Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza. La Santísima Trinidad se encuentra en el alma compuesta de tres potencias que son Memoria, Entendimiento y Voluntad |
Dice el Doctor místico San Juan de la Cruz, que las tres potencias del alma, tienen que vaciarse para dar cabida a la Gracia de Dios para poder celebrar el matrimonio espiritual del alma esposa con Jesús, el divino Esposo.
Por eso dijo Jesús: "Si alguno viene a Mí y no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y aún a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no toma su cruz y viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14, 26-27)
Lo que quiere decir que nada en el mundo, ni nuestros seres queridos ni las preocupaciones, tienen que ser un impedimento para seguir a Jesús y así poder alcanzar la Vida Eterna. Esas tres potencias del alma, que San Juan de la Cruz llama las tres profundas cavernas del sentido, porque están hechas por Dios para contener su divinidad, tienen la particularidad que basta que estén ocupadas por una simple nimiedad, para que impidan la entrada en ellas de los tres dones de la Santísima Trinidad.
La Santa Fe, don de Dios Padre, como así lo dijo Jesús "Nadie puede venir a Mí, si el Padre que me ha enviado no lo trae, y yo lo resucitaré en el último día" (Juan 6, 44) , tiene que tener prioridad absoluta para que pueda encontrar cabida en la Memoria, para ello tiene que estar vacía de otras preocupaciones, y anhelos.
La Esperanza, que nos trae el Hijo de Dios, y que nace de la Santa Fe, tiene igualmente que entrar en el Entendimiento en la Caverna del sentido, libre de todas las otras ilusiones y deseos materiales, ya que dos contrarios no pueden subsistir en un mismo sujeto como lo enseña la filosofía, y como así lo recuerda San Juan de la Cruz. Esta esperanza solo consigue su premio que es el don supremo, el descanso del séptimo día de la Creación, gracias al perdón del pecado heredado de Adán y Eva que ha transmitido a toda la Humanidad, que solo puede perdonar Jesús con su Sangre, y sobre todo borrar con el agua salida de su Sagrado Costado.
Esta sublima acción de Jesús como víctima perfecta sin tara, que es el único que podía cumplir esa misión, como verdadero Hombre y verdadero Dios, es la que permite la unión mística con la Santísima Trinidad, con la venida de la tercera persona: el Espíritu Santo, que se aloja en la tercera caverna del alma que es la fuerza de la Voluntad, por eso dijo Jesús: "Pero os digo la verdad: os conviene que Yo me vaya. Porque si no me fuere, el Abogado no irá a vosotros; pero si me fuere, os lo enviaré" (Juan 16, 7)
Esta sublima acción de Jesús como víctima perfecta sin tara, que es el único que podía cumplir esa misión, como verdadero Hombre y verdadero Dios, es la que permite la unión mística con la Santísima Trinidad, con la venida de la tercera persona: el Espíritu Santo, que se aloja en la tercera caverna del alma que es la fuerza de la Voluntad, por eso dijo Jesús: "Pero os digo la verdad: os conviene que Yo me vaya. Porque si no me fuere, el Abogado no irá a vosotros; pero si me fuere, os lo enviaré" (Juan 16, 7)
Y los Sacerdotes cuando celebran el sacrificio perpetuo, ofrecen esa Víctima perfecta y repiten "Per ipsum, cum ipso et in ipso, est tibi Deo Patri omnipotenti, in unitati Spiritu Sancti, ad Te, omnis honor et Gloria per omnia saecula saeculorum. Amén".
Por Él, con Él y en Él, a Ti Dios Padre Omnipotente, en unidad con el Espíritu Santo, todo honor y Gloria por todos los siglos de los siglos. Amén.
Es pues Jesús, el divino Esposo del alma, porque es la llave que nos abre la Puerta del Cielo, al traernos el Espíritu Santo que es el Descanso eterno de Dios, donde se retira el último día de la recreación del alma, privilegio que ha exigido de los agraciados entrega total e incondicional, para conseguir el matrimonio espiritual, que es la fusión del alma con la Divinidad.
Es como la paloma que soltó Noé del Arca y que volvió otra vez a él con la rama de olivo del triunfo después de haber sobrevolado la Tierra.
Por Él, con Él y en Él, a Ti Dios Padre Omnipotente, en unidad con el Espíritu Santo, todo honor y Gloria por todos los siglos de los siglos. Amén.
Es pues Jesús, el divino Esposo del alma, porque es la llave que nos abre la Puerta del Cielo, al traernos el Espíritu Santo que es el Descanso eterno de Dios, donde se retira el último día de la recreación del alma, privilegio que ha exigido de los agraciados entrega total e incondicional, para conseguir el matrimonio espiritual, que es la fusión del alma con la Divinidad.
Es como la paloma que soltó Noé del Arca y que volvió otra vez a él con la rama de olivo del triunfo después de haber sobrevolado la Tierra.
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