EL ALMA DE LOS DEGOLLADOS POR HABERSE MANTENIDO FIELES, SON COMO JESÚS LAS VÍCTIMAS EXPIATORIAS DE TODOS LOS PECADOS DE LA HUMANIDAD |
El clamor de los Mártires en el Cielo, pidiendo venganza para sus verdugos, es un acontecimiento que nunca llegarán a comprender la gran mayoría de los fieles y Consagrados relativistas, y "bonistas", que ponen en plan de igualdad al Santo y al sádico pecador.
Es verdad que todos nosotros tenemos que perdonar a nuestros enemigos y verdugos, por la sencilla razón, de que si no perdonamos a los que nos ofenden, tampoco se nos perdonarán nuestras faltas, como así lo pedimos en el Padre Nuestro.
Es verdad que Jesús en la Cruz, nos dio el ejemplo diciendo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Luc 23, 34)", para poder cumplir con la Redención, ya que Jesús, en su naturaleza humana pedía perdón al Padre en nombre de toda la humanidad, pasada, presente y futura, porque estaba cargado con todos sus pecados, ya qué sin estas palabras, no se podría haber producido la Redención.
Pero no hay que olvidar que en el Juicio contra Jesús, en presencia de Poncio Pilato, este se lavó las manos ante la intransigencia del Pueblo Judío, que pidió la sentencia de muerte para Jesús: "Y todo el pueblo contestó diciendo: Que caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mat 27,25), lo que provocó la masacre, la esclavitud y la deportación de todos los Judíos, y la diáspora de ese Pueblo, llegando a su culmen con el nazismo.
Tampoco hay que olvidar que, cuando ciertas mujeres de Jerusalén, lloraban amargamente, cuando Jesús cargaba con la cruz, camino del Calvario, Vuelto a ellas, Jesús dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí; llorad más bien por vosotras y vuestros hijos, porque días vendrán que se dirá: Dichosas las estériles y los vientres que no engendraron, y los pechos que no amamantaron. Entonces dirán a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: ocultadnos, porque si esto se hace con el leño verde, con el seco, ¿que será? (Luc 23, 28-31), Oráculo que se cumplió unos años después, con la destrucción de Jerusalén, la masacre y la deportación de todos los Judíos de Israel.
Tampoco se pudo cumplir la petición de Jesús que pedía perdón: y es que para qué el Padre perdone, a las almas, estas tienen a su vez que perdonar y los Judíos no pidieron perdón por la muerte de Jesús, por eso ese perdón solicitado no se les pudo ofrecer, ya que para colmo surgió entre ellos un falso profeta que se creía el nuevo Mesías, el enviado, el escogido por Yahvé, para derrotar al Imperio romano. Y el caso más flagrante es el del sumo Sacerdote Caifás, y de toda la retahila de los rabies, fariseos y escribas, así como todo el Pueblo Judío que quiso indultar a Barrabas, y condenar a Jesús.
El Evangelio relata que a la hora de la muerte de Jesús, hubo tinieblas, terremotos y que muchos justos resucitaron y se aparecieron a gente en Jerusalén. Caifás que se había desgarrado las vestiduras, cuando Jesús proclamó su divinidad, se tuvo que enterar que a la hora de la muerte de Jesús, el velo del templo que tapaba la esencia de Yahvé, se rajó de arriba a bajo, prueba evidente del abandono de Dios al Pueblo Judío, pero ni él ni todos sus seguidores se arrepintieron, lo que hubiera traído el perdón de Jesús.
El Judaísmo pasó entonces de ser el Pueblo de Dios, a ser un pueblo deicida, que se desgajó como una rama podrida del árbol de Jesé. Los Cristianos son el verdadero Pueblo de Dios, porque han reconocido al Mesías, como había sido profetizado desde el inicio. Jesús le dijo a los Judíos que Abrahám el Padre de todos los creyentes, había visto su nacimiento y se alegró. En la transfiguración, estaban Moisés y Elías, las dos figuras más importantes del Antiguo Testamento
La petición de perdón se aplicó y se sigue aplicando solo para los que cumplen con el mandamiento del perdón con un arrepentimiento profundo y sincero, proporcional a la culpa, y eso no se produjo en el pueblo Judío, que aún está esperando el Mesías.
El Evangelio relata que a la hora de la muerte de Jesús, hubo tinieblas, terremotos y que muchos justos resucitaron y se aparecieron a gente en Jerusalén. Caifás que se había desgarrado las vestiduras, cuando Jesús proclamó su divinidad, se tuvo que enterar que a la hora de la muerte de Jesús, el velo del templo que tapaba la esencia de Yahvé, se rajó de arriba a bajo, prueba evidente del abandono de Dios al Pueblo Judío, pero ni él ni todos sus seguidores se arrepintieron, lo que hubiera traído el perdón de Jesús.
El Judaísmo pasó entonces de ser el Pueblo de Dios, a ser un pueblo deicida, que se desgajó como una rama podrida del árbol de Jesé. Los Cristianos son el verdadero Pueblo de Dios, porque han reconocido al Mesías, como había sido profetizado desde el inicio. Jesús le dijo a los Judíos que Abrahám el Padre de todos los creyentes, había visto su nacimiento y se alegró. En la transfiguración, estaban Moisés y Elías, las dos figuras más importantes del Antiguo Testamento
La petición de perdón se aplicó y se sigue aplicando solo para los que cumplen con el mandamiento del perdón con un arrepentimiento profundo y sincero, proporcional a la culpa, y eso no se produjo en el pueblo Judío, que aún está esperando el Mesías.
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Evangelio de San Mateo: (26, 33-34; 41)
El Juicio final
Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: "Venid, benditos de mi Padre a tomar posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo...."
Y dirá a los de la izquierda: "Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles...".
Estas últimas palabras las solía repetir el santo Cura de Ars, Patrono de los Sacerdotes del mundo entero, en sus prédicas, con abundantes lágrimas, dejando a sus oyentes con grandísimo estremecimiento y terror. "¡Que horror, malditos de Dios!, ¡Malditos de Dios!, ¡Malditos de Dios por toda la Eternidad.....".
Estas últimas palabras las solía repetir el santo Cura de Ars, Patrono de los Sacerdotes del mundo entero, en sus prédicas, con abundantes lágrimas, dejando a sus oyentes con grandísimo estremecimiento y terror. "¡Que horror, malditos de Dios!, ¡Malditos de Dios!, ¡Malditos de Dios por toda la Eternidad.....".
Apocalipsis (6, 9-11)
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados por la palabra de Dios y por el testimonio que guardaban. Clamaban a grandes voces diciendo: "¿Hasta cuando, Señor Santo, Verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre en los que moran sobre la Tierra?", y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y les fue dicho que estuvieran callados un poco de tiempo aún, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que aún habían de ser muertos como ellos.
Dice el que testifica todas estas cosas: Sí, vengo pronto, Amén. Ven Señor Jesús. La gracia del señor Jesús sea con todos. (Ap 22, 20 - 21)
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