MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

**
****************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

rep

sábado, 28 de mayo de 2016

PALABRAS DEL APÓSTOL SAN JUAN EN CONTRA DE LA TEORÍA DE LA REENCARNACIÓN, LLAMADA METEMPSICOSIS


El Apóstol San Juan



         La teoría de la metempsicosis, que es la reencarnación,  tan de moda en nuestros días, por la admiración hacia la mentalidad oriental, enseñada en el Budismo y el Hinduismo  es una doctrina completamente opuesta a las enseñanzas de Jesús reflejadas en el Evangelio, y al ser contrarias, sólo pueden provenir del eterno enemigo de Dios, que lucha incansablemente contra la Doctrina verdadera, para que sea denigrada y tenida como una superchería perpetrada por los hombres, cuando en realidad, proviene de Dios.

          Y aquí me permito refutar todas las religiones creadas por el hombre, sin la intervención del Verbo de Dios que es Cristo Jesús, y aquí están todas las variopintas sectas protestantes: El Luteranismo, creado por un ser irascible y voluptuoso, el Calvinismo creado por un individuo que quemó vivo a Miguel Servet por su visión personal sobre la Santísima Trinidad, Enrique VIII, el sádico asesino inglés con el Anglicanismo, y toda una lista de individuos, que al no tener el alma limpia, fueron incapaces de recibir y pregonar la Palabra de Dios.

Hablando de los Fundadores de las grandes Congregaciones religiosas, dentro de la Iglesia Católica, dice San Juan de la Cruz, al referirse a la perfección alcanzada por esos Santos, en su Llama de Amor viva: "Pocas almas llegan a tanto como esto, pero algunos han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud  y espíritu se había de difundir  en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor a las cabezas  en las primicias del espíritu, según la mayor o la menor sucesión que habían de tener en su doctrina y espíritu" (Cant 2, 12) 

           Y desgraciadamente lo mismo ocurre en la Iglesia Católica donde existe una serie interminable de heréticos, cuando no se es católico por haber recibido el bautismo, y los Sacramentos, sino por escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios, que estos quieren reformar, volviendo a reinterpretar las Escrituras y acomodarlas a su manera de ser.

    En los cuadernos de María Valtorta, el Apóstol San Juan, condena esta creencia, en su dictado del 11 de Enero de 1.944.



    Dice Juan:

             "Por haber sido formado, penetrado, unificado con el Maestro, en mi Evangelio vive la Palabra tal como fue dicha, pues pude repetirla sin alteraciones debido a dicha fusión. Es Cristo el que habla, Juan es solo un instrumento que escribe. Igual que tú.

                  La nuestra es una suerte extraordinaria y a ella debemos ser fieles hasta en las nimiedades para no contaminar la Doctrina Divina con nuestra naturaleza de criaturas; por esta causa debemos seguir llevando una vida pura, de modo que la palabra descienda donde no hay nada impuro, donde ni siquiera la sombra de un pensamiento lo es.

                Acoger la Palabra de Dios, es acoger el Pan del Cielo. Pues es Pan del Cielo que se hace Palabra en nosotros, para convertirse en Pan para el espíritu de nuestros hermanos. Es la Eucaristía de la Palabra, no menos Santa que la Eucaristía del Altar porque el Cristo Eucarístico que viene a nosotros, nos trae su Palabra - tanto más sentida cuanto más es intensa en nosotros la vida espiritual - y el Cristo Maestro que viene a nosotros nos trae su alimento, que nos pone en condiciones de hacer de la Eucaristía, cada vez más, el Pan de Vida Eterna.

        Tu Maestro, que es también el mío, lo ha dicho: "Bienaventurados los que conservan en el corazón la Palabra de Dios". Y ha dicho también: "El que escucha mi Palabra merece la Vida Eterna", y: "Yo soy el Pan vivo que desciende del Cielo. El que se nutre de Mí no morirá y el último día, Yo lo resucitaré". Por lo tanto, el Maestro dispone un único destino para quien se nutre de Él: el Verbo del Padre y el Pan del Cielo.

    Más estas palabras no las dirijo particularmente a tí, que eres una discípula que ya vive en la Luz. Yo, luz de Cristo, hablo de Cristo, Luz del mundo, a los tenebrosos que, como aquellos que una membrana cubre las pupilas, avanzan a ciegas en la oscuridad y no saben ir por el sendero por donde pasa el Maestro, no quieren ir por él y gritar: "¡Jesús, sálvanos! ¡Danos tu Luz!".

    Si le llamaran, Él iría a ellos, permanecería en ellos y les dispensaría la bienaventurada suerte de convertirse en Hijos de Dios, nacidos por segunda vez (la única vez que se puede renacer no es en la carne que, cuando se ha extinguido, no vuelve jamás a revestir ese espíritu del que fue atavío, excepto en el último día para acompañarlo a la gloria, o a la perdición, sino en el espíritu, que uniéndose a Cristo se regenera, pues el cobijarlo Cristo en Sí como parte de su Santísimo Ser, lo une al Espíritu de Dios, o sea, de Él que nos permite renacer, no ya como hombres, sino como hijos de Dios). Si le llamaran, ellos conocerían la Luz, se alejarían de las Tinieblas y de la Mentira, porque Cristo es Verdad, porque Cristo es Luz, y Luz y Verdad es el Paráclito que Cristo dona a los "suyos"; quien recibe a Cristo, recibe en sí la Verdad y la Luz de la Divinidad Trina.

    Apartaos del eterno homicida que pereció y hace perecer porque no permaneció en la Verdad que, por su afortunado destino de ángel, había poseído desde el primer instante de su creación. Creed en Cristo, que no puede mentir porque es Dios y Dios posee la Perfección.

    Él os dice y repite: "Yo os resucitaré". Y Él, el Perfecto en la Ciencia y en la Inteligencia, ¿podría proferir palabras impropias? Él dice: "resucitaré" y no "reencarnaré". Y precisa: "en el último día"; más aún proclama: "Así como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo da la vida a quien quiere. Quien escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, posee la Vida eterna y no merece condena; al contrario, pasa de la muerte a la vida... Llegará la hora en que los muertos oigan la Voz del Hijo de Dios y quien la oiga vivirá. Llegará la hora en que todos oigan en el sepulcro la voz del Hijo de Dios y los que hicieron el bien saldrán de él hacia la resurrección de la Vida; los que se dedicaron al mal, hacia la resurrección de la muerte".

     Por eso, Él que es Verdad y Ciencia dice, repite, insiste, jura que existe una sola y única vida de la carne y una sola y única vida del espíritu. Esta vida se vive en nuestra única jornada humana y luego, solo en el último día, el mandato de Jesús-Dios, resurge para revestir el espíritu del que fuera atavío. Esta vida eterna nos es dada solamente a través de nuestra jornada única y, si durante ella matamos aunque sea una vez el espíritu, este ya no podrá reencarnarse jamás para lograr pasar, por sucesivas fases, de la muerte a la vida.

     No. El poder de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Paráclito, puede concederos la resurrección del espíritu en la Tierra mediante el milagro de la gracia o mediante la intercesión de algún "Santo" - ya sea perteneciente a la Tierra o al Cielo - o mediante vuestro deseo de resurgir. Más esto sucede solo aquí, en la Tierra, en vuestra única jornada. Cuando para vosotros se acaba el día y entráis en el sueño de la noche humana, ya no hay ninguna resurrección posible a través de nuevas fases vitales. Y si estáis muertos en cuanto al espíritu, hay solo muerte.

              Yo, discípulo de Cristo, Yo que he visto más allá de la vida, la vida futura y la resurrección final, os juro que esto es verdad.
               Liberáos de estas cadenas. De las que puede usar contra vosotros Satanás: son las más peligrosas. Dad el primer paso para decirle a Cristo:  "Vengo a Ti", y a Satanás: "Retrocede en nombre de Jesús". Acoged la primera Verdad.

               Ni siquiera podéis imaginar cuán dulce es el Señor, el buen Maestro, el Pastor Santo, con quien se dirige a Él. Os estrecha como un padre contra su pecho y os enseña, os cuida, os nutre. No digáis que le amáis. No le amáis en la verdad y por eso, no le amáis.

            La verdad está en su Evangelio. El Evangelio es el que Él confió a sus discípulos y que aún hoy confirma y explica, guiado por su bondad de Salvador. Y, tras tantos siglos transcurridos, es siempre igual, no existe otro.

            Si hubiera habido dos, o más vidas, Él lo habría dicho. No sois Parsis o Sintoístas; sois "Cristianos". Y, por lo tanto, dejad las quimeras, los errores, los engaños que Satanás prepara para arrancaros a Dios y creed en lo que ha dicho Cristo.

          Quien ama cree, quien ama poco duda. Quien no ama, acepta una doctrina adversa. La doctrina que seguís es adversa a la de Jesucristo, Verbo de Dios, Maestro nuestro, Luz del mundo. Por lo tanto, no amáis a Cristo en la Verdad".





No hay comentarios: