San Juan de la Cruz, explica con todo detalle como el alma se transforma por amor en el mismo Dios, cuando ella se ha purificado completamente en lo que él llama la noche oscura del alma que se produce en sus sentidos materiales y sobre todo en las terribles noches noches oscuras espirituales.
Como lo dice la Filosofía, dos contrarios no pueden subsistir en un mismo sujeto, por eso la perfección absoluta de Dios no puede unirse y fusionarse con el alma que tiene imperfecciones, el alma tiene entonces que vaciarse de todos sus defectos, para ello ante ese fuego de perfección se siente abandonada por Dios, lo que hace que cree que está condenada, y le ocasiona terribles sufrimientos, porque al sentir sus defectos, que Dios está quemando, llega a creer que no es digna de Dios y que está condenada, a pesar de que ama a Dios, se cree indigna de él. Eso tiene la gran ventaja de que el alma se vuelve humilde a ejemplo del Publicano y al contrario del Fariseo de la Parábola que estaban rezando juntos en el Templo.
San Juan de la Cruz explica que el alma es como el tronco de leña que empieza a arder, y que pierde su humedad, se pone negro y produce humo y olores, hasta que habiendo perdido su apariencia inicial arde por fuera y por dentro, lo que le ocasione terribles sufrimientos espirituales, hasta que logra, eliminando sus imperfecciones transformarse en el mismo fuego que es Dios por eso está escrito que seremos semejantes a Dios porque lo veremos tal cual es.
El alma con esas terribles noches tiene que desprenderse de todos sus apetitos materiales y limpiarse de todas las imperfecciones que son los defectos como la soberbia que todos tenemos en nosotros arraigada en mas o menos grado.
San Juan de la Cruz ha sido el mayor místico de la historia del misticismo en la Iglesia, tanto es así que, según Wikipendia, es venerado por las Iglesias Luteranas y Anglicanas.
Coplas del alma que pena por ver a Dios
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero
que muero porque no muero
1 En mí ya no vivo ya
y vivir sin Dios no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir, ¿ que será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero
2 Esta vida que yo vivo
es privación de vivir,
y así es continuo morir
hasta que viva contigo.
¡Oye, mi Dios lo que digo:
que esta vida no la quiero.
Que muero porque no muero.
3 Estando ausente de ti
¿ que vida puedo tener
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero
que muero porque no muero.
4 El pez
que del agua sale
Aún de alivio no carece
Que en la muerte que padece
Al fin la muerte le vale
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
Pues si más vivo, más muero
5 Cuando me pienso a aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero
y muero porque no muero.
6 Y si me gozo, Señor
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.
7 ¡Sácame de aquesta muerte,
mi Dios y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero!
8 Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¿Oh mi Dios, cuando será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero.
.
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