MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

**
****************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

rep

viernes, 23 de abril de 2021

DICE SAN PABLO: SI POSEÉIS EL PERFECTO TEMOR DE DIOS, POSEERÉIS EL AMOR PERFECTO, POSEERÉIS A DIOS Y SERÉIS POR ÉL POSEÍDOS.






Clarísimas explicaciones de San Pablo sobre lo que significa el Santo temor de Dios, sobre lo que es la verdadera Virtud que justificará a los hombres de cualquier Religión el día del Juicio, y de lo que es imposible para el hombre entender en este mundo: La maravilla y el horror infinitos del Cielo y del Infierno, que escapan a nuestra capacidad de entender: Si viéramos el Cielo, nos moriríamos de Amor, y si viéramos lo que es el Infierno nos moriríamos de horror. 

Ambas percepciones tienen que permanecer ocultas en la Tierra, porque sino, desaparecería el libre albedrío que es la libertad para escoger entre el bien y el mal, es decir entre Dios y Satán.

Perfecta descripción del mal que afecta a la Sociedad actual: quedan perfectamente retratados los Quietistas, que tanto abundan en nuestra Sagrada Religión Católica, llama la atención la descripción tan acertada de sus actos y sus razonamientos, que solo puede provenir del ojo escudriñador de Dios.

Quiero aquí subrayar estas palabras de S. Pablo, que relatan de una manera sublime lo que sienten las almas de los Santos, doctrina contraria a la que ahora están repitiendo como un mantra los relativistas: "Hay que estar a gusto con sus pecados; Dios te quiere como eres":

Por último están los justos. Ellos tienen el dulce y reverencial temor de Dios. Temen causar dolor a Dios y por eso procuran con todas sus fuerzas hacer el mayor número de actos buenos y del modo mejor que le es posible. Si caen en alguna imperfección o pecado tienen un ardiente arrepentimiento apresurándose a depositarlo a los pies de Dios y una no menos ardiente voluntad de reparación.






LECCIONES SOBRE LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO 
A LOS ROMANOS (Cap. 3º, del v.1 al 20)

(Dictado a María Valtorta del 22/1/1.944)



Dice el Autor Santísimo:

“El temor de Dios no está delante de sus ojos” dice el Apóstol. Y con esta breve sentencia explica las depravaciones del espíritu incircunciso.

La mayoría de los hombres católicos – hablo a estos y de estos porque estos hombres han recibido los siete dones maravillosos del Paráclito y deberán por esto conocer al menos la fortaleza, la paz, la luz que irradia de ellos y la realidad de su naturaleza – la mayoría de los católicos no sabe exactamente qué sea el temor de Dios ni como se practique.

También aquí hay tres categorías. La de los escrupulosos, la de los quietistas o indiferentes y las de los justos. Más antes de hablar de ellas, hablaré del don.

¿Qué es el temor de Dios? ¿Miedo de Él, cual si fuera un justiciero insobornable que se complace en castigar, un inquisidor que no deja de anotar las imperfecciones más menudas, para mandar a las torturas eternas? No. Dios es caridad y no se le debe tener miedo. Ciertamente, su ojo divino ve todas las acciones de los hombres, aún las más insignificantes. Cierto también que su Justicia es perfecta. Más, por lo mismo que es así, Él sabe valorar la buena voluntad de los hombres y las circunstancias en las que el hombre se encuentra, circunstancias que son frecuentemente otras tantas tentaciones de pecar de soberbia y por tanto, de desobediencia, de ira, de avaricia, de gula, de lujuria de envidia y de pereza.

Dios castigó duramente a Adán y Eva, más a su castigo siguió de inmediato la misericordia: la promesa de un Redentor que habríales de librar de la prisión consiguiente a la culpa, a ellos, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. A Adán y Eva, llenos de inocencia y de gracia, dotados de integridad y de una ciencia proporcionada a su excelso estado y a su aún mayor excelso fin –pasar del Paraíso de la Tierra al del Cielo y gozar eternamente de su Dios – Dios habría podido muy bien condenarlos para siempre, porque habían tenido cuanto necesitaban para santificarse y ser perfectos en contra de todas las tentaciones y lo habían tenido sin sentir en sí los incentivos del pecado.

Vosotros, hombres, tenéis esos incentivos, el Bautismo y los Sacramentos borran en vosotros la mancha original, os devuelven la Gracia y os infunden las virtudes principales, os borran los pecados cometidos después del uso de razón, os fortifican con la fuerza misma de Cristo alimentándoos de Él y os sostienen en la Gracia de estado. 

Más queda la herencia del pecado Original con sus incentivos, y sobre esta herencia y estas secuelas del contagio traído del Progenitor, trabaja Satanás con más facilidad de éxito que sobre Adán y Eva.

Dado que uno de los axiomas de la Divina Justicia es que: “A quien más recibió, más se le exige, a Adán y a Eva, que habían recibido todo, y no tenían en sí taras hereditarias, antes, únicamente la perfección de haber salido formados de la mano de Dios, del pensamiento de Dios – porque Dios con solo su pensamiento, ordenó al barro que se formara conforme a su diseño, y las moléculas del barro, materia inerte e insensible obedecieron, porque todo obedece al mandato de Dios, todo, a excepción de Satanás y del hombre más o menos rebelde -, a Adán y a Eva, salidos ya formados del Pensamiento de Dios y animados con su aliento, a Adán y a Eva todo debía serles exigido y reclamado y en caso de pecar, todo debía serles quitado y ser condenados a castigo sin término.

Ellos conocían a Dios. Conversaban con Él al céfiro de la tarde. Además de su Autor, Él era para ellos su Maestro y ellos eran las primeras “voces” destinados a revelar a los venideros las verdades aprendidas de Dios. Y a pesar de todo, no obstante haber tenido conocimiento de la Perfección, tuvieron curiosidad del horror al que prestaron oídos desatendiendo la Palabra de Dios. 

Ofendieron gravemente al Padre Creador, al Hijo, Verbo que les instruía acerca del Bien y del Mal, sobre las cosas, animales y plantas creados y al Amor, porque ingratos, olvidaron por un lúbrico seductor que les tentaba con un fruto, solo con uno, todo cuanto la Caridad les había dado para que fueran felices.

Más Dios no les amenazó con el Infierno. ¿Acaso no podía fulminarlos allí mismo, al pie del árbol de la Prueba que había resultado para ellos árbol de la concupiscencia? Ellos, de su voluntad, lo habían hecho tal, y hubiera sido justo que perecieran ellos, planta maligna nacida de una semilla perfecta – el Pensamiento Divino – maleada por el veneno de la baba infernal. 

¿No podía ordenar Dios a su Arcángel que los hiriese con su espada de fuego allí, en los umbrales del Paraíso terrenal, para que sus despojos inmundos no contaminasen la Tierra y precipitarlos desde aquel límite al abismo, del que saliera aquel a quien ellos habían preferido en contraposición a Dios? Claro que lo podía y hubiera estado en su perfecto derecho. Más la Misericordia y el Amor amortiguaron la condena con la promesa de la Redención y por ello, del Premio eterno.

Aquellos, todos aquellos que mueren en medio de escrúpulos y que ofenden con ello la Paternidad de Dios, su Amor, su Esencia, teniéndolo por un Dios terrible, intransigente, que no tolera debilidad alguna en sus pequeños hijos a los que aplica la medida de su Perfección infinita, deberían reflexionar sobre eso. ¿Quién se salvaría jamás si Dios fuese como ellos se lo forjan? Si la medida de la perfección humana hubiera de ser la perfección Divina, ¿Quién de los hijos de Adán habitaría los Cielos? Una sola: María. Más con todo, está dicho: “Sed perfectos como mi Padre y vuestro”, no para asustaros sino para animaros a hacer la más que podáis. Seréis juzgados – no me canso de repetirlo – no por la perfección conseguida en medida perfecta tomando como norma la de Dios sino por el amor con que hayáis procurado obrar. 

Dícese en el mandamiento del Amor: “ama con todo tú mismo”. Y ese “tú mismo” cambia de una persona a otra. Hay quien ama como un Serafín y quien tan solo sabe amar como un niño, muy embrionaramente. Pero el Maestro, puesto que la mayoría sabe amar como niños – muy embrionaramente - , mientras que tan solo criaturas de excepción saben amar seráficamente, he aquí que os ha puesto por modelo a un niño, no a Sí mismo, ni a su Madre, ni tampoco a su Padre putativo. 

No. A un niño. A sus Apóstoles, a Pedro, cabeza de la Iglesia, les propuso por modelo a un niño.

Amad con la perfección de un niño que, para explicarse los misterios, cree sin elucubraciones científicas; espera sin temor paralizante, fruto del excesivo racionalismo y de ociosas cavilaciones; ama tranquilamente a Dios al que tiene por un buen papá, un buen amigo, un buen hermano, un buen amigo que le protege y hace su pequeño bien para dar gusto a Jesús. Y así seréis perfectos en vuestra medida perfecta, perfectos en vuestra bondad relativa, del modo que es perfecto Dios en su bondad infinita.

Temor de Dios no es pues, terror de Dios. Recuerden esto los aquejados de escrúpulos, los cuales ofenden a Dios en su amor y se paralizan a si mismos en su continuo sobresalto. Recuerden que una acción no buena viene a ser más o menos pecado en la medida de que uno se haya convencido de que lo sea o no esté seguro de que lo sea o no crea que lo sea del todo.

Por eso, si uno llega a hacer un acto que ciertamente no es pecaminoso, pero está convencido de que lo es, obra injustamente porque su intención es hacer una cosa injusta, mientras que si uno hace algo que no es justo ignorando que lo sea, pero ignorando de verdad que sea así, Dios no le imputa dicha acción como culpa.

Así también, cuando circunstancias especiales obligan a un hombre a llevar a cabo acciones que el decálogo u otra ley evangélica prohíben (verdugos que han de cumplir con la justicia, soldados que deben combatir y matar, conjurados que, por no llevar al patíbulo a sus compañeros y dañar intereses superiores, juran ser ellos solos, los culpables y mueren por salvar a los otros), Dios juzgará con Justicia el obligado homicidio o el heroico perjurio. Basta que el fin de la acción sea recto y ésta realizada con justicia.

Temor no es terror, pero tampoco el temor de Dios es quietismo. Los quietistas son el polo opuesto de los escrupulosos. Son aquellos, que por un exceso de confianza, pero confianza desordenada, no se aprestan a hacer el bien porque están seguros de que Dios es tan bueno que con todo está siempre contento. Y con el mayor empeño, seducidos por su estática somnolencia, procuran quedarse inmóviles, cerrando sus mentes a las verdades que les desagrada saber, esto es: las que hablan de castigo, de purgatorio, de infierno, de obligación de hacer penitencia y de trabajar en perfeccionarse.

Son almas ofuscadas y soberbias. Si porque los quietistas son soberbios. Soberbios, por creerse ya perfectos hasta el punto de estar seguros de que no pecan nunca. Soberbios porque, si bien llevan a cabo actos de piedad y de penitencia, son actos externos para ser tenidos por “santos” y alabados como tales. Al ser egoístas, se hallan desprovistos de caridad. Sobre su altar está su yo y no Dios. 

Son embusteros y a menudo, se fingen contemplativos y predilectos de Dios con dones extraordinarios.

Más no es Dios el que los hace Predilectos, sino Satanás que les seduce para extraviarlos cada vez más. Se creen pobres de espíritu porque no tienen santa urgencia de realizar actos buenos para merecer el Cielo, más no son pobres de espíritu, antes se encuentran llenos de la envidia y avaricia más sórdidas y profundas y son perezosos.

Son intemperantes porque nada niegan a la materia y si uno les dice: “No es lícito lo que haces”, responden: “Dios lo quiere para probarnos, pero nosotros sabemos salir de lo ilícito con la misma facilidad con que entramos en él, ya que estamos asentados en Dios”. Son verdaderos herejes y Dios los aborrece.

Por último están los justos. Ellos tienen el dulce y reverencial temor de Dios. Temen causar dolor a Dios y por eso procuran con todas sus fuerzas hacer el mayor número de actos buenos y del modo mejor que le es posible. Si caen en alguna imperfección o pecado tienen un ardiente arrepentimiento apresurándose a depositarlo a los pies de Dios y una no menos ardiente voluntad de reparación.

La culpa involuntaria no les paraliza, pues saben que Dios es Padre y se compadece de ellos. Lavan, reparan, reedifican lo que la insidia múltiple y salteadora alevosamente manchó, deterioró y derribó; y lo hacen con amor invocando cada vez con más fuerza al divino Amor: “Infunde tu Amor en mi corazón”. Estos son los que tienen el verdadero temor de Dios.

¿Qué es pues, el verdadero temor de Dios, vivo siempre en su espíritu? El temor de Dios es amor, humildad, obediencia, fortaleza, dulzura, mansedumbre, templanza, actividad, pureza, sabiduría y elevación. Y el verdadero Modelo de perfecto temor de Dios fue dado por Cristo que amó a Dios con un amor que se plegó alegre y de buena gana a todos los deseos del Padre hasta la obediencia de cruz, que fue humilde hasta abajarse a los pies del traidor y besárselos; que fue fuerte contra todas las insidias, dulce como un niño, sobrio como un asceta, manso como un cordero, puro como un ángel, y más que un ángel, sabio por ser el hombre uno con Dios, contemplativo que ascendía con su Espíritu arrobado a las adoraciones perfectas que hacían que exultasen los Cielos a los que, por fin, subía desde la Tierra del hombre, una adoración que saciaba el deseo de Dios.

También María fue un ejemplo de temor perfecto. Más Ella, fue lo que fue en atención a los méritos de su Hijo. Y por eso hay que seguir diciendo que quien desde toda la Eternidad poseyó el temor Perfecto fue el Verbo de Dios por el que todo fue hecho, hasta la maravilla del Cielo y de La Tierra: La Virgen Inmaculada, Hija, Madre y Esposa de Dios.

De entre tantos versículos, uno tan solo ha sido comentado. Más su importancia es tal que la Sabiduría se ha detenido en él. Si poseéis el perfecto temor de Dios poseeréis el amor perfecto y con él, poseeréis a Dios y seréis por Él poseídos. Y esto eternamente.





martes, 20 de abril de 2021

COMENTARIOS SOBRE LA EPISTOLA DE SAN PABLO A LOS ROMANOS (de la obra de Mª Valtorta): LA FE AL SER UN DON DE DIOS QUE VE LOS CORAZONES JUSTIFICA AL ALMA; LOS PROTESTANTES, AL CREER QUE LA FE PROVIENE DE LA PERSONA, COMETEN UNA GRAVE HEREJÍA






San Pablo a los Romanos 4,1-8.


¿Y qué diremos de Abraham, nuestro padre según la carne? Si él hubiera sido justificado por las obras tendría de qué gloriarse, pero no delante de Dios. Porque, ¿Qué dice la Escritura?: Abraham creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación. 
Ahora bien, al que trabaja no se le da el salario como un regalo, sino como algo que se le debe. Pero al que no hace nada, sino que cree en aquel que justifica al impío, se le tiene en cuenta la fe para su justificación. 
Por eso David proclama la felicidad de aquel a quien Dios confiere la justicia sin las obras, diciendo: Felices aquellos a quienes fueron perdonadas sus faltas y cuyos pecados han sido cubiertos. Feliz el hombre a quien Dios no le tiene en cuenta su pecado. 

Palabras de San Pablo que han prestado a muchas interpretaciones sobre todo de parte de las numerosísimas sectas protestantes, que al carecer de la Gracia de Dios, no han podido ni sabido interpretar su sentido más profundo.
La fe es un don de Dios, y Él no se la da a cualquiera, se la ha negado a los Fariseos y a los Escribas que por eso, no podían creer en la divinidad de Cristo, y muy al contrario lo tomaban por un enviado de Satanás. 
Actualmente, se la sigue negando a muchos de los actuales Teólogos, muchos de ellos eclesiásticos que conocen a fondo las escrituras, y saben griego, hebreo y latín. Estos como los Fariseos del tiempo de Jesús son los que más daño hacen a Dios, porque son los responsables de todas las desviaciones de su Palabra, dirigiendo a las almas por el camino de la perdición.

Creo que San Pablo quiere decir que, siendo todos pecadores, los que tienen el don de la fe, están justificados porque lo han recibido de Dios, que es el único que ve los corazones con meridiana claridad. Es por eso que Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín, porque el primero era una dádiva hecha por amor, es decir una oferta de fe, mientras que Caín entregaba una oferta imperfecta porque era egoísta, era una oferta sin fe.



Salmo 32,1-2.5.11.

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado 
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor 
no le tiene en cuenta las culpas, 

y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado, 
no te escondí mi culpa, 
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”. 


¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! 
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! 
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!


La fe verdadera en Dios, trae consigo los dones del espíritu Santo, que al fin y al cabo, se resumen en dos acciones el Amor a Dios y a los hermanos, que son las condiciones necesarias y suficientes para obtener el perdón de nuestros pecados.





Lucas 12,1-7.


Se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. 
Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.

La levadura de los Fariseos es la Soberbia, que impide a las almas entrar por la puerta estrecha y subir por la vereda abrupta que conduce a la Vida Eterna, la meta tan deseada de la Eterna Juventud, y de la infinita felicidad. La obsesión de los Fariseos es aparecer como perfectos a los ojos de los hombres para que sean admirados, por eso ocultan sus pecados y son hipócritas, y hacen pública sus "buenas acciones", para ser aclamados. 

A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese. 

Dice San Juan de la Cruz que puede ocurrir que una persona esté perseguida por unos enemigos que lo quieren matar, y que Dios le diga: "Te libraré de tus enemigos", y esa persona sea muerta por ellos. El Santo Doctor dice que Dios no mintió, Él se refirió a los enemigos del alma, que son Mundo, demonio y carne.

¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros.

Los animales, que hoy día se quieren equiparar a los hombres, como ocurre con los chimpancés que dicen que comparten con nosotros el 97% de los genes materiales, que son perecederos, cuando al no tener alma, comparten el 0% de los genes espirituales, que son eternos. Esta similitud con los cuadrúmanos es en realidad cierta para tantos seres que no tienen fe, ya que al rechazar las leyes de Dios son iguales, y a menudo peores que esos animales, ya que al no tener la presencia de Dios, y entregarse a todos los vicios son hijos de Satanás.





domingo, 18 de abril de 2021

DIOS HIZO EL HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA, POR ESO NO PUEDE DESCENDER DE UN CUADRUMANO QUE ESTÁ DECLARADO EN EL LEVÍTICO COMO ANIMAL IMPURO


VALE LA PENA DEJARLO TODO PARA SEGUIR A JESÚS



Al ser Dios un Ser inmaterial, ¿Cómo puede ser que haya creado un mundo lleno de seres materiales tan distintos en formas, aspectos y dimensiones, que llegan a ser múltiples en su variedad y toda clase de categorías, analizado desde el punto de vista microscópico y sideral. Lo más impresionante es cuando se llega a lo infinitamente pequeño, o infinitamente gigantesco, el mundo es energía analizado a nivel microscópico y telescópico, nos damos cuenta, que todo está constituido por energías como son la gravedad, el magnetismo, ligados a la distancia y al tiempo. En el Cosmos son fuerzas que combinadas producen emisiones electromagnéticas, de rayos gamma de calor y de luz, producido por las fusiones atómicas que crean vida y producen nacimientos y muertes de estrellas.

Desde el punto de vista espiritual, ya que Dios hizo la Creación a su imagen y semejanza, se puede decir que la Gravedad es la atracción de las almas a Dios Padre, que es proporcional a su "masa" que es infinita, el magnetismo que es la esperanza que nos acerca a Dios con la fuerza del Espíritu Santo que mueve a las almas y las atrae, y la emisión de la luz y los rayos gamma son la Gracia de Jesucristo que ilumina y fortaleza el camino para llegar a la Vida Eterna. Por eso dijo Jesús: Yo soy la Luz, la Verdad y la vida, el que me sigue no andará en las tinieblas.


De los Cuadernos de María Valtorta
(14 de Julio de 1.944) 

Dice Jesús:

[…] La ignorancia profusamente difundida entre los creyentes origina ideas equivocadas acerca de la imagen de Dios, que no es una imagen física, pues Dios-Espíritu no tiene rostro, no tiene estatura, no tiene una estructura material. Más el hombre tiene la imagen que Dios Creador ha ideado para él.

Por cierto, el Potente, el Infinito. No tenía necesidad de llegar al hombre a través de una evolución secular de cuadrumanos. Desde el momento que fue creado y comenzó a juguetear en los árboles del paraíso terrestre, el cuadrumano fue cuadrumano. El hombre fue hombre desde el momento en que Dios lo creó con el fango y, haciendo lo que no había hecho nunca con todo lo creado, insufló en su rostro el espíritu.

La semejanza con Dios está en ese espíritu eterno, incorpóreo, sobrenatural, que tenéis en vosotros. Está en ese espíritu, en ese átomo de espíritu infinito que, encerrado en una cárcel angosta y precaria, espera de volver a reunirse con su Fuente, y compartir con Ella libertad, alegría, paz, luz, amor, eternidad.

La imagen persiste aún donde ya no hay semejanza, porque físicamente el hombre permanece tal cual a los ojos de los hombres, aunque a los ojos de Dios y de los sobrenaturales habitantes del cielo y de pocos elegidos de la Tierra, aparezca ya con su nuevo aspecto de demonio, que es su verdadero aspecto a partir del momento en que al no tener ya vida en el espíritu, la culpa mortal le priva de la semejanza con Dios.

El hombre, privado de la Gracia por obra de la culpa, es solo el sepulcro donde se pudre el espíritu muerto. He aquí porque, aunque todos los seres humanos tienen una imagen física común, cuando se cumpla la resurrección de la carne, serán sumamente diferentes entre sí. Los Bienaventurados tendrán un aspecto semi-divino, los condenados tendrán un aspecto demoniaco. Entonces se traslucirá al exterior el misterio de las conciencias. ¡Qué terrible cognición!

El hombre se hace tanto más semejante a Dios, cuanto más vive. Es necesario esforzarse para lograr la perfección en esa semejanza. En realidad nunca la alcanzaréis, ya que la criatura humana no puede ser semejante al Creador, pero os acercaréis a esa sobrenatural Belleza lo más que se os pueda conceder.

Yo lo he dicho: “Sed perfectos como mi Padre”. No os he puesto límites a la perfección. Cuanto más os esforcéis para lograrla, tanto más las barreras de lo humano caerán como las murallas ante el asalto de fuerzas victoriosas y disminuirán las distancias y será mayor la vista y aumentará la capacidad de entender, comprender, ver; conocer a Dios.

Más para ello es necesario tender hacia la perfección con todas vuestras fuerzas, con toda vuestra generosidad, sin “mirar hacia atrás” para ver lo que se deja; sin detenerse nunca, sin cansarse. El premio justifica el heroísmo, porque el premio consiste en sumergirse en el gozo del Amor, y por lo tanto, poseer a Dios como lo poseeréis en el Cielo.

¡Oh, beatífica unión y posesión maravillosa! Son vuestras, ¡oh, hijos fieles! ¡Venid y saciaos!”




sábado, 17 de abril de 2021

COMENTARIOS SOBRE LA INGRATITUD DEL GÉNERO HUMANO Y LA INFINITA MISERICORDIA Y PACIENCIA DE DIOS QUE DA TODA UNA VIDA PARA QUE NOS SANTIFIQUEMOS..


El pecado, es lo que hunde al hombre en el abismo, el mar simboliza la mentira, porque esconde el abismo, es por esa razón que en el Apocalipsis está escrito 
que Dios hizo el Mundo nuevo, y que el mar no existía ya.




Extraordinario relato del Evangelio de hoy, donde se descubren dos hechos importantísimos: la ingratitud del hombre hacia la Providencia divina, y la Misericordia de Dios en todas sus relaciones con los hombres.

Jesús acababa de hacer uno de los milagros más sublimes: la multiplicación de los panes y de los peces para alimentar a 5.000 hombres sin contar las mujeres y los niños, a continuación se despide de los comensales, y "obliga" a sus discípulos a subirse en la barca para ir al otro lado del mar de Galilea, sabiendo, como Dios que el viento era contrario, y que iba a levantarse contra la embarcación. 

Parece que Jesús estaba algo enojado por despedir a los comensales, y "mandar" a sus discípulas a luchar a barlovento en el mar de Galilea.

La explicación de este "enfado" de Jesús se encuentra en el Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta: ninguno de los comensales ni los discípulos se habían acordado de dar gracias a Dios por este milagro, por esa razón se retiró solo hasta el atardecer  en la cima del monte, para dar gracias a Dios Padre por este milagro tan grande.

Jesús acude andando sobre el mar al encuentro de sus discípulos, al verlo se llenan de pavor porque la presencia de un ser que camina sobre la mentira, que siempre hunde al hombre, es un hecho tan insólito que llena al hombre pecador de espanto, ya que no es un acontecimiento natural en este mundo de pecadores, que siempre están más o menos, sumergidos en la mentira.

Pedro quiere ir a su encuentro, pero al crecer el viento y levantarse las olas, teme por falta de fe, y tiene que pedir a Dios ayuda para que lo saque del abismo a donde caía.

Este Evangelio, muestra de una manera oculta lo que ocurre a todos los seres humanos: Muy pocos dan gracias a Dios por los dones recibidos, y solo se acuerdan de él cuando se hunden en la desgracia, pero Dios es tan bueno que conoce la condición humana y con su Redención, Víctima perfecta y sin tara, se ofrece en oración a su Padre para interceder por nosotros, y siempre cuando lo llamamos, nos saca del abismo en donde caemos por nuestra falta de fe. 

La gente de buena fe, valga la redundancia, es la que se da cuenta de que Jesús es el Salvador. Y muchas veces, solo después de ver como Él los ha sacado del desastre, lo reconoce como Hijo de Dios. Es por esa razón que nos enteramos en los medios de comunicación católicos, que se ha convertido a la fe un gran pecador, y que se ha transformado de un malhechor en un verdadero creyente que va por todo el mundo relatando la misericordia de Dios.



COMENTARIOS SOBRE EL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO DE MARÍA VALTORTA 


En seguida, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. 
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 

Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".






miércoles, 14 de abril de 2021

LA DESGRACIA DE LOS RÉPROBOS, HAN RECHAZADO LA VIDA ETERNA PARA ENTREGARSE A UNA VIDA PASAJERA


La desgracia de los Réprobos: Han rechazado
 a Jesús ofrecido por la Stma. Virgen María, 
el único que podía salvarlos. 


En el mundo en que vivimos, existe una cantidad nada despreciable de almas que se llaman ateas, y otras que se creen aún más listas y se proclaman agnósticas, ambas están ya juzgadas y halladas culpables, porque niegan un axioma tan evidente, que el que no lo admite, se aparta automáticamente de la irrefutable verdad: cada cosa que existe tiene que tener a un Creador. Esta realidad solo se ve en los seres humanos, en todas las regiones del globo, incluso en los salvajes, se venera siempre a un ser o varios seres superiores que han creado el mundo.
Nunca se ha visto al chimpancé - que es la criatura que genéticamente es la más parecida a los humanos hasta el punto que algunos "científicos" quieren incluirla en esa categoría - adorar a un ser superior

A la luz de las Escrituras, palabra de Dios, podemos ver claramente la causa de estas actitudes de los seres humanos, y sobre todo cual es el juicio de Dios sobre estas desgraciadas criaturas. Y las llamo desgraciadas porque, como dice Jesús han venido a este mundo y "...son como esos muchachos que, sentados en la plaza, cantan a los otros esta copla: 
"Os hemos tocado la flauta y no habéis danzado, hemos entonado lamentos y no habéis hecho duelo" (Mat. 11, 16). 

Y lo más grave: para ellos, la terrible Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesús-Dios habrá sido en vano, lo que fue la más terrible de las amarguras que le recordó Satanás al Redentor a la hora de su Pasión, y que solo fue aliviada por el cáliz ofrecido por el Ángel de la compasión, en Getsemaní, cáliz que contenía a todos los creyentes que iban a ser redimidos, y eternamente agradecidos, gracias a su sublime Sacrificio. El juicio es el siguiente: 

"Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas eran hechas por Él, y sin él no se ha hecho nada de cuanto ha sido hecho. Y la vida era la Luz de los hombres. Y la Luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no le acogieron" (Juan 1, 1-5)

Este juicio está también muy bien aclarado en la parábola de los invitados a la boda, en donde unos se excusaron por no poder asistir: "El Reino de los Cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas a su hijo. Envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero esos no quisieron venir. De nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: Decid a los invitados: Mi comida está preparada; los becerros y cebones muertos; todo está listo, venid a las bodas. Pero ellos, desdeñosos se fueron, quien a su campo, quien a su negocio. Otros agarrando a los Siervos, los ultrajaron y les dieron muerte."(Mat 22, 2-6)

Otro Evangelista (Lucas 14 - 15, 24), relata con más detalle: se excusaban porque tenían que ir a comprar un campo y tenían que ir a verlo, lo que simboliza la Fe en las cosas terrenas. Otros se excusaron porqué habían ido a comprar cinco pares de bueyes, y tenían que ir a probarlos, lo que simboliza su Esperanza en las cosas de este mundo (los cinco sentidos corporales: vista, oído, tacto, gusto y olfato, están simbolizados por los cinco bueyes). Y los últimos porque iban a casarse, lo que simboliza su Amor al mundo.

Terminaremos con las palabras del Apóstol San Juan que dice: 

"No améis al mundo ni las cosas de este mundo. Si alguno ama el mundo, no está en él la caridad del Padre, porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que proviene del mundo. Y el mundo con sus concupiscencias pasa; pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre." (1 San Juan 2, 15-17) 

Y también con las palabras de Jesús-Dios: 

"El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará." (Mat 10, 38)





lunes, 12 de abril de 2021

JESÚS RESUCITADO EXPLICA A SUS APÓSTOLES COMO PERMANECERÁ CON NOSOTROS A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS, HASTA EL FIN DEL MUNDO

Descansar en tu Corazón, Oh Jesús,
esa es toda mi felicidad



Discurso de Jesús a los Apóstoles sobre los Sacramentos, una vez resucitado. Se resalta la importancia del Bautismo, para ser aptos y poder recibir el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, que puede ser asimilado tanto para el más sabio e inteligente de las personas, como para la más inocente y analfabeto, siendo condición necesaria para que actúe, una profunda humildad, que el mismo Jesucristo nos enseñó en el lavatorio de los pies a sus discípulos.

Se enseña que la muerte de Jesús en la Cruz, perdona los pecados gracias a su Sangre, pero que solo el agua de su costado es la que borra la huella dejada por el pecado Original, fuente de agua viva que restablece la condición de Adán y Eva antes del pecado Original.

Este hecho está perfectamente simbolizado en el cuadro del Cristo en donde fluye de su costado la Sangre que borra los pecados y el agua que restablece la dignidad perdida por causa del fruto prohibido, por esa razón Cristo es sin duda alguna, el árbol de la Vida del Paraíso de Dios, el antídoto del árbol del conocimiento del bien y del mal, cuyo fruto prohibido es el mismo Satanás.


Del Poema del Hombre Dios de María Valtorta


Dice Jesús:

(...) “Prestarme toda vuestra atención porque os voy a decir cosas de suma importancia. Todavía no las comprenderéis todas, ni todas bien. Pero aquel que vendrá después de Mí os las hará comprender. Escuchadme, pues nadie está más convencido que vosotros de que sin la ayuda de Dios el hombre peca fácilmente, pues es debilísima su constitución, debilitada por el pecado. Sería entonces un Redentor imprudente si, después de haberos dado tanto para redimiros, no diera también los medios para conservaros en los frutos de mi Sacrificio. 

EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

Sabéis que toda la facilidad para pecar viene de la Culpa, que privando de la Gracia a los hombres los despoja de su fortaleza, que está en la unión con la Gracia. Habéis dicho: “Pero Tú has devuelto la Gracia!. No. Ha sido devuelta a los justos hasta mi Muerte. Para devolvérsela a los próximos se requiere un medio. Un medio que no será solamente una figura ritual, sino que imprimirá verdaderamente en quien lo reciba el carácter real de hijo de Dios, cuales eran Adán y Eva, cuyas almas, vivificadas por la Gracia, poseían dones excelsos que Dios había dado a sus amadas criaturas.

Vosotros sabéis lo que tenía el Hombre y lo que perdió el hombre. Ahora, por mi Sacrificio, las puertas de la Gracia están de nuevo abiertas, y el río de la Gracia puede de nuevo descender hacia todos los que la piden por amor a Mí. Por eso los hombres tendrán el carácter de hijos de Dios por los méritos del primogénito de los hombres, por el mérito de quien os habla, vuestro Redentor, vuestro Pontífice eterno, vuestro Hermano en el Padre, vuestro Maestro. Desde Jesucristo, y por Jesucristo, los hombres presentes y futuros podrán poseer el Cielo y gozar de Dios, fin último del hombre.




LA SANGRE DE CRISTO ES LA QUE BORRA LOS PECADOS DEL MUNDO, 
PERO EL AGUA DE SU COSTADO ES EL ÚNICO MEDIO PARA 
BORRAR EL PECADO ORIGINAL, FUE ELLA LA QUE PROPICIÓ
LA SALIDA DEL LIMBO DE LOS JUSTOS MUERTOS 
ANTES DE LA VENIDA DE
CRISTO A LA TIERRA


Hasta ahora, ni los justos más justos, aunque estuvieran circuncidados como hijos del Pueblo elegido, podían alcanzar este fin. Dios consideraba sus virtudes, sus lugares estaban preparados en el Cielo, pero este les estaba vedado, y negado les era el gozar de Dios, porque en sus almas, jardines benditos florecidos con toda suerte de virtudes, estaba también el árbol maldito de la culpa original, y ninguna obra por Santa que fuera, podía destruirlo, y no es posible entrar en el Cielo con raíces y frondas de tan maléfico árbol. El día de la Parasceve, el suspiro de los Patriarcas y Profetas y de todos los justos de Israel se aplacó en el gozo de la Redención cumplida, y las almas, más blancas que nieve montana hasta donde alcanzaba su virtud, se vieron libres incluso de la única mancha que las apartaba del Cielo. 

Pero el mundo continúa. Generaciones y más generaciones surgen y surgirán. Pueblos y más pueblos vendrán a Cristo. ¿Puede Cristo morir por cada generación, para salvarla o para pueblo que a Él venga? No. Cristo ha muerto una vez y no volverá a morir jamás en toda la eternidad. ¿Habrá de suceder, pues que estas generaciones, que estos pueblos se hagan sabias por mis palabras pero no posean el Cielo, ni gocen de Dios, por estar heridos por la mancha original? Tampoco. No sería justo, ni para ellos, pues vano sería su amor a Mí, pues por demasiado pocos habría muerto ¿Y entonces? ¿Como conciliar estas cosas distintas? ¿Que nuevo milagro hará Cristo - que ya ha hecho muchos - antes de dejar el mundo para ir al Cielo, después de haber amado a los hombres hasta querer morir por ellos?

Ya ha hecho uno, dejándoos su Cuerpo y su Sangre para alimento, fortalecedor y santificador y para recuerdo de su Amor; y os ha mandado que hagáis lo que Él hizo para recuerdo suyo y como medio santificador para los discípulos y para los discípulos de los discípulos, hasta el final de los tiempos. 

Pero aquella noche, purificados ya vosotros externamente, ¿recordáis lo que hice? Me ceñí una toalla y os lavé los pies. Y, a uno de vosotros que se escandalizaba de aquel gesto demasiado humillante, le dije: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo".

No entendisteis lo que quería decir, ni de que parte hablaba, ni que símbolo estaba poniendo. Pues bien, os lo digo: Además de haberos enseñado la humildad y la necesidad de ser puros para poder entrar a formar parte en el Reino mío, además de haberos hecho observar benignamente que Dios, de uno que es justo, y por tanto puro en su espíritu y en su intelecto, exige únicamente una última purificación - de aquella parte que, necesariamente más se contamina incluso en los justos, quizás solo polvo que la necesaria convivencia con los hombres deposita en los miembros limpios, en la carne - , además de estas cosas, enseñé otra. 

Os lavé los pies, la parte inferior del cuerpo, la que va entre barro y polvo, a veces incluso entre inmundicias, para significar la carne, la parte material del hombre, la cual tiene siempre - excepto en la sin mancha original, o por obra de Dios o por naturaleza divina - imperfecciones a veces tan mínimas que solo Dios las ve, pero que verdaderamente tienen que ser vigiladas, para que no cobren fuerza y se transformen en hábito natural, y deben de ser agredidas para ser extirpadas.

Os lavé los pies, pues. ¿Cuándo? Antes de la fracción del pan y del vino transubstanciados en mi Cuerpo y en mi Sangre. Porque Yo soy el Cordero de Dios y no puedo descender a donde Satanás tiene puesta su huella. Así, pues, primero os lavé; luego me dí a vosotros. También vosotros lavaréis con el bautismo a los que vengan a Mí, para que no reciban indignamente mi Cuerpo y no se transforme en tremenda condena de muerte.

Os estremecéis. Os miráis. con las miradas os preguntáis: "¿Y Judas, entonces?". Os digo: "Judas comió su muerte". El supremo acto de amor no le tocó el corazón. El extremo intento de su Maestro chocó contra la piedra de su corazón, y esa piedra, en lugar de la Tau, llevaba grabada la horrenda sigla de Satanás, la señal de la Bestia.

Así pues, os lavé antes de admitiros al banquete Eucarístico, antes de escuchar la confesión de vuestros pecados, antes de infundiros el Espíritu Santo y, por tanto al carácter de verdaderos cristianos reconfirmados en Gracia, y de Sacerdotes míos. Hágase pues, así con aquellos a quien debéis preparar para la vida cristiana.

(...) Y tened estima por el agua... Después de haber expiado y redimido con treinta y tres años de vida fatigosa culminada en la Pasión, y después de haber dado mi Sangre por los pecados de los hombres, fueron extraídos del Cuerpo desangrado e inmolado del Mártir las aguas saludables para lavar la culpa original. Con el Sacrificio consumado Yo os he redimido de aquella mancha.

Si en el umbral de la muerte, un milagro Mío divino me hubiera hecho descender de la Cruz, en verdad os digo que, por la Sangre derramada habría purificado las culpas, Pero no la Culpa. Para esta ha sido necesaria la consumación total. En verdad, las aguas saludables de que habla Ezequiel, han salido de este Costado Mío. Sumergid en él a las almas. Que salgan inmaculadas para recibir el Espíritu Santo, que en memoria de aquel soplo que el Creador espiró en Adán para darle el espíritu y, por tanto, la imagen y semejanza con Él, volverá a soplar y morar en los corazones de los hombres redimidos.

Bautizad con mi Bautismo, pero en el nombre de Dios Trino (...) por lo cual, es cuestión de Justicia y de deber el que todo hombre reciba la Vida por aquellos que ese han unido en querérsela dar, nombrándose al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en el acto del Bautismo, que de Mí tomará el nombre de Cristiano para diferenciarse de los otros, pasados o futuros, los cuales serán ritos pero no signos indelebles en la parte inmortal.


LA SAGRADA EUCARISTÍA ASEGURA LA UNIÓN PERFECTA CON EL REDENTOR, QUE PERMITE LA FILIACIÓN DIVINA GRACIAS A LA ACCIÓN 
DEL ESPÍRITU SANTO


Y tomad el Pan y el Vino como Yo hice y, en mi nombre bendecid, fraccionad, y distribuid; y se nutran de Mí los cristianos. Y haced del Pan y del Vino una ofrenda al Padre de los Cielos, inmolándola después en memoria del Sacrificio que Yo ofrecí y llevé a cabo en la Cruz por vuestra Salvación. Yo, Sacerdote y Víctima, por Mí mismo me ofrecí y sacrifiqué, no pudiendo ninguno, si Yo no hubiera querido, hacer esto de Mí. Vosotros, mis Sacerdotes, haced esto en memoria Mía para que los tesoros infinitos de mi Sacrificio suban impetradores a Dios y desciendan propicios sobre todos aquellos que los invocan con fe segura.

Fe segura, he dicho. No se exige ciencia para gozar del eucarístico Alimento y del eucarístico Sacrificio, sino fe. Fe en que en ese pan y en ese vino que uno, autorizado por Mí y por los que después de Mí vendrán - vosotros: tú Pedro, Pontífice nuevo de la nueva Iglesia; tú, Santiago de Alfeo; tu Juan; tú, Andrés; tú, Simon; tú, Felipe; tú Bartolomé; tú, Tomás; tú Judas Tadeo; tú Mateo; tú, Santiago de Zebedeo -, consagre en mi Nombre es mi verdadero Cuerpo, mi verdadera Sangre; y fe en que quien se nutre de ellos me recibe en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; y fe en que quien me ofrece, ofrece realmente a Jesucristo, como Él se ofreció por los pecados del mundo.

Un niño o un ignorante, me pueden recibir al igual que pueden hacerlo un adulto y una persona docta. Y el Sacrificio ofrecido, aportará a un niño o a un ignorante los mismos beneficios que a cualquiera de vosotros. Basta que en ellos haya fe y gracia del Señor.

(...) Eso sí, con todo mi corazón os conjuro que observéis una vida santa, la cual aumentará de tal manera las luces sobrenaturales en vosotros que llegaréis a leer sin error el corazón de los hombres y podréis con amor y autoridad, declarar a los pecadores, temerosos de declarar sus pecados o rebeldes para confesarlos, el estado de su corazón ayudando a los tímidos y humillando a los impenitentes. Recordad que la Tierra pierde a su Absolvedor y que vosotros debéis ser lo que Yo era: justo, paciente, misericordioso, pero no débil.

(...) Os recuerdo que algunas veces Dios permite también las caídas de sus elegidos; no porque le guste verlos caer, sino porque de una caída puede resultar un bien futuro mayor. Tended pues la mano de quien cae, porque no sabéis si esa caída puede ser la crisis que remedie una enfermedad que para siempre termina, dejando en la sangre una purificación que produce salud, en nuestro caso; que produce santidad.

Sed por el contrario severos con los que no tengan respeto hacia mi Sangre y acabada de lavar su alma por el lavacro divino, se arrojen al cieno una y cien veces. No los maldigáis, pero sed severos. Exhortarlos. Reciban vuestro mandamiento setenta veces siete. Recurriréis al extremo castigo de separarlos del pueblo elegido solo cuando su pertinacia en un pecado que escandalice a los hermanos os obligue a actuar para no haceros cómplices de sus acciones. Recordad lo que dije: "Si tu hermano ha pecado, corrígelo a solas. Si no te escucha, corrígelo ante dos o tres testigos. Si esto no basta, ponlo en conocimiento de la Iglesia. Si no escucha ni siquiera a la Iglesia, condidéralo como un gentil y un publicano".


EL MATRIMONIO HA PASADO DE SER UN MERO CONTRATO A UN SACRAMENTO DIVINO.


En la religión mosaica el matrimonio es un contrato. Que en la nueva religión Cristiana sea un acto sagrado e indisoluble, sobre el cual descienda la Gracia del Señor para hacer de los cónyuges dos ministros suyos en la propagación de la especie humana.

[...] Malo sería que por la dureza de los corazones, se diera en la nueva fe lo que se dio en la antigua: la permisión del repudio y de la separación para evitar escándalos creados por la libídine del hombre. En verdad os digo, que todos deben llevar su cruz en todos los estados, y también en el matrimonial.

[...] Acto serio y santo son las nupcias. Y para mostrar esto estuve en una boda, y allí realicé el primer milagro. Pero ¡ay si degeneran en libídine y capricho! El matrimonio, contrato natural entre el hombre y la mujer; que se eleve de ahora en adelante en contrato espiritual por el cual las almas de dos que se amen y juren servir al Señor en un amor recíproco ofrecido a Él, en obediencia a su imperativo de procreación para dar hijos al Señor.




EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE ENFERMOS Y EXTREMA UNCIÓN




[...] La vida del hombre es un camino. La entrada del hombre en la otra vida debería ser la entrada en el Reino. A todo Rey, se le unge y perfuma antes de subir al trono y mostrarse a su pueblo. También el cristiano es un hijo de Rey, que recorre el camino en dirección al Reino a donde el Padre le llama. La muerte del cristiano no es sino la entrada en el Reino para subir al trono que el Padre le ha preparado. 

La muerte - para aquel que, sabiendo que está en su gracia, no teme a Dios - no infunde espanto. Ahora bien, purifíquese de todo residuo el cuerpo de aquel que debe subir al trono, para que se conserve hermoso hasta la Resurrección, y purifíquesele el espíritu, para que resplandezca en el trono que el Padre le ha preparado para que aparezca con la dignidad que corresponde al hijo de tan gran Rey. Aumento de la Gracia, cancelación de los pecados que el hombre tenga pleno arrepentimiento, suscitación de ardoroso deseo del Bien, comunicación de fuerza para el combate supremo: esta ha de ser la unción que se dé a los moribundos cristianos; o, dicho más propiamente, a los cristianos que estén por nacer, porque en verdad os digo que el que muere en el Señor, nace a la Vida Eterna.

[...] Y que todo Sacerdote gustosamente, repita en el cuerpo de su hermano moribundo el acto de amor de María para con el Cristo penante. En verdad, os digo que aquello que en aquella ocasión no hicisteis conmigo, dejando que una mujer os llevara la delantera - y ahora pensáis en ello con mucho dolor - podéis hacerlo en el futuro, y tantas veces cuantas sean que os inclinéis con amor hacia un moribundo para prepararle a su encuentro con Dios.

Yo estoy en los mendigos y en los moribundos, en los peregrinos, en los huérfanos, en las viudas, en los prisioneros, en los que tienen hambre, sed o frío, en los que están afligidos o cansados. Yo estoy en todos los miembros de mi místico Cuerpo, que es la unión de mis fieles. Amadme en ellos y ofreceréis reparación por vuestro desamor de tantas veces, y me daréis gran alegría a Mí, y a vosotros os daréis mucha gloria.



EL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL



Tremenda, tremendísima responsabilidad la de los Sacerdotes, no comprendo el por qué así como en todas las profesiones, en donde hay una evaluación de los profesores, médicos, ingenieros y técnicos de toda clase, se apartan los malos obreros, cuanto más aquí, ya que se trata de la salvación de las almas. Están actualmente campando a sus anchas toda una serie de elementos que se llaman teólogos y que predican una doctrina contraria a la Tradición y al Evangelio, menos mal que el Papa Benedicto XVI ha barrido con todos los pederastas que ha encontrado, pero ¿porqué se dejan en sus cátedras a los Queiruga, Massiás y Kungs, y tantos otros más?, ¡ya que son los abanderados de toda la basura que hay en la Iglesia!

Y considerad que contra vosotros conspiran el mundo, la edad, las enfermedades, el tiempo, las persecuciones. Evitad pues, el ser avaros de lo que habéis recibido, y evitad la imprudencia. Transmitid, por esto, en mi Nombre, el Sacerdocio a los mejores de entre los discípulos, para que la Tierra no se quede sin Sacerdotes. Y que sea un carácter Sagrado concedido después de un profundo examen, no verbal, sino de las acciones de aquel que pide ser Sacerdote, o de aquel a quien juzguéis apto para serlo.



PREDICCIONES SOBRE LA APOSTASÍA 
Y EL FINAL DE LOS TIEMPOS



Estamos asistiendo al preludio de la apostasía final, que se está comprobando por los nuevos Judas de Keriot, que no admiten en modo alguno la Doctrina de Jesús, son los famosos teólogos y Jerarcas disidentes, que predican insistentemente el abandono de todo sacrificio, el matrimonio sacerdotal, la desobediencia al representante de Jesús en la Tierra.

Son los que no admiten abiertamente la autoridad del Papa, y quieren transformar la Iglesia en una democracia adaptada a los tiempos modernos. La Iglesia no se regiría entonces por el Evangelio. sino por la mentalidad de las masas.

El Papa Benedicto XVI, se ha dado cuenta con realismo que es mucho muy importante para la Santa Iglesia la oración contemplativa y mística. Lo oración mística, que es la oración de María a los pies de Jesús es mucho más importante que las labores de Marta, que por muy productiva que fuera, no tendría valor alguno, si ni fuera por las buenas acciones, como lo dice San Juan de la Cruz, buenas acciones que solo se pueden hacer en Gracia de Dios, la cual se obtiene precisamente por la oración con amor a Jesús, autentica figura de Dios.

Ante la crisis actual tan profunda, Benedicto XVI ha preferido como Moisés, retirarse en la cumbre del monte de la clausura, para implorar con los brazos levantados al Cielo, que es la Cruz que dice que le acompaña, para que, como Josué detenga el sol para asegurar el triunfo sobre los amalacitas, que simbolizan todas las huestes progresistas y relativistas, comandadas por Satanás. 

Pensad en lo que es el Sacerdote; en el bien que puede hacer y en el mal que puede hacer, habéis visto una muestra de lo que puede hacer un Sacerdote venido a menos en su carácter sagrado. En verdad, os digo que por las culpas del Templo esta Nación será dispersada. Pero también os digo, en verdad, que igualmente será destruida la Tierra en cuando el abominio de la desolación entre en el nuevo sacerdocio, conduciendo a los hombres a la apostasía para abrazar las doctrinas infernales. 

Entonces surgirá el hijo de Satanás, y los pueblos, tremendamente horrorizados, gemirán, y pocos permanecerán fieles al Señor, entonces entre convulsiones de horror, vendrá el final, tras la victoria de Dios y de sus pocos elegidos, y descenderá la ira de Dios sobre todos los malditos. ¡Desventura, tres veces desventura para esos pocos, si ya no hay santos, los últimos pabellones del Templo de Cristo! ¡Desventura, tres veces desventura, si para confortar a los últimos cristianos no hay verdaderos Sacerdotes como los había para los primeros!

[...] Pero el bien y el mal futuros tienen raíz en el presente. Los aludes empiezan por un copo de nieve. Un Sacerdote indigno, impuro, hereje, infiel, incrédulo, tibio o frío, apagado, insípido, lujurioso, hace un daño diez veces superior al que provoca un fiel culpable de los mismos pecados; y arrastra a muchos otros en el pecado. La relajación en el Sacerdocio, al acoger doctrinas impuras, el egoísmo, la codicia la concupiscencia en el Sacerdocio, ya sabéis en donde desemboca: en el deicidio. 

Y en los siglos futuros ya no se podrá matar al Hijo de Dios, pero sí se podrá matar la fe en Dios, la idea de Dios. Por lo cual se llevará a cabo un deicidio aún más irreparable, porque carecerá de Resurrección.

Sí, se podrá llevar a cabo, lo veo...Podrá ser llevado a cabo por los demasiados Judas de Keriot de los siglos futuros. ¡Un horror!..

[...] Lo mismo que nos ha sucedido a los de Israel, y aún más profundamente, llegarán tiempos en que el el Sacerdocio creerá - por saber solo lo superfluo, desconociendo lo indispensable, o conociendo solo su forma muerta, esa forma con que ahora conocen los sacerdotes la Ley, o sea, no el espíritu sino el revestimiento, y exageradamente recargado de adornos - creerá digo, ser una clase superior - Vendrá un tiempo en que el Libro será substituido por todos los demás libros, y aquel será usado sólo como lo usaría uno que debiera utilizar forzadamente un objeto, o sea, mecánicamente, como un agricultor ara, siembra, recoge, sin meditar en la maravillosa providencia que hay en esa multiplicación de semillas que sucede todos los años: una semilla arrojada a la tierra removida, que se hace tallo y espiga, luego harina y luego pan por paterno Amor de Dios.

¿Quien al llevarse a la boca un trozo de pan, alza el espíritu hacia Aquel que creó la primera semilla y desde siglos la hace renacer y crecer, distribuyendo con medidas las lluvias y el calor para que germine y se alce y madure sin que se ponga lacia o se queme? Así, llegará el tiempo en que será enseñado el Evangelio científicamente bien, peo espiritualmente mal.

Ahora bien, ¿que es la ciencia si falta la sabiduría? es paja. Paja que se hincha y no nutre. Y en verdad os digo que llegará un tiempo en que demasiados de entre los sacerdotes serán semejantes a pajares llenos, soberbios pajares que se mostrarán arrogantes con su orgullo de estar muy llenos, llenos como si a si mismos se hubieran proporcionado esas espigas que coronaron las cañas, como si todavía las espigas estuvieran en la cima de las cañas, y creerán ser todo por tener toda esa paja en vez del puñado de mies, del verdadero alimento que es el espíritu del Evangelio. 

¡Un montón! ¡Un montón de paja! Pero ¿Puede bastar la paja? Ni siquiera para el vientre del jumento basta, y, si el amo del jumento no vigoriza el animal con cereales y forraje fresco, el jumento nutrido sólo con paja se debilita e incluso muere. 

Pues bien, os digo que llegará el momento en que los Sacerdotes, olvidando que con pocas espigas instruí a los espíritus en orden a la verdad, y olvidando cuanto le costó a su Señor ese verdadero pan del espíritu (sacado por entero y solo por entero de la Sabiduría divina, expresado por la divina Palabra, noble en su forma doctrinal, incansable en repetirse, para que no se pierdan las verdades dichas, humilde en su forma, sin atavíos de ciencias humanas, sin complementos históricos y geográficos), no se preocuparán del alma de ese pan del espíritu, sino solo del revestimiento con que presentarlo, para hacer ver a las multitudes cuanto saben, y el Espíritu del Evangelio quedará difuminado en ellos bajo avalanchas de ciencia humana. 

Pero, si no lo poseen, ¿como pueden transmitirlo? ¿Qué darán a los fieles estos pajares hinchados? Paja. ¿Qué alimento recibirán de ellos los espíritus de los fieles? Pues lo que no da para más que para arrastrar una mortecina vida. ¿Qué fruto producirán de esta enseñanza y de este conocimiento imperfecto del Evangelio? Pues el enfriamiento de los corazones, el que entren doctrinas heréticas, doctrinas e ideas más que heréticas incluso, en vez de la única, verdadera Doctrina; y la preparación del terreno para la Bestia, para su fugaz reino de hielo, tinieblas y horror.

En verdad os digo que, de la misma manera que el Padre y Creador multiplica las estrellas para que no se despueble el cielo por las que, terminada su vida, perecen, así, igualmente, Yo tendré que evangelizar muchísimas veces a discípulos a los que distribuiré entre los hombres a lo largo de los siglos. Y también en verdad os digo que el destino de estos será como el mío; es decir, la sinagoga y los soberbios los perseguirán, como me han perseguido a mí. Pero también Yo como ellos, tenemos nuestra recompensa: la de hacer la Voluntad de Dios, y la de servirle hasta la muerte en la Cruz para que su Gloria resplandezca y el conocimiento de Él no se apague.

Pero tú, Pontícipe, y vosotros, Pastores, en vosotros y en vuestros sucesores, velad para que no se pierda el espíritu del Evangelio y, incansablemente, orad al Espíritu Santo para que en vosotros se renueve un continuo Pentecostés - no sabéis lo que quiero decir, pero pronto lo sabréis - de forma que podáis comprender todos los idiomas y distinguir mis voces de las del simio de Dios: Satán, y elegir aquéllas. 

Y no dejéis caer en el futuro mis voces futuras. Cada una de ellas es un acto de misericordia mía para ayudaros; y esas voces, cuanto más vea Yo, por razones divinas, que el Cristianismo las necesita para superar las borrascas de los tiempos, más numerosas serán. 

Pastor y nauta en los tiempos tremendos... Tú brújula, el Evangelio. En él están la Vida y la Salvación. Y todo está dicho en él. Todos los artículos del código Santo, todas las respuestas para los múltiples casos de las almas están en él. Y haz de él que no se separen ni los Sacerdotes ni los fieles. Haz que no vengan dudas sobre él, ni alteraciones a él, ni substituciones ni sofisticaciones. 

El Evangelio.... soy Yo mismo el Evangelio. Desde el nacimiento hasta la muerte. En el Evangelio está Dios. Porque en él aparecen manifiestas las obras del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Evangelio es amor. Yo he dicho: "Mi Palabra es Vida". He dicho: "Dios es Caridad". Que conozcan pues los Pueblos mi Palabra y tengan en ellos el amor, o sea a Dios. Para tener el Reino de Dios. Porque el que no está en Dios no tiene en sí la Vida. 

Porque los que no reciban las Palabras del Padre no podrán ser una cosa con el Padre, conmigo y con el Espíritu Santo en el Cielo, y no podrán permanecer a ese único Redil que es Santo como Yo quiero que lo sea. No serán sarmientos unidos a la Vid, porque quien rechaza en su totalidad o parcialmente mi Palabra, es un miembro por el cual ya no circula la savia de la Vid. Mi Palabra es savia y hace crecer y fructificar.