Jesús habla aquí sobre la resurrección de Lázaro, explica muchos puntos oscuros sobre este milagro tan importante, que
se realizó en los umbrales de su Pasión y Muerte. Aquí está explicada la causa
de por qué hoy día ya no hay milagros, y es porque la gente no los pide con
amor, sino con prepotencia. Las doctrinas de Satán han arruinado cada vez más a
las almas. Aquí están también descritas las tres causas por las cuales lloró
Jesús, y la ingratitud de la Humanidad ante su sublime sacrificio.
Sublime y terrible prédica de Jesús. en donde se ve que su Doctrina no ha cambiado, a pesar de presentarla hoy día como relativista, "descafeinada", y con obligaciones "lights", y de haber intentado también dulcificar sus mandamientos, pasando de llamarla Iglesia militante a "Iglesia peregrina", como si la Vida fuera una alegre y amena peregrinación.
COMENTARIOS DE JESÚS SOBRE LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO
(De las Revelaciones a María Valtorta)
Dice Jesús:
“Habría podido
intervenir a tiempo para impedir la muerte de Lázaro. Pero no quise hacerlo. Sabía que esta resurrección sería una arma de doble filo, porque convertiría a
los judíos de pensamiento recto y haría más rencorosos a los de pensamiento no
recto. De estos, y al son de esta última manifestación de mi poder, provendría
mi sentencia de muerte.
Pero había venido al mundo para esto, y la hora había
madurado para que esto se cumpliera. También podría haber ido donde Lázaro
inmediatamente, pero necesitaba convencer a los incrédulos más obstinados, con
la resurrección, a partir de un estado de descomposición ya avanzado, y también
a mis apóstoles, que destinados a llevar mi fe al mundo, tenían necesidad de
poseer una fe fortalecida por milagros excelentes.
En los
apóstoles había mucha humanidad, ya lo he dicho. No era este un obstáculo
insuperable, más bien era una lógica consecuencia de hombres llamados a ser
míos a una edad ya adulta. No se cambia una mentalidad, una forma
mentis, de un día para otro. Y Yo, en mi Sabiduría, no quise tampoco
elegir y educar a niños y formarlos según mi pensamiento para hacer de ellos
mis Apóstoles.
Habría podido hacerlo, para que las almas no me criticaran el
haber despreciado a aquellos que no son inocentes y alegaran como disculpa y
justificación el que, también Yo había justificado con mi elección que
quienes están ya formados no pueden cambiar. No, todo se puede cambiar si se
quiere. Y, efectivamente, Yo de pusilámines, pendencieros, usureros,
sensuales, incrédulos, hice mártires, santos, evangelizadores del mundo. Solo
el que no quiso, no cambió.
Yo amé, y amo
al pequeño y al débil – tú, eres un ejemplo de ello -, con tal de que tengan la
voluntad de amarme y de seguirme, y de estas “nadas” hago mis predilectos, mis
amigos, mis ministros. Y me sigo sirviendo de ellos, y es un milagro continuo
que hago, para llevar a los otros a creer en mí, a no ahogar las posibilidades
de milagro. ¡Qué débil es ahora esta posibilidad!: cual lámpara a la que le
falta el aceite, esta posibilidad agoniza y muere, ahogada por la escasa o
inexistente fe en el Dios del milagro.
Hay dos formas
de prepotencia al pedir el milagro. A una, Dios cede con amor; a la otra le
vuelve las espaldas desdeñado. La primera es la que pide como Yo he enseñado a
pedir, sin desconfianza ni cansancio, y no admite que Dios no pueda escucharla,
porque Dios es bueno y el que es bueno, siempre escucha, porque Dios es Poderoso y lo puede todo. Esta forma es amor, y Dios concede a quien ama.
La otra es la
prepotencia de los rebeldes que quieren que Dios sea su siervo y que se humille
ante sus maldades y que le den a ellos lo que ellos no le dan a Él: amor y
obediencia. Esta forma es una ofensa, que Dios castiga negando sus gracias.
Os quejáis de que Yo ya no efectúo los
milagros colectivos. ¿Cómo podría efectuarlos? ¿Dónde están las colectividades
que creen en Mí? ¿Dónde los verdaderos creyentes? ¿Cuántos son en una
colectividad los verdaderos creyentes? Cuales flores supervivientes en un monte
quemado por un incendio, así veo Yo, de vez en cuando, un espíritu creyente, el
resto lo ha quemado Satanás con sus doctrinas. Y cada vez lo quemará más.
Os ruego que
tengáis presente, para regla vuestra sobrenatural, mi respuesta a Tomás. No se
puede ser verdadero discípulo mío si uno no sabe dar a la vida humana el peso
que le conviene, como medio para conquistar la Vida verdadera, no como fin.
El que quiera salvar su vida en este mundo,
perderá la Vida eterna. Lo dije y lo repito ¿Qué son las pruebas? La nube que
pasa. El Cielo permanece y os espera más allá de la prueba.
Yo he
conquistado el Cielo para vosotros con mi heroísmo. Vosotros debéis imitarme.
El heroísmo no solo está reservado a aquellos que deben conocer el martirio. La vida cristiana es un continuo heroísmo,
porque es una continua lucha contra el mundo, el demonio y la carne. Yo no os
fuerzo a seguirme. Os dejo libres. Pero hipócritas no os acepto. O conmigo y como Yo, o contra mí. Cierto es que no podéis engañarme. A
mi, no me podéis engañar. Y Yo no desciendo a pactos con el enemigo. Si lo
preferís antes que a mí, no podéis pensar tenerme a mí por Amigo al mismo tiempo. O él o Yo, elegid.
El dolor de
Marta es distinto del de María, debido a la distinta psicología de las dos
hermanas y al distinto modo de comportarse que habían tenido. ¡Dichosos
aquellos que se comportan de forma que no tienen luego el remordimiento de
haber causado dolor a alguien que ahora está muerto y que ya no puede ser
consolado del dolor que se le causó. Pero cuanto más dichoso es aquel que no
tiene el remordimiento de haber causado dolor a su Dios, a mí, a Jesús, y no
teme su encuentro conmigo, antes al contrario suspira por este encuentro, como
alegría ansiosamente soñada durante toda
la vida y por fin alcanzada!
Yo soy vuestro
Padre, Hermano, Amigo. ¿Por qué, entonces, me herís tantas veces? ¿Sabéis
cuánto os queda de vida todavía? ¿De vida para hacer reparación? No lo sabéis.
Pues entonces, hora tras hora, día tras día, obrad bien, siempre bien. Me
haréis siempre feliz. Y cuando llegue a vosotros el dolor - porque el dolor es santificación, es la mirra
que preserva de la corrupción de la carnalidad – tendréis siempre en vosotros
la certidumbre de que os amo, y que os amo, incluso en ese dolor, y siempre
tendréis la paz que proviene de mi amor. Tú, pequeño Juan, sabes si sé consolar
incluso en el dolor.
En mi oración
al Padre, se repitió cuanto he dicho al principio, era necesario zarandear con
un milagro extraordinario la obtusidad de los judíos y del mundo en general. Y
la resurrección de una persona sepultada desde hace cuatro días, y que había
descendido a la tumba después de una larga, crónica, repugnante, conocida
enfermedad, no era nada que debería dejar indiferente a nadie, y tampoco en
duda. Si lo hubiera curado mientras vivía,
o si hubiera infundido en él el espíritu inmediatamente después de
muerto, la mordacidad de los enemigos hubiera podido crear dudas acerca de la identidad
del milagro.
Pero el hedor
del cadáver, la podredumbre de las vendas, el largo tiempo pasado en el
sepulcro, no permitían dudas. Y – el milagro en el milagro – quise que a Lázaro
le quitaran las vendas y le limpiaran en presencia de todos, para que se viera
que había vuelto no solo la vida, sino también la integridad de los
miembros donde antes, la carne ulcerada
había introducido en la carne gérmenes de muerte. Al conceder una gracia, doy
siempre mucho más de lo que pedís.
Lloré delante de la tumba de Lázaro. Y se
ha dado muchos nombres a ese llanto. Pero, antes de nada, sabed que las gracias
se obtienen – ambas cosas unidas – con dolor y fe segura en el Eterno. Lloré no tanto por la pérdida del amigo y por
el dolor de las hermanas, pero porque, como un fondo submarino que se agita,
afloraron en aquella hora, más vivas que nunca, tres ideas que, como tres
clavos, habían traspasado desde tiempo mi corazón.
-La constatación de la ruina a la que había
llevado Satanás al hombre seduciéndolo al mal. Ruina cuya condena humana era el
dolor y la muerte. La muerte física, emblema y metáfora viva de la muerte
espiritual, que la culpa procura al alma hundiéndola – a ella, que es reina destinada
a vivir en el reino de la Luz – en las tinieblas infernales.
-LA PERSUASIÓN
DE QUE NI SIQUIERA ESTE MILAGRO, PUESTO CASI COMO COROLARIO SUBLIME DE TRES
AÑOS DE EVANGELIZACIÓN, CONVENCERÍA AL MUNDO JUDÍO ACERCA DE LA VERDAD DE QUE
YO ERA PORTADOR. Y QUE NINGÚN MILAGRO IBA A CONVERTIR PARA CRISTO AL MUNDO QUE
HABRÍA DE VENIR.
¡OH, QUE DOLOR DE ESTAR PRÓXIMO
A LA MUERTE POR TAN POCOS!
-LA VISIÓN MENTAL DE MI PRÓXIMA MUERTE. ERA
DIOS, PERO TAMBIÉN ERA HOMBRE. Y PARA SER REDENTOR DEBÍA SENTIR EL PESO DE LA
EXPIACIÓN; POR TANTO TAMBIÉN EL HORROR DE LA MUERTE, DE ESA MUERTE. YO ERA UNO
QUE VIVÍA, QUE ESTABA SANO; Y QUE ME DECÍA A MÍ MISMO: “PRONTO ESTARÉ MUERTO,
ESTARÉ EN UN SEPULCRO COMO LÁZARO. PRONTO TENDRÉ POR COMPAÑERA A LA MÁS ATROZ
DE LAS AGONÍAS. DEBO MORIR”.
LA BONDAD DE DIOS OS EXONERA DEL CONOCIMIENTO
FUTURO. PERO YO NO FUI EXONERADO DE ELLO.
Vosotros que os quejáis de vuestra
condición. Ninguna fue más triste que la mía, porque tuve la constante
presciencia de todo lo que me iba a suceder, unida a ella a la pobreza, las
incomodidades, los comportamientos malévolos que me acompañaron desde el nacimiento
hasta la muerte.
No os quejéis pues y esperad en Mí.
OS DOY MI PAZ”
Pero había venido al mundo para esto, y la hora había madurado para que esto se cumpliera. También podría haber ido donde Lázaro inmediatamente, pero necesitaba convencer a los incrédulos más obstinados, con la resurrección, a partir de un estado de descomposición ya avanzado, y también a mis apóstoles, que destinados a llevar mi fe al mundo, tenían necesidad de poseer una fe fortalecida por milagros excelentes.
Habría podido hacerlo, para que las almas no me criticaran el haber despreciado a aquellos que no son inocentes y alegaran como disculpa y justificación el que, también Yo había justificado con mi elección que quienes están ya formados no pueden cambiar. No, todo se puede cambiar si se quiere. Y, efectivamente, Yo de pusilámines, pendencieros, usureros, sensuales, incrédulos, hice mártires, santos, evangelizadores del mundo. Solo el que no quiso, no cambió.
El que quiera salvar su vida en este mundo, perderá la Vida eterna. Lo dije y lo repito ¿Qué son las pruebas? La nube que pasa. El Cielo permanece y os espera más allá de la prueba.
Yo soy vuestro
Padre, Hermano, Amigo. ¿Por qué, entonces, me herís tantas veces? ¿Sabéis
cuánto os queda de vida todavía? ¿De vida para hacer reparación? No lo sabéis.
Pues entonces, hora tras hora, día tras día, obrad bien, siempre bien. Me
haréis siempre feliz. Y cuando llegue a vosotros el dolor - porque el dolor es santificación, es la mirra
que preserva de la corrupción de la carnalidad – tendréis siempre en vosotros
la certidumbre de que os amo, y que os amo, incluso en ese dolor, y siempre
tendréis la paz que proviene de mi amor. Tú, pequeño Juan, sabes si sé consolar
incluso en el dolor.
¡OH, QUE DOLOR DE ESTAR PRÓXIMO A LA MUERTE POR TAN POCOS!
-LA VISIÓN MENTAL DE MI PRÓXIMA MUERTE. ERA
DIOS, PERO TAMBIÉN ERA HOMBRE. Y PARA SER REDENTOR DEBÍA SENTIR EL PESO DE LA
EXPIACIÓN; POR TANTO TAMBIÉN EL HORROR DE LA MUERTE, DE ESA MUERTE. YO ERA UNO
QUE VIVÍA, QUE ESTABA SANO; Y QUE ME DECÍA A MÍ MISMO: “PRONTO ESTARÉ MUERTO,
ESTARÉ EN UN SEPULCRO COMO LÁZARO. PRONTO TENDRÉ POR COMPAÑERA A LA MÁS ATROZ
DE LAS AGONÍAS. DEBO MORIR”.
LA BONDAD DE DIOS OS EXONERA DEL CONOCIMIENTO
FUTURO. PERO YO NO FUI EXONERADO DE ELLO.
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