espiritual, y de la
ausencia del Santo temor de ofender a Dios, que es un don del Espíritu Santo. No llegan a comprender que es el mundo el que tiene que adaptarse a la Ley de Dios, que es inmutable en su Doctrina, y quieren al revés adaptar a la Ley de Dios al mundo que en el transcurso del tiempo va siguiendo modas y costumbres que ahora nos parecen ridículas, de la misma manera que las modas de hoy parecerán ridículas en un futuro.
Hace ya muchos años, Ricardo Franco, un conocido Jesuita, ya fallecido (R.I.P.), Doctor en teología por la Universidad Gregoriana de Roma y rector de 1.966 a 1.968 de la Facultad de Teología de Granada, teólogo, de los que saben Griego, Hebreo y Latín, y de los que publican multitud de libros, traducidos a muchas lenguas, escribió en una revista, que San Pablo tenía una visión Vetero-testamentaria, es decir anticuada, de la Ley de Dios. Lo cual es verdaderamente inaudito, y demuestra poca humildad, ya que cualquier religioso sabe que su Doctrina está inspirada por el Espíritu Santo, y por lo tanto despreciarla es despreciar a Dios, que la ha inspirado.
Le mandé una carta que no tuvo respuesta, en la cual le preguntaba: ¿Entre la visión de San Pablo, puesto por Dios como faro de la Iglesia pasada, presente y futura, y la interpretación personal suya, fruto de la moda de nuestros días, que quiere predicar al dios "relativista”, insensible al pecado, ¿Con cual hay que quedarse?
ADVERTENCIA CONTRA LA IMPIEDAD
De la Epístola de San Pablo a los Hebreos (Heb. 10, 26)
"Porque, si pecamos voluntariamente después de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, ya no hay más sacrificio por nuestros pecados, sino solo la terrible espera del juicio y el fuego vengativo que ha de devorar a los rebeldes.
Si el que quebranta la ley de Moisés es condenado sin compasión a muerte por la declaración de dos o tres testigos, ¿Cuánto mayor castigo no merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, el que profane la sangre de la alianza con que fue consagrado, el que ultraje al espíritu de la Gracia? pues conocemos al que dijo:
Mía es la venganza;
Yo daré a
cada uno según su merecido.
Y también:
El Señor
juzgará a su pueblo.
¡¡Ha de ser terrible caer en manos del Dios vivo!!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario