MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 22 de mayo de 2013

ACLARACIONES SOBRE LA EXTREMA GRAVEDAD DEL PECADO ORIGINAL, EL CUAL FUE LA CAUSA DE LA TERRIBLE PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS.




El gravísimo pecado de la humanidad.


Este comentario del Evangelio de María Valtorta, explica de una manera excepcional la naturaleza del pecado Original, su extrema gravedad, y las consecuencias tan desastrosas, porque desde el inicio de los tiempos, y por culpa de la soberbia de Lucifer, esto ha sido la causa de todos los sufrimientos, guerras, enfermedades, calamidades y desastres de la humanidad.

Este pecado cuyas consecuencias para Adán y Eva fueron, la pérdida de muchos de sus derechos y todos los dones que habían recibido de Dios, para ellos, así como para sus descendientes, fue de una gravedad tal, que solo Dios, con el sacrificio de Jesús y María, la corredentora, pudieron rescatar esa falta tan grave, cargando en sus Seres, toda la culpa de la humanidad desde los inicios de la Creación hasta el final del mundo.

Si la Redención operada por la bondad infinita de Dios, ha tenido un precio tan alto para Jesús y María, pero no es aceptada y deseada por algunas almas, porque a su vez, exige de parte de estas, una correspondencia que se traduce por un profundo agradecimiento, y un cambio de vida que se llama “renacimiento espiritual”, como lo explicó tan bien Jesús a Nicodemo, entonces la Redención no puede producirse en ese tipo de personas, que siguen siendo siervas y adoradoras de Satanás, ese es el gran misterio de la Predestinación.

Ciertos creyentes, se creen que con la Redención de Dios, solo tienen que cumplir con ciertos preceptos, que Satanás está derrotado por la acción de Jesús. Son los que cumplen con las obligaciones de recibir los Sacramentos, y se creen que con solo estas acciones, tienen asegurada la Vida Eterna, están en un profundo y terrible error: Todo pecado es una ofensa a Dios, y para que sea perdonado, tiene que haber un arrepentimiento proporcional a la culpa, la absolución de un sacerdote no sirve para nada si no existe tal arrepentimiento, y un esfuerzo constante para erradicar de nosotros todos nuestros numerosos defectos. 

Hoy día, el mayor triunfo de Satanás es haber introducido en el mundo el relativismo, y hacer creer que el pecado y la virtud son actitudes análogas, y Dios en su bondad infinita, no hace distinción entre ambas.

Esta mentalidad no ha calado solo entre los ateos y los agnósticos, sino desgraciadamente entre mucha gente religiosa practicante y lo que es peor, entre los pastores, que tendrían que predicar la Palabra de Dios y transmitir el auténtico mensaje de Cristo Jesús: La belleza de la Virtud, y la fealdad del pecado, fealdad que se transforma en belleza y se iguala a esa virtud, e incluso la puede superar, cuando hay arrepentimiento profundo y sincero, porqué las lágrimas son el lavacro que no solo limpia la falta, pero que hace resplandecer el alma porqué resalta la acción de Jesús, ya que ese arrepentimiento muestra fehacientemente la acción salvífica del Sacrificio de Jesús.

Es el agua del costado de Cristo, que se derrama después del rescate, se llevó a cabo con su Cuerpo y su Sangre, que nos ha vuelto a liberar de la esclavitud de Satán, nos ha devuelto la visión, que nos permite distinguir la diferencia tan grande que existe entre la Virtud y el pecado.

Y el amor, incondicional que exige el primer mandamiento, solo se puede producir por el amor a la Virtud y dándose cuenta de la fealdad del pecado, porque es una ofensa a Dios, por eso el que practica la virtud ama y adora a Dios, que es el Padre de todas las Virtudes y la fuente de todos los bienes y el que practica el pecado y no se arrepiente, ama y adora a Satanás que es el padre del pecado, y la fuente de todos los males.

Por esa sencilla razón, el Amor a Jesús solo se concibe, porque Él es la encarnación completa de todas las virtudes, y los que dicen que lo aman y no practican la virtud, son unos embusteros si a pesar de pecar no se arrepienten, precisamente por haberlo ofendido. Hay que amar a Jesús, porque es un ser perfecto y por lo tanto de una hermosura tal que es indescriptible, solo lo podemos entrever por una Gracia especial que comunica Dios a los que le aman de verdad.

Dice el gran San Juan de la Cruz en sus dichos de Luz y amor: “A la tarde de la Vida, te examinarán en el Amor; aprende a Amar como Dios quiere ser amado, y deja tu condición”

A la tarde te examinarán por el Amor que has tenido a la Virtud, que es Dios, y que a pesar de ser tú pecador, tienes que presentarse ante Él, con Santo temor de haberle ofendido, y con el miedo de no haber cumplido debidamente con tus deberes y obligaciones, y de haber desagradado a Dios. Y deja tu condición, quiere decir que no te creas que por cumplir con tus obligaciones externas, has alcanzado la Vida Eterna, ya que tienes que haber renacido a la Vida, y luchado de todas tus fuerzas contra el mal.

Dice también el santo Doctor, que el alma enamorada verdaderamente de Dios, recibe de Él el don de transformarse poco a poco a su imagen y semejanza, por eso el que ama a Dios, tiene que amar al prójimo porqué Jesús-Dios nos amó hasta la muerte en la Cruz.

Existe actualmente toda una serie de creyentes, fieles y Pastores que están convencidos que la Religión es una ciencia como las matemáticas, la geografía o la historia, que se puede aprender a base de estudios, y que el que mejor conoce el griego, el latín o el hebreo, es más religioso. Esta opinión está extendida sobre todo en algunos teólogos disidentes que se creen que porqué son catedráticos de Biología, o de Medicina, y que además tienen un doctorado en Teología, creen que pueden dar lecciones de Religión al mismísimo Papa, y que están dotados de una inteligencia tan extraordinaria que pueden reinterpretar todas las escrituras, de una manera superior a todos los antiguos Padres de la Iglesia, se olvidan de las palabras de Jesús, que afirmó:

“Te doy gracias de que has revelado todas esas cosas a los pequeños y los humildes y las has ocultado a los sabios”.

Existen dos tipos de sabiduría: La Ciencia de la naturaleza que se alcanza con los estudios, y la Sabiduría divina que no se alcanza con los estudios, pero solo con la práctica de la Virtud y del Amor de Dios, y para mí le doy profundamente gracias a Dios por esa manera de proceder.

Si no fuera así, solo podrían salvarse los ricos y los pobres tendrían menos probabilidades, ya que en general los más ricos tienen más facilidades para alcanzar estudios superiores.

San Juan de la Cruz dice claramente que el amor, cuando es auténtico, tiene la singularidad de igualar el enamorado con la persona amada, y que el alma, cuando más está enamorada de Dios, más Sabiduría mística se le infunde por esa razón, es lo que se llama sabiduría mística infusa. 




Del Evangelio como me ha sido Revelado de Mª Valtota 
(Marzo de 1.943)


Dice Jesús:

“¿No se lee en el Génesis que Dios hizo al hombre dominador de todo lo que había sobre la tierra, de todo excepto de Dios y de sus ángeles ministros? ¿No se lee que hizo a la mujer como compañera del hombre en la alegría y el dominio sobre todos los seres vivos? ¿No se lee que de todo podían comer salvo del árbol del conocimiento del Bien y del Mal? ¿Por qué? ¿Cuál es el sentido que subyace en las palabras “para que domine”?; ¿Cuál, en el árbol de la ciencia del Bien y del Mal? ¿Os habéis preguntado alguna vez esto, vosotros, que os hacéis tantas preguntas inútiles y que no sabéis preguntarle nunca a vuestra alma acerca de las celestes verdades?

Vuestra alma, si estuviera viva, os las manifestaría. Esa alma que, cuando está en gracia, es como una flor entre las manos de vuestro ángel; esa alma que cuando está en gracia, es como una flor besada por el sol y asperjada por el rocío, besada y asperjada por el Espíritu Santo, que le da calor y la ilumina, que la riega y la adorna de celestes luces. ¡Cuántas verdades os manifestaría vuestra alma, si supierais conversar con ella, si la amarais como a quien os proporciona la semejanza con Dios, que es Espíritu, como espíritu es vuestra alma! ¡Qué gran amiga tendríais, si amarais a vuestra alma en vez de odiarla hasta matarla; que grande, sublime amiga con quien hablar de cosas celestes, vosotros que tenéis tanta avidez de hablar y os destruís los unos a los otros con amistades que, aun no siendo indignas (algunas veces lo son), sí, son casi siempre inútiles, y se os transforman en un bullicio vano o nocivo de palabras y sólo palabras, todas terrenas!

¿No dije Yo: “Quien me ama observará mi palabra y el Padre mío le amará e iremos a él y haremos morada en él”? El alma que está en Gracia posee el amor, y poseyéndolo, posee a Dios. O sea, al Padre que la conserva, al Hijo que la instruye, al Espíritu que la ilumina. Posee, por tanto, el Conocimiento, la Ciencia, la Sabiduría. Posee la Luz. 

Imaginaos pues, que conversaciones tan sublimes podría establecer con vosotros vuestra alma, que son las conversaciones que han llenado el silencio de las cárceles, los silencios de las celdas, los silencios del yermo, los silencios de las habitaciones de los enfermos santos; las que han confortado a los presos que en las cárceles esperaban el martirio, a los cenobitas, que habían elegido el claustro en pos de la Verdad, a los eremitas, que anhelaban conocer anticipadamente a Dios, a los enfermos para que soportaran o, mejor dicho, amaran su cruz.

Si supierais preguntar a vuestra alma, ella os diría que el significado verdadero, exacto vasto cuanto la creación, de la palabra "domine" es este: "Para que el hombre domine todo: sus tres estratos (el inferior, animal; el estrato corriente: moral; el estrato superior: espiritual), y oriente los tres hacia un único fin: poseer a Dios".

Poseérlo, mereciéndolo con este férreo dominio que tiene sujetas todas las fuerzas del yo haciéndolas esclavas de esta única finalidad: merecer poseer a Dios. Vuestra alma os diría que Dios había prohibido el conocimiento del Bien y del Mal, porque el Bien lo había dado con generosidad y gratuitamente a sus criaturas, y el Mal no quería que lo conocierais, porque es un fruto dulce al paladar, pero que una vez que baja con su jugo en la carne, ocasiona una fiebre que mata y produce ardiente sequedad en la garganta, por el cual, cuando más se bebe de su jugo traidor, más sed de él se tiene.

A este efecto, San Juan de la Cruz explica que los apetitos del alma tienen las características del fuego, que cuanto más leña se le da, más se incrementa, y aún es peor que el fuego, ya que cuando no se le echa leña se apaga, mientras que el deseo, cuando se le niega alimento, se enciende aún más.

Y los ejemplos más claros que tenemos, son los individuos sumidos en todos los vicios habidos y por haber, como son los drogadictos, los lujuriosos, los ludópatas, los borrachos, los avaros y los que practican toda clase de pecados.

Vuestra objeción será: "¿Y por qué lo ha puesto?". ¿Por qué?. El mal es una fuerza que ha nacido sola, como ciertos males monstruosos en el más sano de los cuerpos.

Lucifer era un ángel, el más hermoso de los ángeles. Espíritu perfecto. Solo Dios era superior a él. Pues bien, con todo, en su ser luminoso nació un vapor de soberbia, y Lucifer no lo dispersó, sino que, por el contrario, lo condensó dándole vida en su interior. De esta incubación nació el Mal. Este ya existía antes del hombre. Dios había arrojado fuera del Paraíso al Incubador maldito del Mal, al que ensuciaba el Paraíso, ha ensuciado la Tierra.

Ese metafórico árbol pone en evidencia esta verdad. Dios había dicho al hombre y a la mujer: "Conoced todas las leyes y los misterios de la creación. Pero no queráis usurparme el derecho de ser el Creador del hombre. Para propagar la especie humana bastará el amor mío que circulará por vosotros y, sin libídine sensual, solo por latido de caridad, dará vida a los nuevos hombres como de la estirpe de Adán. Todo os lo doy; solo me reservo este misterio de la formación del hombre".

"Satanás quiso quitarle al hombre esta virginidad intelectual y, con su lengua serpentina, hechizó y halagó miembros y ojos de Eva, suscitando en ellos reflejos y sutilezas que antes no tenían porque no estaban intoxicados de malicia.

Ella vio, y viendo quiso probar. Había sido despertada la carne. ¡Ah, si hubiera llamado a Dios; si hubiera corrido a decirle: "Padre estoy enferma; la serpiente me ha halagado y me siento turbada!". El Padre la habría purificado, la habría curado con su aliento, pues lo mismo que le había infundido la vida, podía haberle infundido de nuevo la inocencia, quitandole el recuerdo del tóxico serpentino, es más introduciendo en ella una repugnancia hacia la serpiente (como les sucede a los que han sufrido una enfermedad, que una vez curados, sienten hacia ella una instintiva repugnancia). Pero no, Eva no va al Padre, Eva vuelve donde la serpiente. Esa sensación le es dulce. "Viendo que el fruto del árbol se podía comer y que era bonito y de aspecto agradable, lo cogió y comió de él".

Y "comprendió". Ya la malicia había penetrado y le mordía las entrañas. Vio con ojos nuevos y oyó con oídos nuevos los usos y la voz de las bestias; y los deseo febrilmente.

Inició sola el pecado. Lo consumó con su compañero. Por eso sobre la mujer pesa una condena mayor. Por ella el hombre se hizo rebelde a Dios, y por ella conoció la lujuria y la muerte. Por ella perdió su dominio sobre sus tres reinos: el del espíritu porque permitió que el espíritu desobedeciera a Dios, el de lo moral, porque permitió que las pasiones le sometieran a su señorío, el de la carne, porque le rebajó a las leyes instintivas de las bestias. "La serpiente me ha seducido" dice Eva. "La mujer me ha ofrecido el fruto, y yo he comido de él dice Adan. Y el triple, desenfrenado apetito, desde entonces, tiene entre sus garras los tres reinos del hombre.

Solo la Gracia logra aflojar la presa de ese monstruo despiadado; y, si vive, si está vivísima, si la voluntad del hijo fiel la mantiene cada vez más viva, llega incluso a estrangular el monstruo. Ya no habrá nada que temer: ni a los tiranos internos (o sea la carne, y las pasiones), ni a los tiranos externos (el mundo y los que en el mundo tienen poder), ni a las persecuciones, ni a la muerte.

Es como dice el Apóstol Pablo: "Nada de esto yo temo, y no considero ya mía la vida, con tal de cumplir mi misión y llevar a cabo el ministerio recibido del Señor Jesús para dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios".






sábado, 18 de mayo de 2013

REFLEXIONES SOBRE DOS PARÁBOLAS DE JESÚS: EL BUEN SAMARITANO; LAS 5 VÍRGENES LOCAS Y LAS 5 SABIAS






          Esta conocida Parábola de Jesús, que tomada literalmente puede inducir a engaño, tiene sin embargo un significado muy profundo y encierra maravillosas enseñanzas sobre la verdadera Doctrina de Jesús. 

        Es una Parábola que explica maravillosamente lo que es el amor al prójimo, y consecuentemente el amor de Dios, también nos enseña, aún que sea de una manera velada, como será el Juicio de Dios para las almas: Misericordia para los misericordiosos y Justicia inexorable para los que no se apiadaron de los necesitados.

          Conozco personalmente una persona, muy religiosa desde joven y muy inteligente, que se ha dejado engañar por Satanás, y ha interpretado esta Parábola literalmente, y personalmente sin apoyarse en las enseñanzas de la Iglesia.

          Cuando el maestro de la Ley le pregunta a Jesús ¿Quien es mi prójimo?, el Señor le relata la famosa Parábola del buen Samaritano, y le pregunta: 

            [...]  "¿Quien de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?"
El otro contestó:
            - "El que tuvo compasión de él".
Jesús le dijo: 
            - "Vete y haz lo mismo". (Lc 10, 36-37)

             Pues bien, esta persona, saca la conclusión de que el prójimo es solo el Samaritano, que ha socorrido al atracado, y efectivamente, si interpretamos literalmente las palabras de Jesús parece que el prójimo es únicamente el que se porta bien con nosotros, y los demás al no ser nuestro prójimo, no tenemos que amarlos.

      Como consecuencia de ello, apoyándose en esta interpretación de la Parábola, ha cortado las relaciones con todas las personas que no son de su agrado, porque según él no se han portado bien con su persona.

              Además de no tener amistades, y vivir aislado, ha cortado las relaciones con la mayoría de sus familiares, todo porque según él, no son su prójimo, y no se puede aplicar el mandamiento "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

          En realidad, esta Parábola, no según una interpretación personal, sino según la interpretación de la Iglesia Católica, y la de los santos Padres es bien distinta: Se puede resumir en dos frases, y un relato:

-¿Quien es mi prójimo?
- El relato del hecho.
- Vete y haz lo mismo.

          El Samaritano, era despreciado por los Judíos, el que cayó en manos de los maleantes era seguramente Judío, sin embargo lo socorrió a pesar de la enemistad tan profunda, semejante al odio que había entre Protestantes y Católicos en las guerras de Religión, o la que existe hoy día entre las dos facciones de los Musulmanes, y no pasó de largo como el sacerdote y el levita.

     En una palabra: se apiadó de un ser humano y mostró compasión por él que sufre, lo que denota un alma, semejante a Cristo, que se apiada y socorre al maltratado y abandonado, curando a los enfermos de cuerpo y alma con sus milagros, a pesar de ser pecadores, es decir de haberle ofendido ya que todo pecado es una ofensa  más o menos grave a Dios.

         El beneficio que granjea el alma con esta actitud de perdón y misericordia, es de una provecho transcendental: Por razones de Justicia, que es uno de los Espíritus más importante de Dios, se le pueden aplicar la bienaventuranza de Jesús: 

    "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

       De este "teorema" de Dios, que se ha demostrado en los razonamientos anteriores: amor a nuestros enemigos y misericordia para los necesitados, se pueden deducir las observaciones siguientes:

           Dios nos tratará de la misma manera que hemos tratado a los demás, es decir que en el día del Juicio, si hemos sido misericordiosos con los demás, Dios será misericordioso con nosotros, si hemos perdonado a los demás, Dios nos perdonará, y esto por las razones de Justicia de Dios, que se reflejan en las múltiples enseñanzas del Evangelio, de la Doctrina de la Iglesia y de la vida de los Santos.

           El Infierno está lleno de gente que no ha perdonado y que ha odiado a sus semejantes; en el Cielo no se admiten a los que tienen odio y rencor hacia sus semejantes, incluso si se han portado mal con ellos, ya que el deber del alma en este mundo es perdonar para que se nos perdone, y rezar por los que nos maltratan, para que cambien de vida, lo cual solo se puede conseguir con nuestra actitud de perdón, y con la acción de Dios a través de la Oración, como así nos lo enseña Jesús en el Evangelio.




PARÁBOLA DE LAS CINCO VÍRGENES 
LOCAS Y LAS CINCO SABIAS


        Esta Parábola la interpreta San Juan de la Cruz, en el sentido que los que han vivido en este mundo, siguiendo las Leyes de Dios son las cinco Vírgenes, y por esa razón, entraran en el banquete del Esposo, que es la Vida Eterna, porque han previsto el aceite de las lamparas no solo para este mundo, pero también para Vida Eterna.

         También afirma que las cinco vírgenes que han agotado el aceite a la hora de la venida del Esposo, son los que en esta Tierra han llevado una vida virtuosa, pero que no lo han hecho pensando en el más allá, y por eso se verán rechazados por ser desconocidos por Dios, ya que ellos también, a pesar de llevar una vida de virtud no han sabido o querido conocer al Esposo.

      Sin embargo, quiero aquí hacer una aclaración que me parece importante, el Santo Doctor dijo que sus escritos místicos estaban dirigidos a los Carmelitas descalzos y para los místicos en general, además creo que hay dos tipos de individuos que llevan una vida más o menos virtuosa.

          El primer tipo son los que han sido virtuosos, pero no han conocido al Esposo por diversas razones, una de ellos es por el mal ejemplo que vieron de ciertos pastores, que por su conducta y sus acciones, en vez de atraer las almas a Dios, han sido un impedimento para alcanzar el conocimiento y el significado de la venida del Esposo, que esos falsos pastores representaban. Esta clase de personas, creo sinceramente que serán admitidas al banquete de bodas, así como los que han nacido en otras culturas y religiones, y habiendo llevado una vida decente, acorde con su conciencia, han cumplido a su manera con la voluntad de Dios: Amar a Dios, y al prójimo como a si mismo.

          Estas almas son las que vio San Juan en el Apocalipsis:

          "Después de esto, miré y vi una muchedumbre enorme que nadie podía contar. Gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua: estaban de pié delante del trono y del Cordero. Vestían de blanco, llevaban palmas en las manos y clamaban con voz potente diciendo:

   A nuestro Dios que está sentado en el trono,
   y al Cordero, se debe la salvación." (Ap 7-9,10)

          El segundo tipo, son los que han practicado la virtud a su manera, los nuevos teólogos de la secularización, los falsos pastores, verdaderos lobos disfrazados de ovejas, que predican y siguen una doctrina hecha a su medida, los que predican una doctrina "descafeinada", los que se han sumergido en el "baño de masas", que han  buscado la alabanza y los aplausos de los demás, como los Fariseos, es decir los soberbios, que no pueden entrar en el reino de los Cielos, ya que al estar "inflados" de orgullo, no pueden entrar por la estrecha puerta que lleva a la Vida Eterna, son los que no han hecho fructificar los denarios que se le han entregado, los que se presentarán en el día del Juicio diciendo:

       "¿No hemos predicado en las plazas en tu nombre, no hemos expulsado demonios?", recibirán entonces por respuesta: 

        "¡Retiraos de Mí, obradores de maldad, no os conozco!".








domingo, 12 de mayo de 2013

DEL LIBRO DEL P. AMORTH: MI BATALLA CONTRA SATANÁS



EXPLICACIÓN DE LA ACCIÓN DE SATÁN 
SOBRE SERES HUMANOS INOCENTES



Estas flores del cactus simbolizan la oración del alma



           El Padre Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano, relata en su libro "El Último exorcista, mi lucha contra Satanás", hechos que parecen increíbles, razón por la cual, dice que son un misterio.

          Se trata de la posesión de niños, incluso antes de nacer, y después de nacer, de ciertos niños (no todos), que han sido ultrajados especialmente por su Padre, a este efecto relata con todo lujo de detalles el caso conocido de "James Bulger", el rapto y el asesinato atroz de un niño pequeño que conmocionó al mundo entero por su crueldad y por la edad de los asesinos, casos que los psiquiatras no han sabido explicar, y que el Padre Amorth atribuye a una posesión demoníaca.



              Dice el Padre Amorth:

         " [...] Es difícil de entender. Sin embargo es una realidad. Entre las víctimas del diablo se encuentran muchos niños. Son inocentes, no tienen culpa. Pero es también de su cuerpo del que el diablo trata de posesionarse. Y a menudo lo logra. A veces las posesiones comienzan cuando se encuentran todavía en el vientre de su madre. Es terrible, pero es así. Sucede que un mago o un hechicero hacen un maleficio a una mujer con la intención de dañar también al niño que lleva en su seno. Y, desgraciadamente, a veces funciona. De manera inexplicable el maleficio prospera. Es evidente que es algo que Dios permite. Pero es un misterio. 

              Pero acontece que Dios deja que el diablo se desencadene y ataque a los más inocentes de los seres humanos, precisamente los niños. Y así pasa que desde su nacimiento un niño esté poseído. Las señales son claras de inmediato. Si se lleva al niño a la Iglesia, comienza a llorar y a agitarse sin motivo. Lo mismo cuando los padres rezan en casa. Cuando crece, estos fenómenos se hacen más fuertes. Pero de inmediato es posible observarlos.

           Por eso aconsejo siempre a los padres que bauticen a sus hijos apenas nazcan. Que no dejen pasar mucho tiempo. El bautismo es un exorcismo poderoso. El bautismo expulsa al diablo. El diablo teme al bautismo. No es una causalidad, en efecto, que entre los poseídos del mundo la mayor parte sea gente no bautizada. Es sobre todo con los no bautizados con quien el diablo le es más fácil actuar.

           Este sorprendente relato, que serviría para que los ateos, nieguen tajantemente este hecho, o aprovechen para criticar la no intervención Divina, afirmando con un razonamiento que a primera vista parece lógico, que Dios es impotente ante la acción de Satanás, el cual para ellos es invencible, y también para argumentar que Dios es injusto por permitir que el demonio ataque y posea a un inocente, como un niño aún no nacido.

            La explicación a estos hechos, que el padre Amorth  dice que son un misterio, tiene a mi juicio una causa que creo es bastante acertada.

             En el mundo en que vivimos, lugar del cual ha dicho Jesús: "Mi Reino no es de este mundo", y en donde subsisten entrelazados el bien y el mal por razones de libertad, necesarias para desarrollarse espiritualmente y así poder al final de la "cosecha", distinguir el trigo de la cizaña, y guardar el trigo en el Granero de Dios, que es el Cielo y quemar la cizaña en el fuego que es el Infierno de Satanás.


         En este mundo, de la misma manera que el Señor, interviene, se comunica, y actúa de una manera invisible materialmente, a través de la oración del alma, o de la intervención de otras personas y de  los Sagrados Sacramentos, comunicando sus gracias santificantes necesarias para la salvación, de igual modo, por razones de Justicia, Dios tiene que permitir a su enemigo actuar de una manera similar, pero opuesta: el alma puede solicitar la ayuda de las fuerzas del mal, y otras personas que son los hechiceros y los magos, pueden con sus imprecaciones, hacer que una criatura inocente sea poseída por el espíritu del mal.

           Y este hecho que parece una injusticia y aberración, ocurre y es posible porque igualmente, la oración puede actuar sobre una criatura antes de nacer, para ser bendecido por sus padres, para que sea un hijo de Dios, y esté poseído de su gracia desde el seno materno, y más allá, en su vida de joven y adulto: Ese es el gran poder de la Oración, por eso la Santísima Virgen María dijo a los pastorcillos de Fátima: ¡Cuanta gente se condena porque nadie reza por ellos!


            Estos acontecimientos, demuestran para los que quieren y los  que saben entenderlo, el poder de la oración, ya que si Satanás, cuyo poder es infinitamente inferior al de Dios, puede poseer a una criatura incluso antes de nacer, por la imprecación de algún mago o hechicero ¿Qué no hará la fuerza del Dios Todopoderoso, por la oración de una alma en estado de Gracia o de un Sacerdote, y de los Sacramentos de la Santa Iglesia?

         Y si la imprecación de un mago o un hechicero, tiene este poder, que no hará la oración y la bendición de un Sacerdote, sobre todo, cuando este es Santo y cree firmemente a través de sus acciones y oraciones en la fuerza que le fue transmitida por el mismísimo Jesucristo, el Redentor Universal, por el intermedio de María Santísima, medianera de todas las Gracias y nuestra Madre, cuyo amor está por encima del amor de cualquier madre de la tierra, por grande que sea, y que además es Reina y Señora del Cielo y de la Tierra.


        Me traen un niño de unos pocos meses. Los padres no se explican ciertas reacciones suyas insólitas. Llanto que parece venir de un mundo lejano. Gritos anormales para su edad. Los médicos no le han encontrado ningún mal y dicen:  - Esperad a que crezca. Con el paso de los meses todo se arreglará.

          Y, en efecto desde su punto de vista tienen razón. El niño no tiene problemas que se curen con la sola medicina. Por el contrario, como sucede siempre, si se le da un calmante, reacciona de forma opuesta. Se excita y parece encolerizado. Las medicinas le provocan el efecto contrario al que se esperaba.

         Pasan los días y el padre, que es católico practicante, observa un hecho extraño. Cuando entra con su hijo a la Iglesia, este comienza instantáneamente a llorar desesperado. Su rostro enrojece. Sus venas se hacen visibles. Es todo un fuego incontrolable. Esto le hace sospechar que hace algo inhumano, que sea necesario expulsar. Y viene a mí.

          Nunca me tocó ver a un niño tan pequeño. Hasta llego a dudar pero sé bien - cuantas veces me lo repitió el padre Cándido - que un exorcismo nunca causa mal alguno. O hace bien o no tiene ningún efecto. De modo que me pongo la estola, tomo el ritual, el óleo santo, el agua bendita y empiezo el exorcismo. Pocas palabras bastan. El niño comienza a gritar y a llorar. El padre se ve obligado a colocarlo en el suelo porque a pesar de los pocos meses de edad, parece que es capaz de menearse hasta soltarse de sus brazos. Termino rápidamente el exorcismo y les explico a los padres que hay que repetirlo varias veces, al menos tres o cuatro veces por semana.

            Continuamos durante algunos meses. El diablo nunca habla. La única señal visible que da son los gritos tremendos del niño durante toda la duración de los exorcismos. Luego, apenas termino, silencio. El llanto durante el rito desgarra los corazones de los progenitores. Parece que no hubiere ningún consuelo para su hijo. Les pido a los padres que oren mucho, ayunen, vayan a misa todos los días. 

           Siguen mis indicaciones y después de pocos meses sucede lo que nunca me hubiere imaginado que podría acaecer tan pronto. Me traen al niño. Empiezo el exorcismo y el niño permanece tranquilo. No llora. Sonríe. Recito todo el ritual. Oro. Le asperjo con agua bendita. Lo persigno con el óleo sagrado. Es increíble. En pocos meses se encuentra ya libre. Aprenderé por cuenta propia cuan terribles son las posesiones de los niños, violentas, desenfrenadas, poderosas, pero al mismo tiempo comprenderé cuán transitorias y frágiles en cuanto a su resistencia.

       Cuando crezcan estos niños, hay un signo evidente que atestigua la posesión: la perfidia. Una perfidia no de acuerdo con la razón y, sobre todo, con la edad que tienen, y el querer hacer el mal, desear destruir, como si todo esto fuera una manifestación de la personalidad, un desahogo para demostrar la propia fuerza contra todo y contra todos.

         Hay muchísimos casos, relatados incluso en las crónicas, de niños o adolescentes en los que esta perfidia ha sido una señal evidente de su posesión. A los canales de televisión han sido invitados criminalistas y psiquiatras con el fin de dar alguna explicación a tanta ferocidad. Pero han omitido llamar a un exorcista. Este, en caso de que hubiera sido convocado, habría resuelto los casos en pocos minutos. Habría dicho:

           - Se trata de una posesión diabólica.

        Recuerdo dos casos terribles conocidos por todo el mundo. Hablo de ellos para que se comprenda. Para que la mayoría de la gente abra los ojos. Para mostrar como el diablo va por el mundo devorando existencias que deberían ser puras, genuinas, alegres. El primero es un caso inglés, el homicidio de James Bulger. El segundo, es un caso italiano, el homicidio de Susana Cassini y de su hijo Gianluca De Nardo.

Omitimos los detalles escabrosos recogidos por los medios de comunicación, y nos centramos en el asunto siguiente.

          [...] ¿Como es posible que hayan llegado a tanta aberración? No existe ninguna explicación lógica. Se puede indagar acerca de su pasado, pero la infancia difícil de ambos no logra, guste o no, explicar tanta violencia, tanta maldad.

           Es la maldad y el sadismo del diablo.

        No se puede explicar un delito semejante sino recurriendo al diablo. Es él quien de alguna manera logró posesionarse de estos dos chicos y los llevó paso a paso a la depravación más irracional y terrible que exista, el homicidio de un pequeño inocente. Es verdad, tanta perfidia es inexplicable. Pero la violencia repentina de los propios padres cuando se es pequeño  - es el caso de Thompson - tiene un significado importante. La violencia de los padres en contra de sus hijos es uno de los canales privilegiados para que Satanás actúe en el mundo.

         Que Thompson haya sido violentado por su padre no es un detalle que se puede descuidar. Con frecuencia los muchachos son poseídos por el demonio si han sido anteriormente violentados por el padre. La violencia del padre contra ellos es un canal de transmisión sumamente eficaz a través del cual pasa el demonio. La culpa de los padres recae sobre ellos por una transmisión del mal que tiene el carácter de lo extraordinario. 

         No todos los que hayan sido violentados por el padre sufren luego problemas de posesión. Pero muchos, por desgracia, sí. Los padres tienen sobre sus hijos una paternidad también espiritual que las madres no tienen. Si un padre bendice a menudo al propio hijo, estas bendiciones tienen un efecto positivo, mucho más positivo si la que bendice es la madre. Así, si un padre violenta al propio hijo, el efecto puede ser devastador.

        Y me permito aquí hacer una observación que desmonta toda la teoría feminista, de que la mujer es igual al hombre, cuando está claro que la mujer fue creada, según lo relata el Génesis para ser una ayuda y una compañera del hombre, y en la vida de Jesús podemos leer que Jesús y María siendo los seres más perfectos, siempre estuvieron sometidos a San José, esto para demostrar lo dicho anteriormente.

         Y cuando Dios Padre se comunicaba a la Sagrada Familia, siempre lo hacía a través de San José, basta recordar lo que se le comunicó en sueños: "Coge el niño y vete a Egipto, porque Herodes quiere matarlo".

         Marinella tiene dieciocho años cuando viene a mí por primera vez.

- ¿Qué te hace pensar que estés poseída? - le pregunto
- Padre, me dice -, desde cuando era pequeña no logro entrar en la Iglesia. Siento repulsión por los lugares sagrados. Trato de entrar, pero una fuerza me lo impide.
- ¿Cuánto tiempo hace que sufres estos problemas?
- Más o menos, desde que tenía siete años.
- ¿Qué pasó cuando tenías siete años?
- Padre, me da un poco de vergüenza...
- No tienes porque avergonzarte delante de mí. Cuéntamelo todo.
- Mi padre me violó.
-¿Cuantas veces te violó?
- Muchas. Ya murió. Pero nada ha cambiado. Mi vida está llena de desgracias. Quisiera pedirle ayuda a Dios, pero no puedo. No puedo rezar. No se quien me podría ayudar.

           Si Marinella tiene dieciocho años, significa que la posesión, si de veras se trata de posesión, está presente desde hace once años. Por lo tanto desde hace mucho tiempo. De modo que decido no exorcizarla de inmediato. Estoy solo en casa. No tengo a mis asistentes conmigo. Temo una eventual reacción suya negativa y violenta. La cito para la siguiente semana.

         Siete días después, Marinella se presenta puntualmente. Hay conmigo diez personas. Nueve laicos, más un joven sacerdote que de vez en cuando me ha pedido poder asistir a los exorcismos.
Le pido que se tumbe en una camilla. La hago amarrar. Me pongo la estola, tomo el agua bendita y el santo óleo, y comienzo las oraciones en latín.

        Marinella reacciona de inmediato. Se agita, pero las correas que la sujetan la mantienen en su puesto. A mi lado el joven sacerdote sigue la escena un poco tenso. Después de un ímpetu de compasión no solicitada, el joven sacerdote hace un movimiento que mejor no hubiera hecho jamás. Se acerca a Marinella, le toca en un hombro y le dice: 

- Tranquila, tranquila, esto terminará pronto.

      Marinella se vuelve. Lo fulmina con dos ojos de víbora y le dice:
- ¿Y tú, quien eres, pequeña virgencita?
- Soy el padre...
- ¿Silencio! - intervengo yo -, Y le pido al joven sacerdote que se aleje. Pero ya el juego se había iniciado. El diablo se dirige al joven sacerdote y le agrede de palabra.
- Pequeña virgencita, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar acostado a esta hora? Ah, si, perdóname. Tú, no duermes por la noche. Te masturbas delante del televisor. Te agrada perder el tiempo solo, ¿no es cierto? Oh, claro que es cierto. ¿Qué haces? ¿No respondes? Pobre virgencita desenmascarada aquí delante de todos.

      Y una estruendosa carcajada sepulta lo que queda de mi compañero de viaje.

       Pero no tengo tiempo para él ahora. Debo seguir con el exorcismo. el diablo castigó al joven sacerdote y por el momento no quiere ir más allá. Porque al lado del joven sacerdote me encuentro yo. Y mi exorcismo es un castigo severo para el demonio. Y debe confrontarse absolutamente con dicho castigo.

           - Cállate, diablo - grito - ,¡Cállate! Respóndeme en el nombre de Cristo. ¿Quién eres para que te atrevas a importunar a esta pobre muchacha? ¿Quien eres?

        Marinella babea y se agita. Y de pronto comienza a temblar sumamente fuerte. Luego emite un largo aullido.

- Sacerdote, cállate tú, No te responderé - grita - ¡No te responderé nunca!
- Respóndeme en el nombre de Cristo! ¿Quien eres? ¡Díme quien eres!
De la garganta de Marinella una voz lúgubre y dolorida emite estas palabras:
- Soy la pesadilla de Marinella. Soy su demonio y su placer. Soy el diablo que gracias a su padre la ha poseído. Y la poseeré para siempre.
- Tú no poseerás a nadie para siempre. Cristo vence. Cristo ha vencido. Cristo te derrotará.

          Continúo con el exorcismo. Las oraciones en latín parecen ser muy eficaces. Marinella por tres largas horas tiene reacciones violentas ante mis palabras.

         Luego termino el exorcismo. Marinella no recuerda nada de lo que acaba de pasar. Le pido que me hable de su padre. Me dice:
- Era violento. Yo era su juguete. Debía acceder a sus peticiones. De lo contrario me golpeaba hasta hacerme salir sangre y también golpeaba a mi madre. Así sufrí durante años, hasta que murió. ¿Pero sabe que le digo?

- Dime
- Le digo que no puedo odiarlo. Era mi Padre. Era mi padre...

       Marinella estalla llorando. La consuelo, y dejo que se vaya, dándole cita para la semana siguiente. Sin embargo le pido que se confiese y que todos los días se acerque a una iglesia. Le digo:
- Aunque no logres entrar en la iglesia, trata de estar fuera en silencio unos cinco minutos. Verás que si lo haces así todos los días, en algunos meses podrás entrar.

         Me despido de ella pero se que me queda todavía una tarea por hacer. La tarea de hablar con el joven sacerdote.
Me espera fuera de la habitación donde habíamos exorcizado. Mira fijamente el suelo. Está deshecho y al mismo tiempo asustado.
Le digo:

         - ¿Ves lo que sucede si nos atrevemos demasiado? Es preciso tener cierta experiencia con los demonios. Y sobre todo se necesita llevar una vida santa. De lo contrario, él te desenmascara y te humilla delante de todos.

-- Padre, lo siento
-- Está bien, te servirá de lección.
-- Padre...
-- Dígame...
-- Tengo que pedirle algo.
-- Dígalo, ánimo.
-- ¿Puede confesarme?









lunes, 6 de mayo de 2013

PARÁBOLA DE LA VID Y DEL OLMO DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO DE MARÍA VALTORTA

Jesús es la viña, y nosotros los sarmientos

Esta parábola de Jesús, no relatada en los Evangelios de la Biblia, se aplica de una manera real a la situación actual de la Iglesia, y explica perfectamente las causas de la actual situación de crisis, y el remedio necesario para corregirla, es decir, cómo hay que extirpar y sacar hasta las raíces, todos los elementos que han servido para sustentarla, como son los supuestos “teólogos” progresistas, que quieren imponer su doctrina completamente ajena a las enseñanzas del Evangelio, y cierta jerarquía, como el caso del Cardenal romano que dialogó con el Padre Gabriele Amorth,  diciéndole: "¡Pero Ud sabe de sobra que el demonio no existe, es un simple símbolo!", a lo cual el famoso exorcista le dijo: "Eminencia, Ud tiene que leer un libro"; "Ah si, ¿que libro, Padre Amorth?", "¡El Evangelio, Eminencia!".

Es también el caso del Arzobispo que fui a ver por consejo de mi Párroco, para llevarle un libro del famoso exorcista español Padre Fortea, titulado "Summa Daemoniaca", me dijo que no se puede asustar a la gente con esos temas, y que además al ser todos hijos de Dios, un Padre no puede mandar un hijo suyo al Infierno, por eso está vacío. Le argumenté con la famosa parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, me dijo que eran interpretaciones mías, borrando de un plumero todas las interpretaciones de todos los Santos desde el comienzo del Evangelio, las Palabras de Don Bosco, de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa, y el mensaje de las apariciones de Fátima en donde la Stma. Virgen María enseñó el Infierno o unos niños que quedaron marcados para toda su vida.


Lo más grave de esta herejía es el hecho de que si por nuestra creación somos hijos de Dios, la Pasión y muerte de Jesús no tiene sentido, es sin duda por esa razón que el Presidente de la Confederación Episcopal alemana dijo que "¡Jesús no había venido para redimirnos, sino para enseñarnos a morir!"




Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta


[…]  Un agricultor tenía en sus campos muchos árboles y vides que daban mucho fruto; entre estas, una de la que se sentía muy orgulloso, de calidad selecta. Un año esta vid dio muchas hojas, pero pocos racimos. Un amigo le dijo al Agricultor: “Es porque la has podado demasiado poco”. Al día siguiente, el hombre la podó mucho: la vid dio pocos sarmientos y de racimos todavía menos. Otro amigo dijo: “es porque la has podado demasiado”. El tercer año el hombre no la tocó: la vid no dio ni un solo racimo, y muy pocas hojas, delgadas acartonadas, orinientas. Un tercer amigo sentenció: Muere porque la tierra no es buena. Quémala”. “Pero ¿por qué, si es la misma tierra de las otras y la cuido como a las demás? ¡Antes iba bien!”. El amigo se encogió de hombros y se fue.

Pasó un desconocido viandante y se detuvo a observar al agricultor que estaba apoyado con tristeza en el tronco de la pobre vid. “¿Qué te pasa?, le preguntó. “¿Algún difunto en tu casa?”
No, pero se me está muriendo esta vid. La apreciaba mucho. Se ha quedado sin savia para dar fruto. Un año, poco; al otro menos; este, nada. He hecho lo que me han aconsejado, pero no ha servido de nada”.
El desconocido entró en el campo y se acercó a la vid. Tocó las hojas, cogió un terrón del suelo, lo olió, lo desmenuzó con sus dedos, alzó la mirada para el tronco del árbol que servía de apoyo a la vid… “Tienes que cortarlo. Esta vid está consumida por causa del tronco”.
“¡Pero si es su apoyo desde hace años!”.
“Respóndeme, hombre: cuando plantaste esta vid, ¿cómo era ella y como era el tronco?”.

“¡Oh, era un hermoso majuelo de tres años! Lo saqué de otra cepa mía. Para traerla aquí hice un agujero profundo, para no dañarle las raíces al sacarla de su terruño natal. También aquí, había hecho un agujero igual; más grande todavía, para que estuviera enseguida a sus anchas. Antes había excavado bien con la azada toda la tierra de alrededor para que estuviera esponjosa, de forma que las raíces pudieran extenderse enseguida sin esfuerzo. Metí en el fondo grato abono y coloqué el majuelo con todo cuidado – como sabes las raíces se fortifican si encuentran inmediatamente algo que las nutra -. Del olmo me ocupé menos. Era un arbolito cuya única función era de servir de apoyo al majuelo. Por eso, le puse, casi superficialmente, al lado del majuelo, lo afiancé y me fui.

 Arraigaron ambos, porque la tierra era buena. De todas maneras, mientras que la viña crecía de un año para otro – estimada, podada, rejacada - , el olmo crecía con dificultad (¡para lo que servía!…)… pero luego se ha hecho recio. ¿Ves qué hermoso está ahora? Cuando vuelvo, de lejos veo destacar alta su copa como una torre, y me parece la enseña de mi pequeño reino. Al principio la vid la tapaba y no se veían sus hermosas frondas. ¡Ahora, mira que hermosa su copa allá arriba bajo el sol! ¡Y qué tronco! Derecho, fuerte. Podía sujetar esta vid durante años y años, aunque hubiera crecido como aquellas que cogieron los exploradores de Israel en el torrente del Racimo. Sin embargo…”.

“Sin embargo… te la ha matado. La ha rendido. Todo favorecía su vida: el terreno, la posición, la luz, el sol, tu forma de cuidarla. Pero este la ha matado. Se ha hecho demasiado fuerte. Ha atenazado sus raíces y las ha ahogado. Le ha quitado todo jugo proveniente del suelo, ha estrangulado su respiración, le ha vedado la luz que necesitaba. Tala inmediatamente este inútil y recio árbol, y tu vid renacerá.
Y renacerá mejor aún sí, con paciencia excavas la tierra para poner al desnudo las raíces del olmo y las siegas, para asegurarte que no echen rebrotes. Se pudrirán en el suelo con sus últimas ramificaciones: de muerte se transformarán en vida, porque se transformarán en substancia fertilizante. Digno castigo a su egoísmo. El tronco lo echarás al fuego, y así te será útil. Una planta inútil y nociva solo sirve para el fuego, y debe ser arrancada, para que todo el bien lo reciba la planta buena y útil. Ten fe en lo que te digo y te sentirás feliz”.
Pero, ¿Quién eres tú? Dímelo para que pueda tener fe”.
“Yo soy el Sapiente. Quien cree en Mí, estará seguro”. Y se marchó.

El hombre tuvo un momento de indecisión. Luego se decidió y echó mano a la sierra; es más, llamó a sus amigos para que le ayudaran.
“¡Qué sandez!, perderás viña y olmo”. Yo me limitaría a podarle la copa para dar aire a la vid. No más”. “En todo caso deberá tener un soporte. Es un trabajo inútil”. “¡Quién sabe quién era! Quizás uno que te odia y tú no lo sabes”. “O quizás es un loco”… y así sucesivamente.
“haré lo que me ha dicho. Tengo fe en él”. Y segó el olmo por la base; y, no contento con ello, en un amplio radio puso al desnudo las raíces de las dos plantas, y segó con paciencia las del olmo, teniendo cuidado de no dañar a las de la vid. Luego volvió a tapar el vasto agujero que había hecho. A la vid, que había quedado sin soporte, le puso al lado una fuerte barra de hierro; luego escribió en una tabla la palabra “Fe” y la ató a la parte alta de la barra.
Los otros se marcharon meneando la cabeza.

Pasó el otoño y el invierno. Vino la primavera, los sarmientos enroscados en el apoyo se adornaron de abundantes gemas (primero apiñadas como en un estuche de terciopelo plateado; luego entreabiertas, sobre la esmeralda de las nacientes hojitas; luego abiertas del todo. Y nuevos sarmientos fuertes a partir del tronco todos ellos un verdadero floreteo de florecillas… y luego todo un fructificar de granos de uva). Más racimos que hojas. Y estas, grandes, verdes, fuertes, tan fuertes como los conjuntos de dos, tres o más racimos. Cada racimo, una densa concentración de granos carnosos, jugosos, espléndidos.

“¿Y ahora qué decís? ¿Era o no el árbol la razón por la cual mi vid moría? ¿Era acertado o no lo que dijo el Sapiente? ¿Tuve o no razón cuando escribí en una tabla la palabra “Fe”? dijo el hombre a sus amigos incrédulos.
“Has tenido razón. ¡Dichoso tú que has sabido tener fe y has sido capaz de destruir el pasado y lo que de nocivo se te dijo”.
Esta es la parábola.
[...] Pasado este momento, Jesús continua:
"De todas formas, la parábola tiene un sentido más amplio del pequeño episodio de una fe premiada. El sentido es este:

Dios había plantado su vid, su pueblo, en un lugar apropiado, y le había procurado todo lo que necesitaba para crecer y dar frutos cada vez mayores; y había apoyado a su pueblo en los maestros, para que pudiera comprender más fácilmente la Ley y para que fueran su fuerza. Pero los maestros quisieron ser más que su Legislador, crecieron, crecieron, crecieron... hasta hacerse valer por encima de la eterna Palabra. Y así Israel ha quedado estéril. 

El Señor ha enviado entonces al Sapiente, para que los israelitas que, con recto corazón, sienten el dolor de esta infecundidad y prueban los remedios que les vienen de los dictámenes o consejos de los maestros - muy doctos humanamente, pero indoctos sobrenaturalmente y por tanto, lejanos del conocimiento de lo que se debe hacer para devolver la vida al espíritu de Israel - puedan disponer de un consejo verdaderamente beneficioso.


Ahora bien, ¿Qué sucede? ¿Porque no recupera las fuerzas Israel y vuelve a ser vigoroso como en los tiempos áureos de su felicidad al Señor? Porque el consejo es: eliminar todas las cosas parasitarias que han crecido en detrimento de la Cosa santa - la Ley del Decálogo - tal y como fue dada, eliminarlas para dejar aire, espacio, alimento a la Vid, al Pueblo de Dios, y darle un apoyo recio, derecho, que no pueda ser plegado, soporte único, de nombre luminoso: la Fe.


Pues bien, este consejo no se acepta. Por eso os digo que Israel caerá, siendo así que podría renacer y ganar el Reino de Dios, si supiera creer y generosamente corregirse y modificarse substancialmente.

Podéis marcharos en paz. Que el Señor esté con vosotros.

Explicación actual de la Parábola:

-La Vid: El Pueblo de Dios
-El Dueño de la Vid: Dios, el sublime Creador.
-El Sapiente: Jesús y su Doctrina.
-El Olmo: los teólogos progresistas y rebeldes como son todos los parásitos eclesiásticos, con sus abanderados tipo Massiá; Queiruga, Pagola, y tantos teólogos humanamente doctos y sobrenaturalmente necios.

-La destrucción del olmo y sus raíces: La eliminación de esta plaga, que quiere cambiar el Evangelio a su antojo.
-La barra de hierro: La nueva evangelización, basada en la auténtica Fe, transmitida por la Tradición y los Santos Padres, inmutable e imperecedera.






lunes, 29 de abril de 2013

MELQUISEDEC PROFETA E IMÁGEN DE JESÚS, SACERDOTE Y REY; ABRAHAM, IMAGEN DEL PUEBLO DE DIOS


 Melquisedec, Sacerdote y Rey, prefigura de Jesús 



Estas Palabras de Jesús en el Templo, solo pueden haber sido pronunciadas por Dios, es imposible para un humano, por Santo que sea, como San Pablo o San Juan de la Cruz, que estuvieron en contacto íntimo con la Divinidad, pronunciar unas palabras tan sublimes.

No llego a comprender, como hay gente que duda de la autenticidad de estas palabras, la única explicación que vislumbro, es que al no ser ovejas del rebaño de Jesús, no conocen su voz y son incapaces de saborear intelectualmente este discurso teológico, que nunca había escuchado aún ningún oído humano.

Este Discurso de Jesús, que no modifica en nada las Escrituras, confirma plenamente toda la Revelación, es como un zoom que permite observar de más cerca los Evangelios, nos permite admirar de cerca y con más detalles al Redentor, y confirmar todo lo que la Santa Iglesia Católica habí­a afirmado desde siempre, por enseñanzas de la Tradición y de la Doctrina de los Santos Padres.

Espiritualmente hablando, se explica de la gran diferencia que existe entre crear y engendrar: la creación es imperfecta porque es incompleta, y necesita una recreación, que es el volver a nacer otra vez, como lo dijo Jesús a Nicodemo, y el engendrar es crear sin la necesidad de esa nueva creación, ¿Acaso podemos decir que la Virgen María, el tabernáculo de Dios, fue “engendrada” ya que nació y vivió sin pecado?

"Tú eres mi Hijo, y Hoy te he engendrado", estas palabras del Padre, están intrínsecamente ligadas a la definición que hizo Dios a Moisés en la zarza ardiente: "Yo soy el que soy", teniendo tanto la palabra "Hoy", como la frase "Yo Soy el que soy", el mismo significado, que quiere decir: "YO SOY EL ETERNO".




DISCURSO DE JESÚS EN EL TEMPLO

SUBLIME EXPLICACIÓN DE SU DIVINIDAD

(DEL POEMA DEL HOMBRE-DIOS DE MARÍA VALTORTA)




Dice Jesús:

Los Ángeles, criaturas espirituales siervas del Altísimo y mensajeras suyos, han sido creados por Él como el hombre, como los animales, como todo lo que fue creado. Pero no han sido engendrados por Él. Porque Dios engendra únicamente a otro Sí­ mismo, pues no puede el Perfecto engendrar sino a un Perfecto, a otro Ser parecido a Sí­ mismo, para no rebajar su perfección engendrando a una criatura inferior a Él. Ahora bien, Dios no puede engendrar a los Ángeles, y ni siquiera elevarlos a la dignidad de Hijos suyos, ¿cómo será el Hijo al que dice: “Tú eres mi Hijo. Hoy te he engendrado? 

¿Y de que naturaleza será, si engendrándole, y señalándole a sus Ángeles, dice: “Y le adoren todos los Ángeles de Dios”? Y como será ese Hijo, para merecer oír que el Padre – Aquel a cuya gracia se debe a que los hombres le puedan nombrar con el corazón anonadado en adoración – le dice: “Siéntate a mi derecha hasta que haga de tus enemigos escabel de tus pies”? Ese Hijo no podrá ser sino Dios como el Padre, con quien comparte atributos y poderes y con quien goza de la Caridad que los letifica en los inefables e incognoscibles amores de la Perfección hacia sí­ misma.

Pero, si Dios no ha juzgado conveniente elevar al grado de Hijo a un Ángel, ¿habría podido decir a un hombre lo que al final de este hará tres años, dijo a quién os habla en el valle de Betabara? (y muchos de vosotros que os oponéis a Mí, estabais presentes cuando lo dijo). Vosotros lo oísteis y temblasteis. Porque la Voz de Dios es inconfundible, y sin una especial gracia suya abate a quien la oye, y estremece su corazón.

¿Quién es entonces el Hombre que os habla? ¿Es acaso uno que ha nacido de origen y de voluntad de hombre, como todos vosotros? ¿Habrá podido poner el Altí­simo a su Espí­ritu a vivir en una carne carente de Gracia, como es la de los hombres nacidos de por voluntad carnal? ¿Y podrá el Altí­simo, como satisfacción de la gran Culpa, aplacarse con el sacrificio de un hombre?

Pensad. ¿Podrá entonces designar a un hombre para serlo? ¿Y podrá el Redentor ser solo Hijo del Padre, sin asumir naturaleza humana; ser el Redentor con medios y poderes que superaran las humanas deducciones? ¿Y el Primogénito de Dios, podrá acaso tener padres, si es el Primogénito eterno? ¿No se os trastoca el soberbio pensamiento ante estos interrogantes, que suben hasta los reinos de la Verdad, acercándose cada vez más a ella, y que hayan solo respuestas en un corazón humilde y lleno de fe?

¿Quién debe ser el Cristo? ¿Un Ángel? Más que un Ángel. ¿Un hombre? Más que un hombre. ¿Un Dios? Si, un Dios, pero con una carne unida a Él, para que ésta pueda cumplir la expiación de la carne culpable. Todas las cosas pueden ser redimidas a través de la materia con que pecaron. Dios, por tanto habrí­a debido enviar a un Ángel para expiar la culpa de los Ángeles caí­dos, y que expiara por Lucifer y sus Ángeles caí­dos.

Porque ya sabéis que Lucifer también pecó. Pero Dios no envía a un espí­ritu angélico a redimir a los Ángeles tenebrosos. Ellos no han adorado al Hijo de Dios, y Dios no perdona el pecado contra su Verbo engendrado por su Amor. Pero Dios ama al hombre y enví­a al Hombre, al único Perfecto, a redimir al hombre y obtener Paz con Dios. Y es justo que solo un Hombre-Dios pueda cumplir la Redención del hombre y aplacar a Dios.

El Padre y el Hijo se han amado y se han comprendido. Y el Padre ha dicho: “Quiero”. Y el Hijo ha dicho: “Quiero”. Y luego el Hijo ha dicho: “Dame”. Y el Padre ha dicho: “Toma”, y el Verbo tuvo una Carne, cuya formación es misteriosa, y esta carne se llama Jesucristo, Mesí­as, aquel que debe redimir a los hombres, llevarlos al Reino, vencer al Demonio, quebrar las esclavitudes.

¡Vencer al Demonio! No podí­a un Ángel, no puede cumplir lo que el Hijo del hombre puede. Y por esto, Dios no llama a los Ángeles a la gran obra, sino al Hombre. Aquí tenéis el Hombre cuyo origen os parece incierto, o es negado por vosotros u os pone pensativos. 

Aquí­ tenéis al Hombre. Al Hombre aceptable para Dios. Al Hombre representante de todos sus hermanos. Al Hombre que es como vosotros en la semejanza; al Hombre superior y distinto de vosotros por la proveniencia; el cual – que no por un hombre sino por Dios ha sido engendrado y consagrado para su Ministerio – está ante el excelso altar para ser Sacerdote y Víctima por los pecados del Mundo, eterno y supremo Pontí­fice, sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

¡No temáis! No tiendo mis manos hacia la tiara pontifical. Otra corona me espera. ¡No temáis! No os voy a quitar el racional. Otro está ya preparado para Mí­. Temed solo, más bien, el que para vosotros no sirva al sacrificio del Hombre y la Misericordia de Cristo.

Os he amado tanto, tanto os amo, que he pedido asimilar todo el dolor del mundo para daros la salud eterna.

¿Por qué no me queréis creer? ¿No podéis creer todavía? ¿No está escrito de Cristo: “Tú eres Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”? ¿Y cuándo empezó el Sacerdocio? ¿Quizás en tiempo de Abraham? No. Y vosotros lo sabéis. El rey de Justicia y de Paz que viene a anunciarme, con figura profética, en la aurora de nuestro pueblo, ¿No os apercibe acerca de la existencia de un Sacerdocio más perfecto, que viene directamente de Dios?; como Melquisedec, de quien nadie pudo jamás señalar sus orí­genes y que es llamado “el Sacerdote” y Sacerdote será para siempre

¿No creéis ya en las palabras inspiradas? Y si creéis, ¿Cómo es que vosotros, doctores, no sabéis dar una explicación aceptable a las palabras que dicen – y de Mí­ hablan - : “Tú eres Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”? Hay pues, otro sacerdocio más allá, antes del de Aarón. Y de este está escrito: “eres”; no “fuiste” no “serás”. Eres Sacerdote para siempre. He aquí­ pues que esta frase anticipa que el eterno Sacerdote no será de la estirpe, conocida, de Aarón, no será de ninguna estirpe sacerdotal. No; será de proveniencia nueva, misteriosa, como Melquisedec. Es de esta proveniencia. Y si el Poder de Dios la manda, es señal de que quiere renovar el Sacerdocio y el rito para que sea provechoso.

¿Conocéis vosotros mi origen? No. ¿Conocéis mis obras? No. Intuí­s mis frutos? No. Nada sabéis de Mí­. Podéis ver, pues, que también en esto soy el “Cristo”, cuyo origen y naturaleza y misión deben permanecer desconocidos hasta que a Dios le plazca revelarlos a los hombres. Bienaventurados los que sepan, los que saben creer antes de que la tremenda Revelación de Dios los aplaste contra el suelo con su peso y ahí­ los clave y triture bajo la fulgurante, poderosa verdad pronunciada: como trueno desde los Cielos; como grito desde la Tierra: “Este era el Cristo de Dios”.

Vosotros decís “Es de Nazaret. Su padre era José. Su Madre es María”. No. Yo no tengo padre que me haya engendrado hombre; no tengo Madre que me haya engendrado Dios. Y, no obstante, tengo una carne, y la he asumido por misteriosa obra del Espíritu, y he venido a vosotros pasando por un tabernáculo Santo. Y os salvaré después de haberme formado a Mí mismo por voluntad de Dios; os salvaré haciendo salir a mi verdadero Yo mismo del tabernáculo de mi Cuerpo, para consumar el gran Sacrificio de un Dios que se inmola para la salvación del hombre ¡Padre! ¡Padre mío! Te lo dije al principio de los días: “Aquí­ estoy, para hacer tu voluntad”.

 Te lo dije en la hora de gracia antes de dejarte para revestirme de carne, y así­ padecer: “Aquí­ estoy, para hacer tu voluntad”. Te lo digo una vez más para santificar a aquellos por quien he venido: “Aquí­ estoy para hacer tu voluntad”. Te lo digo una vez más, para santificar a aquellos por quienes he venido: “Aquí­ estoy para hacer Tu voluntad”. 

Y volveré a decí­rtelo, siempre te lo diré, hasta que Tu voluntad sea cumplida…”

Jesús baja los brazos - los tenía levantados hasta el Cielo, orando - , los recoge en su pecho y agacha la cabeza, cierra los ojos y se sume en una oración secreta.

La gente bisbisea. No todos han comprendido, o no han querido comprender, sonriendo malévolamente dicen. "¡Este delira!”. Pero no se atreven a decir más y se apartan o se encaminan hacia las puertas meneando la cabeza. Tanta prudencia creo que es fruto de las dagas y las lanzas de los romanos que brillan al sol contra la muralla externa.