Estando el mundo creado a imagen y semejanza de Dios, el cual vela por su creación con el amor de un Padre, a pesar de permanecer escondido, para que se manifieste en las almas el don de la fe, que solo se da a los que son dignos de merecerla, para los que saben leer, todo tiene una profunda relación con el Creador, el verdadero místico, es como el experto en Arte, que sabe distinguir una obra de pintura maestra de una falsificación.
Agárrate fuerte a Mí, no tengas miedo, no es tiempo de echarse a temblar, de retroceder o callar.
Consejo de Dios para tantas almas que no han encontrado un sentido a su vida, porque no tienen presencia de Dios, y por eso se encuentran en un triste estado de lamentación que las lleva a la desesperación. Estas palabras, dirigidas a esas almas, tratan de aliviarlas, recordándoles que Él está presente en toda la Creación, y que es el Padre de todos los hombres de buena voluntad, que está buscando a las almas que le abran las puertas de su alma, para morar en ellas.Y que por eso no tienen que tener miedo, ya que es Todopoderoso, y que no hay ni que temblar, ni retroceder, ni tampoco callar, es decir que hay que hablar con Él, pidiéndole ayuda con la oración, los Sacramentos instituidos por Él para fortalecer el alma, y así poder triunfar de sus tres enemigos espirituales, orquestados por Satanás y sus tenebrosos ministros.
Sé paciente, permanece en Mí, fíate... espera siempre en Mí, no te soltaré aunque el viento arrecie.
Esto es lo que nos dice Dios a través de los dos testigos que son nuestra conciencia, y nuestra razón, y que son el medio que Dios utiliza para comunicarse con nosotros a través del ángel de la Guarda, tenemos que aguantar con paciencia y resignación toda las pruebas y los sufrimientos que Dios permite que nos acosen, y que como lo dice S. Juan de la Cruz, son siempre proporcionales al grado de purgación de cada alma, y también al grado de Gloria a la cual Él la quiere encumbrar.
Para lograrlo, como lo dice la canción, hay que permanecer en Dios y fiarse de Él, si esto es así, nunca nos soltará. aunque el viento arrecie. Esto es lo que ocurrió a S. Pedro, cuando fue desde la barca hacia Jesús, andando sobre las aguas: al arreciar el viento, no se fió, pero Jesús lo agarró de la mano y lo salvó.
Te quiero, aunque pienses que no te lo mereces, no es tiempo de huir y de esconderse, hoy el tiempo es de permanecer.
Estas palabras de aliento están aquí para desarmar a Satanás, el cual, para que el alma se hunda, le afirma que Dios nunca le ayudará, porque le ha retirado su gracia por culpa de sus pecados, le dice:"Recuerda este pecado que cometistes, y ese otro, ¿Cómo te va a ayudar Dios si tú no te lo mereces?".
Sugiere igualmente que hay que huir y esconderse, es decir que olvides de la lucha y te olvides de Dios. Es lo que hicieron nuestros primeros padres después del pecado Original, esconderse, y es lo que hizo Caín después de matar a Abel: huir de la presencia de Dios. Es tiempo de permanecer, es decir de pedir perdón, ya que Dios lo concede siempre que haya un arrepentimiento proporcional a la culpa.
"Oyeron a Yahvé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín" (Gen 3-8).
"Demasiado grande es mi castigo para soportarlo. Puesto que me arrojas hoy de la tierra cultivable, oculto a tus ojos habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará (Gen 4-13, 14)
Aquí hay una falta absoluta de confianza en Dios de esos culpables. Con toda seguridad si hubieran pedido ayuda contra la tentación antes de pecar, Dios les hubiera ayudado a vencer la tentación, y si después de pecar, se hubieran arrojado a los pies de Yahvé llorando, hubieran sido perdonados, ya que las lágrimas son el detergente más potente para limpiar los pecados.
Fíate... espera siempre en Mí, Yo estoy aquí, contigo, aquí mismo.
Dice San Juan de la Cruz que hay tres tipos de presencia de Dios en el alma.
Agárrate fuerte a Mí, no tengas miedo, no es tiempo de echarse a temblar, de retroceder o callar.
Consejo de Dios para tantas almas que no han encontrado un sentido a su vida, porque no tienen presencia de Dios, y por eso se encuentran en un triste estado de lamentación que las lleva a la desesperación. Estas palabras, dirigidas a esas almas, tratan de aliviarlas, recordándoles que Él está presente en toda la Creación, y que es el Padre de todos los hombres de buena voluntad, que está buscando a las almas que le abran las puertas de su alma, para morar en ellas.Y que por eso no tienen que tener miedo, ya que es Todopoderoso, y que no hay ni que temblar, ni retroceder, ni tampoco callar, es decir que hay que hablar con Él, pidiéndole ayuda con la oración, los Sacramentos instituidos por Él para fortalecer el alma, y así poder triunfar de sus tres enemigos espirituales, orquestados por Satanás y sus tenebrosos ministros.
Sé paciente, permanece en Mí, fíate... espera siempre en Mí, no te soltaré aunque el viento arrecie.
Esto es lo que nos dice Dios a través de los dos testigos que son nuestra conciencia, y nuestra razón, y que son el medio que Dios utiliza para comunicarse con nosotros a través del ángel de la Guarda, tenemos que aguantar con paciencia y resignación toda las pruebas y los sufrimientos que Dios permite que nos acosen, y que como lo dice S. Juan de la Cruz, son siempre proporcionales al grado de purgación de cada alma, y también al grado de Gloria a la cual Él la quiere encumbrar.
Para lograrlo, como lo dice la canción, hay que permanecer en Dios y fiarse de Él, si esto es así, nunca nos soltará. aunque el viento arrecie. Esto es lo que ocurrió a S. Pedro, cuando fue desde la barca hacia Jesús, andando sobre las aguas: al arreciar el viento, no se fió, pero Jesús lo agarró de la mano y lo salvó.
Te quiero, aunque pienses que no te lo mereces, no es tiempo de huir y de esconderse, hoy el tiempo es de permanecer.
Estas palabras de aliento están aquí para desarmar a Satanás, el cual, para que el alma se hunda, le afirma que Dios nunca le ayudará, porque le ha retirado su gracia por culpa de sus pecados, le dice:"Recuerda este pecado que cometistes, y ese otro, ¿Cómo te va a ayudar Dios si tú no te lo mereces?".
Sugiere igualmente que hay que huir y esconderse, es decir que olvides de la lucha y te olvides de Dios. Es lo que hicieron nuestros primeros padres después del pecado Original, esconderse, y es lo que hizo Caín después de matar a Abel: huir de la presencia de Dios. Es tiempo de permanecer, es decir de pedir perdón, ya que Dios lo concede siempre que haya un arrepentimiento proporcional a la culpa.
"Oyeron a Yahvé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín" (Gen 3-8).
"Demasiado grande es mi castigo para soportarlo. Puesto que me arrojas hoy de la tierra cultivable, oculto a tus ojos habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará (Gen 4-13, 14)
Aquí hay una falta absoluta de confianza en Dios de esos culpables. Con toda seguridad si hubieran pedido ayuda contra la tentación antes de pecar, Dios les hubiera ayudado a vencer la tentación, y si después de pecar, se hubieran arrojado a los pies de Yahvé llorando, hubieran sido perdonados, ya que las lágrimas son el detergente más potente para limpiar los pecados.
Fíate... espera siempre en Mí, Yo estoy aquí, contigo, aquí mismo.
Dice San Juan de la Cruz que hay tres tipos de presencia de Dios en el alma.
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