MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 2 de junio de 2022

COMENTARIOS SOBRE EL EVANGELIO DE S. LUCAS 4, 21-30. PARA LOS QUE SE CREEN QUE FUERA DE LA IGLESIA NO HAY SALVACIÓN, Y QUE TRATAN A LOS PAGANOS CON SUMO DESPRECIO



los pájaros y las flores más bellos nacen en los
países llamados paganos



Evangelio según San Lucas 4,21-30.

Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. 

Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". 

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. 

Este escrito es para muchos católicos de hoy, y sobre todo los de antes que se imaginan que fuera de la Iglesia Católica no había Salvación, y que los niños no bautizados no podían entrar en el Cielo, e iban a un lugar llamado "Limbo", cuando Jesús dijo que "el que no está conmigo está contra mí". Y también para los que se imaginan que la Religión consiste en los ritos y los preceptos humanos, como lo hacían los Fariseos, que se creían que todo consistía en el cumplimiento a raja tabla de los preceptos de Yahvé, sin aplicar en ellos la Caridad que es el amor a los pobres pecadores y la consideración de que sus pecados son a veces como una enfermedad, que si ellos quieren, es posible curarlos con Amor hacia ellos y sobre todo con la oración de súplica y de misericordia a Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen María. Ella dijo en Fátima a los pastorcillos: “Cuanta gente se condena porque no hay nadie que rece por ellos”.

     Es también para un gran número de creyentes, que no comprenden como el Papa actual y algunos Papas anteriores, se han reunido con representantes de otras religiones para dialogar con ellos, para así tratar de evitar el odio y el desprecio que aún persiste en muchas religiones, cometiendo desgraciadamente, según mi opinión el grave error de colocar un Buda encima de un Sagrario, o besando un Corán, lo que equivale a decir que su religión es tan válida como la nuestra.

     Si Dios puede resucitar un cuerpo muerto, también puede resucitar un alma muerta a la Gracia, mientras esté en este mundo, ya que en el otro será imposible.





DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(14 DE JULIO de 1.943)


Dice Jesús:
“Quien cierra el corazón a la misericordia cierra el corazón a Dios. Porque Dios está en vuestros hermanos y quien no es misericordioso hacia los hermanos, no es misericordioso hacia Dios. No se puede separar a Dios de sus hijos, y pensad bien que vosotros que vivís sois todos hijos del Eterno que os ha creado. También aquellos que en apariencia parece que no lo son, porque viven fuera de mi Iglesia, lo son. No creáis que es lícito ser duros, egoístas, porque uno no es de los vuestros. El origen es uno: el Padre. Sois hermanos aunque no viváis bajo el mismo techo paterno.

Y, ¿Cómo no pensáis en actuar para atraer a los alejados, a los perdidos, a los infelices, que por diversos motivos están fuera de mi morada? Dios no es exclusivo de los católicos, y mucho yerran aquellos católicos que no se afanan por los no católicos. No trabajan por el interés del Padre, son solo parásitos que viven del Padre sin darle ayuda filial. Dios no tiene necesidad de ayuda porque es potentísimo. Pero de todos modos la quiere de vosotros.

Dios está también donde distinta fe o distinto espíritu hace pensar que no esté. Y en verdad os digo que no es lo que aparece lo que es verdadero. Muchos católicos están desprovistos de Dios más de cuanto lo esté un salvaje. Porque muchos católicos tienen de hijos de Dios solo el nombre, peor: escarnecen y hacen escarnecer este nombre con una vida hipócrita, cuyas manifestaciones son la antítesis de los dictámenes de mi Ley, cuando no llegan a la abierta rebelión que les hace enemigos de Dios. Mientras que en la fe de un no católico, equivocada en la esencia, pero corroborada por una vida recta, está más el signo del Padre. Estas son solo criaturas que tienen necesidad de conocer la Verdad. Los hijos falsos, en cambio, son criaturas que deben conocer además de la Verdad, el Respeto, y el Amor hacia Dios.

Las almas que quieren ser mías tienen que tener misericordia de estas otras pobres almas. Pero las almas-víctimas deben inmolarse también por ellas. ¿Hice Yo de otra forma? ¿No me inmolé por todos? Si es misericordia dar de comer, vestir, dar de beber, enterrar, instruir, consolar, ¿Qué no será obtener, a precio del propio sacrificio, la Vida verdadera para sus hermanos?

¡Si el mundo fuera misericordioso!... el mundo poseería a Dios, y lo que os tortura caería como hoja muerta. Pero el mundo, y especialmente los cristianos, han sustituido el amor por el odio, la Verdad por la hipocresía, la Luz por las tinieblas, Dios por Satanás. Y Satanás allí donde Yo sembré Misericordia y la hice crecer con mi Sangre, esparce sus abrojos y los hace prosperar con su soplo de infierno. Vendrá su hora de derrota. Pero ahora viene él porque vosotros le ayudáis.

Pero bienaventurados los que saben permanecer en la Verdad y trabajar por la Verdad. Su misericordia tendrá el premio en el Cielo”.








sábado, 21 de mayo de 2022

EL ABANDONO DE DIOS PADRE A SU HIJO JESÚS FUE LO QUE PROPICIÓ LA SUBLIME REDENCIÓN DE LA HUMANIDAD







El Espíritu Santo simboliza la fuerza infinita de Dios que es la consecuencia del Amor, que es la fuente que produce esta fabulosa energía, que es la que da vida y rige toda la Creación. Y en estas explicaciones del Espíritu Santo a María Valtorta, he hallado respuesta a una pregunta que siempre me ha preocupado: ¿Cómo ha podido sufrir Jesús el Sublime Redentor, sin desfallecer y morir en cuanto verdadero hombre, cargado con la inmensa cantidad de los horribles pecados de toda la Humanidad pasada, presente y futura? 

Cuando Cristo dijo en la Cruz: "Padre, ¿Por qué me has abandonado?", en ese momento, ocurrió lo que era necesario para la Redención de la Humanidad, ya que fué entonces cuando Dios abandonó voluntariamente su condición de verdadero Dios, y entonces apareció solo con su condición humana.

Se pudo entonces llevar a cabo la Redención, ya que Jesús en ese momento era verdadero hombre, ayudado solo por el Espíritu Santo, que es el Amor, al abandonarlo su Padre, estaba en la condición de Adán, y el Rescate se pudo entonces llevar a cabo.

Creo que esto fue, como así se puede leer en las palabras del Ángel Azarías, lo que hizo perder toda esperanza de Salvación a los condenados, y que produzco en el Reino de Satanás un bramido de desesperación, ya que Satanás esperaba que en ese momento, sin el apoyo del Padre, Jesús sería incapaz de asumir el terrible sufrimiento de expiar por todos los pecados de la Humanidad pasada, presente y futura, y que la Redención era imposible que se produjera por Jesús sin el apoyo del Padre, además si un hombre como Adán pecó, la Redención para que fuera válida tenía que hacerse por otro hombre.

El fin del mundo ocurrirá cuando el Espíritu Santo - por la desidia de la Humanidad pecadora, liderada por el Anticristo, al estar apartada de Dios - retirará su Acción Vivificadora, lo que acarreará la muerte del Universo y de toda la Humanidad.




Palabras del Ángel Azarías a María Valtorta


         [...] ¡Qué gozo poder tener prendida la mirada en la Divinidad! Esta es, María la bienaventuranza del Cielo. Como tú ya lo ves, al completarse el último detalle de la desgarradora y completa pasión del Redentor, fue permitido que se ocultase a su Espíritu la Divinidad. Y entonces, el Voluntarioso, el Heroico y Silencioso en el dolor lanzó el grito de su completo dolor: "¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?".

            ¡Oh, si se profundizase en la inmensidad, en lo acabado del dolor que aquel grito encierra! El Cielo se estremeció por El y la Divinidad hubo de violentarse a Sí misma para resistir y no tener compasión a fin de que todo quedase reparado y cumplido para la expiación de la Humanidad que había abandonado a Dios para seguir al Tentador.

        Los ángeles temblaron ante el desconocido aspecto de la Divinidad, por primera vez inmisericorde, y lloraron al meditar y comprender plenamente el abismo del pecado perpetrado por Lucifer y los otros rebeldes, instaurando el Mal y provocando los sufrimientos consiguientes que culminaron en los sufrimientos de la Gran Víctima. Superaron al obedientísimo y dulcísimo Verbo poniéndole en parangón con lo que era, es y será la Creación. 


Y hasta en el reino de las Tinieblas, aquel grito provocó un bramido, apagando hasta el último y tenaz pensamiento de poder ser un día perdonados.

           No. La Tierra se estremeció, se rasgó el velo del Templo y se abrieron los sepulcros con el grito imponente con que el Mártir entregó su Espíritu. Más lo que hizo estremecer a la Tierra, rasgarse el velo y salir de los sepulcros a los justos fue el deicidio consumado, la señal dada a los incrédulos y odiadores, y la alegría de los justos expectantes. ¡Oh! y esto aconteció al tiempo que el grito de abandono completo sacudió a los espíritus, a todos los espíritus, triturándolos con una angustia como jamás fuera ni será, porque el abandono de Dios, al no poder ya verle, es la prueba más atroz para los vivientes y el castigo mayor para los que pasan a la otra vida.


           Y aquí no se trataba de una prueba impuesta a una criatura, ni únicamente del Hombre que se encontraba separado de Dios, sino que era que el Verbo ya no estaba en contacto con el Pensamiento, que el Hijo se hallaba separado del Padre y que el Hijo de Dios pasaba del amor perfecto a no sentir ya el amor perfecto del Padre-Dios, quedando amando desoladamente en solitario.




martes, 17 de mayo de 2022

DISCUSIÓN CON UN CURA RELATIVISTA Y PROGRESISTA, QUE NO PUEDE ADMITIR UN JUICIO DE DIOS CON CONDENACIÓN ETERNA.




Los progresistas quieren eliminar el Espíritu
 de Justicia de Dios.




El Sacerdote tiene que predicar la palabra de Dios y a su divina Gracia, como un espejo, pero ¡ay si ese espejo está empañado por la falta de fe en lo que predica y su mal ejemplo! y ya no puede reflejar a Dios sinó la imagen del mundo regido por Satanás y sus siniestros ministros.


 CONTRA EL VIRUS DE LOS PROGRESISTAS QUE QUIEREN CAMBIAR LA DOCTRINA TRADICIONAL DE LA SANTA IGLESIA CATÓLICA
(8 de Noviembre de 1.994)

En la época en que pertenecía a la Adoración nocturna, en Ganada, apareció en esta Asociación, un jóven Sacerdote nuevo, abanderado de la teología que predicaba ya (hace 18 años) el “dios caramelo”, de una manera tan intransigente, que llegó a decir en el sermón de la misa que mis ideas eran de una consistencia “granítica”; fui a comulgar temeroso que no me diera la Sagrada Eucaristía. Anteriormente, a mi afirmación de que no compartía sus ideas, pero que las respetaba, me contestó que “ él no respetaba las mías” (Sic)




Estimado Padre (...)

He dudado mucho en remitirle este escrito. Después de consultarlo con un Sacerdote de reconocida espiritualidad el Padre Peinado cura de la Iglesia del Albaicín en Granada, y con una comunidad de Religiosas carmelitas contemplativas, las cuales me han aconsejado de remitirle este escrito, me he decidido a hacerlo.

Con la esperanza de que este le sea de algún provecho, lo cual veo muy difícil, pero no imposible sobre todo a largo plazo y teniendo cuenta de que la Verdad es poderosa y penetrante, ya que es palabra de Jesús, me he movido a dirigirme a Ud.

Jesús en algunas ocasiones nos invita a emitir un juicio de valores sobre el comportamiento de algunas personas: “A sus frutos los reconoceréis” (Mt. 7- 16). Él mismo nos dio sobrado ejemplo con sus juicios severos a los Fariseos, a los doctores y a los letrados que pretendían enseñar al pueblo de Israel con su propia doctrina, por motivos de orgullo, buscando únicamente su gloria y no la gloria de Dios.

Es seguro que dichos falsos pastores tenían siempre por costumbre emitir doctrina parcialmente adulterada por ser la doctrina que más gustaba al pueblo en un momento determinado de la historia y querían aparecer como precursores de lo que era una moda pasajera y que en ese momento fascinaba a la gente.

“Dejando de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición humana” (Mc 7-8).

Hace unos cuarenta años, casi todo el pueblo, incluso muchos de los no creyentes, estaban obsesionados por los pecados que hacían referencia al noveno mandamiento, y por eso, era el tema favorito de los predicadores de nuestra Religión, y se complacían en calificar de pecados gravísimos contra Dios lo que simplemente era una forma de vestir, un mero pensamiento, o una mirada y no tenían ningún reparo en amenazar con las penas del infierno a los transgresores  de sus leyes y los que no estaban de acuerdo con esa doctrina, se les trataba con odio y desprecio, e incluso se pedía para ellos el anatema o la excomunión.

Hace siglos, la Santa Inquisición, a pesar de lo que nos quieren hacer creer los eternos enemigos de la Iglesia, no era mas que el reflejo de la mentalidad del pueblo, que veía completamente normal que a un renegado se le torturara y hasta se le quemara vivo, ya que eso era bueno para su alma, para así evitarle los eternos suplicios del infierno. Era frecuente, en las procesiones de los Sambenitos que la gente exaltada prendiera fuego a las barbas de los condenados. Naturalmente, los doctores y los letrados de esa época, buscando su propia gloria y no la Gloria de Dios, eran los líderes de esa corriente.

              Esto lo acredita muy bien Daniel Rops en su “Histoire de l´Église”. De sobra sabemos las consecuencias que tuvo este proceder para la Iglesia Católica en España, con la famosa “Leyenda negra”, a pesar de que las condenas en la hoguera en toda su historia de siglos, fueron muy inferiores que las del sanguinario Enrique VIII, y de su déspota hija Isabel II de Inglaterra, en su lucha contra los católicos.

En la época actual, con las nuevas modas, todo ha cambiado: lo del pecado contra el noveno mandamiento ha desaparecido, la Inquisición fue una barbarie inexplicable e intolerable, fruto de una época oscurantista y todo se quiere atribuir a un grupo reducido de seguidores de Torquemada, mandados por la Iglesia, que tenían atemorizados al sano pueblo de Dios.

    Han surgido nuevos líderes y nuevos pastores, en los cuales me permito incluirle a Ud. Ya nada es pecado, el Dios que antes mandaba al Infierno, ya aparece como un dios asomado detrás de una nube blanca, con una calva pronunciada, una voluminosa barba blanca con aspecto bonachón, una sonrisa beata en su cara, y los brazos abiertos.

Ese dios es el ídolo de nuestra época, el dios de la moda, fruto de la mentalidad actual de la Sociedad que hace y deshace dioses a su medida, para la cual, como ya lo había advertido el gran Papa Pío XII, ha desaparecido por completo el sentido del pecado. Ud. mi querido amigo, ha querido liderar esa corriente para ser el gran teólogo  que es punto de referencia de las masas que Ud. quiere adoctrinar para su vanagloria.

Para argumentar esa falsedad, y para ser el centro de atención y de admiración de todo el mundo, no ha tenido ningún reparo en cambiar lo inamovible: Las Escrituras y la tradición de los Santos Padres: El Infierno ya no existe: ¿Cómo un Dios Padre puede mandar allí a sus hijos, si ya no hay pecado, si todos los crímenes, las violaciones incluso a las criaturas inocentes, como es el caso de  pederastia son fruto de una infancia desgraciada, de una incomprensión y de una falta de amor de la Sociedad hacia esos pobres individuos.

Otra cosa: Ud. ni tiene reparo en argumentar insensateces para querer aparecer como un gran místico a los ojos de los hombres (Otra cosa que está de moda y gusta a la gente): Así a la objeción que le he hecho, citándole la Palabra indestructible de Jesús: “Si tu ojo o tu brazo es objeto de escándalo para ti, arráncate el ojo o el brazo: más te vale entrar en el reino de Dios sin un ojo o sin un brazo que ser arrojado todo entero en el Infierno” (Mt 5, 29-30; Mc. 9, 43-47).

A esa objeción tan clara e irrefutable Ud. me contesta: “¡¡¡Por amor, por amor hay que arrancarse el ojo o el brazo!!!”.

Cuando le dije que el Santo Cura de Ars, Patrón de todos los Sacerdotes del mundo, se pasaba muchas noches llorando delante del Santísimo, para que ninguno de los feligreses que Dios le había encomendado, se condenase, Ud. argumenta que ya que si existe el infierno, tendría que estar vacío por la gran Misericordia de Dios (Lo que equivale a decir que no existe), el Santo Cura de Ars  ¡Lloraba por amor! Hay pues que creer que el Santo se pasaba la noche llorando por nada, o que había perdido el Juicio. O lo más probable: Ud. cree que la gente no tiene sentido común, o que sus detractores son todos unos idiotas.

¿Qué tiene que argumentar a las palabras que Jesús pronunciará el día del Juicio: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer…” ? (Mt 25, 41-46).

Con toda seguridad, Ud. contestaría la misma insensatez:

¡¡El suplicio eterno lo preparó Dios con espíritu de “encendido” amor hacia sus hijos!!

Ud. mi querido amigo, tiene todas las características de un buen Inquisidor, en la Edad Media, le habría hecho sombra al mismísimo Torquemada, o hace 50 años habría encajado en un púlpito clamando contra la inmoralidad y amenazando con el Infierno a los transgresores.

Me permito también relatarle lo ocurrido en cierta Parroquia francesa: Unos jóvenes curas llenos de “Celo ecuménico” hacia nuestros hermanos Protestantes separados (Celo que Ud. dijo que, afortunadamente hoy día se había conseguido gracias al espíritu de renovación carismática que había surgido en la Iglesia), no tuvieron ningún reparo en hacerle la vida imposible al anciano Párroco, solo porqué quería conservar sus tradiciones y seguir diciendo la misa en latín, y le obligaron a marcharse con tristeza de su amada Parroquia.

Otra anécdota no menos elocuente: Cierto Sacerdote muy abierto al amor al prójimo y olvidando la recomendación de Jesús: “Os mando como corderos en medio de los lobos: Ser sencillos como palomas, pero prudentes como serpientes” (Mt 10,16), o bien: “No tiréis vuestras perlas a los cerdos, porque las pisotearán y se revolverán contra vosotros” (Mt 7,6), también con toda seguridad, para querer aparecer como un paladín de la moda, recomienda encarecidamente a una familia Católica de acoger en su seno a un reo que había redimido su pena en la cárcel, por ser un gran acto de caridad. El resultado fue el siguiente: El huésped violó a la hija y mató a la madre que se quiso interponer.

Querido amigo: si yo, como Ingeniero de Caminos; Canales y Puertos, calculo un puente, pero me equivoco en el análisis de estabilidad de sus elementos constructivos como son la cimentación, los estribos, la pilas o el tablero, y prescindiendo de las normas constructivas, ocurre una desgracia, la Sociedad por medio de los Tribunales me exigirá responsabilidades y me hará pagar los daños.

Igualmente, Ud. es responsable como Sacerdote de lo que dice, y tiene que conocer su oficio y aplicar las normas de la Iglesia Católica a la cual pertenece, como yo tengo que hacerlo al practicar mi oficio, sobre todo sabiendo que se trata de un asunto tan grave como el de la Salvación eterna de las almas, por eso Dios le pedirá cuentas de toda la doctrina que, con tanto empeño predica para aparecer como un gran Teólogo y Místico a los ojos de la gente, que es lo único que parece importarle.

Le recuerdo que cuando le dije que yo no estaba de acuerdo con sus opiniones pero que las respetaba, ¡¡Ud. llegó a decirme que Ud. no respetaba las mías!!

“La lámpara de tu cuerpo es el ojo, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso, pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras, y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡Que oscuridad habrá!” (Mt 6, 22-23)

Traducción: Lo que guía tu manera de ser es tu manera de ver las cosas: si esa manera de ver es correcta, toda tu conducta será recta, en caso contrario, toda tu conducta será torcida, y si tu no logras acertar, ¡En que errores caerás!

Por fin, déjeme hacer un breve comentario acerca de la tan actual y tan cacareada recomendación de los “modernos teólogos” que Ud. ha recogido y abanderado: “La Evangelización de los indígenas ha de hacerse integrándose en esa Sociedad y Cultura”.

Y me pregunto: ¿Qué significado tiene esa afirmación, quiere acaso eso decir que el Misionero en la Sociedad que nos ha tocado vivir tiene que adaptarse a la Sociedad de consumo, acaso dirá que hay que mirar las famosas “señales de los tiempos” y por consiguiente, aparcar la Cruz, abrazar el materialismo y entregarse a todos los vicios, dando rienda suelta a todos nuestros apetitos, como así lo pregona esa Cultura?

Seguramente estará plenamente convencido de que “¡¡China se ha perdido al Cristianismo porque los Misioneros no iban ataviados con kimonos, como así lo afirman ciertos teólogos modernos!!

Querido amigo: Recapacite Ud. y haga prueba de alguna humildad y de sentido común, no tenga una visión tan miope de los acontecimientos: Las modas de ayer, mañana parecerán y serán absurdas y ridículas, más bien siga y predique una doctrina sana, independiente de las modas cambiantes de los hombres y en acorde con la Doctrina tradicional de la Iglesia que sin duda alguna es la única verdadera, ya que como lo dice San Pablo “Las cosas del mundo, cuanto más subidas, más absurdas son a los ojos de Dios, y al revés las cosas de Dios, cuando más subidas, mas absurdas son a los ojos del mundo (I Cor 1, 20-25).

Una última observación: como muchísima gente, por no querer estar sujeto a la Doctrina Tradicional de la Iglesia, Ud. se ha dejado engañar por Satán, como así lo afirma S. Juan de la Cruz, que dijo:

“Si no te sometes a la Santa Obediencia, aunque más te parezca que aciertas, no dejarás de estar engañado por el demonio”

El cual ha conseguido sus logros más valiosos: La desaparición del sentido del pecado en el mundo, y lograr fabricar un dios a medida de esa idea: El dios de la barba blanca, que todo lo perdona, incluso a los que no se arrepienten, un dios que como consecuencia a todo ello es incapaz de mandar nadie al Infierno, sencillamente porque no existe.

Con su mentalidad ha contribuido a ese triunfo, propagando con insistencia y gran intransigencia esa falsa doctrina, con una postura de gran desprecio hacia los que no comparten sus ideas, lo que denota la presencia de Satán, llegando a decir desde el púlpito que mis ideas son de una consistencia “granítica”.

Por eso, ha contribuido sin saberlo quizás, pero con entera responsabilidad al clima de relajación que impera en la Sociedad actual, y lo que es más grave: Ud. es cómplice de la muerte de Dios en esa Sociedad, la muerte del Dios verdadero, el de los grandes Santos y Místicos y el de los Mártires que han derramado su sangre por la Fe.

En contrapartida, Ud. ha creado un nuevo dios, un ídolo hecho a medida de esta Sociedad que nos ha tocado vivir, y se ha convertido sin saberlo en un auténtico Testigo de Jehová, secta que comparte plenamente casi todas las ideas tan absurdas que predica de una manera tan inexorable.


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Nota: A este escrito, el Sacerdote aludido me contestó con una tarjeta de felicitación de Navidad, me dijo de olvidar el asunto y de reconciliarnos, y que él no era depositario de la Verdad.

             Le contesté agradeciéndoselo, y que estaba reconciliado, reconociendo que ni él ni yo somos depositarios de la Verdad, pero que si lo es la Santa Iglesia Católica, en virtud de la Promesa del Hijo de Dios, y que además se apoya en la Doctrina Tradicional de los Santos Padres y por la Tradición.










viernes, 13 de mayo de 2022

LA VERDADERA VISIÓN DE LA SALVACIÓN Y DE LA CONDENACIÓN ETERNAS: ORACIONES MANDADAS POR LA VIRGEN DE FÁTIMA

Aparición de la Stma. Virgen del
 Rosario en Fátima


EN LAS APARICIONES DE FÁTIMA, LA Stma. VIRGEN RECOMENDÓ, DESPUÉS DE CADA MISTERIO DEL ROSARIO, AÑADIR LAS ORACIONES SIGUIENTES:


¡Oh, Jesús perdonadnos nuestras culpas, preservadnos del fuego del Infierno, llevad al Cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra Divina Misericordia.


Y también esta oración de desagravio:

Padre Eterno yo te ofrezco la preciosísima Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación de todos los Sacrilegios ultrajes e indiferencias con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de su Santí­simo Corazón y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María os pedimos la conversión de los pobres Pecadores.



Y la oración para los pecadores

Dios mío yo creo y espero en Vos, os adoro y os amo; os pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan ni os aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación de los sacrilegios, ultrajes e indiferencias con las que él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos del Sacratísimo Corazón y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, os pedimos la conversión de los pobres pecadores. Amen.


Y para mayor redundancia, afirmó a los pastorcillos:

¡¡CUANTA GENTE SE CONDENA, PORQUÉ NO HAY NADIE QUE RECE POR ELLOS!!


Para que luego venga el señor Arzobispo a afirmarme que por ser todos hijos de Dios, el Infierno está vacío, y luego al citarle la Parábola del Evangelio del Rico Epulón y del Pobre Lázaro, en donde aparece el primero sepultado en el Infierno, decirme que eso "¡¡son interpretaciones mías!!" (sic), me quedé tan sorprendido que se me olvidó decirle que eso era también la interpretación de todos los grandes Santos, y que estaba explicado en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Y aquí hay que recordar la espantosa visión del Infierno ofrecida por la Santísima. Virgen María a los niños, sabiendo que iban a quedar marcados para toda la vida, ya que hasta la hora de su muerte, los hermanos de Sor Lucía, no paraban de repetir: "¿POR QUÉ DIOS NO ENSEÑA EL INFIERNO A LOS PECADORES?", naturalmente en su inocencia, no se les pasaba por la cabeza que la conversión es un acto libre y que hay que escoger nuestro destino, lo que no sería posible contemplando la visión del Infierno, que nos haría morir de horror, o la visión del Paraíso, que nos haría morir de Amor, ya que como lo dice San Juan de la Cruz:

"Si pudiésemos ver el Paraíso aún que sea un instante, pasaríamos mil terribles agonías, solo para poder verlo otro momento".

Y ese es el sufrimiento tan terrible de las almas del Purgatorio, que vieron por un momento la Gloria de Dios y su Reino en el momento del Juicio particular, y están padeciendo y también consolándose porqué no lo disfrutan, y porque saben que algún día lo poseerán. Este padecer con consuelo, es lo que siempre manda Dios a sus elegidos, ya en esta tierra: es la Cruz que tenemos que llevar para poder seguirle por la senda de la Salvación.
Y eso es lo que sintieron los mártires a la hora del suplicio: el "agri-dulce" sabor del sufrimiento material y el dulce sabor del refrigerio espiritual, atizados por el demonio de la desesperación y por el Ángel de la Consolación.
Eso es lo que sintió la gran santa Teresa de Jesús en el momento de la Transverberación, cuando el Serafín le traspasó el corazón con el dardo inflamado, lo que sintió San Francisco cuando recibió los estigmas; Y también más recientemente el Padre San Pío de Pietrelcina.


 Llama de Amor Viva de San Juan de la Cruz


"Y lo que aquí goza el alma, no hay más que decir sino que allí siente cuan bien está comparado en el Evangelio el Reino de los Cielos al grano de mostaza, que por su gran calor, aunque tan pequeño, crece en árbol grande (Mt 13, 31), pues que el alma se ve hecha como un inmenso fuego de amor que nace en aquel grano encendido del corazón del espíritu. (...)
Volvamos pues, a la obra de aquel Serafín que verdaderamente es llagar y herir interiormente en el espíritu, y así si alguna vez para que salga algún efecto afuera en el sentido corporal al modo que hirió dentro, sale la herida y llaga afuera; como acaeció cuando el Serafín hirió al Santo Francisco, que, llagándole el alma de amor en las cinco llagas, también salía en aquella manera el efecto dellas al cuerpo, imprimiéndolas también en él y llagándole como también las había impreso en su alma llagándola de amor. 

Porque Dios, ordinariamente, ninguna merced hace al cuerpo que primero y principalmente no la haga en el  alma, y entonces, cuando mayor es el deleite y fuerza de amor que causa la llaga dentro de el alma, tanto mayor es el de fuerza en la llaga del cuerpo, y, creciendo lo uno, crece lo otro. Lo cual acaece así porque estando estas almas purificadas y puestas en Dios, lo que a su corruptible carne es causa de amor y tormento, en el espíritu fuerte y sano le es dulce y sabroso, y así es cosa maravillosa sentir crecer el dolor en el sabor.

La cual maravilla echó bien de ver Job en sus llagas, cuando dijo a Dios: Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas (10,16) porque maravilla grande es y cosa digna de la abundancia de la suavidad y "Dulzura que tiene Dios escondida para los que lo temen" (Ps 30,20), hacer gozar tanto más sabor y deleite cuanto más dolor y tormento se siente. 

Pero cuando el llagar es solamente en el alma, sin que se comunique fuera, puede ser el deleite más intenso y más subido; porque como la carne tiene más enfrenado el espíritu, cuando los bienes espirituales de él se comuniquen también a ella, tire ella la rienda y enfrene la boca a este ligero caballo del espíritu y apágale su gran brío, porque si el usa de su fuerza la rienda se ha de romper, pero hasta que ella se rompa, no deja de tenerle oprimido de su libertad, porque, como dice el Sabio:

"El cuerpo corruptible agrava el alma, y la terrena habitación oprime al sentido espiritual, que de por si comprende muchas cosas (Sap 9,15)".





miércoles, 4 de mayo de 2022

Predicar a un PROTESTANTE es realizarle UN EXORCISMO.




El Ecumenismo no quiere decir que los Católicos tienen que aceptar las teorías Protestantes, bien al contrario significa que tienen que tratar de predicarles la Verdad, que es la palabra de Dios, ya que como lo explica tan bien el Padre Toro, la Palabra de Dios predicada por la Iglesia Católica, la única Iglesia de Jesús, fundada por Él, es la única que tiene la espada de dos filos que es la palabra de Dios, y que nunca podrá ser vencida por Satanás. 
Toda la retahila interminable de Iglesias provienen de fundadores que fueron Católicos y que cegados por la soberbia quisieron separarse de ella, y solo pueden provocar la mentira, cuyo padre es el mismo Satanás.  

lunes, 25 de abril de 2022

(III de III) LA TERRIBLE CRUCIFIXIÓN DE JESÚS QUE FUE NECESARIA PARA RESCATAR A LOS SERES DE BUENA VOLUNTAD

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos






En los escritos anteriores y en este, vemos la importancia de la Santísima Virgen María, y por esa razón es inútil hablar con la multitud de sectas Protestantes que la menosprecian, creyendo que es una mujer cualquiera, Igualmente como lo veremos en este escrito, los Judíos actuales que no creen en Jesús como Mesías, y siguen esperando a un conquistador terreno que va a destruir a todos sus enemigos en esta Tierra, esperarán en vano hasta el fin de los tiempos, Yahvé los ha abandonando al romper la cortina del Templo donde moraba el Santo de los Santos, y los Judíos que eran nuestros hermanos mayores, ahora se han transformado en un Pueblo deicida.
Jesús ha venido además de Redimirnos, también para aprendernos a morir. Los que nos han herido y han destrozado nuestra vida, es conveniente dejar el Juicio en manos de Dios, de lo contrario si no lo hacemos así, Dios tendría, por razones de Justicia, que juzgarlos a ellos y también a nosotros, que por muy buenos que hayamos sido, también somos pecadores, y como Dios es Justicia, tendría que castigar ciertas culpas nuestras, ya que también lo hace con los que nos han maltratado. Por eso los mártires perdonaban a sus verdugos, pero una vez en el Cielo, piden su castigo, como está escrito en el Apocalipsis (6, 9-10): 

"Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar, con vida, a los degollados por anunciar la Palabra de Dios y por haber dado el testimonio debido. Y estaban con voz potente diciendo: "Señor Santo y Veraz, cuando nos harás Justicia y vengarás la muerte sangrienta que nos dieron los habitantes de la Tierra?" 

Es lo que hizo Jesús cuando afirmó: "Padre perdónales porque no saben lo que hacen".

Creo que es erróneo el razonamiento de los que dicen que Cristo perdonó a los que lo mataron. Prueba de ello es lo que veremos en este escrito, ya fulminó a los peores blasfemadores, y se cumplió lo que predijo a las mujeres de Jerusalen cuando lloraban al verlo subir al Calvario con la Cruz a cuestas: Fue destruido el Templo, y todos los Judíos fueron asesinados, esclavizados o dispersados por todo el mundo con la díáspora. Y el Templo no se puede reconstruir porque está lindando con la mezquita musulmana, el segundo Santuario más importante del Islam.



TERRORÍFICA RESPUESTA DE DIOS A LA MUERTE DE JESÚS 

La Tierra responde al grito del Sacrificado con un estampido terrorífico. Parece como si de mil bocinas de gigantes provenga ese único sonido, y acompañado a ese tremendo azote, óyense las notas aísladas, lacerantes de los rayos que cruzan el cielo en todos los sentidos y caen sobre la Ciudad, el Templo, sobre la muchedumbre... Creo que alguno habrá sido alcanzado por rayos, porque estos inciden directamente sobre la multitud, y son la única luz discontinua que permite ver. Y luego, inmediatamente, mientras aún continúan las descargas de los rayos, la tierra tiembla en medio de los torbellinos ciclónicos. El torbellino y la onda ciclónica se funden para infligir un apocalíptico castigo a los blasfemos. Como un plato en las manos de un loco, la cima del Gólgota ondea y baila, sacudida por movimientos verticales y horizontales que tanto zarandean las tres cruces que parece que van a tumbarse.

Longino, Juan y los soldados, se asen a donde pueden, como pueden para no caer al suelo, pero Juan, mientras con un brazo agarra la Cruz, con el potro sujeta a María, la cual por el dolor y el temblor de la tierra, se ha reclinado en su corazón. Los otros soldados, especialmente los del lateral escarpado, han tenido que refugiarse en el centro para no caer por el barranco. Los ladrones gritan de terror. El gentío grita aún más. Quisieran huir, pero no pueden. Enloquecidos caen unos encima de otros, se pisan, se hunden en las grietas del suelo, se hieren, ruedan ladera abajo.
Tres veces se repite el terremoto y el huracán. Luego, la inmovilidad absoluta de un mundo muerto. Solo relámpagos, pero sin truenos, surcan el cielo, iluminan la escena de los Judíos que huyen en todas las direcciones, con las manos en el pelo o extendidas hacia delante, o alzadas al cielo (ese cielo injuriado hasta ese momento y del que ahora tienen miedo) la oscuridad se atenúa con un inicio de luz  que, ayudado por el relámpago silencioso y magnético, permite ver que muchos han quedado en el suelo. muertos o desvanecidos, no lo sé. Una casa arde al otro lado de las murallas y sus llamas se alzan derechas en el cielo detenido. poniendo así una pincelada de fuego rojo en la ceniza de la atmósfera.

María separa la cabeza del cuerpo de Juan, la alza, mira a su Jesús. Le llama pero mal le ve con la escasa luz y con sus pobres ojos llenos de lágrimas. Tres veces les llama: "¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!". Es la primera vez que le llama por el nombre desde que está en el Calvario, hasta qué, a la luz de un relámpago que forma como una corona sobre la cima del Gólgota, lo ve inmóvil, pendiente todo Él hacia fuera, con la cabeza tan reclinada hacia delante, hacia la derecha, que con la mejilla toca el hombro y con el mentón las costillas. Entonces comprende, entonces tiende los brazos temblorosos en el ambiente oscuro, y grita: "¡Hijo Mío! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío!". Luego escucha... Tiene la boca abierta, con la que parece querer escuchar también; e igualmente tiene dilatados los ojos, para ver, para ver... No puede creer que su Hijo ya no esté...
Juan, también él ha mirado y escuchado, y ha comprendido que todo ha terminado, abraza a María y trata de alejarla de ahí, mientras dice: "Ya no sufre".
Pero antes de que el Apóstol termine la frase, María, que ha comprendido, se desata de sus brazos, se vuelve, se pliega curvándose hasta el suelo, se lleva las manos a los ojos y grita: "¡Ya no tengo Hijo!"
Luego se  tambalea. Y se caería, si Juan no la recogiera, si no la recibiera por entero en su corazón. Luego él se sienta en el suelo, para sujetarle mejor en su pecho, hasta que las Marías  - que ya no tienen impedido el paso por el círculo superior de soldados, ya que ahora los Judíos han huido, los romanos se han agrupado en el rellano abajo y comentan lo sucedido - substituyen el Apóstol junto a la Madre. 
La Magdalena se sienta donde estaba Juan, y casi coloca a María encima de sus rodillas, mientras la sostiene entre sus brazos y su pecho, besándola en la cara exangüe vuelta hasta arriba, reclinada sobre el hombro compasivo. Marta y Susana, con la esponja y un paño empapado con el vinagre lo mojan las sienes y los orificios nasales, mientras la cuñada María le besa las manos, llamándola con gran aflicción y, en cuanto María vuelve a abrir los ojos y mira a su alrededor con una mirada casi atónita por el dolor, le dice:"Hija, hija amada, escucha... dime que me ves... soy tu María... ¡No me mires así!... ". Y puesto que el primer sollozo abre la garganta de María y caen las primeras lágrimas, ella la buena María de Alfeo, dice: "Sí, si, llora...  aquí conmigo como ante una mamá, pobre, santa hija mía"; y cuando oye que María le dice: "¿Oh, María María ¿has visto?", ella gime:" ¡Sí!, si ... pero,,, hija ¡Oh, hija!... ". No encuentra más palabras y se echa a llorar la anciana María: es un llanto desolado al que hacen de eco el de todas las otras (o sea Marta y María, la madre de Juan y Susana). 

[...] Los soldados cuchichean unos con otros.
"¿Has visto los Judíos? Ahora tenían miedo".
"Y se daban golpes de pecho".
"Los más aterrorizados eran los sacerdotes".
"¡Qué miedo! he sentido otros terremotos, pero como este nunca, Mira la tierra está llena de fisuras".
"Y allí se ha desprendido un trozo de todo el camino largo".
"Y debajo hay cuerpos".
"¡Déjalos!, menos serpientes".
"¡Otro incendio! en la campiña...".
"¿Pero está muerto del todo?".
"¿Pero es que no lo ves? ¿Lo dudas?".
[...] Es entonces cuando Longino se acerca a Juan, y le dice unas palabras que no oigo. Luego pide a un soldado una lanza . Mira a las mujeres centradas únicamente en María que lentamente va recuperando sus fuerzas. Todas dan la espalda a la cruz.
Longino se pone en frente del Crucificado, estudia bien el golpe y luego lo descarga. La larga lanza penetra profundamente de abajo arriba, de derecha a la izquierda.
Juan, atenazado entre el deseo de ver y el horror de ver, aparta un momento la cara.
"Ya está, amigo dice Longino y termina: "Mejor así como a un caballero. Y sin romper huesos... "¡Era verdaderamente un justo!".
De la herida mana mucha agua y un hilito sútil de sangre que ya tiende a coagularse. Mana he dicho, Sale solamente filtrándose por el corte neto que permanece inmóvil, mientras que si hubiera habido respiración, este se habría abierto y cerrado con el movimiento torácico-abdominal...

[...] Por la campiña entre el monte y las murallas, y más allá, vagan, en un ambiente todavía colaginoso, personas con aspecto desquiciado... Gritos, llantos, quejidos... Dicen: "Su Sangre ha hecho llover fuego!" o: "Entre los rayos Yeohveh se ha aparecido para maldecir al Templo!" o gimen: "¡Los sepulcros! ¡Los sepulcros!"
[...] El terror se ha apoderado de la Ciudad. Gente que vaga dándose golpes de pecho. Gente que al oír por detrás una voz , o un paso, da un salto hacia atrás o se vuelve asustada.
En muchos de los espacios abovedados oscuros, la aparición de Nicodemo, vestido de lana blanca(...) hace dar un grito de terror a un Fariseo que huye. Luego este se da cuenta de que es Nicodemo y se lanza a su cuello con un extraño gesto efusivo, gritando:"No me maldigas! Mi madre se me ha aparecido y me ha dicho:"¡Maldito seas eternamente!", y luego de derrumba gimiendo: "¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo!" (...)
Llegan al Pretorio. Y solo aquí, mientras esperan que el Procónsul les reciba José y Nicodemo logran conocer el por qué de tanto terror: muchos sepulcros se habían abierto con la sacudida telúrica y había quien juraba que  habían visto salir de ellos a los esqueletos, los cuales, en un instante se habían recompuesto  con apariencia humana, y andaban acusando de deicidio a los culpables.

[...] Vuelven corriendo Nicodemo y José diciendo que tienen el permiso de Pilatos (...)  
Longino llama a los cuatro verdugos que están cobardemente acurrucados al amparo de la roca, todavía aterrorizados por lo que ha sucedido, y ordena que se ponga fin a la vida de los ladrones a golpe de clava: Y así se lleva a cabo sin protestas por parte de Dimas, al que el golpe de clava asestado en el corazón después de haber roto las rodillas quiebra en la mitad en los labios el nombre de Jesús por el estertor. por parte del otro ladrón maldiciones horrendas, siendo el estertor de ambos lúgubre.
Los cuatro verdugos hacen ademán de querer desclavar de la cruz a Jesús, pero José y Nicodemo no lo permiten.
José también se quita el manto, y le dice a Juan que haga lo mismo, y que sujete las escaleras mientras suben con barras (para hacer palanca) y tenazas.
maría se levanta temblorosa sujetada por las mujeres. Se acerca a la cruz.
[...] La palma izquierda está ya desenclavada. el brazo cae al lado del cuerpo, que ahora pende semi-separado.
Le dicen a Juan que deje las escaleras a las mujeres  y suba también. Y Juan, subido a la escalera donde antes estaba Nicodemo, se pasa el brazo de Jesús alrededor del cuello y lo sostiene inerte sobre el hombro, Luego ciñe a Jesús por la cintura mientras sujeta la punta de los dedos de la mano izquierda  - casi abierta - para no golpear la horrenda fisura. Una vez desclavados los pies, Juan a duras penas logra sujetar y sostener el cuerpo de su Maestro entre la cruz y su cuerpo.
María se pone ya a los pies de la cruz, sentada de espaldas a Ella.preparada para recibir a Jesús en su regazo.
Pero desclavar el brazo derecho es la operación más difícil. A pesr de todo el esfuerzo de Juan, el cuerpo todo pende hacia delante  y la cabeza del clavo está hundida en la carne. Y, dado que no quisiera herirle más los dos compasivos deben esforzarse mucho. Por fin la tenaza aferra el clavo, y este es extraído lentamente.
Juan sigue sujetando a Jesús por las axilas; la cabeza reclinada y vuelta sobre su hombro. Al mismo tiempo, Nicodemo y José lo aferran, uno por los hombros, el otro por las rodillas. Así, cautamente, bajan por las escaleras.
Llegados abajo, su intención es colocarlo en la sábana que han extendido sobre sus mantos. pero María quiere tenerle; Ya ha abierto su manto, dejandole prender de un lado , y está con las rodillas más bien abiertas para hacer cuna a su Jesús.
[...] Ya está en el regazo de su Madre... Y parece un niño grande cansado durmiendo. María tiene a su Hijo con el brazo derecho pasado por debajo de sus hombros, y el izquierdo por encima del abdomen para sujetarle también por las caderas,
La cabeza está reclinada en el hombro materno. Y Ella le llama... Le llama con voz lacerada. Luego, le separa de su hombro y le acaricia con la mano izquierda; luego recoge las manos de Jesús y las extiende y antes de cruzarlas sobre el abdomen inmovil, las besa; y llora sobre las heridas. Luego acaricia la mejilla, especialmente en el lugar del cardenal y la hinchazón. Besa los ojos hundidos y la boca, que ha quedado levemente torcida hacia la derecha y entreabierta.
Querría poner en órden sus cabellos - como ya ha hecho con la barba apelmazada por grumos de sangre - pero al intentarlo encuentra las espinas. Se pincha quitando esa corona y quiere hacerlo solo Ella, Con la única mano que tiene libre, y rechaza la ayuda de todos diciendo: "¡No, no ¡Yo! "yo!". Lo va haciendo con tanta delicadeza, que parece tener en sus manos la tierna cabeza de un recién nacido. Una vez que ha logrado retirar esta torturante corona, se inclina para medicar con sus besos todos los arañazos de las espinas.
Con la mano temblorosa, separa los cabellos desordenados y los ordena. Y llora y habla en tono muy bajo. Seca con los dedos las lágrimas que caen en las pobres carnes heladas y ensangretadas. Y quiere limpiarlas con el llanto y su velo, que todavía está puesto en las caderas de Jesús. Se acerca uno de sus extremos y con él se pone a limpiar y secar los miembros Santos. Una y otra vez acaricia la cara de Jesús y las manos y las contusas rodillas, y otra vez sube a secar el Cuerpo sobre el que caen lágrimas y más lágrimas.
Haciendo esto es cuando su mano encuentra el desgarro del costado. La pequeña mano, cubierta por el lienzo sutil, entra casi entera en la amplia boca de la herida. Ella se inclina para ver en la semiluz que se ha formado, y ve el pecho abierto y el corazón de su Hijo. Entonces grita. Es como si una espada abriera su propio corazón. Grita y se desploma sobre su Hijo. Parece muerta Ella también.
La ayudan, la consuelan. Quieren separarle el Muerto Divino y dado que Ella grita: "¿Donde te pondré que sea un lugar seguro y digno de Tí?", José inclinado todo con gesto reverente, abierta la mano y apoyada en su pecho, dice: "¡Consuelate, Mujer! mi sepulcro es nuevo y digno de un Grande. Se lo doy a Él. Y este, Nicodemo amigo, ha llevado ya los aromas al Sepulcro, porque por su parte quiere ofrecer eso. Pero te lo ruego, pues el atardecer se acerca, déjanos hacer esto... ¡Condeciende, Oh Mujer Santa!".
También Juan y las mujeres hacen el mismo ruego. Entonces María se deja quitar del regazo a su Criatura, y mientras lo envuelven en la sábana, se pone de pie, jadeante. Ruega; "¡Oh, ir despacio, con cuidado!".
Nicodemo y Juan por la parte de los hombros, José por los piés, elevan el Cadáver, envuelto en la sábana, pero también sujetado con los mantos, que hacen de angarillas, y toman el sendero hacia abajo.
María,sujetada por su cuñada y la Magdalena, seguida por Marta, María de Zebedeo y Susana - que han recogido los clavos, las tenazas, la corona, la esponja y la caña - bajan hacia el sepulcro.

En el Calvario quedan las tres cruces, de las cuales la del centro está desnuda y las otras dos tienen aún su vivo trofeo muribundo.









   







(II de III) LA TERRIBLE CRUCIFIXIÓN DE JESÚS QUE FUE NECESARIA PARA RESCATAR A LOS SERES DE BUENA VOLUNTAD

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos






II de III EL ARREPENTIMIENTO DE SAN DIMAS
Y LA MUERTE DE JESÚS
(De la Visión de María Valtorta de 1.945)




[...] Pero el ladrón de la izquierda sigue diciendo insultos desde su Cruz. parece como si en él se condensaran todas las blasfemias de los otros, y las va soltando todas, para terminar: "Sálvate y sálvanos si quieres que te crea. ¿El Cristo Tú? ¡Un loco es lo que eres! el mundo es de los astutos y Dios no existe. Yo existo, eso es verdad, y para mí, todo es lícito. ¿Dios?... ¡Una patraña! ¡Creada para teneros quietecitos! ¡Viva nuestro yo! ¡Solo él es rey y Dios!".

El otro ladrón, que está a la derecha y tiene casi a sus pies a María y que mira a Ella casi más que a Cristo, y que desde hace algunos momentos llora susurrando: "La Madre", dice: ¡Calla! ¿No temes a Dios ni siquiera ahora que sufres esa pena? ¿Por qué insultas a uno bueno? Está sufriendo un suplicio aún mayor que el nuestro, Y no ha hecho nada malo",
Pero el ladrón continúa sus imprecaciones.
Jesús calla. Jadeante por el esfuerzo de la postura, por la fiebre, por el estado cardíaco y respiratorio, consecuencias de la flagelación sufrida en forma tan violenta y también consecuencia de la angustia tan profunda que le había hecho sudar sangre, busca un alivio aligerando el peso que carga sobre los pies suspendiéndose de las manos y haciendo fuerza con los brazos, Quizás lo hace también para vencer un poco el calambre que ya atormenta los pies y que es manifiesto por el temblor muscular. Pero las fibras de los brazos  - forzados en esa postura, y seguramente helados en sus extremos, porque están situados más arriba y exangües (la sangre a duras penas llega a las muñecas, para rezumar por los agujeros de los clavos, dejando así sin circulación a los dedos) - tienen el mismo temblor [...]
Y el tronco revela todo su sufrimiento con su movimiento, que es veloz, pero no profundo, y fatiga sin dar descanso. Las costillas , de por sí muy amplias y altas, porque la estructura de este cuerpo  es perfecta, están ahora desmedidamente dilatadas por la postura que ha tomado el cuerpo y por el edema pulmonar que ciertamente se ha formado dentro. Y, no obstante no son capaces de aligerar el esfuerzo respiratorio; tanto es  así, que todo el abdomen ayuda con su movimiento al diafragma, que se va paralizando cada vez más.
Y la congestión y la asfixia aumentan a cada minuto que pasa, como así lo indican el colorido cianótico que orla los labios, de un rojo encendido por la fiebre, y las estrías de un rojo violáceo  que pincelan el cuello a lo largo de las yugulares túrgidas, y se ensanchan hasta las mejillas, hacia las orejas y las sienes, mientras la nariz aparece afilada y exangüe y los ojos se hunden en un círculo que, donde no hay sangre goteada de la corona, aparece lívido.

[...] Los Judíos rechazados hasta fuera de la explanada, no dejan de insultar, y el ladrón impenitente hace eco.
El otro, que mira con piedad cada vez mayor a la Madre, y que llora, le reprende ásperamente cuando oye que en el insulto está incluida también ella. "Cállate. Recuerda que naciste de una mujer. Y piensa que las nuestras han llorado por culpa de los hijos. Y han sido lágrimas de vergüenza... porque somos unos malhechores . Nuestras madres han muerto... yo quisiera pedirle perdón... pero ¿Podré hacerlo? Era una santa... ¿Quien me perdona? Madre, en nombre de tu Hijo moribundo, ruega por mí".
La Madre levanta un momento la cara acongojada y le mira, mira a ese desventurado que, a través del recuerdo de su madre y de la contemplación de la Madre, va hacia el arrepentimiento; y parece acariciarle con su mirada de paloma.
Dimas llora más fuerte. Y esto desata aún más las burlas de la muchedumbre y del compañero. La gente grita: "¡Sí señor! tomate a esta por madre, ¡así tiene dos hijos delincuentes!". Y el otro añade: "Te ama porque eres una copia menor de su amado".
Jesús dice ahora las primeras palabras: "¡Padre, perdónales porque no saben lo que hacen!".
Esta súplica le hace superar todo temor a Dimas, Se atreve a mirar a Cristo, y dice: "Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. Yo, es justo que aquí sufra. Pero dame misericordia y paz más allá de esta vida. Una vez te oí hablar y, como un demente, rechacé tu Palabra, Ahora de esto me arrepiento. Y me arrepiento ante Tí, Hijo del Altísimo, de mis pecados, Creo que vienes de Dios. Creo en tu Poder. Creo en tu Misericordia. Cristo, perdóname en nombre de tu Madre y de tu Padre Santísimo".´
Jesús se vuelve y le mira con profunda piedad, y todavía expresa una sonrisa bellísima en esta pobre boca torturada. Dice:"Yo te lo digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso".
El ladrón arrepentido se calma, y no sabiendo ya las oraciones aprendidas de niño, repite como una jaculatoria:"Jesús Nazareno, Rey de los Judíos, piedad de mí; Jesús Nazareno, Rey de los judíos espero en Tí, Jesús Nazareno, Rey de los Judíos, creo en tu Divinidad". 
El otro continúa con sus blasfemias.

[...] Jesús parece lividecer de una manera siniestra, como por un comienzo de descomposición, como si ya estuviera muerto. La cabeza empieza a inclinarse sobre el pecho. Las fuerzas rápidamente faltan. Tiembla, aunque le abrase la fiebre. Y, en medio de ese débil estado, susurra el nombre que antes había dicho en el fondo de su corazón: "¡Mamá!","¡Mamá!". Lo susurra quedamente, como en un suspiro, como si ya estuviera en un leve delirio que le impidiera retener lo que la voluntad quisiera contener. Y María cada vez que le oye, irrefrenablemente, tiende los brazos como para socorrerle.

La gente cruel se ríe de estos dolores del moribundo y la acongojada. De nuevo suben los sacerdotes y escribas, hasta ponerse detrás de los pastores, los cuales, de todas formas, están en el rellano de abajo, Y dado que los soldados hacen ademán de rechazarlos, reaccionan diciendo:"¿Están aquí estos galileos? Pues estamos también nosotros, que tenemos que constatar que se cumpla la justicia totalmente. Y, desde lejos, con esta luz extraña, no podemos ver".
En efecto, muchos empiezan a impresionarse de la luz que está envolviendo el mundo, y algunos tienen miedo. También los soldados señalan al cielo y una especie de cono, tan oscuro que parece hecho de pizarra y que se eleva como un pino detrás de la cima de un monte. Parece una tromba marina. Se alza, se alza, parece generar nubes  cada vez más negras, de alguna manera parece un volcán lanzando humo y lava.
Es esta luz crepuscular y amedrentadora en la que Jesús da Juan a María y María a Juan. Inclina la cabeza ya que ha visto que María se ha puesto más debajo de la cruz para verle mejor y dice: "Mujer ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre".   
Después de esa palabra, que es el testamento de Jesús, el cual no tiene otra cosa que darle a su Madre, el rostro de María aparece más desencajado, él que por Amor al hijo la ha privado del Hombre-Dios nacido de ella. La pobre Madre trata de no llorar, sino mudamente,  porque no puede no llorar, a pesar de todos los esfuerzos hechos por retener las lágrimas. aún expresando con su boca una acongojada sonrisa en los labios por Él, para consolarle a Él. Los sufrimientos son cada vez mayores en esta luz cada vez menor.

[...] Los sufrimientos  son cada vez más fuertes. en el cuerpo se dan las primeras encorvaduras propias de la tetania, y cada manifestación del clamor de la muchedumbre los exaspera. La muerte de las fibras y de los nervios se extiende desde las extremidades torturadas hasta el tronco, haciendo cada vez más dificultoso el movimiento respiratorio, débil la contracción diafragmática y desordenado el movimiento cardíaco. El rostro de Cristo pasa alternativamente de accesos de una rojez intensísima  a palideces verdosas propias de un agonizante por desangramiento. La boca se mueve con mayor fatiga, porque los nervios , cansados en exceso, del cuello y de la misma cabeza, que han servido de palanca decenas de veces a todo el cuerpo, haciendo fuerza contra el madero transversal de la cruz, propagan el calambre incluso a las mandíbulas. La garganta hinchada por las carótidas obstruidas, debe doler y extender su edema a la lengua, que aparece engrosada y lenta en los movimientos. La espalda incluso en los momentos en que las contracciones tetánicas no la curvan, formando en ella un arco completo desde la nuca hasta las caderas, apoyadas como puntos extremos en el mástil de la cruz, se va arqueando hacia delante  porque los miembros van experimentando cada vez más el peso de las carnes muertas.
la gente ve poco y mal estas cosas, porque la luz ya tiene la tonalidad de la ceniza oscura, y solo quien esté a los pies de la cruz puede ver bien.

jesús ahora se relaja totalmente, pendiente hacia delante y hacia abajo, como ya muerto; deja de jadear, la cabeza le cuelga inerte hacia delante; el cuerpo, de las caderas hacia arriba está completamente separado, formando ángulo con la cruz.
María emite un grito: "¡Está muerto!". es un grito trágico que se propaga en el aire negro.Y Jesús se ve realmente como muerto.
[nç...] "No es posible" gritan unos sacerdotes  y algunos Judíos. "Es una simulación para que nos vayamos . Soldado, pínchale con la lanza . Es una buena medicina para devolverle la voz". Y, dado que los soldados no lo hacen , una descarga de piedras y terrones vuela hacia la cruz, y chocan contra el Mártir para caer después en las corazas romanas .
La medicina como irónicamente han  dicho los Judíos, obra el prodigio, Sin duda alguna piedra ha dado en el blanco, quizás en la herida de las manos o en la misma cabeza porque apuntaban hacia arriba. Jesús emite un quejido penoso y vuelve en sí. El Torax vuelve a funcionar  con fatiga y la cabeza a moverse de izquierda a derecha buscando un lugar donde apoyarse para sufrir menos, aunque en verdad encuentra solo mayor dolor.
Con gran dificultad, apoyándose una vez más en los pies torturados, encontrando fuerza en su voluntad, únicamente en ella, Jesús se pone rígido en la cruz. se pone de nuevo derecho, como si fuera una persona sana de fuerza completa. Alza la cara y mira con ojos bien abiertos al mundo que se extiende bajo sus pies , a la ciudad lejana, que apenas es visible como un blancor incierto en la bruma, y el cielo negro del que toda traza de azul y luz han desaparecido. Y a este cielo cerrado, compacto, bajo, semejante a una enorme lámina de pizarra oscura, Él le grita con fuerte voz, venciendo con la fuerza de la voluntad, con la necesidad del alma, el obstáculo de las mandíbulas rígidas, de la lengua engrosada, de la garganta edematosa :
"¡Eloi, Eloi, lamma sebacteni!" (esto es lo que oigo). Debe sentirse morir, y en absoluto abandono del Cielo, para confesar con una voz así el abandono paterno.
La gente se burla de Él y se ríe. Le insultan: "¡No sabe Dios que hacer de Tí! ¡A los demonios, Dios los maldice!".
Otros gritan: "Vamos a ver si Elías, al que está llamando, viene a salvarle!".
Y otros: "Dadle un poco de vinagre. Que haga unas pocas gárgaras. ¡Viene bien para la voz!". Elías o Dios - porque está poco claro lo que este demente quiere - están lejos... ¡necesita voz para que le oigan!", y se ríen como hienas o como demonios.
Pero ningún soldado da el vinagre y ninguno viene del cielo para confortar. Es la agonía solitaria, total, cruel, incluso sobrenaturalmente cruel, de la gran Víctima.
Vuelven las avalanchas de dolor desolado que ya le habían abrumado en Getsemaní. Vuelven las olas de los pecados de todo el mundo a arremeter contra el náufrago inocente, a sumergirle en su amargura. Vuelve sobre todo la sensación más crucificante que la propia cruz , más desesperante que cualquier tortura, de que Dios lo ha abandonado  y que su oración no sube a Él...
Y es el tormento final que acelera la muerte, porque exprime las últimas gotas de sangre a través de los poros, porque mac haca las últimas fibras aún vivas del corazón, porque finaliza aquello que la primera cognición de este abandono había iniciado: la muerte. Porque, ante todo, de esto murió mi Jesús, ¡Oh Dios que sobre Él descargaste tu mano por nosotros! Después de tu abandono, por tu abandono, ¿en qué se transforma una criatura? En un demente  o en un muerto, Jesús no podía volverse loco poeque su inteligencia era divina y, espiritual como es la inteligencia, triunfaba sobre el trauma total de aquel sobre el que cae la mano de Dios. Quedó pues, muerto, era el muerto, el Santísimo muerto, el inocentísimo muerto. Muerto Él, que era la Vida. Muerto por el efecto de tu abandono y de nuestros pecados.
La oscuridad se hace más densa todavía. Jerusalén desaparece del todo, Las mismas faldas del Calvario parecen desaparecer. Sólo es visible la cima (es como si las tinieblas lo hubieran mantenido en alto y así recogiera la única y última luz restante, y hubiera depositado esta, como para una ofrenda, con su trofeo divino, encima de un estanque de ónix líquido, para que esta cima fuera vista por el amor y el odio).
Y de esa luz que ya no es luz, llega la voz quejumbrosa de Jesús: "Tengo sed".
En efecto, hace un viento que da sed incluso a los sanos. Un viento continuo, ahora violento, cargado de polvo, un viento frío, aterrador. Pienso en el dolor que pudo causar con su soplo violento en los pulmones, en el corazón, en la garganta de Jesús, en sus miembros helados, entumecidos, heridos. ¡Todo, realmente todo se puso a torturar al Mártir!
Un soldado se dirige hacia el recipiente en que los ayudantes del verdugo han puesto vinagre con hiel, para que con su su amargura aumente la salivación en los atormentados. Toma la esponja empapada en ese líquido, la pincha en una caña fina - pero rígida - y ofrece la esponja al Moribundo.
Jesús se aproxima, ávido, hacia la esponja que llega [...] Jesús que ha chupado ávidamente la áspera y amarga bebida, tuerce la cabeza lleno de amargura y de repugnancia. Ante todo, debe de ser corrosiva sobre los labios heridos y rotos.
Se retrae, se afloja, se abandona. Todo el peso del cuerpo gravita sobre los pies y hacia adelante. Son las extremidades heridas las que sufren la pena atroz de irse hendiendo sometidas a la tensión de un cuerpo abandonado a su propio peso. Ya ningún movimiento alivia ese dolor, Desde el íleon hacia arriba, todo el cuerpo está separado del madero, y así permanece.
[...] Y cada vez más débil, volviendo al quejido infantil del niño, se oye la invocación: "¡Mamá!". Y la Pobre susurra: "Sí, Tesoro,  estoy aquí". Y cuando, por habersele velado la vista, dice: "Mamá, ¿donde estás?, ya no te veo "¿También Tú me abandonas?"(y esto no es ni siquiera una frase, sino un susurro apenas perceptible para quien más con el corazón que con el oído recoge todo suspiro del moribundo) Ella responde: "¡No, no, Hijo! ¡Yo no te abandono! Oye mi voz, querido mío... Mamá está aquí, aquí está... y todo su tormento es no poder ir donde Tu estás,,, ".
Es escalofriante... Y Juan llora sin trabas. Jesús debe oír ese llanto, pero no dice nada. Pienso que la muerte inminente le hace hablar como en delirio y que ni siquiera es consciente de todo lo que dice y que, por desgracia, ni siquiera comprende el consuelo materno y el amor del Predilecto.
[...] Un intervalo de silencio. Luego, nítidas en la oscuridad total las palabras: "¡Todo está cumplido!".
El tiempo pasa al son de este ritmo angustioso: la vida vuelve cuando el respiro áspero del Moribundo rompe el aire, la vida cesa cuando ese respiro penoso deja de oírse. Se sufre oyéndolo, se sufre no oyéndolo... Se dice: "¡Basta ya con ese sufrimiento!" y se dice: "¡Oh, Dios mío, que no sea el último respiro!".
Las Marías lloran todas, con la cabeza  apoyada contra el realce terroso. Y se oye bien su llanto, porque toda la gente ahora calla de nuevo para recoger todos los estertores del Moribundo.
Otro intervalo de silencio. Luego, pronunciado con infinita dulzura y oración ardiente, la súplica: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu!".  
Se hace leve también el estertor . Apenas es un susurro limitado a los labios y a la garganta.
Luego... adviene el último espasmo de Jesús.Una convulsión atroz, que quisiera arrancar del madero el cuerpo con los tres clavos, sube tres veces de los pies a la cabeza recorriendo todos los pobres nervios torturados; levanta tres veces el abdomen de una forma anormal, para dejarlo luego, tras haberlo dilatado por una convulsión  de las vísceras, y baja de nuevo y se hunde como si hubiera sido vaciado; alza, hincha y contrae el tórax  tan fuertemente que la piel se introduce entre las costillas, que divergen y aparecen entre la epidermis  y abren otra vez las heridas de los azotes; una convulsión atroz que hace torcerse violentamente hacia atrás, una, dos, tres veces la cabeza, que golpea contra la madera duramente, una convulsión que contrae en un único espasmo todos los músculos de la cara y acentúa la desviación de la boca hacia la derecha, y hace abrir desmesuradamente y dilatarse los párpados, bajo los cuales se ven girar los globos oculares y aparecer la esclerótica. 
Todo el cuerpo se pone rígido. En la última de las tres contracciones  es un arco tenso, vibrante -verlo es tremendo - . Luego. un grito potente, inimaginable en ese cuerpo axhausto estalla, rasgando el aire es el "Gran Grito" del que hablan los Evangelios y que es la primera parte de la palabra "Mamá",.. Y ya, nada más...
La cabeza cae sobre el pecho, el cuerpo hacia adelante, el temblor cesa, cesa la respiración. Ha expirado.